Cusco y cómo llegar al Macchu Picchu de forma no convencional

 


Esta vez anduvimos listos y compramos los billetes desde Arequipa hasta Cuzco por internet con Cruz del Sur y conseguimos una tarifa con el 50% de descuento. El problema de utilizar una « compañía de lujo » es que los taxis siempre te timan y esta vez pagamos tres veces el precio normal por una carrera de menos de cinco minutos. Lo comido por lo servido, ¿no?

Nuestro hostal en Cusco fue el Souther Comfort y este era un hostal para mochileros en toda regla : dormitorios con cuatro literas, una súper conexion wifi, un bar, una cocina con té y café gratis y una sala de cine con muchos dvds y con chimenea en funcionamiento incluída. El recepcionista era brasileño y, al igual que nosotros, estaba viajando, pero él trabaja durante la mañana a cambio de una habitación.

Cusco era la antigua capital del imperio Inca y su arquitectura es un poco particular : las casas coloniales españolas, con balcones tallados en madera, usan como cimientos y base las antiguas construcciones incas hechas con piedras esculpidas. Lo mismo pasa con las iglesias, ya que los conquistadores destruyeron todos los templos incas y construyeron iglesias sobre ellos.

 

Caminar por Cusco se parece un poco a un vÍdeo juego. Ganas puntos si consigues evitar a las vendedoras de masajes, vendedores de artesanía, vendedores de cuadros, etc, etc y hay algunos que son realmente insistentes.

Otra cosa curiosa que vimos en la calle principal, fue gente disfrazada con un cartel que decía  “respeta el paso de peatones”. Ilusos de nosotros, pensamos que ese mensaje iba dirigido a los automovilistas, pero ¡no! El señor/a de la pancarta echaba la bronca a los peatones si no cruzaban por el paso de cebra. Esto nos recordaba un poco a Lima y a sus mensajes con advertencias : Tenga cuidado al cruzar, 9 de cada 10 muertos en la carretera son peatones. ¡El mundo al revés! Aquí la culpa siempre es del peatón.

Lo que también nos llamo la atención fue ver iglesias con la bandera del arco iris. ¿Estamos locos o aquí los católicos aceptan a los gays ? La bandera del arco iris era la bandera del imperio inca y ondeaba en casi todos los edificios. La duda que nos quedó es cómo se identifican los clubs gays. ¿Ponen dos banderas?

Después del desayuno del primer día en el hostal, mandamos un email a Marie y Yohan (de Arequipa) para saber si ya habían llegado a Cusco, cuándo iban a visitar el Machu Picchu y si querían que nos viéramos. Casi al momento Marie nos respondió diciéndonos que estaban en Cusco, pero ¡en el hospital! De Arequipa habían ido a Puno (3800 m) y Yohan no se encontraba muy bien. El hotel de Puno le había suministrado oxígeno, previo pago de tres soles el minuto (hay que ser cutre), pero la cosa no había mejorado y decidieron ir a Cusco para bajar de altura (3300 m). El hotel de Cusco llamó a un médico de urgencias e internaron a Yohan inmediatamente, porque con las neumonías o los edemas pulmonares no se juega. El personal de la clínica se portó estupendamente con ellos y fueron super profesionales. A los tres días Yohan ya estaba mucho mejor e incluso pudieron visitar el Machu Picchu, eso sí, llegando en tren y autobús.

Después de acompañar a Marie durante toda una tarde, nos pusimos a buscar agencia para ver qué actividades queríamos hacer. Por un lado teníamos ruinas incas en los alrededores de Cusco y en el valle sagrado.  Lo malo es que había que pagar un billete turístico que costaba 140 soles y que daba acceso a diecisiete monumentos, de los cuales sólo merecían la pena cuatro (según la guía). Además teníamos miedo de estar saturados de ruinas antes de llegar al Machu Picchu. Teníamos claro que no queríamos llegar al Machu Picchu de forma convencional y las opciones que teníamos eran tres : inca trail, inca jungle trail y salkantay trail. Para el inca trail ya era demasiado tarde, porque había que reservar por adelantado ya que sólo 200 personas acceden al día. El Salkantay trail no era una opción, por el soroche. Así que el claro ganador fue el inca jungle trail.

