Huaraz y la Laguna 69

Otra vez que descubrimos una ciudad al alba, después de un autobús de noche. Esperamos un poco a que amaneciera completamente en la estación de Movil Tours antes de dirigirnos a nuestro hotel donde dos camas en habitación compartida nos esperaban.

Ya de buena mañana, el recibimiento no pudo ser mejor por parte de Emilio y Lina, los dueños del hostal Ezama. Aunque llegamos sobre las 7 de la mañana, enseguida nos prepararon la cama para que pudiéramos descansar, pero antes nos tomamos un delicioso desayuno. Emilio y Lina son muy amables y, aunque no hablan inglés, consiguen que los extranjeros les entiendan, ya que utilizan un vocabulario muy básico y hablan muy despacio. Los extranjeros aprecian mucho este gesto. Además, aconsejan muy bien sobre las cosas que visitar en la zona y sobre las agencias. Son muy francos y lo único que quieren es que el turista tenga una experiencia agradable. A diferencia de otros hostales, ellos no se llevan comisión por aconsejarte una u otra agencia, si no que se basan en los comentarios y experiencias de huéspedes anteriores.

 

Tras haber descansado un poco, nos fuimos al centro a dar una vuelta y a hablar con las agencias.

 

Nuestra idea era hacer una marcha larga de varios días en la Cordillera Blanca, por lo que había que hacer como mínimo una salida de aclimatación. Las dos salidas de aclimatación más conocidas son Churup y la Laguna 69. Las dos son iguales de difíciles, ya que el desnivel es el mismo y ambas ascienden a 4600 metros.

La ventaja de Churup es que esta más cerca de Huaraz y acceder al punto de inicio cuesta menos dinero. La desventaja es que el desnivel no se sube de forma progresiva.

La ventaja de Laguna 69 es que es más espectacular. La desventaja es que para acceder tienes que pasar por agencia, ya que el transporte colectivo no llega hasta allí.

Al final elegimos la Laguna 69 y pagamos 50 soles por persona a la agencia Andean Travel. Por la mañana pasaron a buscarnos al hostal a las 6.30, con tan mala suerte que fuimos los últimos del grupo y a mí me tocó sentarme en un asiento de mieeeee*****da al lado del conductor. Si eso no era suficiente, en el autobús había un grupo de dieciocho Israelitas. Ya nos habían advertido en el hotel y otras agencias sobre lo problemático que eran los grupos grandes de Israelitas. Y así fue. Paramos a desayunar en el camino y fueron muy maleducados con la camarera, además salimos media hora tarde del desayuno porque uno de ellos se había ido a comprar pan y no volvía, en el autobús hablaban medio gritando, a la vuelta hubo que esperarlos hora y cuarto porque no respetaron las consignas dadas por el chófer… En fin, que si quereis un consejo para los futuros visitantes de Huaraz, preguntad por la nacionalidad de las otras personas que componen el tour antes de contratarlo. Puede sonar racista, pero la fama les precede. De hecho, en Huaraz hay hostales con el siguiente mensaje «No se atiende a Israelitas» y el dueño del Ezama nos dijo que había hostales que les triplicaban los precios para no alquilarles una habitación porque había veces que se negaban a pagar diciendo que el servicio no había sido bueno. Supongo que estas situaciones suceden más cuando el grupo es grande…

Bueno, centrémonos en el ascenso en la Laguna 69. Este empieza a 3800 metros y hay que subir a 4600 metros. Al principio la caminata discurre por una llanura donde hay animales pastando, un río y muchos árboles de Quinoa.

Luego, llegamos a las zonas de las cascadas y es ahí donde comienza realmente el ascenso con sus zig-zags. Tras subir una pequeña montaña y llegar a un lago, pensamos que ya estábamos casi acabando. Yo estaba entusiasmada, ya que estaba bastante fresca y había subido sin ningún problema, pero un vistazo al GPS nos confirmó que no habíamos hecho ni la mitad. ¡Sólo estábamos a 4200 metros! Todo mi gozo en un pozo, porque delante de mi tenía una montaña bastante grande y la laguna estaba justo detrás.

       

Seguimos caminando, bebiendo mucha agua y masticando las hojas de coca que habíamos comprado el día anterior en el mercado de Huaraz. De hecho, las hojas de coca funcionan y te dan fuerzas en la ascensión, pero el efecto solo dura diez minutos y es bastante asqueroso tener que estar masticando y escupiendo todo el rato. Alrededor de los 4400 metros el sorroche, o mal de altura, empezó a hacer mella en mí. Tenia náuseas, me dolía la cabeza y el corazón me palpitaba a una velocidad inaudita. A Fred no le afectó la altura, pero hubo otras personas que estuvieron vomitando a lo largo del camino.

 

Concluídos los 200 últimos metros de desnivel y, con mucho sufrimiento, conseguimos llegar a la Laguna 69. La verdad es que en ese momento no pude disfrutar todo lo que hubiera querido, pero viendo a posteriori las fotos, sin duda es un lugar muy bonito. Incluso pudimos escuchar como el hielo del glaciar se resquebrajaba : es un sonido bastante impresionante. Además, el azul turquesa eléctrico de la laguna no es comparable a nada.

