Sucre, la capital constitucional de Bolivia

En la Casa de la Libertad de Sucre es donde nació Bolivia. Este edificio fue primero una universidad jesuita, la mejor de todo el continente sudamericano durante la colonización española, luego un parlamento y por último un museo. Durante la visita guiada del museo, nos explicaron toda la historia de cómo Bolivia se formó como país.

La guerra de la independencia de América del Sur ya había empezado y Simón Bolívar y Sucre habían ganado varias batallas. Un conjunto de eruditos bolivianos (abogados, doctores, figuras eclesiásticas, etc) se juntaron para debatir cómo querían reaccionar a la independencia. En el transcurso del debate se presentaron varias opciones :

– Seguir anexionados al Alto Perú, el Perú actual
– Anexionarse al Bajo Perú, la Argentina y Chile actuales
– Ser completamente independientes y que la región de Charcas (la actual Bolivia) se convirtiera en un país.

Tras mucho debatir, decidieron que lo mejor era convertirse en un país independiente, ya que si se anexionaban a cualquiera de los otros dos territorios habría un país muy grande y podría tener el mismo afán colonialista que habían tenido los españoles.

Para ganarse el favor de los dos generales que estaban luchando por la independencia de Sudamérica y para asegurarse de que estuvieran a favor de su causa, decidieron que el país se llamaría Bolívar, por Simón Bolívar, y la capital sería Sucre, por el mariscal Antonio José Sucre. Parece ser que esta forma de hacer la pelota les funcionó :).

En el museo también hay pinturas al óleo de todos los presidentes y presidentas que han gobernado Bolivia. Los ha habido mejores y peores, pero creo que todos los bolivianos están de acuerdo con que el más nefasto fue Mariano Melgarejo, que regaló a Brasil una parte muy grande del territorio boliviano por un caballo blanco.

En Sucre también visitamos el museo textil indígena, donde se mostraban tejidos antiguos y actuales del pueblo Jal’q, con la particularidad de que el tejido tiene el mismo dibujo por las dos caras. El museo está muy bien, pero le falta explicar detalladamente cómo es la técnica que se utiliza para tejer. Estuvimos observando a una señora que estaba tejiendo en vivo y en directo, pero no nos quedó claro cómo conseguía hacer dibujos tan elaborados.

Nuestra última visita en Sucre fue el museo del folclore, donde se podía ver una colección de máscaras que daban mucho miedo y que además estaban dispuestas en salas casi en penumbra. Fred se rió de mi, porque de normal, yo veo los museos mas rápido que él, pero esta vez le esperaba para no quedarme sola en una sala con todas las máscaras.

En Sucre, nos alojamos en el hostal Dolce Vita, regentado por un exiliado francés de Vosges. El hostal estaba muy bien y yo lo definiría dentro de la categoría « mochilero de lujo ». Además, había muchos huéspedes de larga duración, porque Sucre es un sitio muy conocido por dar buenos cursos de español para extranjeros.

Lo mejor de todo Sucre, sin dudarlo ni un momento, fue el festín que nos pegamos en El Huerto, el mejor restaurante de todo el viaje. Se nos caían las lágrimas al poder comer ensalada sin miedo a ponernos malos, aceite de oliva, vinagre balsámico, queso parmesano, un bistec con salsa roquefort y ternera servida con verduras flameadas al coñac . Además, todo ello en un marco excepcional : un jardín soleado con sombrillas y un servicio de lo mejorcito. Un sitio digno de Monsieur Pascal Pigallio 🙂 

Algunas fotos más de Sucre:

 

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