¡¡Feliz 1935!! Celebrando el año nuevo hindú en Ubud

Siempre había oído que Bali era única, pero no me lo había creído al cien por cien hasta poner los pies en la isla y ver lo que pasaba allí realmente. Lo especial de Bali no son las playas, si no que su encanto reside en la cultura hindú de sus habitantes.

Los balineses emplean la mayor parte de su tiempo y recursos en cumplir los ritos la religión hindú, ya sea haciendo ofrendas diarias, organizando ceremonias o celebrando ritos de pasaje. Como turista, alguno de los signos religiosos serán más que evidentes, ya que estarás comprando en un supermercado y un balinés pondrá en el mostrador la típica ofrenda de flores e incienso. Lo curioso del tema, sobre todo para gente educada en la tradición católica, es que los balineses siempre hacen ofrendas para pedir y nunca para dar las gracias. Piden que su negocio sea próspero, o que su hijo apruebe los exámenes o no tener accidentes con el coche nuevo que han comprado. Otra de las singularidades de la isla es que el calendario de Bali se rige completamente por las ceremonias hindúes. Hay tantas a lo largo del año, que los niños no tienen vacaciones de “verano” en el colegio, ya que pierden muchísimos días lectivos durante el año por las ceremonias.

 

Tuvimos la gran suerte de estar en Bali durante la ceremonia del año nuevo hindú, el Nyepi. Siguiendo los consejos de Emelie, la co-directora de la ONG donde hacíamos nuestro voluntariado, todos los voluntarios nos fuimos a pasar la fiesta a Ubud y, la verdad, es que no decepcionó. Ubud es un sitio muy especial. Es una ciudad grande y pequeña al mismo tiempo y el ambiente que hay es bastante bohemio, con sus artistas, turistas hippies y buena cocina por doquier. Sencillamente, era el mejor lugar de toda la isla para celebrar el Nyepi.

En Ubud nos alojamos en Wena Homestay (150000 IDR (11.55EUR) la habitación con desayuno incluído), ya que había sido la familia de acogida (y adoptiva) de Emelie en su estancia de ocho meses en la ciudad. Los dueños de esta guesthouse eran un poco especiales, porque el marido era el líder del bagnard. No teníamos ni idea qué era eso del bagnard hasta que Emelie nos sacó de dudas. Tradicionalmente, las ciudades hindúes se sudividen en comunas, los bagnards, y se gestionan como entes independientes en muchos aspectos. Por ejemplo, el jefe del bagnard puede hacer pagar impuestos a sus vecinos para invertirlos en mejoras de infraestructuras en el barrio o puede mediar como árbitro en los problemas que surgen entre miembros de un mismo bagnard. El cargo de líder del bagnard no es hereditario y, en caso de necesitar un nuevo líder, los hombres de la comunidad se reúnen y eligen al más capaz de entre ellos.Siempre se pertenece al bagnard en el que se ha nacido y es bastante difícil entrar en un bagnard si no se tiene lazos familiares con la comuna. Normalmente, los balineses no se mudan de ciudad y siempre forman parte del mismo bagnard, pero la excepción son las mujeres casadas, que normalmente se mudan a la ciudad de su marido y en ese caso sí son aceptadas.

Pero volvamos a la explicación de la fiesta del Nyepi. Esta fiesta se divide en dos días:el primero es lo que sería nuestra Nochevieja y el segundo es lo que sería nuestro Año Nuevo, el Nyepi propiamente dicho. Durante el primer día todo el mundo está de fiesta y el segundo día todo el mundo está de “meditación”. La historia del Nyepi es la siguiente: durante la “nochevieja” toda la ciudad está de fiesta y explotan petardos, golpean cacerolas y hacen el mayor ruido posible para echar a los malos espíritus de la isla, pero al día siguiente, como los espíritus están enfadados, nadie puede salir a la calle, ya que los malos espíritus podrían atacarlo. Cuando digo que nadie puede salir a la calle, significa NADIE. Da igual que seas un turista, no puedes salir a la calle. Ese día hay una policía especial, Pecalang, que patrulla las calles de la ciudad para comprobar que todo el mundo cumple las normas y si te pillan en la calle te ponen una multa de 50000 IDR (3.85EUR) y te escoltan hasta tu domicilio u hostal. Son tan estrictos que el aeropuerto de Denpasar permanece completamente cerrado durante la fiesta del Nyepi.Se supone también que durante el Nyepi se debe meditar y no hacer ningún tipo de trabajo. Emelie nos dijo que no nos sorpendiéramos si cortaban la luz durante todo el día, ya que estaba prohibido utilizar la electricidad. En nuestro homestay, comprensivos con los turistas, tuvimos electricidad e internet. La condición era que corriéramos las cortinas para que la luz no pudiera verse desde el exterior. También nos sirvieron el desayuno, la comida y la cena, aunque no tenían por qué. Nosotros habíamos hecho provisiones el día anterior preveyendo que nadie cocinaría para nosotros ya que estaba prohibido, pero al menos tuvimos suerte y no nos alimentamos un día entero de galletitas y otras guarradas por el estilo. Por cierto, la experiencia en el supermercado de Ubud fue surrealista. La gente estaba desquiciada comprando como si se fuera a acabar el mundo y eso que sólo cerraban un día. De locos.