La vuelta a la furgoneta fue un camino de rosas. Cuanto más bajaba, más oxígeno había y mejor me sentía.

De vuelta en Huaraz nos plateamos si de verdad quería hacer el trekking de Santa Cruz por la Cordillera Blanca, de cuatro días y un pico de 4800 metros. La respuesta fue un rotundo « NO » y entonces la posibilidad de hacer turismo vivencial empezó a contemplarse : Vicos.

Chachapoyas, Amazonas, pero en altitud

Tomamos un autobús de noche desde Trujillo, un poco infierno la verdad, ya que llegó a destino a las 5.30 de la mañana, pero no había otra opción. Nos bajamos todos del autobús y, como de costumbre, todos los guiris nos dirigimos hacia la Plaza de Armas. Allí estaba nuestro hotel, Kuélap hotel, donde por suerte nos dejaron subir a la habitación. No pudimos tomar una ducha ya que el baño compartido olía infernalmente mal y mejor esperar a que la señora de la limpieza pasara. La verdad es que este hotel, recomendado por la guía Lonely Planet, dejaba mucho que desear: baños sucios, pintura de hace 10 años, colchones en forma de U. Al final decidimos que lo mejor era salir de allí para buscar un Tour y empezar a organizar las visitas que queríamos hacer.

En la Plaza de Armas de Chachapoyas había varias agencias. Entré a preguntar precio a varias y todas eran parecidas. Al final nos decantamos por la agencia Raymillacta Travel, ya que conseguimos negociar un poco el precio por contratar dos tours con ellos: 60 soles por persona para Kuelap y Gocta.

 

Así que allí estábamos, las 8.30 de la mañana, sin haber pegado casi ojo y listos para embarcarnos en una excursión hacia Kuélap, con tres horas de coche por delante por carreteras sin asfaltar. ¿A quién le da envidia ahora? 😉

Éramos doce personas en total en el grupo, casi todos peruanos menos nosotros dos y otro chico alemán. Una vez llegados a Kuélap teníamos una pequeña caminata de 20 minutos cuesta arriba para llegar a la fortaleza. ¡Ay qué sorpresa al ver que a 3100 metros te falta el aliento con el mínimo esfuerzo! De todas formas la guia lo organizó muy bien, ya que mientras descansábamos un poco, ella nos iba contando cosas.

Kuélap es una fortaleza, construída con piedra por los Chachapoyas, alrededor del 900 DC. Los Chachapoyas eran todo unos estrategas, ya que por ejemplo, para defenderse habían construido 3 entradas en la fortaleza muy singulares: en subida, al principio las entradas eran muy anchas y poco a poco se iban estrechando hasta dejar sólo el espacio para una persona. Además, la entrada numero dos era muy útil en caso de invasión, ya que conducía hacia un acantilado y así podían deshacerse de sus enemigos. Aún con todas estas precauciones no pudieron librarse de la invasión de los todopoderosos Incas. Esto se sabe porque los Chachapoyanos construían de forma circular y en Kuélap se han encontrado dos edificios con forma rectangular, típico de los Incas.

 

 

Mientras la guía nos explicaba todo esto y muchas otras cosas, el grupo se desmadraba. Estos peruanos son peores que los niños y muy indisciplinados. En especial había uno que nos tenia fritos con las fotos. Cada vez que quería una foto había que tomar tres: una serio para la familia, otra de guaperas para el Facebook y otra en modo locura para sus amigos. ¡Todo un espectáculo! La guía intentaba meterlos prisa, pero era imposible que avanzaran e incluso luego se quejaban de que era tarde e iban a perder su autobús. Yo estuve echándome unas risas en inglés con el chico alemán, porque yo creo que con ese grupo ¡se hubiera podido hacer una tesis de antropología!

 

Todo este esfuerzo se vio recompensado por la tarde con los mejores donuts o donas, como los llaman ellos, de la Panificadora San José. Unos donuts, que nada tienen que envidiar a los del Dunkin’Donuts, cubiertos de chocolate y rellenos de crema y nata. Esto fue lo más cercano que hemos tenido a un festín, ya que aquí la alimentación no es que sea muy variada, casi cada día, desde nuestra llegada, hemos comido carne, patatas y arroz.

Al día siguiente pusimos rumbo a la catarata de Gocta, la tercera más alta del mundo con 771 metros, aunque esta clasificación no está clara del todo. Nuestro guía, Telesforo Santillana, nos contó toda la historia sobre Gocta.

