Billetes de avión. Actualización y precio final

En el post que escribí allá por el mes de julio de 2012, decía que habíamos optado por tomar billetes simples para nuestro viaje y prescindir del billete “round the world”.

Esta decisión nos permitió cambiar de itinerario durante nuestro viaje, ya que al final no fuimos a India y Nepal, pero visitamos Myanmar y Laos. La ventaja de no tener restricciones es que puedes cambiar de opinión después de hablar con otros viajeros sin tener que pagar gastos de cambio de billete a las aerolíneas.

Al principio, nosotros queríamos un billete “round the world” como máximo a 2500 euros por persona, pero las agencias nos proponían presupuestos entorno a los 3000 euros, así que buscamos por nuestra cuenta y nos dimos cuenta de que podíamos aproximarnos a la cantidad que nosotros deseábamos si comprábamos los billetes de avión nosotros mismos. Bueno, pues a continuación voy a detallar todos nuestros vuelos y otros desplazamientos desde que salimos de Niza el 10 de Agosto del 2012 hasta nuestra llegada a París el 20 de Junio de 2013.

 Segmento/Aerolinea/PAX/PrecioEUR

Marsella- Madrid/ Ryanair/Marta/ 108

Lyon-Madrid/Easyjet/Fred/90

Madrid-Lima//Buenos Aires-Madrid/TAM /Marta y Fred/1786,42

Madrid-Lyon/Easyjet/Fred/70

Madrid-Paris/ Easyjet /Marta/ 108

Lyon-Paris/ SNCF /Fred/ 69

Paris-Auckland/AirMalasya/ Marta y Fred /1290,98

Auckland-Christchurch/AirNewZealand/ Marta y Fred /93,55

Christchruch-Sydney/Jetstar/ Marta y Fred/ 273

Sydney-Perth/Jetstar/ Fred/ 147,06

Adelaide-Perth/Jetstar/ Marta /148

Perth-Bali/Virgin Australia/ Marta y Fred/ 343,52

Yogyakarta-Kuala Lumpur/Airasia/ Marta y Fred/ 73

Penang-Bangkok/Airasia/ Marta y Fred/ 150

Bangkok-Yangon/Airasia/ Marta y Fred/ 165

Mandalay-Bangkok/Airasia Marta y Fred /156

Bangkok-Singapur/ Airasia /Marta y Fred/ 150

Singapur-Paris/AirMalasya/ Marta y Fred /622

Nota: Estos precios incluyen una mochila de 20 kilos y otros 20 kilos de material de kitesurf. Los precios son los finales, todas las tasas están incluídas, también los gastos por tarjeta de crédito.

Esto hace un total de 5843 Euros, es decir 2921 Euros por persona. Puede parecer que al final acabamos pagando lo mismo que nos pedían las agencias de viaje, pero hay que tener en cuenta los siguientes factores:

  • Las agencias nos presupuestaban un viaje de 9 segmentos y nosotros hemos hecho 16 segmentos.

  • Al precio de las agencias habría que incluir un viaje de ida y vuelta a Londres

  • Al precio de las agencias habría que incluir los gastos de penalización por cambiar las fechas “dummies”, ya que con ellos había que reservar todo el trayecto con más de un año de adelanto.

  • Pudimos cambiar nuestro itinerario en curso de ruta sin tener que pagar penalizaciones, que habrían sido muy altas con un billete “round the world”.

Nos gustaría hacer una mención especial a los empleados de TAM en Buenos Aires, que se portaron muy bien con nosotros cuando perdimos nuestro vuelo Buenos Aires-Madrid por un cambio de aeropuerto. Mención especial también a Air New Zealand, con su vídeo super chuli de seguridad inspirado en el Señor de los Anillos 🙂

Consejos prácticos para viajar a Myanmar

En este post voy a intentar describir algunos aspectos prácticos sobre Myanmar y dar consejos para otros viajeros.

Shwe Dagon Pagoda. La mas famosa de Myanmar

Visado

Nosotros conseguimos el visado en el consulado de Myanmar en Bangkok, pero se puede conseguir en el consulado de tu país de residencia. Por los comentarios de otros viajeros, nos han dicho que en el país de residencia tardan unos tres meses en expedir el visado.

Nosotros vamos a explicar paso por paso cómo conseguir el visado en Bangkok.

1.- Ir al consulado de Myanmar en Bangkok, que se encuentra en la calle 132, Sathorn Nua Road (coordenadas GPS 13.720583, 100.52442), al lado de la parada del metro aéreo Surasak.

2.- El consulado abre de lunes a viernes de 9 a 13 para realizar el trámite del visado y de 15 a 16 para recogerlo. Cuidado con los días festivos, porque el consulado cierra los festivos birmanos y tailandeses. En la foto está la lista de días de cierre. Se puede hacer cola antes de las 9, pero hay que esperar en la calle a que las puertas del consulado abran. Nosotros fuimos sobre las nueve menos cuarto y, aunque había cola, en cuanto abrieron las puertas la fila avanzó rápidamente.

Dias festivos que cierra el consulado de Myanmar en Bangkok

3.- Para pedir el visado se necesita el formulario. Hay dos formas de conseguirlo: haciendo cola para cogerlo gratuitamente del consulado o ir a una tienda de fotocopias, que está a 30 metros en la misma acera que la puerta del consulado, y pagar 5THB (0.13EUR) por el formulario. Nosotros optamos por la segunda opción, ya que te hace ganar tiempo y 5THB (0.13EUR) equivale a 10 céntimos de euro. En esta tienda te ayudan a completar el formulario, puedes hacer la fotocopia del pasaporte e incluso hacer fotos. Los precios no son abusivos: 30THB (0.75EUR) la fotocopia y 100THB (2.50EUR) las cuatro fotos.

Tienda de fotocopias, fotos y formularios. A 30 metros de la puerta del consulado en la misma acera

4.- Hay que rellenar el formulario con tus datos personales, lugar donde vives, el lugar donde te vas a alojar en Myanmar, los datos de tu situación laboral y los datos de las dos últimas empresas para la que has trabajado . Evitad profesiones como periodista o fotógrafo, porque evidentemente el régimen no comulga mucho con ellos. Al formulario hay que añadir dos fotos y una fotocopia de tu pasaporte.

5.- Lo siguiente es tomar un número (tipo carnicería) y esperar a que te llamen para tramitar los papeles. Para los turistas no-tailandeses es la ventanilla cinco. Además del formulario, las fotos, la fotocopia del pasaporte y el pasaporte mismo, hay que abonar las tasas. Hay tres fórmulas:

  • Visa para la tarde del mismo día: 1280 THB (32.00EUR)

  • Visa para el día siguiente (si es laborable):1040 THB (26.00EUR)

  • Visa para dentro de dos días (laborables): 860 THB (21.50EUR)

En el caso de querer el visado para el mismo día, hay que justificarlo. Se necesita llevar una fotocopia de la reserva de tus vuelos.

En la ventanilla para el pago de tasas te dirán que día tienes que volver y te darán un resguardo que habrá que utilizar para que te den de vuelta tu pasaporte.

6.- Por último hay que esperar a que tramiten la visa y volver al consulado el día que te indiquen, entre las 15 y las 16 horas. Probablemente habrá que hacer cola, pero no suelen demorarse mucho. Y bueno, normalmente, ¡tendrás tu visado para Myanmar! Es válido durante tres meses y no puedes estar en territorio birmano más de 28 días consecutivos.

Dinero

El dinero en Myanmar es un tema espinoso y que trae de cabeza a muchos viajeros. Los cuatro cajeros que hay diseminados por el país no aceptan las tarjetas de crédito extranjeras. Conclusión: tienes que llevar en dinero contante y sonante todo lo que vas a necesitar para tus vacaciones. Mejor pasarse que no que falte, porque si no te puedes encontrar en una situación de aprieto. Por ejemplo, hemos visto cómo gente tenía que cambiar la fecha de sus vuelos por imprevistos y no podían hacerlo porque sus tarjetas de crédito no funcionaban y no tenían suficiente dinero en efectivo.

Nosotros nos habíamos informado en blogs y foros y habíamos llegado a la conclusión que un presupuesto de 30USD (23.10EUR) por día y por persona iba a ser suficiente. Bueno, pues echando cuentas, sólo hemos gastado 19EUR por día y por persona. La partida de hoteles se corresponde con el 40%, comida y transporte un 15% cada uno, actividades un 20% y el 20% restante se descompone en regalos, supermercados, snacks, agua, lavandería, etc.

Otro de los quebraderos de cabeza es saber cuánto dinero cambiar a Kyatts, ya que parte de los pagos hay que hacerlos en USD y otros en MMK. Por regla general, los hostales, los vuelos, los trenes y las entradas a museos/monumentos hay que pagarlas en USD. El resto en MMK. Nosotros llevábamos 1300 USD (1,001.00EUR) y cambiamos 500 a MMK. La proporción de 1/3-1/2 fue correcta, ya que tuvmos MMK hasta el último día, pero también depende de cómo gaste cada uno.

El siguiente punto es saber dónde cambiar.Las oficinas del aeropuerto ofrecen una tasa de cambio buena. Algo mejor en las oficinas que están en el terminal que las que están en la zona de recogida de equipaje. Nosotros cambiamos 200 USD (154.00EUR) en la oficina de la zona de equipajes, otros 200 USD (154.00EUR) en la oficina del terminal y 100 USD (77.00EUR) en uno de los bancos de Nyaung Shwe (Lago Inle). La mayoría de los bancos ofrecen una tasa de cambio decente.

Por último, mencionar que sigue siendo mejor llevar billetes de USD nuevos. Habíamos leído en blogs y foros que en la mayoría de los sitios no te aceptaban los dólares si no estaban completamente nuevos y eran posteriores al 2006. Con completamente nuevos quiero decir sin una marca, doblez, escritura o que parezcan un poco gastados. Siguen siendo muy tiquismiquis con este tema y en algunos sitios nos han pedido cambiar algún billete por otro más nuevo. El truco es darle más de un billete “feucho”, ya que sólo te pedirán que cambies uno por vergüenza. En algunos sitios se han relajado y toman billetes que no están completamente nuevos.

El tema es dónde conseguir billetes de dólares completamente nuevos. Nosotros recorrimos varias oficinas de bancos en Bangkok. Fuimos a la zona de negocios, en Sukunvit, y allí estuvimos preguntado tasas de cambio y las denominaciones de las que disponían. Conviene llevar una mayor parte del dinero en denominaciones grandes (50-100 USD (77.00EUR)) para conseguir mejor tasa de cambio, pero también hay que llevar denominaciones pequeñas (1-5-10-20 UD) porque hay sitios en Myanmar donde no tienen cambio.

Conseguimos 1300USD (1,001.00EUR) en billetes nuevecitos en las oficinas de los bancos Krung Thai bank  y Kasikorn. Aseguraos de ver los billetes de dólar antes de soltar vuestros baths, ya que aunque te digan que los billetes están nuevos, puede que no valgan para Myanmar.

