Arequipa y el cañón de Colca

 

Viajamos de Ica a Arequipa, una vez más de noche, con la compañía de bus Civa por setenta soles durante doce horas. La llegada a Arequipa es bastante espectacular, ya que esta ciudad está a las faldas del volcán Misti.

Tras coger un taxi y dirigirnos al centro, nos instalamos en nuestro hostal: Le Foyer. Tuvimos mucha suerte, ya que las habitaciones compartidas eran de tres personas y durante nuestra estancia tuvimos la habitación para nosotros solos. Este hostal es una antigua casa colonial reformada y las habitaciones y los baños suelen estar bastante limpios. El precio es económico, dentro de los estándares de Arequipa.

Arequipa es una ciudad que da muy buena impresión, de hecho, parece que no esté en Perú. El centro está muy limpio, el tráfico es ordenado, no hay ruido en exceso, las casas y otras construcciones están acabadas, hay muchas librerías, la gente lleva casco cuando monta en moto… Es la única ciudad de Perú que parece un poco europea y la primera ciudad en la que me sentí cómoda de verdad.

En Arequipa hay que tener mucho cuidado con el sol, porque como nos explicaron más tarde, la capa de ozono tiene un agujero en esa zona y además la ciudad esta situada a 2300 metros sobre el nivel del mar. Nosotros ya nos habíamos dado cuenta de que el sol picaba más de lo normal, por lo que llevábamos la crema de protección solar constantemente en la mochila.

A Arequipa se le llama «la ciudad blanca» por el color de sus monumentos y porque fue la ciudad donde más europeos se instalaron durante la conquista española y, por tanto, con mas « blancos ». Su principales monumentos están constituidos por iglesias, conventos y casonas señoriales. De hecho, algunos bancos han comprado las casonas y han instalado sus oficinas en ellas. Es curioso esperar tu turno en un banco tallado en piedra pulida para hacer una transacción bancaria.

En cuanto a comida típica, Fred probó el rocoto. El rocoto es un plato que está compuesto por un pimiento rojo bastante picante relleno de arroz o de puré de patata. Al principio no entedimos muy bien por qué había tanto puré, pero tras probar el pimiento entendimos la razón : ¡era la única forma de calmar los ardores de lengua y garganta! Otra cosa curiosa que nos pasó es que como por lo general, los peruanos no beben mucho, no había cerveza fría. Tuvieron que ir a buscar hielo y ¡nos colocaron la cerveza en una cubitera de champán!

Tras estar un par de días en la ciudad, empezamos a preguntar en varias agencias para hacer el cañón de Colca. Dicen de este cañón que es el segundo más profundo del mundo con 3400 metros de profundidad. En el interior del cañón hay pueblecitos típicos andinos a los que sólo se puede acceder a pie o en mula, ya que no hay carretera, además de una flora y fauna sorprendentes.

La excursión típica del cañón de Colca se puede hacer en dos o tres días. El recorrido es el mismo, pero la repartición del tiempo es distinta. El recorrido típico consiste en :

– Salida de Arequipa a las cuatro de la mañana

– Parada técnica en Chivay para desayunar

– Llegada a la Cruz del Cóndor para ver los cóndores y hacer fotos

– Empezar a bajar el canon desde los 3280 m.s.n.m.

– Pasar por los pueblos de San Juan de Cuccho (2,300 m.s.n.m ), Cosñirhua (2,660.m.s.n.m) y Malata (2,300 m.s.n.m )

– Llegar al Oasis (1,160 m.s.n.m), disfrutar de sus piscinas y pernoctar allí

– Subida desde el Oasis hasta Cabanaconde (2300 m.s.n.m.) y tomar el desayuno allí

– Ir a las termas de Calera y darse un baño en aguas a 38°C

– Comida en Chivay

– Subir al punto más alto de la región y ver los volcanes

– Ver las manadas de vicuñas en el parque nacional

– Regreso a Arequipa sobre las 18.00 horas

Se puede hacer mediante agencia o por cuenta propia, pero nosotros elegimos hacerlo mediante agencia porque sólo era un poco más caro y así no teníamos que preocuparnos por el transporte. Tras consultar varios touroperadores elegimos Peru Schweiz Explorer, un trekking de tres días y dos noches por 150 soles por persona. También existía la posibilidad de hacerlo en dos días y una noche, pero no creo que merezca mucho la pena porque no se disfruta del oasis y sus piscinas, además de que es mucho mas cansado.