Lo más interesante de esta festividad es el día anterior al Nyepi, es decir la fiesta de “Nochevieja”. La nuestra empezó cuando a media tarde cuando los dueños del hostal aparecieron con una antorcha y una cacerola. El marido ponía el humo de la antorcha en cada rincón del hostal y la mujer le seguía dando golpes a la cacerola. Yo no pude evitar una sonrisilla cuando pasaron por mi lado, ya que me parecía una cosa de locos estar espantando espíritus. Pero bueno, hay que respetar todas las tradiciones siempre y cuando no hagan daño al prójimo. Cada cual a lo suyo.

Sobre las seis y media nos fuimos a una de las calles céntricas para poder ver el desfile. Acabamos sentados en la acera delante de todas las personalidades importantes de la ciudad, en un sitio de lujo, ya que no nos perdimos ni un detalle y estábamos cómodamente sentados. El desfile era una mezcla de Semana Santa, Carnaval y Fallas en el que los protagonistas eran los Ogoh-Ogoh. Los Ogoh-Ogoh eran imágenes de cartón piedra en los que cada bagnard había trabajado durante meses y que representaban a los buenos y malos espíritus. Los chicos y chicas del bagnard sacaban los Ogoh-Ogoh en procesión, creando un espectáculo bastante impresionante, ya que los agitaban, cantaban, corrían con ellos, los daban vueltas, etc. Además de los Ogoh-Ogoh, en el desfile se representaban escenas de los textos de la tradición hindú, como por ejemplo las fábulas de Ramayana.Normalmente había un bueno, un malo, un rey, un príncipe y una princesa. Estas representaciones eran de claro corte moralizador y no dejaban lugar a duda entre los comportamientos considerados virtuosos y los que no. Por ejemplo, vimos en escena al típico rey alcohólico, a una mujer blanca con ropas de sadomasoquista representado la lujuria (¿será que también han leído los 50 Sombras de Grey?) y una actuación interminable sobre los embarazos indeseados, donde representaban la pérdida de la virginidad con una sábana blanca que ardió cuando un chico escupió fuego por la boca. La conclusión que yo saqué después de ver el espectáculo es que los balineses consideran que las mujeres blancas son bastante putas y que se acuestan con todo lo que se mueve. Es una pena que generalicen así y no se molesten en admitir que sólo una parte de las turistas se comportan así. Ya me había advertido Emelie que ser mujer soltera y blanca en Bali era un horror, porque todos consideraban que estabas disponible para mantener relaciones sexuales con ellos. De hecho, ella había vivido alguna situación surrealista cuando le había dicho educadamente que NO a algún balinés, porque ellos no entendían nada. Yo, por mi parte, al ser una mujer “casada” no tenía ningún problema jejeje.

El desfile acabó sobre las diez de la noche y luego quemaron algunos de los Ogoh-Ogoh. Después de la celebración todo el mundo salió de fiesta a emborracharse. ¿Será que no habían entendido nada de la moraleja de la historia? :O

Pero Ubud no fue sólo el Nyepi. Pudimos disfrutar de los estupendos restaurantes que hay en la ciudad, ir al mercado o ver la danza tradicional del Kecak. En cuanto a restaurantes, hubo uno que nos gustó mucho, Warung Saya (Mi restaurante). Lo regentaba un amigo de Emelie, un hindú abiertamente gay, cuya cocina era tradicional balinesa. El restaurante es mínimo, sólo caben ocho comensales y la cocina no llega ni al metro cuadrado. A pesar de las limitaciones, todo lo que preparó estaba de muerte, en especial el curry. También cabe destacar el restaurante Melting Pot, regentado por una expatriada francesa, que ha sabido conseguir la fusión perfecta entre la comida asiática y europea. En cuanto a bares para tomar una copa hay donde elegir, por ejemplo el Chicha Lounge no estaba nada mal.

 

El mercado de Ubud es un lugar digno de visitarse. Es un laberinto de calles y callejuelas donde se mezclan turistas y locales. Hay de todo: ropa, comida, objetos de la vida cotidiana, etc.Fuimos bastante pronto para evitar el calor y la experiencia fue un poco particular. Resulta que los balineses son bastante supersticiosos y, en ese mercado, pudimos ver hasta qué punto llega su superstición. Consideran que las ventas atraen más ventas y que si hacen una buena venta pronto, entonces el día será bueno, comercialmente hablando. Es por eso que aparecer en el mercado temprano es casi un suicidio. Todos los vendedores acosan a los clientes para hacer su primera venta y son bastante insistentes. Lo bueno es que si vas temprano puedes regatear mejor que si vas más tarde, porque están desesperados por hacer la primera venta. Las chicas compraron unos pañuelos de seda para regalar y nuestra cara fue un poema cuando vimos que el vendedor echaba gotas de agua bendita a los billetes con los que habían pagado y luego bendecía el resto de su mercancía con ellos. ¿Cómo se te queda el cuerpo?

En Ubud también hay mucha tradición cultural, sobre todo de pintores y de bailarines. Es por eso que decidimos ir a ver un espectáculo de danza tradicional balinesa, el Kecak o danza del fuego (70000IDR (5.39EUR)). El espectáculo se desarrollaba en el patio de un templo hindú y tenía como protagonistas a una centena de bailarines. En el Kecak no había instrumentos, sólo se utilizaba la voz para crear música, cuyo ritmo hacía entrar en trance a los asistentes. El espectáculo se dividió en tres actos, los dos primeros con coreografías representando pasajes de la fábula de Ramayana y el tercero con un señor que caminaba sobre brasas. Lo más espectacular de esta danza eran las bailarinas que eran capaces de poner sus extremidades en posiciones imposibles y cuaya expresión facial parecía de otro mundo. Fue una expericiencia, no sé todavía si agradable o no, pero aquí dejo unos vídeos para que disfruteis de lo que nosotros vimos.

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