El inca jungle trail cuesta alrededor de 225 dólares y el programa consiste en lo siguiente :

– salida de Cusco y subida en minibús hasta el puerto Abra Malaga a 4350m
– bajada en mountain bike  por carretera y luego camino. Va desde el puerto de Abra Malaga, rodeado de glaciares, hasta el pueblo de Santa María a 1430m situado en plena selva
– caminar de Santa María a Santa Teresa, con un tramo donde hay un trozo del camino inca
– baño en las termas de Santa Teresa
– caminar desde Santa Teresa hasta Aguascalientes por las vías del tren en mitad de la selva
– subir al Machu Picchu
– volver a Cusco

Como manda la tradición, preguntamos en varias agencias para informarnos sobre condiciones y precios :
– Xtrem Gravity nos ofreció la excursión por 370 dólares
– Reserv Cusco nos ofreció la misma excursión por 225 dólares
– Lorenzo la ofrecía por 198 dólares, pero la vuelta en tren no estaba incluída y había que comprarla a parte (unos 50 dólares)
– Otras agencias menos conocidas la ofrecían por 180 dólares

En este caso preferimos jugar la carta de la seguridad y teníamos claro que íbamos a elegir una de las tres agencias propuestas por la Lonely Planet, porque no es muy buen plan encontrarse bajando en bici a 50km/h y que el freno decida no funcionar. Nos decantamos por Reserv Cusco, porque Xtrem Gravity  costaba el doble que las otras agencias y la excursión de Lorenzo no estaba completa. En ReservCusco incluso pudimos negociar el precio y bajarlo 15 dólares porque ya había otras dos personas apuntadas.

Llegado el día, nuestro grupo lo formaban dos estudiantes holandeses, nosotros y nuestro guía, Víctor. Además, para el mountainbike, había también una pareja de inglesas que habían reservado con otra agencia. El equipo de seguridad constaba de un chaleco reflectante, casco, guantes,rodilleras y coderas. Los de otra agencia llevaban un casco integral en vez de un casco simple, pero no creo que sirva de mucho en una carretera asfaltada donde el mayor peligro es caerse por el precipicio (¡un paracaídas hubiera estado mejor!).

Después de dar un par de vueltas por el párking para probar frenos, marchas y acostumbrarse al manillar, el descenso empezó. El guía era el primero y la furgoneta de la agencia se suponía que iba siempre detrás del último. Yo empecé a bajar tranquilamente y sin coger las curvas a mucha velocidad para poder acostumbrarme a la bici y sobre todo a las curvas cerradas. Aun así, no era de las últimas, ya que las chicas inglesas estaban detrás de mí. El guía, Fred y el holandés iban que se las pelaban e incluso parecían medio profesionales.

Tras veinte minutos de bici, el guía hizo la primera parada para ver si todo estaba bien y para que nos hiciéramos unas fotos. Durante la pausa vimos pasar al chófer de nuestro minibús, que nos adelantó y se paro un poco más lejos para echarse una siesta.

Seguimos con la bajada y a mí particularmente se me estaban helando las manos a pesar de llevar guantes. Lo bueno es que cuanto más bajaba, más se iba calentando el aire, y mejor podía utilizar las manos. El segundo descanso llegó y una de las chicas inglesas se dirigió al guía diciéndole que su amiga había pinchado una rueda nada más salir del descanso anterior. Uuuuyyyy qué raro que justo en ese momento viéramos llegar a nuestro minibús y ni rastro de la otra inglesa… El guía habló con el chófer, quien dio la media vuelta y se fue a buscar a la inglesa con la bici pinchada. Cuando llegó, la inglesa puso al guía de vuelta y media, con razón. Víctor aguantó el chaparrón porque todo buen peruano evita los conflictos. La inglesa estaba gritando, llorando y en un estado de nervios que no era normal por haber tenido que esperar durante 20 minutos aorillada en la carretera por culpa del chófer, pero tampoco me parecía tan grave dado que no nos íbamos a ir sin ella.

Con la inglesa un poco más calmada, la cámara de la bici con un parche y todos listos, empezamos a bajar otra vez, pero tras tanta parada y tiempo perdido, los nubarrones que estaban en el horizonte consiguieron alcanzarnos : ¿qué hay mejor que bajar en bici con lluvia ? Yo llevaba las gafas de sol por el viento, pero esta vez me protegían de la lluvia, y ¡qué lluvia !

Otra inglesa que pinchó, las dos empapadas con ropa de algodón y muertas del frío, así que se retiraron de la competición y decidieron acabar el trayecto en el minibús. El guía no iba mejor vestido con sus pantalones vaqueros y su camiseta de algodón. Fred y yo estábamos súper contentos de haber cogido nuestros cortavientos-chubasqueros y mi jersey que expulsa el sudor y no lo deja pasar hacia adentro, ya que en este caso, se mojó por fuera pero yo por dentro estaba seca. Los holandeses también iban más preparados y llevaban impermeables de nieve.