Hace muchos años, una mujer del pueblo de Cocachimba estaba revisando los bolsillos del pantalón de su marido para lavarlo. En ellos encontró pendientes y colgantes de oro y la mujer, suponiendo que su marido estaba viendo a otra, decidió seguirle al día siguiente. A la mañana siguiente, su marido tomó el camino que lleva a la catarata de Gocta y la mujer le fue siguiendo en la distancia. Ya cerca de la catarata, la mujer vio a su marido con una mujer poco corriente: de la cintura para arriba tenía cuerpo de humana, pero de cintura para abajo tenía cuerpo de pez. La mujer nunca había visto un ser como este, por lo que se acercó a la catarata para verla con más detalle, pero antes de llegar su marido y ese extraño ser habían desaparecido. Nunca más se volvió a ver a su marido en el pueblo.

Esta leyenda pasó de generación en generación y la gente del pueblo evitaba ir a esta catarata por miedo a la sirena, hasta la llegada de un alemán casado con una Chachapoyana. Este alemán se presentó en la casa de Telesforo pidiéndole que le guiara hasta allí. Al principio Telesforo tenía sus reservas, pero al final accedió a llevarle. Tras finalizar la visita, el Alemán le dijo que tendría noticias suyas a la semana siguiente y que vendría con más gente.

Efectivamente, la segunda visita del Alemán se produjo y, esta vez, venía acompañado de un reputado periodista, su mujer y unos técnicos de Lima. El Alemán le dijo que iban a medir la catarata y Telesforo se empezó a agobiar, porque ya se veía subiendo hasta el inicio de la catarata con una cuerda y tirándola hacia abajo para así conocer su altura. Cuando Telesforo vio que el Alemán tenía un aparato, que lo toqueteaba y que le decía que la catarata media 771 metros, ¡no se lo podia creer! ¿Qué era ese extraño aparato? Telesforo nunca habia oído hablar del GPS y ese día, muy pacientemente, el Alemán le explicó cómo funcionaba :).

A la semana siguiente, Telesforo recibió correo en su casa: en las páginas centrales de una revista vio un artículo que decía que Gocta era la tercera catarata más alta del mundo. A partir de entonces otras visitas se sucedieron: primero unos argentinos, luego unos ingleses y hasta hoy.

Gracias al Alemán, Cocachimba se situó en el mapa de turismo de Perú. A día de hoy, 25 personas del pueblo han sido capacitadas como guías y notables mejoras se han realizado en el pueblo. Además de hacer la caminata a pie, también se pueden utilizar caballos para las personas que no están en buena condicion física.

Por mi parte aconsejo esta visita a todo el mundo. Es una caminata de tres horas de subida y dos horas de bajada. Al principio sólo se ven los campos de cultivo de Cocachimba, pero poco a poco nos vamos internando en un bosque tropical en el que se pueden ver lianas, palmeras y otros árboles. No vimos ningún animal, ya que era tarde y además habia una “Choni” con el teléfono móvil a todo volumen escupiendo canciones de salsa. Por lo visto, si se va pronto, se puede ver el oso con anteojos, el gallito cantor, monitos e incluso hablaban de un oso grande (cosa que pongo en duda). La catarata, a dos niveles, se ve desde Cocachimba, pero es mucho mas espectacular cuando estás cerca. Además, la catarata acaba en una especie de poza y aunque el sitio está muy protegido, siempre sopla viento. Telesforo nos explicó que, a veces, se formaban tornados allí dentro.

Lo peor de la visita fue ver cómo los Peruanos no se preocupan lo más mínimo de mantener limpio el sitio, bueno, este y todos. Hubo un grupo que comió al pie de la catarata y, cuando se fueron, todo quedó lleno de desperdicios, papeles, envases, etc. Telesforo nos contó que ha habido una concienciación muy grande en Cocachimba sobre la limpieza del pueblo y la catarata para atraer mas turistas, pero que por desgracia, los guías deben subir dos veces por semana a limpiar la catarata porque los visitantes dejan sus desperdicios allí.

Saint Pierre de la frontière des Chachapoyas, l’Amazonie, mais en altitude

Un bus de nuit nous conduit de Trujillo à Chachapoyas. La dernière partie de la route est un peu infernale : nombreux virages en épingle et quelques passages sans revêtement pour cause de travaux. Je pense à attacher ma tête au siège avec une corde pour qu’elle arrête de balancer. Marta me dit qu’un coussin de cou serait plus confortable.

Nous arrivons à 5h30 du matin, pas le plus pratique, mais on avait pas le choix : seul Movil Tours fait Trujillo-Chachapoyas et il n’y a qu’un horaire.

Quelques centaines de mètres et nous arrivons à la ‘Place d’Armes’ (ici la plupart des villes ont une ‘Place d’Armes’ qui constitue le centre du centre ville), et ses palmiers à 2300m d’altitude. A côté se trouve notre hotel « Kuléap Hotel ». La chambre étant déjà libre et prête, ils nous laissent nous installer. Malheureusement, les toilettes-douches communes sont vraiment trop sales pour y prendre une douche. Nous attendrons le soir après que le ménage aura été fait. D’ailleurs pour un hôtel recommandé par le Lonely Planet et qui nous coûte exactement le même prix qu’à Huanchaco nous avons été très déçus : le ménage est rarement fait, la peinture a plus de dix ans et les matelas aussi.