El grupo que nos tocó esta vez era de lo mas simpático : Marie y Yohan, una pareja de franceses, Dana, una tesista americana, Franziska, estudiante alemana, Sarah, inglesa, y por último Hannes, un jubilado alemán que había trabajado toda su vida en cruceros. Desde el primer momento hubo muy buen ambiente en el grupo y el guía, Luis, contribuyó bastante a ello con sus bromas.

La primera parada fue para ver los cóndores. El cóndor es la segunda ave más grande del mundo, sólo le supera el albatros. Son un poco vaguetes (económicos según Fred) y sólo les gusta volar ayudados del viento térmico, por lo que hay que llegar bastante temprano para verlos. Fue impresionante bajar de la furgo y ver a un pájaro de casi dos metros de envergadura tan cerca de mí: se me pusieron los pelos como escarpias. Yo creo que mucha gente tuvo esa sensación también, ya que aunque en los miradores había unas doscientas personas, el silencio era espectacular : nadie hablaba o si lo hacían era muy bajito.

Tras haber hecho muchas fotos y habernos deleitado con el vuelo de estas aves, Luis nos explicó que el precio de la entrada al parque había incrementado mucho porque cada semana había que sacrificar piezas de ganado para poder alimentar a los cóndores con su carroña. Esto se debe a que el éxodo del campo a la ciudad ha hecho que haya menos animales domésticos y, por tanto, menos comida para los cóndores.

Cuarenta minutos después llegamos al punto de salida del trekking. Desde allí se podía ver el oasis y los tres pueblos por donde íbamos a pasar. Visto desde arriba no parecía para tanto y además solo era bajada, pero no contábamos con el elemento sorpresa : el sol y el calor. Cuanto más bajábamos más calor hacia y, al ser el cañón bastante estrecho, el calor se concentraba hasta casi alcanzar los 36°C. Empecé a marearme y tuve que sentarme durante un buen rato en una sombra y comer algo para recuperar fuerzas, ya que me estaba dando el principio de una insolación. Luis y Fred se quedaron todo el rato conmigo hasta asegurarse de que estaba bien : un encanto los dos :).

Seguimos bajando y llegamos al río. Allí mojamos nuestras camisetas, gorras, pelo y pusimos un poco los pies en remojo. Después de haber descansado un poco y haber comprado a una señora las chirimoyas más dulces que he probado nunca seguimos caminando.

Llegamos al pueblo de San Juan de Cuccho y comimos allí. Por unanimidad en el grupo decidimos que no nos apetecía caminar durante dos horas más y que queríamos quedarnos a dormir allí. Los bungalows son bastante rústicos y no tienen electricidad, pero las camas son cómodas y hay duchas calientes, así que teníamos todo lo necesario. Además nuestro guía cocinó para la cena una sopa riquísima a base de leche y otro plato de fondo con patatas y arroz. ¡Todo estaba buenísimo! Estuvimos charlando un rato después de cenar y luego estuvimos mirando las estrellas. La vía láctea se podía ver perfectamente y las estrellas que se ven en el hemisferio sur son completamente distinta a las del hemisferio norte.

Por la mañana nos levantamos con vistas a la montaña, donde se podía apreciar perfectamente la lava volcánica que la había creado, y una sorpresa : ¡Luis nos había preparado crepes para desayunar ! Desayunamos todos con una sonrisa en la cara y con los ánimos por las nubes para empezar a caminar.

 

Por el camino, Luis nos explico muchas cosas sobre flora. Conocimos la planta del agave que es de donde sale el tequila, también pudimos comprobar lo desagrable que es el olor del aloe vera al natural y Luis nos explico que las hojas del árbol molle se pueden utilizar como repelente natural para mosquitos. Conocimos muchas de las plantas que los chamanes utilizan para fabricar remedios naturales y así curar enfermedades. Estas recetas se han perpetuado desde el tiempo de los incas.

