San Pedro de Atacama, el lugar más seco del mundo

 

Por fin llegamos a Chile, concretamente a San Pedro de Atacama. Quizá os sonará el nombre porque es el desierto donde rescataron a los 33 mineros que se quedaron atrapados bajo tierra durante un mes y medio. Es el lugar más seco del mundo, con días calurosos y noches glaciales, y es el mejor lugar del mundo para realizar estudios astronómicos porque el cielo está despejado durante 340 días al año. Es por eso que el proyecto internacional ALMA, con un mega telescopio, está situado en San Pedro.

San Pedro es pequeñito y muy turístico, además de un poco bohemio. El centro conserva casas de planta baja hechas con adobe y pintadas de blanco, con calles peatonales de tierra y agencias ofreciendo excursiones en cada rincón. El ambiente es alegre y la mayoría de turistas son gringos mochileros, aunque también se encuentran bastante chilenos.

Los alrededores de San Pedro se parecen un poco al Sud Lipez boliviano, con sus geyseres, desiertos, lagos, árboles de piedra, salares, etc. Es normal, ya que no estábamos tan lejos de Bolivia. Obviamente, descartamos todas estas actividades, porque ya las habíamos realizado en Bolivia. Sólo tuvimos la tentación de repetir el sandboarding, porque esta vez daban un pisco sour por cada subida que hicieras a pie :s. Entonces, sólo nos quedaba por visitar el Valle de la Luna y la Muerte, la laguna Céjar y la visita a un observatorio.


Esta vez nos alojamos en el hostal El Sol de Atacama, un poco alejado del centro, pero muy barato (5000 CLP (7.50EUR) por persona en habitación compartida) y con muy buen ambiente. La cocina consistía sólo en unas placas situadas en el porche, pero ¿quién necesita una cocina en el interior cuando vives en un sitio en el que nunca llueve ? Lo mejor, sin duda, era el dueño del hostal : Andrés. Un chileno muy simpático y con muy buena vibra (como dicen aquí). Andrés vivía en el mismo hostal y tenía una habitación habilitada para sus cosas. Por las tardes le gustaba poner la música a todo volumen y cantar como un loco. Lo gracioso es que a veces se rallaba con una canción y la ponía en modo bucle infinito. Nosotros nos moríamos de la risa y los neozelandeses del hostal conseguían aprenderse el estribillo después de tanta repetición. Una muestra de su talento cantando « Yo quiero una baby, que cuando yo quiera esté pa’ mi…. » (aunque el audio no es muy bueno porque le pillamos de estrangis)

El primer día hicimos el Valle de la Luna y el Valle de la Muerte, que son dos formaciones geológicas muy antiguas. El Valle de la Luna se llama así por su semejanza a la superficie lunar y el Valle de la Muerte porque murieron muchas reses en ese sitio para alimentar a todos los mineros que explotaban las minas del lugar. Para visitar estos dos sitios se puede utilizar una bicicleta VTT o contratar un tour en minibús. Como estábamos un poco cansados, escogimos la opción  « vaga » y me arrepentí mucho, porque hubiera sido mucho más interesante en bicicleta. Además, después de tanta adrenalina con minas, volcanes, bajar a cuevas, etc un tour en minibús sabía a poco.

Nada más ver a nuestra guía le dije a Fred  « Apuesto lo que quieras a que hace escalada ». Era el prototipo clásico : delgada, musculosa, fibrosa, hiperactiva, no podía dejar las manos quietas, muy pendiente de su cuerpo y con ropa deportiva. No pasó ni media hora y obtuvimos la confirmación. Había un chico subiendo por unas piedras y le dijo a sus padres que deberían apuntar al chiquillo a escalada. Empezó a relatar los beneficios y virtudes de la escalada : que si son todos muy sanos, que si siempre hay muy buen ambiente, que si es mejor que el yoga porque vacías tu mente, que si así aprendes a conocer tu propio cuerpo etc, etc. Fred y yo nos moríamos de la risa porque pudimos comprobar que los grupos de escalada son una « secta » con el mismo discurso sea cual sea el país. Siempre intentan atraparte… 🙂

En la excursión pudimos visitar por dentro unas cuevas formadas gracias a la erosión del agua y escuchamos la « cancion » que entona el Valle de la Luna al atardecer. Es muy peculiar escuchar cómo las formaciones cristalinas se resquebrajan por el cambio de temperatura tan brusco entre el día y la noche. Acabamos subidos en la gran duna para ver cómo el atardecer llegaba al valle.

 

Por la mañana fuimos a reservar una visita en el observatorio del profesor francés (Space Obs) para el día siguiente. Menos mal que no dejamos las cosas para el último momento, porque si no hubiera sido imposible hacer la visita. No habíamos caído en el pequeño detalle de que con luna llena no se observa muy bien el cielo. Llegamos justo el ultimo día de visita, ya que al día siguiente la luna pasaba de cuarto creciente a luna llena. El tour era un poco caro, 18000CLP (27.00EUR) por persona, pero mereció mucho la pena. Las explicaciones fueron muy buenas y había muchos telescopios.

Luego, alquilamos unas bicis para realizar la actividad del día que teníamos prevista : visitar la laguna Céjar. Es una laguna que está en mitad del desierto, a unas dos horas de San Pedro en bici, y con una concentración de sal que no permite que nada se hunda.