Itinerario

Nosotros hemos estado 20 días en Myanmar, aunque nuestro recorrido se podría haber hecho en 16-17 días si quitamos las etapas de descanso y reducimos la estadía en algunos lugares. Veinte días es para ir muy relajado y puede que haya gente que incluso se aburra con tanto tiempo para el itinerario que nosotros hicimos.

El itinerario ha sido el siguiente:

  • Yangon. Dos días y medio

  • Kalaw. Un día para preparan el trekking.

  • Trekking Kalaw-Lago Inle. Dos días y medio

  • Lago Inle ( Nyaung Shwe). Cuatro días, con uno de descanso

  • Bagan. Dos días y medio. En realidad un día y medio basta si pedaleas durante todo el día. Nosotros no lo hicimos por el calor.

  • Mandalay-Amarapura. Primera vez. Medio día para visitar Amarapura.

  • Hsipaw.Dos días.

  • Mandalay-Mingun. Tres días. Dos días habrían bastado.

  • Los otros tres días que faltan los hemos utilizado en transporte, ya que los desplazamientos tomaban una media de siete horas y los autobuses eran diurnos. El tren Hsipaw-Pyi Oo Lwin tomó un día entero.

Otros viajeros nos hablaron de la roca de oro, al sur de Yangon, pero para llegar hasta ahí hace falta al menos otros tres días. Nosotros no fuimos.

Alojamiento

El alojamiento está limitado para los turistas y sólo podemos alojarnos en los hostales, hoteles y guesthouses que tienen permiso para albergar a extranjeros. Esto puede llegar a ser un problema en temporada alta, ya que hay más demanda que oferta, pero en temporada baja (cuando nosotros fuimos) no hay ningún problema.

El precio del alojamiento es caro y la relación calidad/precio no es muy buena.El problema es que los hosteleros suben el precio del alojamiento cada poco, porque saben que tienen un monopolio, pero no hay mejoras en los mismos. En las cuidades grandes como Yangon o Mandalay la habitación doble ronda los 25USD (19.25EUR), pero en pueblos pequeños como Kalaw o Hsipaw la habitación doble se puede conseguir por 13USD (10.01EUR). Sin embargo, la buena noticia es que la mayoría de los alojamientos incluye desayuno, que suele consistir en huevos, tostada, un poco de fruta y una bebida caliente.

A la hora de elegir alojamiento hay que fijarse en dos factores importantes:

  • Los baños.

Hay muchos hostales que tienen baños donde se integra una ducha y un baño turco. Obviamente, a nosotros no nos resulta muy cómo el baño turco, por lo que es mejor ir a hostales que tengan una taza, los llamados “western toilets”.

No hay cadena y hay que utilizar un cubito para limpiar tus restos. Lo que tampoco ha llegado a estos parajes es el sifón, por lo que los baños suelen oler. Fíjate en este detalle cuando vayas a coger una habitación con baño privado, ya que a veces es mejor tomar una con baño compartido para no tener que aguantar los olores mientras duermes.

En Myanmar también se utiliza el chorrito de agua para limpiarse las partes íntimas, pero hay hostales que ponen a disposición del cliente papel higiénico. No está de demás llevar su propio rollo consigo mismo a todas partes.

  • Si el hostal dispone o no de generador.

Debido a los cortes de electricidad contínuos, tener un generador es un factor más a tener en cuenta. El tener electricidad de forma contínua va a permitir que tengas luz en tu habitación, que tu ventilador siga funcionando o que dispongas de internet. Sin embargo, hay que tener en cuenta que el aire acondicionado no está conectado al generador en la mayoría de los casos. Nosotros tomamos en Mandalay una habitación con aire acondicionado y la mitad del tiempo no estuvo en funcionamiento.

Habitacion triple por 13USD (10.01EUR) que compartimos con Pedro durante unas horas

Transporte

Nosotros hemos utilizado únicamente el transporte terrestre para recorrer Myanmar: autobuses, pick-up, barca y tren. No hemos tomado ningún vuelo doméstico con la línea interna Air Bagan, así que no podemos dar ningún consejo en este sentido.

Tuk-tuk bicicleta

Los autobuses que puede tomar los turistas también están limitados, pero en general, están bastante bien comparándolos a otros autobuses que hemos visto, sin ser de lujo. La mayoría tiene aire acondicionado y regalan una botellita de agua. Lo malo es que los asientos son muy estrechos y suelen poner la música muy alta (durante todo el trayecto). Casi nunca suele parar, excepto para comer o cenar, así que hay que aprovechar ahí para ir al baño.

Las carreteras no están muy allá, pero no es de lo peor que hemos visto. Sin embargo, hay muchas curvas en la mayoría de ellas, por lo que es indispensable llevar consigo una bolsita, en caso de vómito (y esto no es broma). La mayoría de desplazamientos he hemos hecho han durado de media unas ocho horas, así que hay que contar con casi un día de desplazamiento entre un destino y el siguiente en caso de viajar por vía terrestre.

También hemos utilizado en una ocasión un pick-up, que no es más que una furgoneta en la que se puede transportar gente y mercancía. Hay asientos a los lados de la furgoneta y no son muy cómodos. Utilizar este medio de transporte para viajes largos es incomodísimo, así que mejor evitarlo. En cuanto a la seguridad en este medio de transporte, mejor ni hablar de ello…

Utilizamos una barca en el lago Inle para cruzar de un lado a otro del lago y el tren que une Hsipqaw a Pyi Oo Lwin.

Los famosos pick-up

Comunicaciones

Las tarjetas SIM extranjeras no tienen cobertura, así que no se puede mandar mensajes o hacer llamadas para avisar a tu familia que has llegado. No compramos una tarjeta SIM local porque no veíamos la necesidad de tenerla y, en realidad, nunca tuvimos que hacer una llamada.

Hemos encontrado internet en la mayoría de los sitios, ya sea en los hostales o en cibercafés, aunque la calidad de la conexión no es muy buena. El problema es que como hay asiduamente cortes de electricidad de varias horas, puede pasar que estés mandando un email y se corte la luz.

Skype, facebook, gmail y la mayoría de las páginas en idiomas extranjeros funcionan. Alguna página en inglés estaba bloqueada, pero para tener acceso utilizamos los proxys proporcionados por https://www.polysolve.com/

Comida

La comida en Myanmar no ha sido muy homogénea que digamos. Hay ciudades en la que hemos comido muy bien, como Bagan, y otras, como el Lago Inle, en las que los platos más básicos, como el arroz frito, eran un completo desastre. Así que, como en todas partes, se puede comer muy bien y muy mal.

En cuanto a especialidades culinarias, he de admitir que son muy buenos preparando sopas. Saben mezclar las especias muy bien y el resultado es sorprendente.

Otra de las especialidades en Myanmar son los curries. En realidad preparan los curries de dos formas distintas: tipo indio y tipo shan. Los curries tipo indio están muy buenos, pero los tipo shan están bañados en puro aceite y la carne se presenta de una forma rara. A nosotros no nos han gustado mucho estos últimos.

Comiendo curry rico rico

Respecto a las frutas, lo mejor es el mango. Están deliciosos y los preparan muy bien en lassis. Los zumos en general son muy buenos y la fruta está muy fresca.

En cuanto a postres, hemos tenido una grata sorpresa. Tienen el equivalente al churro español y un dulce parecido a la perrunillas (dulce típico extremeño). Nos hemos puesto las botas comíendolos.

Para elegir restaurantes lo mejor es utilizar la estrategia del sentido común y dejarse de guías. Allá donde veas locales, seguro que hay buena comida. Y normalemente, así no te equivocas.

Hay restaurante de todos los precios, pero como regla general, cuanto más baja sea la mesa y más pequeños los taburetes, más barato es.

Postre-aperitivo tipico de Myanmar. Bechamel frita.

El tiempo

La mejor época para viajar a Myanmar es entre noviembre y febrero, que coincide con la época fresca y es, por tanto, la temporada alta. Nosotros fuimos los veinte primeros días de mayo, justo antes de que el monzón empiece. Es cierto que el calor es muy agobiante, llegando a los cuarenta grados en Mandalay y Bagan. Nosotros conseguimos sobrevivir, pero es cierto que no es muy agradable estar sudando constantemente y con el asfalto quemándote los pies a pesar de las chanclas. Hubo dos excepciones al calor: el lago Inle y Hsipaw. En estos dos pueblos las temperaturas eran agradables.

Gente

La gente en Myanmar es simpática y sonriente. La mayoría de los abuelos pueden hablar inglés, pero los jovencitos están más pegados con el idioma de Shakespeare. De todas formas, hemos encontrado más de un caso en el que la generación de los abuelos enseñan inglés a sus nietos.

Los birmanos suelen tratar bien al turista, incluso hay veces que se desviven por él creando situaciones un poco incómodas para el turista. Sólo hemos encontrados dos excepciones. Bagan, que es una ciudad que vive exclusivamente del turismo y donde se acosa un poco más al turista sin llegar a ser maleducados o pegagosos. Mandalay, donde el ambiente de la ciudad no es muy bueno y si te despistas un poco te la cuelan, aunque sigue habiendo gente amable y atenta (hay que saber distinguir y no ponerse en modo ogro con todo el mundo).

No sorprenderse si alguien se acerca a hablarte espontáneamente. Probablemente sólo es para practicar inglés, no con la intención de intentar venderte algo.

Practicando ingles en la torre AKura

Y un consejo para las chicas viajeras. Una simple camiseta de tirantes puede ser motivo para llamar la atención de jovencitos y no tan jovencitos, así que ya no digamos minifaldas o similares. Hubo un día que tenía toda la ropa secándose después de hacer la colada y sólo tenía camisetas de tirantes limpias. Salí a la calle con ella y al final me tuve que poner un pareo encima porque los hombres no dejaban de mirarme. Puede resultar desagradable.

Noticias sobre situación del país y mejoras para el turismo

Antes de viajar a Myanmar hay que informarse sobre la situación actual del país, ya que todo evoluciona muy rápido, tanto en lo político como en lo económico. Lo mejor es echar un vistazos a periódicos, blogs y, sobre todo, foros para viajeros. Las guías de viaje se quedan desfasadas en muy poco tiempo, así que intentad conseguir un versión bastante reciente.

Letras birmanas. Mejor hacer una transcripcion de numeros para la vida diaria.

Penang, la capital culinaria de Malasia

Penang es una isla situada en la costa noroeste de Malasia y su principal atractivo es la gastronomía y el mestizaje de varias culturas. Llegamos a Georgetown, la ciudad más grande de Penang, bajo el ardiente sol de mediodía. El ambiente era sofocante por el calor y el simple esfuerzo de desplazarnos a pie entre la estación de autobuses y nuestro hostal nos dejó completamente agotados. Bueno, a Fred no tanto, ya que tuvo el valor de ponerse a buscar una playa para hacer kitesurf. El viento soplaba y no quería peder la oportunidad de practicar kitesurf por todos los países por los que iba pasando. Yo me quedé pegada al ventilador, tomando una bebida bien fría, y mentalizándome sobre cómo iban a ser los próximos días. Mientras, Fred buscaba y buscaba una playa, pero en esta ocasión no hubo suerte. Sólo encontró rocas artificiales o playas privadas a las que había que acceder por la entrada de una casa. Además, el agua estaba muy sucia debido a la falta de depuración de las aguas residuales y después de la otitis de Kuta no tenía muchas ganas de volver a pasar por lo mismo. Se resignó y volvió al hostal, donde pasamos media tarde a la vera del ventilador esperando que la noche llegara para poder salir.