Mais on est pas ici pour rester dans l’hôtel, nous faisons le tour des agences de la place d’armes. Toutes proposent les mêmes tours à des prix similaires. D’ailleurs souvent dans le minibus on trouve des clients de plusieurs agences car elles se groupent pour remplir les mini-bus.

A 8h30 nous partons donc pour une excursion à la journée à Kuléap. Trois heures de piste et 20 min de marche plus tard nous arrivons devant cette forteresse de 1000ans à peine en pire état que notre hôtel. A 3100m d’altitude et pas encore acclimatés on sent que le souffle nous manque un peu. Heureusement c’est de la visite culturelle, pas de la marche.

Dans notre groupe de 12 il y a nous deux, un allemand, et le reste sont des péruviens, dont un très sympathique mais qui n’arrête pas de parler et qui a demandé au moins 3 fois à chaque personne du groupe de le prendre en photo avec à chaque fois une pose ‘sérieuse’ pour la famille, une ‘beau gosse’ pour facebook, et une ‘foufou’ pour ses amis. Sans oublier le meilleur : étant un peu en retard sur le groupe, il a demandé à la guide de refaire le speech d’introduction devant sa caméra. Maintenant on sait qu’il existe des relous à l’autre bout de la terre.

Revenons à Kuélap pour le quart d’heure historique. Il s’agit d’un forteresse de pierres construite par les Chachapoyas aux alentours de 900 après JC. En témoignent les entrées stratégiques : de hautes et étroites ouvertures conduisant à un chemin en montée obligeant les envahisseurs à se présenter en file indienne. Cependant la forteresse ne dispose pas de ressources propres en eau, ni de grosses réserves de nourriture. C’est surtout sa position dominante qui lui permet d’avertir les autres villages en cas d’intrusion. Finalement tout cela ne leur a pas évité l’invasion Inca, qui a laissé une trace architecturale. En effet, les habitations Chachapoyennes sont de forme ronde (un peu du style Asterix et Obélix). Or il a été construit sur la forteresse deux bâtiments rectangulaires.

    

Nous verrons également le quartier religieux de la ville-forteresse, dont le fameux ‘tintero’ : un bâtiment rond aux murs en surplomb (afin de ne pas permettre l’accès à tout le monde), avec juste une ouverture au centre du toit connecté à une chambre en forme de bouteille.

Le lendemain, nous allons voir la cataracte de Gotca, la 3eme plus grande du monde. Mais ce classement porte à débat car la hauteur, 771m, a été mesurée au GPS. Quoiqu’il en soit ça reste une grande cascade (en fait ce sont deux cascades qui se suivent). Il y a 6km de marche qui se font en 2 ou 3h depuis le village de Cocachimba. On peut même louer un cheval, ce qui fait que dans le groupe a pu venir deux personnes âgées.

Notre guide, Telesforo, est le doyen des guides, il nous a raconté toute l’histoire :

Un couple Allemano-Chachapoyen est venu sonner chez lui et voulait aller voir la cataracte de Gotca. Il un peu retissant par rapport aux superstitions qui accompagnent cette cascade, entre autre la légende de la sirène : un chaman allait régulièrement à la cataracte. Un jour, son épouse trouve dans ses poches des bijoux de femme. Poussée par la suspicion, elle suit son mari jusqu’à la cataracte. Et là elle aperçoit une femme moitié humain, moitié poisson (une sirène, quoi). Mais Telesforo les emmène quand même. Le chemin emprunté est celui qui mène aux champs du village, c’est d’ailleurs assez impressionnant de voir des grands épis de maïs cultivé dans un champ à 45°. Ensuite il fallait suivre le lit de la rivière. Depuis un chemin plus pratique a été aménagé.

Ils reviendront quelques mois plus tard avec un journaliste de Lima pour mesurer la cascade. Telesforo s’imagine déjà tenir une corde graduée du haut de la cascade, mais l’Allemand pose sur la table un étrange appareil : un GPS. La cascade mesurée et la presse avertie, de plus en plus de visiteurs viennent voir la cascade. Réunion exceptionnelle au village : la cascade devenant mondialement connue, il va falloir s’organiser. Qui veut être guide ? Les 30 villageois présent lèvent la main. Finalement ils seront 15 au début, et 25 maintenant. Ce petit village oublié reçoit désormais la visite régulière des autorités de la région, et Telesforo a reçu une décoration. Un exemple de tourisme qui paraît bien géré et bénéfique pour les locaux.

La cascade se voit presque depuis le début du chemin, mais quand on arrive à ses pieds une ambiance particulière se dégage. Malgré que le lieu soit très encaissé, un étrange vent y souffle. D’un côté, une colline verdoyante s’appuie sur une gigantesque falaise sombre, de l’autre une rivière s’écoule tranquillement dans la jungle.