Mientras nos quitábamos un poco el agua de dentro de las zapatillas y limpiábamos el vao de las gafas de sol, el guía nos explicó que las inglesas estaban con nosotros porque otra agencia le había llamado pidiéndole un favor, ya que no tenían guía, pero que lo malo era que sus bicicletas no estaban en buen estado y por eso tenían tantos problemas. Yo creo que un guía profesional no debería aceptar pasajeros con la bici en malas condiciones, pero supongo que la edad es todo un grado de experiencia y, en su caso, Víctor sólo tenía 23 añitos.

Seguimos la marcha, los cuatro con el guía  cuando la carretera asfaltada se acabó y llegamos a una pista de tierra. Aquí es donde empezó lo bueno. Si la lluvia no era suficiente, ahora teníamos el barro también  Hubo un momento en que no veía nada porque mis gafas de sol estaban llenas de gotas de barro. Además, había que tener cuidado porque había ciertas zonas donde el agua corría y arrastraba piedras. En este camino perdimos a la chica holandesa por un pinchazo y sólo quedamos tres. Yo iba un poco rezagada del grupo, pero no los perdía de vista.

Cuando me uní al resto del grupo, me di cuenta de que no estábamos solos y que había muchos coches alrededor nuestro. Lo que pasaba es que la pista de tierra era en realidad la única carretera que existía para llegar a Santa María y que estaba en obras. Un minibús se había quedado atascado en el barro y lo malo es que estaba en una zona de derrumbe y seguía lloviendo. Un autobús intentó remolcarlo, pero no hubo éxito  y, mientras, se iba formando más atascos de coches, camiones y autobuses por ambos lados. Mientras esperábamos a ver lo que pasaba, estuvimos recogiendo las bicletas y nos metimos en nuestra furgoneta a esperar y mirar como si estuviéramos viendo una película de acción en la que el minibús se va a caer por un mini barranco. Al final vino una máquina apisonadora, echaron tierra seca, medio construyeron un camino y el minibús pudo salir. Menos mal, porque si no, nos tendríamos que haber vuelto a Cusco.

Después de tanta aventurilla conseguimos llegar al alojamiento del primer día  La cama era cómoda,  la comida era buena, teníamos agua caliente, pero como siempre el baño estaba peor que el resto de estancias. Nada más llegar tuvimos que improvisar un tendal, porque toda la ropa del día estaba mojada. Pedimos unos periódicos para intentar secar las zapatillas más rápido,  pero parece ser que a ese pueblo no llegaba la prensa escrita. Por la tarde noche estuvimos echando una partida de ajedrez y de billar y estuvimos charlando con un holandés que volvía de una sesión con un chamán, donde había probado la planta alucinógena que se llama San Pedro.

Por la mañana seguimos con la ruta, pero esta vez caminando. El camino empiezaba en el antiguo pueblo de Santa María, que fue devastado por una crecida de agua en el río debido a un desprendimiento en un glaciar  situado a 70 km del pueblo. Es impresionante ver en qué estado quedó el pueblo después de esta desgracia, pero parece ser que aprendieron la lección y construyeron el pueblo nuevo mucho más separado del río.
La parte en la selva había llegado y fue completamente indispensable echarse repelente para los mosquitos. La vegetación era densa y lo más curioso era el ruido : las cigarras hacían que el ambiente fuera ensordecedor.

Durante la caminata, Víctor nos explicó sobre flora y fauna, además de las costumbres locales. Por ejemplo si bebes chicha, primero debes derramar un poco en el suelo como ofrenda a la Pachamama, que es la madre tierra. Por el camino también pudimos ver las plantaciones de coca.

 

El camino empezó a subir y llegamos al tramo del camino Inca. Por razones estratégicas y para ahorrar tiempo, los Incas hicieron sus caminos en mitad de las montañas en vez de en el fondo del valle. Los Incas tenían entre sus filas a los mensajeros, llamados chaskis, que corrían por estos caminos durante 2 o 4 km para transmitir los mensajes. Los mensajes eras unas cuerdas de colores con diferentes nudos en ellas (nadie ha conseguido todavía descifrar su significado). Eran capaces de transmitir un mensaje de Quito a Cusco (2000km) en cinco días  Yo no sé cuántos caerían por estos acantilados, pero espero que utilizaran redundancia con los mensajes :s.

