Nueva Zelanda, recorriendo la isla sur: la costa oeste.

La costa oeste tiene unas carreteras con vistas impresionantes. A lo largo de la carretera entre Westport y Hokitika contemplamos playas con riscos salidos de la nada y olas rompiendo con fuerza en la piedra, produciendo un manto de espuma blanca.

En esta parte de la isla pudimos ver algunas curiosidades más de las carreteras neozelandesas. En la siguiente foto les presento el puente-de-un-carril-de-doble-sentido-y-via-de-tren. Lo que viene a ser un “cuatro en uno”. Para utilizarlo hay que asegurarse de que no viene ningun tren en ninguno de los dos sentidos y que tampoco hay ningun coche en sentido contrario en mitad del puente. Esto es optimizar recursos y lo demas son tonterías.

En Punakaiki hay unas formaciones rocosas llamadas “Pancake rocks”, cuyo nombre proviene de la semejanza a una torre de tortitas. De momento, no se conoce ninguna teoría científica que explique cómo  se han formado estas rocas a partir de capas de piedra caliza. Algunas teorías hablan sobre la erosión del mar, otras sobre un pliegue del fondo marino, otras de sedimentacion, pero ninguna es exacta al cien por cien. Así que el misterio continua….

Otro de los pueblecitos que visitamos en la costa oeste fue Hokitika y, para ser sinceros, fue un poco decepcionante. Esperábamos algo más y todo lo que encontramos fue un mini-pueblo, sin mucha animación, y donde la única actividad que se ofrecía era visitar las fábricas de jade. Dimos una vuelta más bien corta y deambulamos un rato por la playa. Lo que más nos gustó fue que había un concurso de artistas. El tema era hacer una obra con la madera que el mar depositaba en la playa. Había algunas obras muy originales y otras muy logradas. También pudimos ver en la playa las casitas-nido que los niños del pueblo habían preparado para cuando los pingüinos volvieran a poner sus huevos.

Esa noche conocimos en el camping a un chico francés que llevaba viviendo en Nueva Zelanda unos nueve meses. Nos desentrañó muchos de los misterios que aún rondaban por nuestra cabeza  sobre la vida en Nueva Zelanda. Para empezar nos contó que los maoríes están gordos porque comen mucho. No es que se alimenten de comida basura, no, si no que comen de cualquier cosa como por tres personas. Nos contó que había asistido a algunas fiestas maoríes y que aquello era una exageración de comida. También nos confirmó lo que ya sospechábamos, que los neozelandeses son casi autosuficientes. Nos contó que él había trabajado en granjas y que casi nunca necesitaban ir al supermercado porque ya tenían casi todos los productos básicos. Esto pasaba en casi todas partes excepto en las grandes ciudades, como Auckland o Christchurch. Por último hablamos sobre por qué los neozelandese aceptan a la reina de Inglaterra como soberana y nos comentó que el paso de colonia a país independiente fue sin guerra, por lo que no acabaron a malas con los colonizadores y por eso pertenecían a la Commonwelth.

En definitva, pasamos un día tranquilo y sin mucho alboroto. Acabamos pronto y penasmos que lo mejor que podíamos hacer era madrugar al día siguiente para ir hacia el Artur Pass, donde disfrutaríamos nuestro último día en Nueva Zelanda.

Algunas fotos más:

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