        

Seul bémol, un groupe de touriste péruviens repart en laissant derrière eux tous leur déchets. Telesforo m’explique que les guides passent une fois tous les 2 semaines pour nettoyer. En parlant avec d’autres péruviens ils me déconseillent de faire la moindre remarque, on va me répondre : « mais qui est-tu pour me dire ce que je dois faire ? » C’est bien dommage.

Trujillo et Huanchaco

Nous avons passé les quatre derniers jours à Trujillo et Huanchaco.

Nous avons pris le bus depuis Lima avec la compagnie Cruz del Sur. Ce n’est pas un bus comme on peut en trouver en Europe : sièges inclinables à 160 degres (2eme classe) ou 180 degres (1ere classe), petite couverture et oreiller, repas servi à bord. Sans compter les deux cabines de toilettes « à usage exclusif d’urinoir ». Ce qui fait que le trajet de 10h passe mieux. L’inconvénient c’est qu’il est interdit d’ouvrir les rideaux « pour motif de sécurité », sans doute pour ne pas voir la mort en face. Le voyage nous a coûté chacun S/.70 (Soles, la monnaie péruvienne).

Arrivé à Trujillo à 9h le lendemain, nous avons pris un taxi pour Huanchaco, petit village de pêcheurs et station balnéaire. Nous y avions réservé une chambre à l’hôtel ‘El Ancla’, très propre avec une joli déco, mais un peu excentré. S/.30 la nuit pour une chambre double.

La chambre étant disponible à partir de 13h nous avons laissé nous sacs à l’hotel et nous sommes allé faire un tour dans le village. En plus d’être un paisible village de pêcheurs, on y trouve de belles vagues, de taille variables et surtout très longes. Avec le niveau et la forme pour ramer suffisamment au large, on peut surfer sur des centaines de mètres, sur une vague qui déroule sans casser. Après avoir fait un tour chez les loueurs de planches, nous avons décider d’aller l’après-midi louer chez Lorenzo, un jeune qui a ouvert il y a peu son école de surf. La location surf et néoprène coûte S/.20 par jour. Mais pour l’instant il est l’heure de manger.

C’est l’occasion de tester le ‘ceviche’ un poisson typique de la région. Le poisson en lui-même a bon goût, mais la marinade piquante qui l’accompagne a eu raison de Marta. Surtout qu’au Pérou, il n’y a pas systématiquement de pain servi à table.

L’après-midi, j’ai surfé mes premières vagues du Pacifique, tandis que Marta discutait avec une Allemande qui faisait du volontariat à Trujillo. Elle est passé par www.otracosa.org, une ONG locale très active. Son projet consiste à aider les personnes handicapées à s’épanouir via la musique. Ca avait l’air bien organisé avec un vrai effort pour intégrer les volontaires étrangers dans des initiatives locales.

 

A coté des surfeurs aux planches de polystyrène et d’époxy (qui d’ailleurs sont pour la plupart faites par un shaper local) on trouve aussi à Huanchaco d’étranges planches de paille, appellées Tup en langue Chimu, mais surnommés « chevaux » par les colons espagnols, en raison de la position des pêcheurs qui les utilisent pour tendre leurs filets ou relever leurs casiers : les pieds de part et d’autre de l’embarcation. Ils sont apparu en l’an 100 et sont encore utilisés de nos jours ; pour la pêche, mais aussi pour promener les touristes.

Le jour suivant, nous somme allé à Trujillo en ‘Combi’ : il s’agit d’un réseau de bus privés, avec des lignes bien définies,et des arrêts à la demande. Le véhicule était un van aménagé pour accueillir 15 passagers Dans chaque bus il y a en plus du chauffeur, un assistant qui sert à encaisser les S/.1,5 que coûtent le trajet, qui aide les passager à monter, et qui chante la destination par la fenêtre dès que le bus croise des gens au bord de la route. Rentabilité oblige, les bus vont le plus vite possible que leur permet le trafic et les nombreux dos d’âne, et ont tendance à démarrer dès que le dernier passager, ou plus souvent l’assistant, a un pied dans le véhicule.

Le centre de Trujillo est charmant et les dimanches y sont très animés. Quasiment chaque semaine il y a un défilé civil ou militaire. Cette fois-ci c’est la « journée de l’adulte agé » : défilés d’infirmières, de congrégations religieuses, et d’ancien élèves d’école militaire (en autres la promo 1958 était bien représentée), le tout dans un ambiance plus ’14 juillet’ que carnaval.

Nous faisons un tour à la police touristique qui sert aussi d’office du tourisme afin de récupérer un plan de la ville. Nous avons été bien reçus et je crois que Marta pourrait entraîner les nouvelles recrues avec sa liste des questions. Nous apprendrons même à détecter les faux billets péruviens : odeur, texture, hologrammes, qui ne doivent pas paraître ajoutés sur le billet, mais noyés dans le papier, et l’inscription du montant qui apparaît quand on regarde le billet de coté.