Por el camino nos paramos en una granja, donde nos hablaron de plantas locales medicinales y alucinógenas  nos dieron explicaciones sobre el cacao y el café y nos vistieron con ropas tradicionales.

 


Seguimos caminando el resto del día al lado del río Urubamba, afluente del Amazonas, y Víctor nos explicó que los puentes hay que reconstruirlos cada poco porque las crecidas de agua los destruyen. La comunidad de Santa Teresa, cansada de esta situación  inventó un sistema un poco particular para cruzar el río : un carrito, una polea y un señor bastan.

 

Al final del día, después de caminar durante 20 km, llegó la mejor parte con las termas naturales a 38 grados. Menudo lujo estar rodeado de montañas, anocheciendo y tomando un bañito en agua humeante. Ninguno queríamos salir de allí y el guía casi nos tuvo que sacar a rastras cual niños pequeños con los dedos enmollecidos. Consiguió convencernos hablando de la cena que nos esperaba 🙂

El tercer día empezó en una pista con unas vistas un poco feas hacía una central hidroeléctrica que están construyendo al lado de Santa Teresa. Vimos también cascadas artificiales saliendo de la mitad de una montaña, que la compañía hidroeléctrica había construido para aliviar la presión en la presa.

El resto del camino fue al lado de las vías del tren que lleva hacia Machu Picchu. No es muy peligroso porque hay sólo algunos trenes al día y circulan a 30km/h, además de ir tocando la bocina todo el rato. Lo más bonito de este camino es estar rodeado por montañas espectaculares casi 360 grados.

Por el camino nos paramos a comer en el restaurante Inca Raqay y nos echamos la siesta para recuperar fuerzas y llegar a Aguascalientes con energía.

Aguascalientes no es muy bonita y esta ciudad se desarrolló después del « descubrimiento » del Machu Picchu. Los precios en Aguascalientes pueden triplicar a Cusco y al turista se le ve con cara de dólar. Cenamos y nos fuimos a la cama muy pronto porque había que levantarse a las 4h30 para el ascenso al Machu Picchu y sus infinitos escalones. A estas, yo tenia una ampolla de órdago en el pie, pero no iba a rendir justo antes del final.

Nos levantamos a las 4h15, nos vestimos medio zombis, bajamos la mochila a la recepción,  nos encontramos con los holandeses, recogimos el desayuno y encendimos las linternas (porque aun era de noche) para recorrer el camino que llevaba hasta el puesto de control.

Era un poco surrealista ver a una panda de 300 tarados esperando a que abrieran las puertas para empezar a subir durante casi una hora. El camino inca que lleva al Machu Picchu estaba en mejores condiciones que el tramo que habíamos hecho anteriormente : no había acantilado y era mucho más ancho. La subida fue un poco agobiante por la humedad y el cansancio acumulado de los días anteriores, más el dolor de la ampolla. Lo más injusto de todo es que no se valora a la gente que sube andando, porque el primer autobús que sube de Aguascalientes llega al mismo tiempo que las primeras personas que suben a pie. Deberían poner los autobuses un poco más tarde para recompensar el esfuerzo de subir a pie.

 

Nos encontramos con el guía cultural y empezamos la visita con un Machu Picchu envuelto en bruma. Es espectacular ver cómo construyeron una ciudad perdida en mitad de la nada y con esa perfección.

Nadie sabe muy bien para que se construyó la ciudad de Machu Picchu : según el guía era un centro universitario, otras versiones dicen que era la casa de vacaciones del rey inca, otros que era sólo un centro administrativo. Como los incas no tenían escritura y los españoles nunca llegaron a esa ciudad, nunca se podrá saber.

El guía también nos explicó que los españoles no habían conseguido llegar hasta allí porque el camino inca que llevaba hasta Machu Picchu fue destruido durante la invasión. La ciudad era conocida por la gente local, pero no le dieron ninguna importancia hasta la llegada del historiador americano  Hiram Bingham, que empezó  la limpieza y resconstrucción del lugar. Una vez más, en Perú,  tiene que venir alguien de fuera para descubrir los atractivos turísticos.

La ciudad se divide en varios sectores. Hay terrazas de cultivo, el santuario para adorar al sol, una habitación con paredes donde se podían hacer cacofonías para los rituales con el chamán, un reloj solar, una brújula y las casas donde habitaban.

