Como no todo puede ser trabajo en esta vida y el trabajo durante la semana en la ONG era “duro” (es lo que tiene no dar ni palo al agua durante seis meses), los fines de semana y algunas noches entre semana los disfrutábamos recorriendo rinconcitos de Bali con el resto de voluntarios.
Aunque Buitan era muy pequeño y no se mencionaba en ninguna guía, no teníamos muy lejos dos lugares muy turísticos: Candidasa y Padang Bai. Padang Bai, a unos veinte minutos en coche desde Buitan, era el pueblo desde donde zarpaban todos los barcos hacia Lombok y las islas Gilis y bastante conocido por los aficionados al submarinismo. Candidasa, a sólo cinco minutos en coche desde Buitan, era una ciudad-balneario construída para fomentar el turismo en la costa este de la isla. En cualquier caso, las dos ciudades estaban plagadas de bares, restaurantes, salones de spa y tiendas de souvenirs.
Durante la semana, había al menos una noche en la que íbamos a cenar fuera, porque no lo he dicho, pero durante un mes nos alimentamos almuerzo y cena a base del mismo menú: arroz, tempe, tofu y verduras. Kadek, la cocinera, hacía bien su trabajo, pero no era muy imaginativa. Es por eso, que cuando llegábamos al límite de saturación nos dábamos un capricho cenando fuera y saliendo a tomar una copa.
Gracias a estas salidas pudimos descubrir varias cosas:
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En caso de querer tomar alcohol lo mejor es pedir la cerveza local, Bintang, o la sidra balinesa fabricada con pera. El alcohol más fuerte no se adapta mucho a los gustos europeos, ya que en la mayoría de los bares sólo hay alcohol de arroz y es muy muy fuerte.
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Cada balinés tiene un artista en su interior y esto queda patente en la calidad de los conciertos en vivo que hay en los bares.
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Que si no se quiere comer arroz o noodles (fideos) es muy difícil encontrar un plato tradicional
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Que parecemos tontos y otra vez volvimos a caer en la trampa de la pizza. Repetid todos conmigo: NO HAY QUE COMER PIZZA FUERA DE ITALIA O EN RESTAURANTES REGENTADOS POR NO ITALIANOS.
Siguiendo el apartado culinario, aquí van algunas nociones:
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Nasi=arroz
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Mie= noodles
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Goreng= frito
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Ayam= pollo
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Ikan= pescado
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Urang= gambas
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Pisen= plátano
Con esta lista se puede descifrar el noventa porciento de platos descritos en una carta de restaurante balinés. El plato más representativo de su gastronomía es el nasi goren que no es más que arroz frito con verduras y huevo. A mí lo que más me gustó fueron los platos hechos con curry, ya que estaban para chuparse los dedos.
Otra observación con respecto a la gastronomía es que los platos no son muy copiosos y que los que tienen tendencias glotonas se quedarán con hambre normalmente. Lo bueno, es que luego puedes tomar un pancake de plátano en cualquier sitio 🙂
Los fines de semana aprovechamos para ir a playas donde el bikini no era obsceno y podíamos movernos con total libertad sin tener que soportar las miradas inquisitivas de ciertos personajillos masculinos. Cabe destacar dos playas: White Sand Beach, al norte de Candidasa, y una calita escondida al lado de Padang Bai (gracias Emelie por compartir el secreto).
Las dos playas son del estilo, con olitas, algo de coral y peces simpaticotes y de colores llamativos a los que observar con unas gafas de bucear. Sin embargo, la calita de Padang Bai es más de andar por casa. Hay restaurantes, pero no es una playa privada como la White Sand Beach. En la White Sand Beach puedes tomarte un coco con los pies tocando el agua mientras estás cómodamente sentado en tu tumbona. De todas formas, los restaurantes en la White Sand Beach nada tienen que ver son los resort de lujo que se pueden ver en ciertos puntos de la isla, si no que son negocios familiares regentados por gente local.
En los fines de semana que estuvimos en la ONG también tuvimos tiempo para visitas culturales. Vimos el templo del agua llamado Karangasem, muy bonito por cierto. Como anécdota divertida, que dicho templo ejercía también como piscina municipal 🙂 Tuvimos el privilegio de asistir a otra ceremonia hindú, el Galungan. Padang Bai estaba completamente engalado para esta fiesta, en la que los Balineses recibían el espíritus de sus antepasados en casa.
Durante los fines de semana también tuvimos tiempo de practicar un poco de deporte, pero este capítulo se escribirá en un post aparte porque es digno de una mención especial.