Cometa malaya

La principal característica de Penang es que en la isla cohabitan varias culturas, aunque tres son las mayoritarias: malayos, indios y chinos. Aunque todas las culturas se respetan, cada una vive en su propio barrio y cultiva sus propias tradiciones y gastronomía. Los chinos tienen sus templos, los malayos sus mezquitas y los indios practica el hindú. Se puede estar en la calle escuchando como el imán llama al rezo de los musulmanes y ver al mismo tiempo el rito budista de liberación de pájaros practicado por un malasio chino. Bastante impresionante, como digo…

Vendiendo comida en la calle

Malasios-indios en Penang

Dios indio muuuuuuy enfadado

Entrada de un templo chino

Empezamos nuestra visita acercándonos a la oficina de turismo. Allí tenían dos prospectos que nos interesaban mucho. El primero era el panfleto que recogía todos los platos típicos de Penang, con su correspondiente explicación, precio medio y qué restaurantes o chiringuitos servían dicho plato. El segundo folleto indicaba en un mapa de la ciudad dónde encontrar el arte de calle. Como lo uno era compatible con lo otro, fuimos alternando 🙂

Rico, rico… Que diria nuestro cocinero mas famoso

Cerdo en salsa al estilo chino

Los frescos murales o Street Art que había en Penang no eran tan orignales como los que habíamos encontrado en Valparaíso (Chile), probablemente porque sólo los había pintado un único artista. De todas formas, era una forma estupenda para conocer la ciudad. Además nos echamos unas risas con un grupo de turistas coreanos. Nosotros les echábamos fotos a escondidas y ellos nos hacían fotos con todo el descaro. Eso sí, la foto de las zapatillas de Godzilla no tuvo precio 🙂

Kungfu girl. Arancha y Anastasia me vinieron a la mente

Haciendo fotos chulas con el street art

Zapatillas molonas de Godzilla

Me gusta mas esta moto que la de Bali

Shhhhh, que no se entere nadie

Te las vas a cargar

La arquitectura de Georgetown no está muy adaptada al calor ni a los peatones. No había ni una sola acera y ni un solo árbol. En realidad, en toda la parte antigua de la ciudad había soportales y, probablemente, en su día optaron por este tipo de arquitectura para que la gente pudiera caminar a la sombra. Sin embargo, hoy día es imposible caminar por las arcadas, ya que sólo hay motos, objetos a la venta o verjas que impiden al viandante disfrutar de un poquito de sombra.

Un soportal despejado. Este era la excepcion.

A medio día comimos en un restaurante chino donde probamos cerdo y una especialidad de berenjenas, ambos con su buena dosis de pimiento picante, así que pudimos disfrutar de estos manjares mientras que se nos caían churretones de sudor por todo el cuerpo. Por la noche no fuimos muy lejos de nuestro hotel. A la puesta del sol, la calle principal empezaba a llenarse de puestos de comida de calle y era todo un espectáculo para la vista, el olfato y el gusto. Como cada puesto tenía su especialidad, Fred y yo nos dividimos. Yo acabé en un puesto donde la cocinera principal era una abuela cuya habilidad para cocer noodles sobrepasaba con creces al resto de cocineros de los puestos vecinos. La buena mujer tenía los brazos y las manos completamente destrozados por las quemaduras, pero parecía que ya no tenía mucho tacto porque agabarra las cazuelas calientes sin inmutarse. La señora tenía un equipo de trabajo y los platos se producían en cadena. Uno echa la salsa, otro los trozos de carne, otro las verduras, por último los noodles y ¡voilá! ¡Ya tenemos un plato del folleto de la oficina de turismo! Cuando llegó a la mesa, Fred me contó que se había encontrado con otro turista que iba probando todos los platos de los puestos e iba tachando de la lista los que ya había desgustado. Al menos en Asia las proporciones no son muy grandes… 🙂 Mi plato estaba muy bueno y como diría mi abuela, lo que no mata engorda, porque de higiene no iban muy sobrados. De hecho, los platos se lavaban en plena calle.

La abuela de los noodles

Seguimos visitando y probando platos. Uno de los días fuimos a ver el “Clan House” chino Khoo Kongsi, que no es más que la residencia de una familia adinerada china por la que han pasado varias generaciones. En realidad, no sólo había casas, sino que también había un templo y un edificio de ópera. Sólo se podían visitar estos dos edificios, ya que el resto estaba cerrado al público. El templo era muy lujoso, con sus estatuas, frescos, mobiliario y demás. Sin embargo, nos enteramos de que el templo que estábamos visitando no era más que una segunda versión. El templo inicial era mucho más fastuoso y se quemó el día de su inaguración. Como la familia Kongsi consideró que era una llamada de atención divina, hicieron la seguna versión de forma más modesta. ¡No quiero ni imaginar cómo era el primer templo!

Detalles del posamanos de la escalera

Buda sonriente 🙂

Buda triste 🙁

Quemando incienso para los espiritus

Pinturas chinas

Iluminando los murales

Parece que los chinos que se instalaron en Penang no tenían mesura a la hora de mostrar ostentación, porque la casa del comerciante chino Peranakan era algo fuera de lo normal. En esa casa había colecciones y más colecciones de porcelana, zapatos, muebles, tapices y un montón de cosas que estoy convencida que no utilizaron nunca.

Cama de lo mas sencillita

Fred posando

Banco chuli, pero incomodo y poco practico

Lampara china

Al atardecer nos fuimos a un barrio muy particular, llamado “Clan Jetty”. Este barrio fue construído por los primeros pobladores de Penang y no son más que casas cuyos cimientos son columnas que se asientas en el mar. El ambiente en este barrio era muy particular: calles de madera estrechas, casas con puertas abiertas donde se podía ver a sus dueños siesteando o haciendo punto, abuelas que parecían muy muy viejitas y, por supuesto, turistas. Me pareció uno de los sitios más chulis y originales de la isla.

Casas encima del rio

Tomando el fresco y charlando

Marta en el clan jetty

Uno de los días, paseándonos entre el barrio chino y el barrio indio, pudimos ver cómo un montón de fieles realizaban rituales budistas quemando todo lo que se encontraba en su camino: incienso, aceite, bambú…Fue un espectáculo un poco extraño ver a toda aquella gente saliendo del templo con barritas de incienso en las manos y rezando al aire. Lo más raro de todo fue ver que había un señor que se dedicaba a vender pájaros. Nos enteramos, que una de las formas de hacer méritos para alcanzar el nirvana es liberar pájaros o peces. Así el pájaro o el pez tiene una vida mucho más feliz y la persona que le ha dado la libertad ha hecho una acción buena que le ayudará a alcanzar un estado superior. Nos quedamos un poco descuadrados, porque ¿qué mérito tiene que alguien cace pájaros, los meta en una jaula y luego los venda para que otra persona los libere? En nuestra cabeza aquello no tenía mucho sentido. Nos fuimos haciendo conjeturas sobre el budismo, pero menos mal que pronto encontramos vídeos de Bollywood a todo volumen en mitad de la calle para olvidarnos del tema.

Haciendo fila para comprar inciensos y alcohol. En la foto podemos ver algunos pajaros enjaulados.

Mega inciensos

Quema que te quema…

Hicimos algunas visitas más en la ciudad, pero no voy a alargarmer para no aburrir. Pasamos por el museo de la ciudad donde se explicaba la historia de las culturas de la isla, fuimos al mercado donde pudimos ver a cowboys vendiendo carne en la calle a cuarenta grados, vimos coches con pegatinas VIP del drive-in del McDonalds o KFC, vimos el “Reagge hotel” donde no se permitía hacer a una reserva a gente de Asia o Medio-Oriente (¡viva el racismo!) y comimos mil y un platos en restaurantes y puestos de calle.

Yujuuuu!!!! Soy un VIP del McDonalds!

Yo no sé qué entienden por reggae en Penang, pero el estilo difiere del resto del mundo

Casi todos los taxis son asi en Georgetown

Venga esas castanyitas a 40 grados! Me las quitan de las manos!

Casa en la calle Love Lane, donde antiguamente vivian las amantes de los hombres de negocios de la ciudad

Hay gente que odia los carritos de comida de calle, pero nosotros no!

Mas tipico no se puede…

Mandamientos para saber si un monje es un impostor

Pareja de novios haciendo su reportaje de boda

Por último, resaltar que Fred se está haciendo más resistente y que ya consigue digerir todo tipo de comidas sin ponerse malo :). Resulta que en nuestro último día en la ciudad fuimos a cenar al mercado de noche, un sitio un tanto peculiar con sus puestos de comida de mil formas, la mesas a rebosar y una banda de música con tres cantantes. Había un plato en el folleto de la Oficina de Turismo que tentaba mucho a Fred, una receta que mezclaba huevo con ostras. La elección era un tanto arriesgada ya que ostras+huevos+cuarenta grados+comida de calle+falta de refrigeración+ platos fregados de cualquier forma hacía que el plato fuera una bomba de relojería. Yo baticinaba una salmonelosis como mínimo, pero Fred dijo que el mundo es de los valientes y lo pidió. Yo le miraba como si estuviera a punto de caer fulminado en cualquier momento, pero hubo suerte y no hubo que salir corriendo al hotel :). Por lo visto, la combinación estaba deliciosa.

Mercado nocturno y sus stands llamativos

Tortilla con ostras. Tanto ruido para tan pocas nueces.

En Geortown concluyó nuestro periplo malayo de diez días. Malasia nos había sorprendido mucho, para bien, y nos daba un poco de pena no poder pasar un poco más de tiempo conociendo otras partes del país. Ya era hora de volar a Bangkok y el avión de Airasia no esperaba por nadie :s

PD.- En Malasia pude enteder toda la pofundidad de la expresión “cayo malayo”. Las chicas deberían aprender un poco de sus vecinas tailandesas (por decirlo finamente).

Penang, capitale culinaire de l’Asie du Sud Est

 


Nous arrivons à Georgetown, la ville principale de l’île de Penang en milieu d’après-midi, et le vent de Nord-Ouest souffle. Aussitôt les valises posées à l’hôtel Roomate Penang, je vais voir s’il y a moyen de me mettre à l’eau en Kitesurf. Malheureusement, il n’y a pas de plage à Georgetown : le bord de mer est tout le temps privé, et lorsqu’il y a moyen d’y accéder, après avoir traversé le jardin de grandes villas abandonnées, il n’y a que des enrochements artificiels qui tombent directement dans l’eau. Et de plus les égouts/rivières de la ville se déversent directement dans la baie, dont l’eau a une couleur qui n’inspire pas confiance. N’ayant pas envie de me reprendre une autre maladie à cause de la propreté de l’eau (cf Kuta), j’abandonne le projet et laisse le matériel de kite sous le lit, d’autant plus qu’il y a des choses plus intéressantes à faire sur l’île.