L’après-midi, nous faisons une visite guidée sur l’ancien site de Chan Chan : la citée en briques de terre la plus grande du monde. Crée par le peuple Chimu (900-1400 après JC) elle s’étendait sur 25 km carrés. Chaque gouverneur devant avoir son propre palais, il se trouve dans la ville 9 palais, un par génération. Le successeur étant choisi par le père parmi la centaine (au bas mot) de fils : dans une tombe royale a été trouvé 44 tombes contenant chacune 2 dépouilles de femme, ce qui fait 89 épouses si on y ajoute l’épouse principale. Nous visiterons un de ces gigantesques palais, où l’on trouve de nombreux bas-reliefs lié au thème de la mer (qui se trouve à 1km) : les vagues, les marées, les filets de pêche. Les divinités principales étaient la Lune et l’Arc-en-ciel. Ils considéraient que la Lune est plus forte que le soleil car elle peut l’occulter lors des éclipses et a une incidence sur les marées et la croissance des plantes. Le temple de la Lune ‘Huaca de Luna’ étant en restauration, nous visiterons ‘Huaca Arco Iris’, le temple de l’Arc-en-ciel, dieu de la pluie et de la fertilité. Autre différence avec la culture Inca : les enfants handicapés, au lieu d’être tués à la naissance car improductifs, étaient considérés comme un signe des dieux et servaient ainsi d’intermédiaire entre les Chimu et leurs dieux.

Cette civilisation finit avec l’invasion Inca, et son long siège pendant lequel la rivière fut détournée. Le gouverneur Chimu se rendit, et fut envoyé à la capitale de l’empire Inca pour se marier avec une des filles du roi. Il devint d’ailleurs si populaire parmi le peuple Inca qu’il fut empoisonné par le roi.


L’histoire Chimu est connue essentiellement grâce aux chroniques espagnoles, étant donné que les Chimus ne connaissaient pas l’écriture, les seules sources directes sont leurs dessins.

Le jour suivant, nous sommes allé visiter « Huaca de Moche », temple de la société Moche, qui a prospéré entre 100 et 700 après JC. Ils avaient pour coutume de faire des sacrifices à chaque occurrence du phénomène ‘El Niño’ et ses pluies torrentielles. Finalement, ils finiront eux-mêmes par remettre en cause le bien fondé de ces sacrifices.

On finira le séjour par un peu de repos et une dernière session de surf (avec des vagues bien longues) avant le bus de Movil Tours qui nous conduira à Chachapoya…

 

Arrivée à Lima, Pérou

Après les adieux à l’aéroport de Madrid, deux vols, une escale à Sao Paolo, 19h d’avion, trois repas en avion, deux paquets de cacahuètes, et après avoir appris quelques phrases en portugais grâce à TAM, nous arrivons enfin à Lima.

Enfin pas tout à fait : il reste 30min de taxi. Je remarque une bonbonne de gaz dans le coffre : au Pérou, le GPL étant 10x moins cher que les autres carburants, tout le monde roule au GPL. Cela nous permet de nous rendre compte des règles de circulation au Pérou :

  • Pas de priorité à droite, mais des dos d’âne avant l’intersection. S’il n’y a pas de dos d’âne, le premier qui klaxonne passe.
  • Le piéton n’a jamais la priorité, sauf quand un feu rouge coupe la circulation. Mais dans ce cas les voitures qui ont feu vert et qui tournent on quand même priorité. Donc surtout ne pas traverser de la même manière qu’en Asie, le flot de voiture n’évite pas les piétons.
  • En cas de dépassement le véhicule rattrapé est averti par klaxon et doit se mettre au maximum de côté.
  • Lorsqu’un véhicule hésite à s’insérer, il est encouragé par les klaxon des véhicules de derrière.
  • Les feu et le sens de circulation dans les ronds-points sont la seule chose à peu près respectée.

L’avantage de ces règles, c’est que du coup la circulation est fluide, sauf sur la voie intra-urbaine de Lima qui est presque toujours saturée.

Lima ressemble à Paris en certains points : le ciel y est toujours gris, c’est rempli de voitures, les transports en commun du centre ville y sont efficaces, les gens sourient peu. En revanche, grosse différence, les gens sont sympathiques et n’hésitent pas à aider. Et le taxi et les restaurants coûtent dix fois moins cher.

Niveaux visites, nous verrons quelques expos de peinture aux hasard des rues. Bel effort de la municipalité pour l’accès de tout le monde à la culture : c’est toujours gratuit. Nous verrons les deux quartiers ‘riches’ de Lima : Miraflorès, avec ses falaises verdoyantes qui plongent dans une mer aux vagues parfaites. Ça doit être magnifique quand il fait beau, mais là le petit vent froid et les nuages ne donnent pas envie de se baigner et ne permettent pas aux parapentes de voler (il y a un décollage en haut des falaises pour faire du soaring, c’est-à-dire du vol face au vent).