El guía,  que era indígena,  nos describía los incas como la sociedad perfecta donde todos estaban en armonía con la tierra, todos trabajaban para todos y donde se aplicaban sólo tres reglas : no seas vago, no mientas y no robes. Además hablaba de ellos como « superhombres » en el ámbito físico y estaba muy orgulloso de decir que en las aldeas actuales la gente, incluidas las abuelas, pueden cargar grandes pesos sin ningún problema y eso era gracias a los genes incas (en mi cabeza había todavía imágenes de abuelas en Vicos completamente dobladas por el peso y yo preguntándome si no conocerían la rueda al verlas).

El guía hablaba del rey Inca como un ser supremo y nos explicó que los descendientes del rey tenían que ser procreados dentro de su misma familia, ya que todos eran descendientes del sol. Nosotros hicimos la pregunta obvia : ¿cuáántos de esos hijos habían salido con deficiencia mental por procrear siempre con los mismos genes ? Según el guía ninguno, ya que eran reyes. Ahí el guía perdió toda credibilidad para nosotros : en vez de hablar con hechos científicos  estaba magnificando la leyenda de los incas y no era crítico con ellos. Eso o que no era un guía profesional realmente.

Terminamos la visita con el guía cultural, y empezó el tiempo libre para explorar el sitio y tomar millones de fotos. Recorrimos las ruinas y empezamos la ascensión de la montana Machu Picchu (montaña vieja), que es la que está en frente del Huayna Picchu (montaña joven). La chica holandesa y yo decidimos que estábamos muy cansadas y que ya habíamos tenido suficiente caminata durante tres días, por lo que nos bajamos a ver cómo las llamás robaban plátanos a turistas despistados.

El día fue clareando poco a poco y por fin pudimos tomar las fotos con sol. Comimos un poco, porque aunque digan que esta prohibido introducir comida en el recinto está tolerado comer dentro, y sobre las tres empezamos a bajar otra vez por el camino inca hasta Aguascalientes.

En Aguascalientes nos sentamos los cuatro a comer algo y a tomar una cerveza en un bar y cuando llegó la cuenta ¡sorpresa! Nos habían incrementado la cuenta de un 20% por una tasa local, según la camarera. Reclamamos que en la carta no ponía nada de que los impuestos no estaban incluídos y que nos explicara de donde salía ese 20%, a lo que no fue capaz. Me enganché con ella porque yo era la única con idioma materno español y la puse de vuelta y media diciendo que estas cosas daban muy mala imagen a su país y que a nosotros nos hacía eso porque teníamos cara de « tener dinero ». Obviamente, ella aguanto el chaparrón diciendo « sí señorita », pero al final nos tocó pagar 10 soles de demás  Definitivamente, Aguascalientes es mejor evitarlo en la medida de los posible y si se puede ir con comida desde Cusco, mucho mejor, porque los precios allí no son normales y el servicio deja que desear.

No fue esta la única sorpresa desagradable que vimos antes de irnos de allí  Tres chicos de otra agencia, que habían hecho también el Inca Jungle Trail,  no tenían billete de vuelta en el tren. Mi teoría es que como sólo habían pagado 180 dólares, la agencia no había comprado los billetes de tren para tener más margen de ganancia. Además habían sido muy listos en la agencia, porque el guía les había dicho la noche anterior a la ascensión al Machu Picchu, que no había imprimido los billetes, pero que se los dejaba en la recepción del hostal y que podían recogerlos cuando bajaran. Los guías « deportivos » normalmente no se quedan el último día del Inca Jungle Trail porque tenemos el guía « cultural » y así ellos pueden ganar otro día para hacer un trekking con otros clientes. Por lo tanto, estos chicos se encontraron sin billetes y sin ningún contacto de la agencia in situ a quien poder reclamar.

Las opciones en ese caso son pocas, porque los trenes parten llenos desde Machu Picchu :

  • Esperar a que alguien decida no presentarse y comprar su sitio en el último momento
  • Dormir en Aguascalientes y esperar un tren hasta el día siguiente
  • Caminar 6km a oscuras por la vía del tren, llegar hasta hidroeléctrica y rezar para que haya un taxi o un colectivo que te lleve hasta Ollantaytambo

No se lo que hicieron los chicos al final, pero su situación no era fácil porque tenían que tomar un vuelo al día siguiente a las 6 de la mañana.

Nosotros sí cogimos el tren y un autobús en Ollantaytambo y llegamos a Cusco sobre las once de la noche. Después de este periplo, nos quedamos tres días en Cusco descansando y haciendo nada para poder recuperarnos.

 

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