Le principal intérêt de Penang, c’est le métissage des cultures. On y trouve principalement des chinois, des indiens, et des malais. Mais aussi des européens, des arabes, des japonais, des ceylanais, des javanais, des birmans, des siamois… Toutes ces cultures cohabitent sur l’île, sans forcément se mélanger, et ont amené avec elle leurs traditions et surtout leur cuisine.

 

Nous récupérons un prospectus indispensable à Penang : la liste des plats typiques de Street Food (nourriture vendue dans la rue), avec leur description en anglais, une photo, la traductions en malais et même le prix moyen. Le soir nous allons manger à quelques minutes à pieds de l’hôtel, dans une rue large, dont la moitié de la chaussée est occupée par des stands de Street Food. Nous y croisons un touriste qui, armé dudit prospectus, commande un plat à chaque échoppe et coche ceux qu’ils a mangés, essayant de goûter TOUS les plats tel un collectionneur. Ça doit être faisable, car les portions sont plutôt petites, comme souvent en Asie du Sud-Est, et c’est très bon marché : Marta commande un « Wan Tan Mee » pour 2 MYR (0.48EUR) et moi un « Penang Laksa » pour 3.5 MYR (1.20EUR). Le stand où commande Marta est impressionnant : une vieille dame, aux bras et aux mains brûlées par des années de travail, cuisine à une vitesse incroyable : elle cuit les nouilles en plusieurs fois sur un brûleur à gaz poussé au maximum (son stand a une bonbonne de gaz 2 fois plus grosses que tous les autres), arrêtant la cuisson en les plongeant dans l’eau froide. Le reste est préparé d’avance (les légumes et la viande déjà coupés, les sauces déjà faites), donc ça va à toute vitesse. L’ancêtre du Fast-Food, mais avec un côté authentique. Je commande des jus de fruits à un autre stand et je prends peur pour les doigts de la cuisinière qui coupe un melon à grands coups de hachoir, sans regarder, tout en discutant avec la cliente suivante. Mais je regarde ses mains et toutes ses phalanges sont là. Elle doit avoir un don.

Nous faisons le tour des œuvres de Street Art (fresques murales) parsemées dans la ville. Toutes les œuvres ont été faites par le même artiste lituanien  Ernest Zacharevic au même moment, donc nous n’avons pas l’impression de profusion créative que l’on a eu a Valparaiso, qui est à des années-lumières de ce que l’on trouve à Penang. Mais ça permet de visiter la ville, et nous remarquons que nous avons beaucoup de succès auprès de touristes coréens qui nous prennent tout le temps en photo.




L’architecture de la ville est bien adaptée à son climat : les trottoirs se trouvent sous les arcades des bâtiments, étant ainsi ombragés (au moins sur un côté de la rue). Mais le problème, c’est qu’ils sont encombrés de motos garées, de stands, et même parfois complètement fermés par une barrière. Les trottoirs sous les arcades ont été sûrement conçus pour qu’on puisse marcher à l’ombre, mais je pense qu’ils sont privés donc chaque propriétaire y fait ce qu’il veut.

Nous visitons le quartier chinois, et une « Clan House ». Lorsqu’un clan (une famille étendue) s’installe dans la ville, elle s’installe dans un pâté de maison, et construit au milieu de celui-ci une sorte de temple à l’honneur d’eux-même. Celui que nous voyons est impressionnant de luxe. Pourtant c’est seulement la deuxième version : la première version, encore plus luxueuse, a brûlé, et le clan a décidé de refaire sa Clan House de manière plus modeste !




Toujours dans la catégorie des chinois qui ont fait fortune, nous visitons la Penang Peranakan Mansion. Impressionnant de voir le luxe dans lequel vivait cette famille.



Nous visitons enfin les plus modestes « Clan Jetty ». Il s’agit des premiers lieu d’habitation de l’île. Ce sont des quartiers construits intégralement sur pilotis, par dessus l’estran à l’Ouest de l’île. Il y règne une atmosphère toute particulière, c’est très vivant, très touristique, tout en gardant un côté authentique.



Autre particularité de Penang, plus moderne celle-ci : le Reggae. Partout ailleurs on l’associe volontiers aux baba-cools, et on imagine un bar reggae comme une petite échoppe en bois avec des tabourets sommaires colorée en rouge-jaune-vert. Ici les bars reggae sont synonyme de luxe, et décorés de façon très « VIP ». Nous trouvons même un « Reggae Hotel » qui n’accepte pas les réservations des gens venant d’Asie ou du Moyen-Orient ! Du Reggae raciste, j’espère qu’on ne trouve ça qu’à Penang.

Notre hôtel se trouve juste à côté du temple Kuan Yin Teng, où lorsque les fidèles ne brûlent pas d’encens  ils libèrent des oiseaux (achetés à une personne qui les a capturés pour les mettre en cage). Il y a une benne à ordures pour jeter les bougies consumées et autres restes d’offrantes. Ce n’est pas une mauvaise idée en soi, mais ce que je ne comprends pas, c’est pourquoi se trouve-t’elle en plein milieu, juste devant l’entrée du temple, entre les statues et les bougeoirs, et non un peu en retrait sur le côté.


Pour notre dernier soir, nous nous rendons au Red Garden Night Market. C’est une grande court de Street Food, mais un peu plus luxueuse (et un peu plus cher) de ce que l’on trouve habituellement dans la rue, où se côtoient locaux de tous les quartiers et étrangers. Je tiens absolument à essayer le dernier plat auquel nous n’avons pas goûté : l’omelette d’huîtres  Je mets les données de l’équation sur la table : huîtres + œuf + Street Food + 40°C + inexistence de camions frigorifiques + vaisselle nettoyée dans le caniveau (avec de l’eau propre quand même). Mais puisque j’aime le danger, j’en commande une. C’est franchement délicieux : les huîtres sont cuites mais encore un peu fondantes et sous forme d’omelette ça passe très bien. Et finalement je ne serai miraculeusement pas malade.

Mais tout à une fin, et nous nous rendons en bus (2,7 MYR (0.65EUR)) à l’aéroport de Penang, au sud de l’île, d’où nous devons nous envoler pour Bangkok, et c’est avec regrets que nous quittons la Malaisie.

 

Donde la vista se pierde en los inmensos campos de té: Cameron Highlands.

Dejamos atrás con pena la jungla, ya que no habíamos aprovechado la estancia al máximo, pero Cameron Highlands resultó ser un respiro, en el sentido literal. Cameron Highlands es la zona más fresca de todo Malasia, un poco montañosa, aunque sólo está a 1400 metros, pero es más que suficiente para perder diez grados con respecto a Kula Lumpur o Taman Negara y poder encontrar un soplo de aire fresco o dormir arropado. Cameron Highlands era la zona de asueto de los colonos Británicos y pasaban sus vacaciones allí para escapar el oprimente calor del resto de la península. Parece que las cosas no han cambiado mucho con el paso del tiempo, ya que durante nuestra estancia había toda una colonia de turistas europeos deleitándose del buen clima y tomando fuerzas para seguir visitando el resto de Malasia.

Verde que te quiero verde

Nuestro alojamiento fue el hotel Height Mentiggis en Tanah Rata, un poco caro, pero merecía la pena. Nada más llegar pedimos en el hotel la dirección de un médico y nos aconsejaron ir a un consultorio que no estaba muy lejos. La maldita otitis me seguía dando guerra y yo estaba visitando todos los médicos habidos y por haber de Malasia. Ya había tenido el placer de conocer a uno en Kuala Lumpur y ahor iba a conocer a otro en Cameron Highlands. Esta vez el médico no era indio, si no musulmán. Hablaba un inglés estupendo, yo creo que porque había hecho estancias o estudios en Cambridge según pudimos ver en sus diplomas colgados en la pared. Le expliqué mi problema, el diagnóstico del otro médico y la medicación que había estado tomando. Bueno, no pude darle el nombre de los medicamentos que había tomado porque no aparecía en las bolsitas que me había dado el otro médico, pero le enseñé la fotos que había hecho de las pastillas. ¡En esta vida hay que ser una chica avispada 🙂 ! Refunfuñó algo por lo bajini contra su colega de profesión por no darme los prospectos de los medicamentos y me dijo que los antibióticos que había estado tomando eran un poco flojos, así que iba a recetarme uno fuerte a ver si acabábamos ya de una vez con el problema. Fue como mano de santo. A los dos días no me dolía nada y adios fiebre. ¡Viva las drogas legales!

Orquidea silvestre y a mi se me mueren todas en casa 🙁

Como ya estaba sana como una manzana, contratamos una excursión con el hotel (50MYR (12.00EUR) por persona) para ir a ver los enclaves típicos de la zona: Mossy forest, las plantaciones de té y la visita de la fábrica de té. Pasó un minibús a recogernos y en él encontramos una tropa de jovencitos europeos que no pasaban de los veintiuno. Fue un poco raro, porque todos estaban recorriendo el sudeste asiático al igual que nosotros, pero no sé si fue la diferencia de edad o que ellos eran un poco niños de papá que la cosa no cuajó mucho con ellos. Cada vez que veo gente así me pregunto cómo hacen ellos, ya que yo a esa edad no tenía ni un duro y nunca se me habría ocurrido irme a un viaje así a costa de mis padres. En fin…

Empezamos el día con un paseíto vespertino en la Mossy Forest, o bosque del moho(o quizá sea del musgo) en español, aunque queda menos glamuroso. Nuestro guía no era muy simpático y parecía estar de mal humor, quizá por tener que aguantar a una panda de niñatos, pero controlaba de botánica una barbaridad. En algunos momentos tuve la impresión de que probablemente fuera biólogo. Nos explicó muchísmos detalles sobre la flora de la zona y sobre cómo se había formado el Mossy Forest. Por ejemplo, nos habló de una planta carnívora que servía para guardar el equilibro del ecosistema del Mossy Forest. Esta flor, llamada en el jergón popular “taza de mono”, generaba un líquido azucarado en su interior, permitiendo a los insectos entrar a beberlo. Si el insecto sólo bebía un poco, podía volver a salir sin problema, pero si bebía demasiado, caía “borracho” al interior de planta y era digerido por la misma. El problema es que esta flor tardaba mucho tiempo en desarrollarse y que otros guías poco respetuosos con el medio ambiente habían cortado demasiadas, por lo que en la actualidad era cada vez más difícil poder encontrarla. Es por eso, que la agencia Cameron Secrets Travel & Tours había decidido organizar su propio itinerario, donde nadie más tenía acceso, y se encargaban de respetar el medio ambiente.

