Una sorpresa inesperada: Kuala Lumpur.

Teníamos pensado hacer una visita relámpago en Malasia, sólo diez días, y Kuala Lumpur era el primer destino. No podíamos irnos del país sin conocer la capital, donde no sabíamos bien qué esperar. La sorpresa fue mayúscula, ya que encontramos una capital limpia, moderna y donde casi todo el mundo hablaba inglés. En realidad, en todos los destinos donde estuvimos todo el mundo hablaba un inglés más que decente: desde el tendero del ultramarinos de barrio hasta el señor que vendía los noodles en la calle. ¿Una gozada viajar así!

Gracias a los consejos de otros viajeros, encontramos un buen sitio donde alojarnos, el Birdnest 2. Era un hostal regentado por una pareja de ingleses muy hospitalarios. El precio estaba muy bien, 30 MYR (7.20EUR) por una habitación doble con baño compartido, pero lo malo es que la ventana de la habitación daba a un pasillo y hacía bastante calor. Estaba situado en pleno Chinatown y ambientillo no faltaba en el barrio.

 

Nuestra primera visita en la capital fue la consulta de un médico. Yo venía arrastrando una otitis intermitente por el mal estado del agua de la playa de Kuta y no me encontraba bien, incluso tenía un poco de fiebre. Como estas cosas sólo pueden ir a peor, preguntamos en el hostal para ir al médico y en seguida nos indicaron. Fuimos al edificio que nos habían dicho y resultó ser un ¡centro comercial! ¡Sí señor@s! En Malasia si quieres encontrar algo, hay que ir al centro comercial, porque es el lugar más probable. Entre restaurantes y tiendas de souvenirs estaba el consultorio. Un poco raro para nuestras costumbres europeas, pero en Asia las cosas funcionan de otra manera.

Éramos los primeros y nos atendieron en seguida. El médico hizo un chequeo de rutina de garganta, oídos , tensión, capacidad pulmonar, … en cinco minutos y nos tuvo en su consulta durante al menos otros quince minutos contándole cosas de la situación actual de Europa. Parece que esto de la crisis no pasa desapercibido. Me mandó unos medicamentos y nos dijo que podíamos pasar por el consultorio cuando quisiéramos, aunque sólo fuera para hablar, que no hacía falta que estuviéramos malos. Muy majete el buen hombre 🙂

Como tardamos menos de lo previsto en el médico, mandé un mensaje a Iván, un conocido español que llevaba seis años viviendo en Kuala, y quedamos para comer. Iván fue un cicerone excelente y nos llevó a comer al restaurante chino con el mejor cerdo al horno de todo Kuala. Estaba todo buenísimo y el restaurante estaba hasta arriba. Las mesas eran compartidas y en cuanto terminabas de comer había que irse, porque la cola en la calle era de aúpa.

Tranquilamente, tomando un café después de la comida, Iván nos contó muchas cosas sobre Malasia. Nosotros ya sabíamos que en Malasia había tres grupos étnicos (los malayos, los indios y los chinos), pero no sabíamos que había muchísima discriminación en el país. Resulta que después de la independencia de los ingleses, los malayos era el grupo étnico mayoritario, pero el más pobre. Para intentar aumentar el nivel de vida de este colectivo, el gobierno decidió imponer leyes de discriminación positiva. Por ejemplo, establecer cupos de estudiantes malayos en la universidad u obligar a contratar un porcentaje de personal malayo en todas las empresas. En principio la idea era buena, pero tanta facilidad hizo que los malayos se volvieran acomodados y se aprovecharan de forma indebida de estas ventajas. El problema es que ahora es difícil dar la vuelta a la tortilla, ya que los malayos siguen siendo el grupo más numeroso y por tanto el que representa el mayor número de votantes. El resto ya es historia conocida… También nos contó Ivan de lo hartos que estaban muchos ciudadanos con el gobierno, ya que el mismo partido llevaba veinte años en el poder. Todo el mundo estaba emocionadísimo con el cambio de poder, pero que estaban un poco hartos, ya que todos los partidos llevaban un año haciendo campaña porque no sabían cuándo se iban a convocar las elecciones exactamente. Por último, Iván nos contó que Malasia es el país musulmán low-cost donde ciudadanos ricos de los Emiratos Árabes, Arabia Saudí o Brunei vienen de vacaciones. Es por eso que el gobierno ha radicalizado un poco su postura con respecto al Islam, para tener contento a ese tipo de turistas. Por ejemplo, sacaron una ley que multaba a todo aquel que vendiera comida o bebida a un malayo durante el Ramadán. El gobierno también puso trabas al concierto de Beyonce, porque  consideraban su vestimenta poco adecuada moralmente. Beyonce canceló su concierto, pero que conste en acta que se habían vendido todas las entradas en un par de horas. En ese sentido, el gobierno y los ciudadanos están muy desconectados: el gobierno intenta radicalizar el Islám, pero el ciudadano de a pie lo vive de una forma normal.