Dos horas en bici no es mucho, pero hacía mucho calor y teníamos que pararnos a beber cada poco. Además, como manda la tradición, yo pinché una rueda. ¡Cada vez que salgo en bici pincho ! Pensé que Fred me mataba porque tuvimos que pararnos a arreglarla en mitad de la nada ¡sin una sombra !. Por suerte, y como somos ya unos expertos, pudimos encontrar el pinchito que se había clavado en la cámara y cambiamos la rueda rápidamente.

Llegamos a la entrada del parque nacional, hicimos un picnic un poco austero debajo de un sombrajo y luego nos fuimos a bañar a la laguna. Yo intenté meterme, pero las heridas que tenía en la pierna me picaban una barbaridad por la sal. Fred fue más valiente e incluso nadó dentro de la laguna, pero no durante mucho tiempo porque la picaña se dejaba sentir también. Asombrosamente y contrariamente de lo que cabía esperar en mitad de un desierto, el agua estaba muy fría.

Salimos del agua y pudimos aclararnos con un bidón con agua dulce que había a la entrada del parque nacional. Menos mal, porque si no la vuelta en bici sudando bajo el sol y con sal hubiera sido mortal. Nos fuimos justo en el momento en el que llegaban hordas de turistas en minibús.

Por la noche, bastante cansados por el paseo en bici, nos fuimos a la visita del observatorio. Una furgoneta pasó a recogernos por el centro de San Pedro y nos llevó a casa del profesor francés, que vivía en mitad del campo y a unos diez kilómetros del pueblo. Lo tenían muy bien organizado, porque cada día habia una visita en inglés, otra en español y una tercera en francés. Obviamente, nosotros escogimos la visita en francés, aunque era la última y empezaba a las 23h00, acabando dos horas después.

La visita no decepcionó y creo que en francés fue mucho más amena que en otros idiomas, más que nada, porque el profesor tenía un humor un tanto particular y no creo que fuera fácil traducirlo a otros idiomas. El profesor tenía unos cuarenta y cinco años, más joven de lo que nosotros esperábamos, era de Aubergne y estaba vestido muy « fashion » con un parka y un gorro estilo ruso.

Empezó la charla dándonos unas nociones de base sobre astronomía, aunque nada que no supiéramos ya 🙂

  • La Tierra es redonda y es un planeta
  • El Sol es una estrella
  • La Tierra gira en torno al Sol.

Bromas a parte, nos explicó cómo culturalmente habíamos llegado a estas conclusiones y cómo fue el proceso evolutivo del hombre para llegar a este tipo de pensamientos. Su relato consistía en una mezcla de matemáticas (bendita trigonometría), religión, historia y ciencia. También nos explicó los desafíos tecnológicos que el hombre tiene actualmente en materia de astronomía y bromeó sobre enviar al hombre a colonizar otros planetas similares a la Tierra.

Pudimos ver que el cielo « gira » y nos explicó que los mapas del cielo solo servían para un punto geográfico en concreto, en una fecha dada y a una hora exacta. Obviamente, las estrellas que se ven en el hemisferio sur no son las mismas que las del hemisferio norte y que las estrellas se ven a una hora determinada dependiendo de la posición de la rotación de la Tierra.

Luego nos explicó algunas de las constelaciones y cómo los europeos impusieron las suyas. En sudamérica no conocían a los caballos allá por el 1500DC, por lo que no podían tener la constelación de Pegaso, pero sí una constelación que se llamara « La llama ». Los europeos eran los más avanzados en astronomía, así que empezaron a hacer mapas del cielo y fue así cómo impusieron su visión al resto del mundo.

Por último nos habló del dúo astrología-cosmología y nos dio su visión sobre adivinos, horóscopos, ascendentes, etc. Un tanto sarcástico a veces y, por ejemplo, comparaba la cosmología a lo que es la alquimia con respecto a la química.

Después de la charla, pasamos a ver los telescopios con la compañera del profesor. Era chilena y hablaba francés con algunas faltas, pero se podía entender bien. Explicaba muy bien y el momento más impresionante fue cuando dijo : « De aquí a un momento veremos un punto brillante saliendo de detrás de esa montaña. Es Júpiter ». ¡En la ultima sílaba de su frase Jupiter se hizo visible ! Nos fue colocando los telescopios para que pudiéramos ver las constelaciones, estrellas enanas y estrellas gigantes, Júpiter y sus lunas, nebulosas, estrellas azules y estrellas rojas, la luna…

Acabamos la noche tomando una taza de chocolate en la « caverna » de profesor (una especie de cueva con el techo abierto) y haciéndole preguntas. Ahí nos dio algunas explicaciones más técnicas de ciertos temas y también nos contó algunas cosas que le habían chocado en San Pedro. Por ejemplo, nos contó que San Pedro es tan seco que es casi imposible tener una toma de tierra para la electricidad. El suelo no permite conducir la electricidad por la falta de agua y la presencia de minerales, así que el tuvo que excavar metros y metros para poder tener la toma a tierra de su casa.

Al día siguiente tomamos un bus de la compañía Geminis para ir hasta Salta, Argentina.

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One Response to “San Pedro de Atacama, el lugar más seco del mundo”

  1. Mario says:

    Yo también pinché en San Pedro de Atacama!

    Un abrazo pinga!

    Mario

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