Detalles

Orquideas en pleno campito

Taza de mono con agua dentro

El guía nos enseñó por lo menos una docena de orquídeas silvestres de todos los tamaños y colores y poco a poco nos fuimos adentrando en el Mossy Forest. El sitio era increíble, probablemente como me imaginaba el bosque del Señor de los Anillos cuando leía los libros, pero lo más impresionante de todo era el suelo. ¡Era como caminar sobre una alfombra mullidita! Años y años de hojas caídas, residuos orgánicos naturales y que el hombre nunca hubiera metido mano en ese entorno, había dado lugar a ese suelo, donde era una pura delicia caminar. Estaba húmedo sin ser barro y los árboles parecían taaaan viejos. Además no se oía ni un ruido del exterior, sólo pájaros y algún que otro animalillo.

Entrando al Mossy Forest

Ambiente mistico y sitio unico

El destino siguiente fueron las plantaciones de té. El guía nos subió a lo alto de una montaña para que tuviéramos una panorámica de los campos. Fue impresionante, porque allá donde la vista se perdía seguía habiendo campos de té. El té se introdujo en Malasia gracias a los birmanos, ya que algún comerciante chino malayo había oído que el pueblo birmano hacía infusiones con unas hojas y esta servía como bebida energética. Esa infusión no era más que el té como lo conocemos hoy día.

Arbustos de té completamente podados

Menudas vistas!

El árbol del té suele desarrollarse como cualquier otro árbol, pero lo que nosotros estábamos viendo eran arbustos. Cada tres años, se podaban los árboles hasta conseguir arbustos de unos ochenta centímetros. De esta forma se conseguían hojas más tiernas y la tarea de recolección era mucho más fácil. El guía nos explicó que el té de buena calidad es aquel que proviene de hojas jóvenes y tiernas, ya que contiene más teína que las hojas más viejas. Esto es también en parte por cómo procesa la propia planta el oxígeno.Nos hizo probar tres hojas diferentes y el gusto era totalmente distinto en cada una de ellas.

Por último hicimos la visita de una fábrica de té, donde se explicaba todo el procesado del mismo. Los pasos eran los siguientes:

  • Se extienden todas las hojas en una plataforma horizontal y se les aplica aire para quitar parte de la humedad y hacer que las hojas se queden flácidas

  • Luego se pasan las hojas por un rodillo para que la hoja libere un jugo y se rompan todas las células

  • Después se deja fermentar durante un par de horas. Es en este momento que se va a desarrollar el sabor y el aroma del té.

  • Por último se seca a 1000 grados centígrados las masa fermentada durante media hora. Esto da lugar a que las hojas tengan la tonalidad marrón que todos conocemos. ¡ Y el té ya está listo para ser empaquetado!

Maquina para cortar las hojas y recolectarlas

Sacando el jugo a las hojas para fermentarlas luego

Y el resultado final es este!

Antes de llegar a Cameron Highlands ya habíamos oído que en la zona se podía encontrar la flor más grande del mundo: la Raflessia. Dicen que es una flor, pero más bien es un parásito, y puede llegar a medir 106 centímetros de diámetro. El olor que emana de esta flor parece ser nauseabundo y sólo florece durante cinco días, luego muere. No hay temporada para la Raflessia y su floración depende de los insectos que transportan el parásito, por lo que puede crecer en cualquier sitio.

Al llegar a Cameron Highlands, nos dijeron que una Raflessia acababa de morir, pero que los guías especializados ya estaban buscando otra. En cuanto tuvieran noticias montarían una excursión, pero pasaron un par de días y nada de nada. Por suerte, la noche antes de decidir si nos íbamos o no, nos dijeron que habían encontrado una. ¡Íbamos a ver la flor más grande del mundo! (o eso creíamos). Contratamos una excursión con la agencia Kang por 35 MYR (8.40EUR) y quedamos que pasarían a la mañana siguiente a las nueve menos cuarto por nuestro hotel.

Nos levantamos por la mañana y a la hora acordada esperamos en nuestro hotel. Diez minutos, quince, veinte…. ¡Parecía que tardaban!, aunque seguro que tardaban tanto porque tenían que recoger a mucha gente. Veinticinco minutos, treinta… Pedimos a nuestro recepcionista que llamara a la agencia para saber qué pasaba. Que no nos preocupásemos, que iban a pasar a por nostros. Treinta y cinco minutos, cuarenta, cuarenta y cinco, una hora…. Bueno, ya estaba claro que nadie iba a recogernos y que nos habíamos quedado sin excursión. ¡Menudo mosqueo y menuda mala leche! Fuimos a la agencia y les pedimos explicaciones. Por lo visto el chófer nos había olvidad y ya estaba en la selva, por lo que no podía dar la vuelta y venir a buscarnos. Le explicamos que habíamos llamado hacía media hora y que si se estaban quedando con nosotros… En fin, pedimos que nos devolvieran el dinero. Nos lo delvovieron, pero no sin que antes la tía impresentable de la agencia sugiriera que cambiásemos el tour para el día siguiente. Claaaaro, claaaaro…

Nos quedamos sin Raflessia, así que improvisamos una caminata por uno de los circuitos cercanos al pueblo. No diré que fue feo, pero no como la Raflessia :(. Compensamos con un Banana Leaf, un plato indio que se sirve en una hoja de plátano y que está compuesto por varios guisos.

Haciendo terrazas para poder cultivar

Colores impresionantes

El tractor nos dedica una sonrisa

Mas flores de colores espectaculares

Al día siguiente pusimos rumbo a nuestro último destino en Malasia, la isla de Penang.

Les Cameron Highlands, l’Auvergne de la Malaisie

Les Cameron Highlands

C’est un plaisir de débarquer dans les Cameron Highlands : il y fait frais, autour de 25°C. A 1400m d’altitude, on a plus de 10°C de moins qu’à Kuala Lumpur.

Nous logeons à l’hôtel Height Mentiggis, à Tanah Rata, cher mais confortable. Aussitôt arrivés, nous allons chez le médecin. Comme d’habitude en Malaisie, il parle parfaitement anglais. Il prescrit à Marta des antibiotiques plus forts que ceux qu’elle avait eu à Kuala Lumpur, et son otite disparaît en quelques jours.

Nous prenons part à une excursion à la journée à la Mossy Forest et dans les champs de thé. Le guide connaît maîtrise parfaitement son sujet, mais semble toujours énervé, sans que nous sachions précisement pourquoi. Peut-être en a-t’il marre de trimballer dans la forêt la jeunesse dorée d’Amérique et d’Europe. En effet, on trouve en Malaisie de nombreux étudiants, voyageant de quelques mois à une année aux frais de leur parents. C’est sûrement mieux pour eux que de rester à Versailles (ou équivalent), et s’ils sont souvent au début de leur périple condescendants et égocentriques, voyager leur ouvre certainement l’esprit.

Sentier dans la Mossy Forest

Mossy Forest

La Mossy Forest, certainement l’endroit le plus froid et le plus humide de Malaisie est un enchantement. Le sol est mou sans être boueux, et c’est vert, très vert. Nous voyons la plante phare du coin : les Népenthès, plantes carnivore ambivalente : certains insectes y pénètrent, boivent le liquide sucré et toxique secrété par la plante et s’y noient avant d’être digérés. D’autres ne boivent qu’une petite quantité de liquide et entrent et ressortent de la plante sans problème. La plante a été identifiée comme nécessaire à l’équilibre de l’écosystème de la Mossy Forest, mais malheureusement c’est une plante qui est trop souvent cueuillie. On n’en trouve plus au bord des routes comme auparavant, ni aux abords des sentiers fréquentés et c’est pour ça que l’agence qui organise l’excursion a créé son propre chemin de randonnée.

Jolie Népenthès blanche

Les étapes du développement de la Népenthès: de la feuille à la fleur

Nous allons voir ensuite les champs de thé. Laissée à l’état naturel, la plante du thé ressemble à un petit arbre. Mais cultivé, elle prend la forme d’une haie d’environ 80cm de haut, car chaque année, les feuilles de la partie supérieure sont récoltées. Auparavant ça se faisait avec des ciseaux taille-haie, maintenant les travailleurs utilisent une sorte de grande tronconeuse portée à deux, ou des machines type moissonneuses-batteuses spéciale thé dans les champs plats. Mais à cet endroit, aucun champ n’est plat, c’est impressionnant de voir des pentes à 30° couverts de buissons de thé, et d’imaginer à quel point la récolte doit être difficile avec cette pente.

Champs de thé

Instruments de récolte du thé: au premier plan l’ancienne méthode, et à l’arrière plan la nouvelle

Nous nous attendions à sentir une odeur de thé émaner des champs. Mais lorsqu’on s’approche, les feuilles s’avèrent n’avoir aucune odeur particulière. Juste la même odeur que pourrait avoir une feuille de platane ou de chêne. Pour obtenir l’odeur et la saveur caractéristique du thé, il faut broyer les feuilles, les laisser fermenter, puis les faire sécher (maintenant les feuilles sont même pré-séchées avant le broyage pour éviter tout pourissement lors de la fermentation).

Broyeur de feuilles de thé imitant le broyage à l’ancienne dans la paume de la main

Et le résultat après fermentation et séchage: des boites de thé

Le guide nous explique que le thé vient de Birmanie, où les feuilles étaient consommées telles quelles bouillies dans l’eau comme boisson énergisante.

Nous nous renseignons pour voir la fameuse Raflessia, une sorte d’énorme fleur qui pousse comme un champignon, exahltant une odeur de viande pourrie (et qui ressemble à un gros morceau de viande à l’état de bourgeon). Il n’y a pas de saison pour la Raflessia, cependant, lorsqu’elle fleuri, elle ne dure que quelques jours. Et c’est une plante plutôt rare. Du coup, les excursions pour voir la Raflessia s’organisent ainsi : un guide identifie un endroit où une Raflessia est prête à fleurir, il va la voir tous les jours, et le jour où elle fleuri, une excursion s’organise.

Lorsque nous arrivons une Raflessia s’aprête à fleurir, mais il nous faudra attendre deux jours pour qu’elle fleurisse. Nous contractons une excursion avec Kang Tours. Le jour J nous attendons à notre hôtel. Passe une demi-heure, le réceptioniste de l’hôtel appele l’agence. Pas d’inquiétude, le chauffeur va passer. Une autre demi-heure plus tard toujours rien. Nous nous rendons à l’agence, et le chauffeur nous a tout simplement oublié. Pas très professionnel sachant qu’en plus nous avions téléphoné. Nous récupérons notre argent et pour ne pas perdre la journée, nous faisons la randonnée 9 et 9A. Ca ne vaut pas la Mossy Forest, mais c’est une agréable rando quoiqu’un peu difficile : dévers boueux, pentes fortes… et qui passe au milieu des champs (pas de thé cette fois-ci mais des champs maraîchers).