Además de la flora, Luis también nos dio algunas nociones socio-económicas de la zona. El éxodo de las zonas rurales ha perjudicado mucho a estos pueblos, pero poco a poco vuelven a desarrollarse con el turismo y hay familias que están volviendo. Una cosa muy curiosa es que había muchas casas a las que les faltaba el tejado. Luis nos explicó que los dueños habían vendido los tejados de chapa para poder pagarse un pasaje a Lima u otros destinos.

Otra cosa que me llamó mucho la atención es que hay una verdadera economía basada en las cochinillas, que son un parásito que hacen morir a las plantas. Las cochinillas se utilizan como tinte rojo natural y se venden para poder teñir ropa o incluso para productos cosméticos como son los pintalabios. En estos pueblos la gente infecta a las chumberas a posta, después de haber dado frutos durante cinco años, para que las cochinillas puedan reproducirse y así poder exportarlas a otros sitios de Perú. Nosotros hicimos un poco el ganso pintándonos las cara y simulando que eramos guerreros incas, aunque no creo que pareciéramos muy peligrosos 🙂

 Tras caminar unas tres horas llegamos al paraíso : el Oasis. Contrastaba mucho con el resto del cañón, porque la vegetación verde era muy exuberante y había agua por todas partes. Todo es super bonito : los jardines entre bungalow y bungalow, las piscinas, la zona común para comer, las mesitas y sillas hechas con troncos de palmera… Vamos, que aquello era ¡el paraíso !

Estuvimos bañándonos, haciendo slackline, vagueando en las hamacas, leyendo y por la noche ayudamos a Luis a hacer la cena. Nos enseñó a hacer una sopa de zapayo, una especie de calabaza, y un plato de fondo con alpaca. Nos fuimos a dormir sobre las ocho de la tarde porque la salida al día siguiente era a las cinco de la mañana : una ascensión de unos 1200 metros nos esperaba.

A las cinco era aún de noche, por lo que tuvimos que empezar a caminar con nuestras linternas. Poco a poco fue amaneciendo y lo positivo es que no hacia demasiado calor para la subida, aunque era cansado. Lo bueno es que si no te ves con fuerzas de subir ese desnivel puedes alquilar una mula por sesenta soles, que fue lo que hizo Hannes. ¡Qué envidia verle subir tan fresco, relajado y a un buen ritmo cuando nosotros habíamos hecho solo la mitad!

Al final, conseguimos subir todos como unos campeones y además en el tiempo estimado, unas tres horas. Después de este esfuerzo y muy contentos, nos vimos recompensados con un super desayuno en Cabanaconde.

El resto del día fue mucho más tranquilo. Disfrutamos de las termas y comimos en el mejor restaurante de Chivay, aunque un poco caro. Fred tuvo la indecencia de comerse una hamburguesa de alpaca (con lo monos que son estos animalitos).

Después de la comida nos fuimos hasta el punto mas alto de la región, que está a 4894 metros, para obtener una vista panorámica con los cinco volcanes que hay en la zona. Desafortunadamente, el día estaba nublado y empezaba a nevar, por lo que no pudimos ver nada.

 

En la vuelta hacia Arequipa vimos las vicuñas y los guanacos. Las llamas y las alpacas son animales domésticos, mientras que las vicuñas y los guanacos son salvajes. La vicuña está muy cotizada por su lana y la alpaca por su carne.


En Arequipa nos despedimos de todo el grupo y el guía con mucha pena, ya que habían sido tres días maravillosos. De hecho, esta excursión me dejó el mismo sabor de boca que cuando era pequeña e iba de campamento : haber tenido una experiencia estupenda con gente inmejorable. Lo bueno es que a algunos nos los volveríamos a cruzar en Cuzco, pero en una situación un poco peculiar.

 

 

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One Response to “Arequipa y el cañón de Colca”

  1. Paloma says:

    Menuda excursion!
    Con tanto detalle me parece haber hecho la rando con vosotros. Gracias 😉
    Lo unico q no salgo en las fotos jeje
    Tengo la sensacion de q estais encantadisimos.
    Me alegro mucho
    Besos

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