Por la tarde dimos una vuelta por la ciudad y nos pasamos por la KL Tower, vimos el monorail y visitamos un poco el barrio chino. No nos dio casi tiempo a descansar porque habíamos quedado al atardecer con Ivan y con Vincent, el amigo de Australia de Fred que estaba en Kuala por trabajo, para ir a ver el atardecer y el encendido de las Torres Petronas en la planta 33 del Skybar. Era un hotel muy elegante, esos que tienen varias estrellas, por lo que hubo que ponerse elegantes. Aunque la cocacola fue cara, la vistas merecieron la pena 🙂

La cena fue en la terraza de un restaurante chino. La comunidad española había adoptado a su dueña, una china muy enérgica y marimandona, a la que todo el mundo llamaba Lola. La señora era una crack de los negocios, ya que había hecho outsourcing de todos los platos buenos que había en los restaurantes de alrededor. Ella los había incluído en su carta y cuando alguien los pedía, iban al restaurante de tres puertas más allá a comprar el plato en cuestión. Así que se veía venir a gente de otros restaurantes con platos sin saber a qué cliente había que dárselo. Era un lío estupendo, pero Lola lo tenía todo en la cabeza y el plato llegaba caliente al cliente que lo había pedido.

Después de la cena Iván nos sacó de bares y pudimos conocer a parte de la tropa de españoles y latinos que viven en Kuala. Todos nos decían que Kuala Lumpur no era una ciudad súper excitante, ya que no había mucho mercado cultural o actividades, pero que la calidad de vida era muy buena. Todos preferían irse de vacaciones a las playas paradisíacas de Tailandia o Indonesia, pero para trabajar decían que mejor Kuala Lumpur.

Al día siguiente fuimos a ver uno de los pocos atractivos turísticos de Kuala, las Batu Caves. Es un santuario hindú donde los malasios-indios peregrinan. Son unas cuevas enormes y albergan tiendas de souvenirs y templos con las distintas divinidades hindúes. El ambiente está guay porque el sitio está plagado de turistas, hindúes, monos y los souvenirs más kichs que he visto en mi vida. El sitio merece una visita y además es muy cómo y barato llegar hasta allí, sólo hay que utilizar el tren.

Esa misma tarde hicimos lo que todos los ciudadanos de Kuala Lumpur hacen: pasar parte de su fin de semana en el centro comercial. Es la mejor actividad para poder soportar el intenso calor de Kuala y es donde todo el mundo sociabiliza. Vimos tropeles de adolescentes súper modernos que pasaban sus tardes divagando por los centros comerciales. En Kuala Lumpur, por centros comerciales no era, ya que había al menos siete u ocho y todos eran gigantes. Escogimos visitar el centro comercial de Times Square, ya que albergaba una particularidad: ¡una montaña rusa dentro del centro comercial! Pensábamos que iba a ser una montaña rusa pequeñita, sólo para niños, pero nos equivocábamos completamente. Entre el piso 5 y 7 del centro comercial había una señora montaña rusa, con sus loopings y todo. Era impresionante escuchar a la gente de la montaña rusa gritando y ver a gente comprando gafas y fulares dos pisos más abajo.

A la salida del centro comercial aprovechamos a hacer una parada técnica para que Fred pudiera cortarse el pelo. En uno de los pasillos que llevaban hacia el monoraíl habíamos visto una tienda donde hacían cortes express. Era muy barato el corte, sólo cuatro euros, y ¿cuándo demonios íbamos a volver a encontrar un peluquero que hablase inglés? ¡Había que aprovechar la ocasión! La definición del corte de pelo fue un poco difícil, ya que la peluquera hablaba en pulgadas y no no sabíamos a cuántos centímetros equivalía exactamente. Aún así, el resultado fue bueno 🙂 Y lo mejor de todo es que Fred salió sin un pelo porque la peluquera le pasó ¡un aspirador! por frente, cara y cuello. Fred dijo que era la primera vez que no salía con picores de una peluquería, así que deberíamos importar este sistema en Europa. Yo no estoy convencida del todo…

Por último, mencionar un estilismo propio a la capital malaya: los motoristas con chaquetas puestas al revés. Es toda una institución y no hay motorista que se precie sin llevar la chaqueta de este modo. De hecho, hay algunos que incluso llevan guantes de lana, cuando fuera estamos a ¡38 grados! Por lo visto es para que no se les pongan morenos los brazos. Yo creo que unos guantes estilo japonés sería mucho más práctico…

Pasamos tres días muy agradables en Kuala Lumpur, pero como el tiempo apremiaba, había que marcharse hacia el próximo destino, el parque nacional Taman Negara, la selva más vieja de la Tierra.

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2 Responses to “Una sorpresa inesperada: Kuala Lumpur.”

  1. Carlos says:

    Marta!

    Lo de los motoristas con chaqueta al revés no es único de Kuala, en China también lo hacen. De hecho cuando aparcan la moto dejan la chaqueta encima de la misma.

    • admin says:

      Tiene que ser incomodisimo. Yo no se por que no se ponen unos guantes con los desos al aire. Si se caen no tienen casi movilidad. De locos jajaja

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