Potagers

Tracteur souriant

Chapelle au milieu des champs

Chemin “9A” le long de la conduite forcée

Etrange fleur sans tige poussant à même le sol

Niveau culinaire, mise à part bien sûr le thé qui sent très bon, rien de remarquable. Nous tentons le fast-food musulman de la chaîne « Marry Brown », et nous nous demandons de quoi est fait le poulet du hamburger. Une chose à tenter quand même : aller à un des restaurants indiens et commander une « Banana Leaf » : une feuille de bananier sur laquelle est servit un peu de tout.

Le soir nous partons pour notre dernière destination en Malaisie, l’île de Penang. Nous prenons le bus : moins cher que le mini-bus, et qui est réputé conduire moins dangereusement. Il faut juste se rendre à la gare routière (5min à pieds). Le bus nous dépose au terminal de bus de Georgetown (la principale ville de Penang) à 15min à pied des hôtels.

Drapeau de la Malaisie

Viviendo como Moglie en el Libro de la Selva : Taman Negara

Si hay algo único y especial en Malasia, desde luego, que es el parque nacional Taman Negara, donde se encuentra la selva más antigua de la Tierra. “Sólo” tiene 130 millones de años. Este título no lo ostenta ninguna otra jungla del mundo, ya que sólo Taman Negara resistió a las distintas glaciaciones que se produjeron en la Tierra, dado que se encuentra en latitudes muy cálidas.

Monito. Este no estaba de muy mala leche

Como no nos íbamos a perder un sitio así de especial, contratamos un paquete de transporte con Han Travel desde Kuala Lumpur hasta Taman Negara. Este paquete combinaba minibús entre Kuala Lumpur y Kuala Templing y un barco entre Kuala Templing y Taman negara por 75 MYR (18.00EUR) por persona. El barco fue toda una sorpresa, ya que esperábamos algo tipo ferry, pero resultó ser una piragua “tuneada” de madera con motor. La piragua tenía un techo para protegernos del sol y había cojines en el suelo y un respaldo para estar cómodos. Al menos, cabían unas veinte personas. La navegación por el río fue muy agradable, ya que podíamos ver los bosques y la selva desde una situación privilegiada. No quita, que en tres horas de barco nos dio tiempo a echarnos alguna siestecita que otra 🙂

Aguas color chocolate

Las canoas tuneadas

Marta completamente sopa

Tomando calles secundarias

Jugando en las orillas del rio

Llegamos a Kuala Tahan, el pueblo que está en la orilla opuesta al parque nacional, y empezamos a buscar alojamiento. Bueno, mejor dicho, yo me quedé con las mochilas y Fred echó un vistazo en todo y cada uno de los hostales del pueblo. Los hostales eran caros y las prestaciones no muy buenas, así que decidimos que para tener algo malo, mejor pagar poco. Así fue como nos instalamos en Rippi Hostel, cuyo lema era “No contamos mentiras a los viajeros” (No bullshit). El dormitorio costaba 10MYR (2.40EUR) por persona, así que no había mucho lujo ni limpieza. Lo “más divertido” del sitio eran las cañerías, que estaban suspendidas en el aire y atadas con cuerdas que terminaban en el techo. Lo segundo “más divertido” es que, como en el resto de países asiáticos, había que descalzarse al entrar para no ensuciar el interior, ¡pero había tanta mierda dentro como fuera!

Terracita del Rippi 

La limpieza brillaba por su ausencia

Aunque el hostal era un desastre total, la personalidad del dueño hacía que te olvidaras del resto. Rippi había empezado trabajando como agente de viajes en un agencia. Como el trabajo de oficina no le acababa de llenar, decidió que lo mejor era convertirse en guía y desempeñó ese trabajo durante veinte años en la jungla. A los cuarenta y pico años había parado con el guiado, ya que decía que estaba muy viejo para un trabajo que requería mucha fortaleza física. Así que se había reconvertido otra vez y había abierto un hostal al lado de su parque querido, donde podía darse paseos de vez en cuando para quitarse el gusanillo. Nos contó mil y una batallitas. Desde turistas frustados que habían intentado entrar en el ejército y no lo habían conseguido y pedían entrar en la selva en plan comando durante la época de lluvias, hasta el día que se econtraron de frente con un tigre y tuvieron que estar mirándole fijamente a los ojos sin moverse hasta que se marchó. Le preguntamos que si había tigres todavía y nos dijo que unos pocos, no muchos. En veinte años de profesión, sólo había oído de avistamiento de tigres en seis ocasiones (contado la suya), pero nos contaba que el avistamiento de panteras y elefantes era algo mayor. Prefería mil veces más encontrarse con un tigre que con una pantera, ya que decía que esas eran las peligrosas de verdad, muy traicioneras.

La gente dejaba ropa atestiguando su trekking en la selva

Fred aprovecho para dejar su banador preferido, que tras ocho meses estaba asi. La gente le miraba raro cuando aparecia en la playa con esta prenda unica…

Rippi nos preguntó que qué planes teníamos para nuestra estancia y le contamos que queríamos dormir en uno de los refugios del parque para poder comprobar lo que habíamos oído de la selva por la noche, recorriendo uno de los caminos balizados sin guías. No nos tachó de locos, como habría hecho un agente de viajes que intenta venderte un tour, sólo se limitó a darnos un consejo: tres litros de agua por persona y por día.

A la mañana siguiente yo me levanté regular, la otitis seguía dando guerra y aunque me encontraba mejor gracias a los medicamentos que me dio el médico de Kuala Lumpur, no estaba bien del todo. A pesar de ello, decidimos seguir con el plan de hacer un trekking y dormir en uno de los refugios. Fred había echado un vistazo al mapa del parque y había elegido un refugio que se encontraba a 11 kilómetros, Bumbun Treggan, un paseo sin mucho desnivel con llegada a una zona donde no había asentamientos humanos.

Mapa con los caminos del parque

Preparamos todo el avituallamiento, consiguiendo comida para llevar en los restaurantes del pueblo a falta de un supermercado, y nos dirigimos a las oficinas del parque para avisar que íbamos a pasar la noche en el refugio (es obligatorio). Abonamos la tasa de entrada del parque y la utilización de cámara fotográfica, 7 MYR (1.68EUR) por los dos, la tasa para dormir en el refugio, 10MYR (2.40EUR) por los dos, y la entrada al Canopy Walk, 10 MYR (2.40EUR) por los dos. Los guardas anotaron nuestros nombres y el refugio donde íbamos a pernoctar. Nos dieron un mapa fotocopiado con los caminos y ¡ya estábamos listos para salir!

Cruzamos el río en barca y desembarcamos en el pontón del resort Mutlara Taman Negara, un mega hotel y complejo turístico de lujo a las puertas del parque. El sitio pintaba bien, pero no quisimos saber cuánto costaba la nohe allí :S

Empezamos a caminar y el principio fue muy fácil. Había plataformas de madera, elevadas a unos treinta centímetros del suelo, que nos permitían avanzar a buen ritmo. El paisaje no distaba mucho de un bosque normal, pero la gran diferencia era la densidad de árboles y el tamaño.En Taman Negara los árboles son altísimos y muy delgados. Es la selección natural que se produce cuando la vegetación es densa y los árboles tienen que crecer para buscar la luz del sol. Al ser tan altos, las raíces eran muy particulaes. Es como si las raíces fueran los contrafuertes que mantienen erguido el árbol, apuntalándolo en la base. También estaban las lianas, que eran gigantes, pero no fue muy buena idea hacer el cafre con las lianas que no tocaban el suelo, ya que estaban muertas y se rompían con facilidad a pesar de ser gorditas.

Siguiendo el camino

Fred posando al lado del arbol

En cuanto a animales, no encontramos nada exótico como tigres o leopardos, pero vimos alguno que otro. Con lo animales pasaba lo mismo que con los árboles, su tamaño era gigante para nuestros estándares europeos. Nos encontramos con un cerdo-jabalí que comía tranquilamente sin importarle nuestra presencia, un lagarto del tamaño de la mitad de mi brazo, hormigas rojas del tamaño de medio dedo con su consiguiente hormiguero gigante, algún mono y otro animal que no conseguimos identificar porque el follaje era demasiado denso y sólo pudimos escuchar el ruido que hacía al alejarse de nosotros, quizá un guepardo 😛

Cochino? Jabali?

Lagarto grandecito

Hormiguero apto para la las lluvias. Al menos tiene 50 cm de alto.

Hormiga gigante

Una vez se acabaron las plataformas de madera y la mañana se iba echando encima, caminar se convirtió en una actividad muy pesada. El calor, la humedad y las raíces de los árboles no estaban haciendo nuestro paseo nada fácil y avanzábamos muy despacio. Ya nos había dicho Rippi que en la selva es el mental que cuenta, pero pensábamos que exageraba hasta vernos allí. Nos habíamos bebido un litro de agua entre los dos en menos de una hora y comprendimos por qué Rippi nos había dicho que lleváramos tres litros por día y por persona: el calor en la selva es agobiante y se pierde mucha agua sudando, por lo que hay que hidratrarse de contínuo. Yo no me sentía muy bien, en parte por la otitis y en parte por el calor, yo creo que hasta tenía fiebre o quizá sólo era la temperatura ambiente. En cualquier caso, le dije a Fred que no me veía haciendo un paseo de once kilómetros a ese ritmo y en esas condiones, por lo que convenimos que mejor ponerse mala en la ciudad que en mitad de la selva.

Vistas desde uno de los refugios

Dimos la media vuelta y para compensar hicimos el Canopy Walk, que no es más que una serie de pasarelas suspendidas en los árboles para facilitar la observación de la selva. La pasarela más alta estaba a 35 metros del suelo, pero no daba la sensación de vértigo porque no veíamos el suelo y porque había una malla protectora en la pasarela. El Canopy Walk suele estar cerrado los días posteriores a la lluvia, ya que las raíces de los árboles suelen ceder un poco porque el terreno está menos compacto y consideran que puede ser un poco peligroso. Nosotros tuvimos suerte 🙂

Con tanto arbol no da vertigo

Pantalones por dentro de los calcetines para evitar las sanguijuelas.

Por último, aprovechamos para ir a darnos un baño a las negras aguas del río Lubok Simon y volver al pueblo. Rippi no se sorprendió al vernos de vuelta 🙂

Fred miraba de reojo el agua mientras nadaba. Qué mal rollo!

 Al día siguiente nos fuimos hacia Cameron Highlands, porque no había mucha opción sanitaria en el Taman Negara y los medicamentos que me habían dado no estaban hacendo efecto al 100%. Nos dio mucha pena no haber podido disfrutar más del parque y haber escuchado el sonido de la jungla de noche, pero ¡la salud es lo primero! Tomamos la piragua e hicimos el recorrido inverso en el río, pero esta vez sólo tardamos dos horas porque íbamos en el sentido de la corriente.

Nubes diciendo adios…

Dans la jungle


Le Taman Negara, qui signifie en malaisien « Parc National », est paraît-il la plus ancienne forêt tropicale du monde. Elle a résisté aux périodes glaciaires et aux tremblements de Terre. Ça veut dire que cet endroit n’a guère changé en 130 millions d’années.