L’autre quartier que nous visiterons est le quartier historique, aux nombreuses bâtisses de style colonial, dont les couleurs nous rappellent un peu celles de Nice. Le centre historique se termine au niveau du fleuve. C’est un torrent boueux (200L/seconde environ), qui en plus en ce moment était contenu entre deux grands murs de béton pour laisser place à un chantier : il s’agit de faire passer la voie rapide par le lit du fleuve et de remettre en suite le fleuve par dessus le toit de la voie rapide. Meilleure solution que de le faire passer dans un tuyau comme le Payon à Nice.

Nous visiterons également un le ‘Parque de la Reserva’ et son « circuit magique de l’eau », du style ‘les grandes eaux de Versailles’. Assez étrange de trouver ça dans une zone semi-désertique.

Nous n’irons pas plus loin sur les conseils d’un policier.

Quelques anecdotes :

  • Ici les aliments ont des noms différents que en Espagne. Ce qui fait que soit on demande au serveur d’expliquer tous les plats, soit on commande au hasard.
  • Lima dispose d’un bus métropolitain. C’est un mélange entre bus et métro : de grands bus à soufflet circulent sur une voie réservée et s’arrêtent devant des quai qui disposent de portes automatiques. Le système pour payer est simple : chaque trajet coûte 1,5 soles et on paie en faisant biper une carte à l’entrée des portiques. Il faut donc acheter une carte (4,5 soles) et la charger. Nous avons mis 20 soles dans le distributeur automatique, sans remarquer l’écriteau indiquant que la machine ne rend pas la monnaie. Du coup nous avions largement trop sur notre carte (10 trajets). Sur les conseils d’un employé, nous nous sommes mis devant le portique d’entrée et avons fait passer avec notre carte les passagers qui avaient S/. 1,5 en monnaie et qui ne voulaient pas faire la queue pour recharger. Méthode assez efficace qui permet en plus d’avoir de la monnaie.
  • A Lima, la police dispose d’une unité spéciale : « La Police Civique », dont le rôle est d’encourager les gens à se comporter de façon civilisée. Nous somme même tombé sur un concert qu’ils organisaient avec un groupe crée pour l’occasion. Tout autour du concert il y avait des pancartes du style « Respectez vos voisins », « Ne salit pas la rue »
  • J’ai acheté un bonécharpe : un bonnet dont le sommet se prolonge en écharpe
  • Toutes les collégiennes n’arrêtent pas de me demander si elles peuvent faire une photo avec moi

Trujillo y Huanchaco

Hemos pasado los últimos tres días y medio en Trujillo y Huanchaco.

Salimos de Lima con un autobús de Cruz del Sur y, la verdad, es que alucinamos un poco con el servicio y el trato inmejorable de esta compañía. Habíamos comprado pasajes en semi-cama con ciertas dudas, ya que el viaje era de 10 horas. Al final, tuvimos unos asientos super-reclinables donde se podía dormir perfectamente. El servicio incluía refrigerio, mantita,  almohada, wifi y películas. El único inconveniente es que las cortinas debían estar corridas siempre, por motivos de seguridad que aún no logro entender.

Tras llegar a Trujillo cogimos un taxi y nos dirijimos a Huanchaco, donde habíamos reservado en el hostal El Ancla. Pagamos 30 soles por la habitación doble con baño. El hostal estaba  impecablemente limpio y los desayunos están muy buenos, con zumo de piña natural incluído.

Dejamos las mochilas, ya que era demasiado pronto para el check-in, y nos fuimos a dar una vuelta al pueblo. El pueblo en sí es pequeño y tranquilo y es reputado por el surf.  Estuvimos echando un vistazo a los precios de los alquileres de las tablas y nos decidimos por la tienda de Lorenzo, un chico muy joven que alquila y también da clases.

 

Fred estuvo haciendo surf mientras que yo me quedé hablando con una chica alemana que estaba allí para un voluntariado. Me estuvo explicando que hay una ONG en el pueblo (www.otracosa.org) y que ella participaba en un proyecto en el que las gente con discapacidad se desarrollaban mediante la música. La verdad es que me dio la impresión de que lo tienen bastante bien organizado y que intentan integrar a los voluntarios en la comunidad local.

También vimos en la playa los famosos caballitos de Totora y cómo los pescadores salían con sus redes. Estas embarcaciones existen desde al año 100 D.C. y se siguen utilizando en la actualidad, incluso para dar paseos a los turistas.

 

En Huanchaco también probamos el ceviche, un pescado típico de esta zona. En sí no está mal, pero demasiado picante para mi gusto. Además no comen con pan, por lo que tuve que hinchar a arroz para que el picor pasara.

Al día siguiente nos desplazamos hasta Trujillo en los famosos Combis. Este medio de transporte local consiste en una furgonetilla completamente destartalada, con unas 15 plazas, que va parando cuando la gente le hace señas. Estas furgonetas tienen un chófer y un chico que va cantando (literalmente) las paradas según se acerca la furgoneta a la gente y que te ayuda a subir, ya que la furgoneta arranca casi cuando sólo has puesto un pie en ella.