Pour y aller, la manière la plus habituelle (pour les touristes), c’est de prendre le bus jusqu’à Kuala Templing, puis de faire 27km en bateau le long de la rivière Templing pour enfin arriver à Kuala Tahan, aux portes du parc national. Nous choisissons un package tout fait, bus+bateau avec Han Travel (75 MYR (18.00EUR) par personne).

Le trajet en bateau est sympa. Nous nous attendions à un bateau du genre ferry, car on nous avait parlé de « bateau » sans entrer plus dans les détails, et finalement ça s’avère être une pirogue en bois, plus confortable que les pirogues locales car il a été ajouté un toit en plus. A l’aller nous sommes à contre courant, et le barreur négocie habilement les quelques mini-rapides qui se trouvent sur le chemin. Mais même si c’est agréable, le trajet durant 3h, nous nous endormons au bout d’une petite heure, assoupis sur les gilets de sauvetage qui servent surtout d’oreiller dans cette rivière où la profondeur d’eau doit dépasser rarement le mètre.



Une fois arrivés à Kuala Tahan, il faut trouver un hôtel. Le rapport qualité-prix est plutôt mauvais ici, et finalement nous prenons le moins cher de tous, Rippi Hotel, à 10 MYR (2.40EUR) la nuit par personne en dortoir. Quitte à être dans un endroit sale et peu confortable, autant payer peu. C’est une maison en bois qui surplombe la rivière avec des matelas à dormir debout, et une plomberie qui tient avec des bouts de ficelle. Ici, comme partout ailleurs en Asie, on doit enlever ses chaussures avant de rentrer. Je suppose que ça sert entre autres à ne pas salir l’intérieur des maisons avec ses chaussures. Mais ici, l’intérieur est aussi sale que l’extérieur, donc on se pose des questions sur l’intérêt de se déchausser.


Heureusement l’état de l’hôtel est compensée par la personnalité de son propriétaire, Rippi. C’est un ancien guide (qui d’ailleurs exerce encore occasionnellement pour ne pas perdre le métier), du coup il a des choses à raconter : des touristes frustrés de ne pas être rentré dans les commandos de l’armée qui veulent faire un trekking hors des sentiers en saison humide, à la vision d’un tigre en plein milieu d’un sentier (ça arrive en moyenne une fois tous les 20 ans).

Son avantage, c’est qu’il est plutôt direct et honnête dans l’info qu’il donne. Lorsque nous lui disons que nous voulons faire un trek de deux jours sans guide dans la jungle, plutôt de nous dire « vous êtes fous, vous aller mourir », comme pourrait le dire quelqu’un qui vend des packages de trekking avec guide, il nous dit juste « prenez 3 litres d’eau chacun par jour ».

Nous jetons un coup d’œil sur la carte du parc, rien à voir avec une carte topographie, c’est une feuille A4 avec dessins des chemins à la main photocopiée. Mais sont indiqués les distances et les temps de parcours. 7h pour faire 11km de plat, ça semble beaucoup au premier abord. Mais quand on est sur les sentiers, on se rend compte que les durées ne sont pas exagérées. Le terrain n’est pas particulièrement difficile et les dénivelés sont faibles. Mais la chaleur et l’humidité, ralentissent vraiment, dans cette jungle, il est impossible de marcher rapidement. Nous prévoyons notre itinéraire pour le lendemain : aller dormir dans le mirador (une sorte de refuge non gardé sommairement aménagé) de Bumbun Trenggan, et revenir le jour d’après.

Le lendemain, Marta ne se sent pas très bien, mais nous décidons d’y aller quand même. Nous achetons de l’eau et des vivres (riz frit dans une barquette) dans un restaurant local, puis nous rendons au bureau du Parc National pour acheter le droit d’entrée au « Canopy Walk » (5 MYR (1.20EUR)), et le droit de dormir dans le refuge (5 MYR (1.20EUR)). Nous nous sommes déjà acquité du droit d’entrée dans le Parc National à Kuala Templing (7 MYR (1.68EUR) pour les deux).

Pour se rendre dans le Parc National proprement dit, il faut traverser la rivière. Pas de pont, il faut prendre une pirogue, qui facture la traversée au prix fixe de 0.5 MYR (1.20EUR). Nous débarquons au Mutlara Taman Negara Resort, un immense complexe hôtelier avec Bungalows, Chambres d’hôtel, Dortoirs, Camping… qui coûtent tous le double que sur l’autre rive. Mais l’avantage, c’est que ceux qui logent ici ne sont pas dépendant des pirogues pour traverser et peuvent se lever à 4h du matin pour observer la faune. Sur ce thème, le Taman Negara n’est pas extraordinaire. La plupart des animaux ont migré vers le centre du parc, très difficile d’accès, et de toute manière la jungle est tellement dense, qu’il pourrait y avoir un léopard à 2m de nous sans que nous nous en rendions compte. Mais nous pouvons quand même voir deux gros lézards (j’en croiserai également dans le centre ville de Penang), et une sorte de sanglier, sans compter les insectes, différents par la forme et surtout la taille de ce que nous avons en Europe.


Les premiers kilomètres de sentier qui se trouvent autour du Mutiara Resort ont été aménagés avec un important réseau de plateformes. On marche donc sur des planches en bois à une trentaine de centimètres au dessus du sol. Nous passons par le Canopy Walk qui est sur notre chemin. Il s’agit d’un ensemble de ponts suspendus aux troncs des arbres (ancrés de la même façon qu’un parcours d’accrobranche), pour une longueur d’environ 500m. Les ponts sont parfois vraiment haut, mais peu de sensation de vertige car les filets protecteurs montent haut donnant une sensation de sécurité. A noter que les jours et les lendemain de pluie importante, le parcours peut être fermé (tout ou partie), car les arbres bougent un peu trop lorsque la terre dans laquelle ils sont enracinés est détrempée.

Pour les arbres du Taman Negara, toute la compétition se joue sur la hauteur : les troncs ne sont jamais très gros comparés à la taille des arbres. Pour compenser cela, ils ont une base étrange : le tronc est comme soutenu par 3 ou 5 contreforts naturels. Les lianes, qui sont des plantes poussant depuis les branches des arbres (les graines sont amenés par les animaux) jusqu’au sol, sont gigantesques. Petit conseil pour utiliser une liane à la mode de Tarzan: les lianes qui ne sont pas connectées au sol sont mortes, elles cassent instantanément, et ça fait mal au coccyx.

Nous continuons notre promenade, mais plus le temps passe, plus Marta se sent mal. Elle a un reste d’otite, et avec 40°C, et un climat très humide ce n’est pas près de s’améliorer. Nous décidons qu’il est plus raisonnable de passer une nuit malade dans la ville qu’au milieu de la jungle, et décidons de rentrer, après s’être baigné dans les eaux noires du Lubok Simon. Au passage, nous prévenons les gardes du parc, histoire qu’ils n’aillent pas nous chercher dans le refuge à 11km d’ici en cas d’évacuation du parc pour une raison X ou Y.

Niveau médecin, à Kuala Tahan, c’est faible, donc nous faisons le plein de « 100 plus », l’isotonic que l’on trouve en Malaisie, et réservons la pirogue+bus pour les Cameron Highland, où on trouvera plus facilement un médecin et où le climat est beaucoup plus frais.

En allant réserver les tickets au restaurant flottant de Han, nous voyons un groupe revenir du « River Rapid Shooting » : il s’agit d’une promenade en pirogue à moteur qui remonte le plus possible sur la partie navigable de la rivière afin de s’approcher des rapides. En plus d’être bien trempés, tout le monde avait l’air enchanté de la ballade.

Nous refaisons les 27km en pirogue en sens inverse (mais en une heure de moins car nous sommes dans le sens du courant), et prenons le minibus pour les Cameron Highland (à noter le restaurant de Han Travel est à éviter).

Sinon pour l’anecdote, j’ai du me débarrasser de mon fidèle maillot de bain qui n’a pas tenu les 8 mois de voyage.

Kuala Lumpur, une agréable surprise

Nous avons décidé de ne rester que 10 jours en Malaisie. C’est pourtant un pays qui ne manque pas d’atouts : les services et les infrastructures sont au niveau de celles de n’importe quel pays développé tout en ayant des prix tout à fait abordables, que l’on trouve d’habitude dans les pays en voie de développement  Par exemple, pour nous rendre de l’aéroport international (KUL) au centre ville, 45km, dans un bus aussi confortable que les bus Air France, mais qui coûte 7 fois moins cher.

Le métro aérien est très agréable à utiliser (bien signalisé, climatisé…), et un effort a été fait pour l’écologie: plutôt que d’avoir des tickets jetables, il y a un système de jetons réutilisables qu’on valide à l’entrée et qu’on glisse dans une fente pour sortir.

Nous avons trouvé un hôtel, Birdnest 2, sympa, mais un peu suffocant : il n’y a pas de climatisation et les chambres ne disposent que d’une fenêtre donnant sur le corridor. Mais pour le prix, difficile d’avoir mieux à Kuala Lumpur, où on peut manger pour moins d’un euro, mais où une chambre d’hôtel coûte minimum 15 euros. Et niveau quartier c’est plutôt sympa: au milieu de Chinatown à deux pas du métro.

Nous déjeunons avec Ivan, un ami de Marta qui vit à Kuala, dans un excellent restaurant chinois. En effet en Malaisie vivent ensemble, chinois, malais et indiens (ce sont les 3 majorités). Du coup on trouve une cuisine variée et souvent excellente, le point d’orgue étant l’île de Penang où le mélange des cultures (et du coup des saveurs) est encore plus marqué que dans la capitale.

Fatigué de négocier quotidiennement avec les chauffeurs de Taxi, Ivan s’est acheté une moto. Mais il lui manque l’accessoire qu’ont tous les locaux: une veste (ou une doudoune) que les gens enfilent à l’envers (c’est à dire fermeture éclaire dans le dos), afin de protéger leurs avant-bras du soleil.

Autre particularité locale, mise à part les vestes à l’envers, c’est la discrimination positive. Les malais étant historiquement moins bien lotis sur le plan économique et éducatif que les migrants (chinois, hindous …), l’état a décidé d’imposer des quotas. Ca a marché, et les quotas sont désormais devenus inutiles. Mais maintenant, comme souvent, difficile de retirer un privilège à un groupe sans risquer de perdre les élections.

Autre bizarrerie politique. Pour complaire à ses pays partenaires du moyen orient (Emirats Arabes, Arabie Saoudite…), et au Brunei, qui investissent dans ce pays et dont les habitants s’y rendent en vacances, l’état, dont la religion officiel est l’Islam, se montre très conservateur sur le plan religieux. Par exemple, un concert de Beyonce a été annulé par les autorités car la chanteuse n’était pas considérée comme assez habillée, et dansait de façon un peu trop lascive. Pourtant les Malasiens n’étaient pas du même avis car toutes les places se sont vendues en moins d’une heure. Un vendeur peut aussi être poursuivi en justice s’il vend une boisson ou de la nourriture à un musulman pendant le Ramadan.

J’envoie à tout hasard un message à Vincent, mon pote de Perth, qui doit travailler à Kuala Lumpur ces jours-ci. Par chance c’est son dernier jour ici, du coup nous pouvons passer la soirée ensemble, Vincent, Marta, Ivan et moi. Sans oublier de faire bien sûr la photo classique devant les Tours Petronas.

A Kuala Lumpur, peu d’attractions touristiques au sens classique du terme : pas de monument historique, pas de paysage remarquable. Nous nous rendons tout de même à la Batu Cave, une grotte à flan de montagne à 100m de haut qui surplombe toute la ville. C’est surtout un grand lieu de culte hindou, avec une énorme statue peinte couleur or qui surveille l’entrée de la grotte. Un lieu à ne pas manquer qui donne un aperçu de ce à quoi peuvent ressembler j’imagine les lieux de culte et de pèlerinages que l’on trouve en Inde.

Et que font les habitants de Kuala Lumpur pour se divertir? Ici pas grand monde ne fait de sport, les alentours de la ville ne sont pas des lieux où l’on a envie de se promener. C’est simple : ils vont aux centre commerciaux. Ici, c’est une institution. On y trouve de tout : médecin, coiffeur, parc d’attraction…

Nous profitons qu’ici tout le monde parle anglais pour nous rendre au médecin pour faire soigner l’otite de Marta. Le médecin, dont le cabinet médical se situe dans un centre commercial entre un restaurant chinois et un restaurant hindou, est compétent et très intéressé par le monde extérieur. Il nous prie de revenir pour discuter, même si on a pas de problème de santé. Sympa ! Petite mention aux médicaments : ici aussi ils sont plus évolués qu’en Europe et vendent les médicaments à l’unité. Si le traitement est de 8 jours on a 8 gélules au lieu d’avoir deux boîtes de 6. Quant à moi j’en profite pour aller chez le coiffeur, car je ne sais pas si je recroiserai un pays où les coiffeurs parlent parfaitement anglais. Le seul problème, c’est que lorsque la coiffeuse me parle de longueur de cheveux, elle parle en pouces. J’opte pour une coupe à ½ pouce, et le résultat est plus que correct. A noter qu’à la fin elle me passe littéralement l’aspirateur sur le visage et le cou, avec un mini aspirateur spécialement prévu à cet effet. C’est plutôt une bonne idée, car c’est la première fois que je sors du coiffeur sans avoir de partout des petits morceaux de cheveux qui grattent. Ceci, bien sûr dans un centre commercial, celui de Time Square, complètement disproportionné.

Apres le coiffeur, nous cherchons où se trouvent les montagnes russes. Finalement, nous les trouvons entre le 5eme et le 7eme étage, où toute une aile du bâtiment a été aménagée en parc d’attractions. Et ce n’est pas un petit train pour enfants, ce sont des vrai montagnes russes avec looping et compagnie. A voir pour le croire.

 

Au final nous avons passé 3 jours sans nous ennuyer, dans cette capitale qui n’a soit-disant rien d’intéressant comparé au reste de l’Asie du Sud-Est.

Notre prochaine étape, le parc du Taman Negara, qui abrite la forêt vierge la plus ancienne du monde.

 

La javanaise

Nous débarquons de nuit à Yogyakarta et l’ambiance est bien différente du reste de Java : c’est très touristique, et tous les 20 mètres quelqu’un nous propose de nous vendre quelque chose. Nous suivons toutefois l’un d’entre eux qui nous propose un hôtel, et il nous amène dans une toute petite ruelle où se trouve effectivement un Losmen (chambre d’hôtes) au calme et d’un excellent rapport qualité-prix (Lotus Losemen). Il a bien mérité sa commission.

Le petit déjeuner est excellent : au lieu de servir un sois-disant petit déjeuner occidental (toasts, beurre à moitié fondu, et gelée chimique immangeable en guise de confiture), ils proposent également un petit déjeuner indonésien : Nasi Goreng (riz frit), accompagné de fruits, qu’ils savent faire bien mieux que n’importe que ersatz de pain à la confiture. C’est à l’occasion du petit déjeuner que nous rencontrons une touriste Argentine, qui rencontre tous les problèmes possibles et imaginables avec ses moyens de paiement (en effet, les argentins sont limités par leur gouvernement pour les retraits et encore plus lorsqu’il s’agit de retrait en devises étrangères).

Yogyakarta, ancienne capitale est connue surtout pour les deux sites qui se trouvent à proximité de la ville : le Temple bouddhiste de Borobudur, et le Temple hindou de Prambanan. Il est très facile d’organiser une visite des deux sites depuis Yogyakarta. On peut visiter en une seule journée un de ces deux monument ou alors les deux. Les visites commence tôt, juste après le lever du soleil, ce qui permet d’avoir une belle lumière, et d’éviter la pluie de l’après-midi. Bien entendu en visitant les deux dans la même journée, il ne sera possible de faire de belles photos que dans le premier site. Nous choisissons de faire Borobudur et Prambanan le même jour (moins cher), avec l’agence Ari Tours pour 390 000 IDR (30.03EUR), entrées sur les sites inclus. Étrangement c’est moins cher de prendre son billet d’entrée sur les sites via l’agence qui assure le transport que de le réserver à l’avance sur internet.

En attendant, nous visitons les sites touristiques de Yogyakarta : le Palais du Sultan, le Water Castle et la rue marchande (immanquable, c’est sur le chemin du Palais).

Je l’ai déjà raconté, à Yogyakarta, tous les 20 pas, nous nous faisons héler par quelqu’un. Au mieux c’est pour nous vendre quelque chose et au pire c’est pour nous arnaquer. C’est triste à dire, mais je recommande aux touriste de ne jamais répondre aux gens qui leur adresse la parole dans les zones touristiques. Nous nous sommes arrêtés deux fois : la première fois, sur le chemin du Palais du Sultan, un « gentil monsieur » nous explique que le Sultan reçoit son homologue Malaisien, et que du coup le Palais est fermé pour les visites. Mais si nous voulons, nous pouvons aller à telle rue où ils vendent des supers Batiks (tissus peints). Il se propose même de nous accompagner. Lorsque nous lui disons que nous allons quand même marcher jusqu’au Palais il devient presque agressif et nous dit : « Pourquoi voulez-vous aller au Palais, puisque je vous dit que c’est fermé ! ».

Bref, nous arrivons quand même au Palais, qui bien sûr est ouvert, nous achetons les tickets et un « guide officiel », nous propose une visite guidée, inclue dans le prix du ticket. Sa visite est pas mal, il connaît bien l’histoire de ce lieu (qui d’ailleurs n’a rien de vraiment exceptionnel), et nous amène ensuite dans une boutique de Batik, « Batik Painting Art Centre by Hery’s ». Ce sont des tissus peints à la main, utilisés normalement pour réaliser des vêtements, mais qui sont également vendus aux touristes sous forme de tableaux, très pratique à ramener chez soi car ils se plient comme un drap. L’un d’eux attire notre attention, c’est un grand tableau représentant un dragon et après négociation, nous l’obtenons pour l’équivalent d’une centaine d’euros. Après une enquête sur internet, il s’avère que nous l’avons payé le double du prix « normal ». C’est pas une énorme perte, et le tableau est joli, même si ce n’est sûrement pas une pièce unique, mais c’est toujours frustrant de savoir qu’on s’est fait un peu arnaquer. Et pour finir, en plus de sa commission sur la vente du Batik, le guide nous demande un pourboire de 50 000 IDR (3.85EUR) (pour sa visite déjà incluse dans le prix du ticket).

Nous nous rendons également au Water Temple, aussi décevant que le Palais du Sultan. Mais pas d’arnaque cette fois-çi, nous arrivons même à nous faire ramener en Becak sans détours par aucun magasin de Batik ou de bijoux, ni agence de voyage. Pour éviter ce genre de détours, il faut certes négocier, mais pas trop. Nous payons 22 000 IDR (1.69EUR) pour 20min de trajet. Si quelqu’un propose 5000 IDR (0.39EUR) ou moins pour la même chose c’est qu’il y a anguille sous roche.

En revanche le Borobudur ne nous a pas déçu. Il s’agit d’un très ancien temple bouddhiste  immense, qui a été abandonné à la végétation pendant des années et restauré au siècle dernier. La plupart des bouddhisme ayant quitté Java il y a longtemps, ce temple, n’est plus en activité. Vous n’y trouverez pas de moines ni de fidèles priant, mais ça reste un lieu émouvant à voir, de par son ampleur et son raffinement (il faut faire preuve d’un peu d’imagination pour imaginer à quoi il ressemblait en activité).

 

Le Temple de Pramanban est également impressionnant, malgré qu’il ait souffert d’un important tremblement de Terre.

Entre les deux, nous visitons le plus modeste temple de Mendut, construit à côté d’un immense arbre de type Bayan.

Prévoyant d’aller dans un endroit un peu jet-set à Kula Lumpur, je décide d’aller m’acheter un pantalon à pinces et une chemise en meilleur état que celle que je trimbale depuis 8 mois. Pas de problème pour la chemise, j’en trouve facilement une correcte et bon marché. Il faut juste que je penser à enlever l’étiquette pour ne pas avoir de problème avec les douanes, car apparemment c’est une imitation d’une marque de luxe (à vrai dire je ne l’ai pas remarqué en l’achetant). En revanche pour le pantalon, c’est beaucoup plus difficile. En gros, le problème, c’est que les indonésiens n’ont pas de fesses, et qu’ils sont en moyenne plus petit que les européens. Du coup, entre les pantalons qui s’arrêtent au dessus des chaussettes, et ceux que je n’arrive pas à enfiler, je mets deux heures avant d’en trouver un qui me va. L’avantage c’est que je n’aurai pas besoin de faire d’ourlet. Heureusement que j’ai perdu 5kg depuis le début du voyage sinon je n’aurai rien trouvé.

Pour notre dernier soir, je tiens absolument à manger un Putu, pâtisserie fait à la minute : c’est un cylindre de tapioca rempli en son centre de sucre caramélisé et roulé dans la noix de coco. Le problème, c’est que ça se trouve chez des vendeurs ambulants qui marchent dans les rues avec une sorte de cuiseur vapeur qui siffle, permettant au vendeur de se faire entendre tout en cuisant ses Putus. Finalement, grâce aux indications du propriétaire de l’hôtel, j’en trouve dans la grande rue qui mène au Palais du Sultan. Et c’est délicieux.

Nous quittons Yogyakarta et l’Indonésie pour la Malaisie, via AirAsia, et une surprise nous attend à l’aéroport. Nous devons payer 100 000 IDR (7.70EUR) chacun à la Mafia locale aux autorités aéroportuaires. Or puisque nous nous étions arrangé pour retirer le minimum lors des derniers retraits, nous nous retrouvons sans Roupies Indonésiennes à l’aéroport. Heureusement, nous trouvons un distributeur pour retirer in-extremis la somme requise.

 

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