El centro de Trujillo es bonito y el domingo nos recibió con mucha alegría y alboroto. Según nos contaron, todos los domingos hay desfiles en la Plaza de Armas y este domingo la ocasión se debía al día del adulto mayor, es decir, a los abuelos. Había bandas, enfermeras, colegiales, militares, abuelos desfilando y todos se lo tomaban muy en serio.

 

Después de ver el desfile nos acercamos a la policía de turismo para pedir un mapa y allí nos recibieron muy bien. Aproveché para preguntar a un policía algunas dudas que tenía y muy amablemente incluso nos enseñó a detectar billetes falsos. Ahora estamos hechos unos expertos 🙂

Por la tarde hicimos una visita con un tour a la huaca arco iris, al museo del sitio Chan Chan y al Chan Chan propiamente.

En la zona de Trujillo, se desarrolló entre el 900DC y el 1400DC una sociedad llamada Chimú y construyeron una ciudad de 25 kilómetros cuadros de adobe. El Chan Chan era el palacio presidencial y hubo tantos palacios como gobernadores. El gobernador era un descendiente del gobernador anterior, sin tener que ser el primogénito, si no que escogían al mas hábil. De hecho, el guía nos contó que habían encontrado ochenta y ocho restos óseos de mujeres en las tumbas alrededor de la tumba principal, por lo que se cree que ese gobernador tuvo ochenta y ocho esposas o concubinas. Algo muy curioso, es que esta sociedad consideraba que las personas disminuidas se podían poner en contacto con los dioses, por lo que no las mataban. Las huacas eran sus iglesias y nosotros visitamos la del dios Arco Iris. Lo veneraban porque el arco iris implicaba lluvia y por lo tanto fertilidad. Su máximo dios era la Luna, incluso la reconsideraban más fuerte que el Sol ya que siempre se veía, influía en las mareas y cuando había eclipses la Luna se situaba delante del Sol.

 

Los Chimú fueron invadidos por los Incas y de hecho el asedio duró mucho tiempo, unos diez años. Al final, los Incas ganaron porque desviaron el cauce del río y dejaron a la ciudad sin agua. El último gobernador se rindió y los Incas ganaron la ciudad. A este último gobernador se lo llevaron a la capital del imperio (Cusco) y lo casaron con una hija del rey Inca. Como el gobernador Chimú empezó a gozar de popularidad entre los Incas, ya que era un buen gestor y alguien justo, el rey Inca lo envenenó.

Todos estos datos se conocen gracias a las crónicas de los españoles, ya que los Chimú solo dejaron iconografía, dado que desconocían la escritura.

 

Al dia siguiente fuimos a visitar la huaca de la Luna, que es un “centro administrativo” de la sociedad Moche. Los Moches se desarrollaron entre el año 100 y 700 DC, por lo que son anteriores a los Chimús. Lo más curioso de esta cultura es que acabaron poniendo en tela de juicio a sus sacerdotes, ya que se suponía que debían proteger al pueblo. El fenómeno del Niño y sus lluvias torrenciales hicieron que el pueblo dejaran de creer en los poderes de los sacerdotes.

Bueno, pues eso es todo por hoy 😉


Llegada a Perú y Lima

Tras una despedida en el aeropuerto de Barajas,  dos vuelos,  una escala en Sao Paolo, 19 horas de avión, comprobar que el papel higiénico en Brasil  no es tan suave como el de España, tres comidas de avión, dos bolsas de cacahuetes y aprender algunas palabras en portugués gracias a TAM, por fin, llegamos a Lima.

Primeras impresiones:

– Ciudad caótica, como toda gran ciudad que se precie

– La gente es amable y enseguida te ayudan si te ven perdido

– El tráfico es imposible y todavía no tenemos muy claro cómo van las prioridades en los cruces. Para empezar, al cruce hay que llegar pitando, luego ralentizan un poco y,  siguiendo una regla que aún no conozco,  siguen adelante.

– El peatón es completamente invisible 🙁

– La comida está buena, pero tiene nombres rarísimos. Por ejemplo, los mejillones son coroiquitos.

 

 

Un par de anécdotas:

– Ayer nos confundimos a comprar la tarjeta del autobús y la cargamos con 15 soles porque la máquina no daba cambio. Para recuperar el dinero que no íbamos a utilizar, unos  10 soles, estuvimos cobrando a los usuarios del metropolitano 1.5 soles para dejarlos pasar con nuestra tarjeta. Método muy eficaz, ya que recuperamos todo el dinero que no íbamos a utilizar 🙂

– En Lima hay una policía especial, que se llama policía del Serenazgo. Es la policía que se encarga que la gente actúe de forma cívica y envían mensajes subliminales (o no tanto) a la población dictando normas de civismo, como por ejemplo “No ensucies la calle”, “No molestes a tu vecino”, etc. Ayer pudimos asistir a un concierto en una plaza patrocinado por esta policía y fue de lo más curioso.

 – Además de la famosa batamanta ahora tenemos también el gorrobufanda 🙂

 

Algunas fotos más:

Presentation video

Vidéo de presentación

Vidéo de présentation

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