Perú: despedida y conclusiones

Cusco ha sido la última ciudad de Perú, ya que todo el mundo nos dijo que Puno no merecía mucho la pena y queríamos visitar el lago Titicaca en la parte bolivana.  Me gustaría dedicar esta última entrada sobre Perú para hacer un resumen sobre experiencias, impresiones, consejos y datos que ayudarán a otros viajeros.
1.- Consejos y datos para otros viajeros:

  • Organizar un recorrido por Perú:

Perú es un país bastante grande y de muchos contrastes. A mi parecer, la estancia mínima ha de ser de al menos unos 16-17 días, ya que creo que es aconsejable viajar en autobús para adaptarse mejor a la altura. Dos semanas hacen que los traslados tengan que ser mediante avión, por lo que el cambio puede ser muy brusco y puede generar problemas por la falta de aclimatación.

Algunos consejos:
– No paséis en Lima más de dos días. La ciudad no es muy bonita, el tiempo no es bueno y es muy estresante. Si no podéis estar mucho tiempo en Perú, mejor gastad vuestros días en otros sitios.
-El norte merece la pena visitarlo. No está tan desarrollado turísticamente como el sur, pero es mucho más auténtico. Personas que no hablen español mejor abstenerse, porque casi nadie habla inglés.
– El sur es muy turístico y está más desarrollado en cuanto a infraesturas y preparación lingüística del personal que está cara al público.
– Nosotros no hemos visitado la selva Amazónica, pero en sitios como Chachapoyas o los alrededores de Machu Picchu se puede contemplar el bosque tropical. Esto te puede dar una idea de cómo es el clima en la selva.
Nosotros hemos estado un total de 32 días en Perú, aunque este tiempo se podría haber reducido a tres semanas si hubiéramos viajado más rápido. La repartición ha sido de unos 15 días en el norte y otros 15 en el sur.

  • Alojamiento:

Para el alojamiento hemos utilizado la página web de hostelworld y hemos pagado la suscripción anual de 10USD (7.70EUR). Siempre nos hemos asegurado que en la descripción del hotel se incluyera agua caliente en las duchas, wifi gratis, taquillas (si la habitación era compartida), posibilidad de utilizar la cocina y situación respecto al centro.
Todas las experiencias han sido positivas, excepto en Chachapoyas. En esta ciudad escogimos un hostal de la guía Lonely Planet y la sorpresa fue muy desagradable. Mejor utilizar páginas web tipo tripadvisor.com, hostelbookes.com, booking.com o hostelworld.com ya que están mucho más actualizadas que las guías. También hemos hecho reservas de sólo un día, para poder cambiar de hotel en el caso de que no nos gustara. Prolongar la estancia nunca ha sido un problema.
En cuanto a precios,  hemos pagado siempre entre 30 y 40 soles por dos personas y por noche, siendo a veces habitación privada con baño propio, otras habitación privada con baño compartido y también habitación compartida. Hay veces que el desayuno entraba dentro del precio y otras no.
No hay que sorprenderse si no hay papel higiénico en los baños, hay que acostumbrarse a llevar siempre un rollo encima. Además el papel no se puede tirar al wáter porque los fontanería no es muy buena y las cañerías se atascan con facilidad. Siempre hay que utilizar la papelera para T-O-D-O.
En cuanto a las duchas calientes ¡yo diría que hay que hacer un máster! La mayoría de las duchas tienen un aparato eléctrico conectado a la salida del agua (alcachofa fija). Este aparato tiene una resistencia que calienta el agua. El problema es que si abres el grifo y no hay suficiente agua, entonces el aparato no entra en funcionamiento. En cambio, si abres el grifo  y sale mucha agua, entonces la resistencia no puede calentar tanto débito y el agua sale templada tirando a fría. Hay que encontrar el punto medio para poder darse una ducha relajadamente. Tampoco hay que olvidar que hay que activar el interruptor para que el aparato empiece a funcionar y apagarlo cuando has terminado.

  • Medios de transporte:

En muchos sitios en Perú no hay carreteras asfaltadas y lo que ellos llaman carretera es sólo una pista de tierra. Intentad evitar los asientos posteriores y sobre todo impedid que alguien abra la ventanilla.

Hay conductores que son muy kamikazes, sobre todo los taxistas, pero los conductores de tours que nosotros hemos encontrado han sido bastante prudentes. En cuanto a los autobuses de línea, no lo sabemos porque siempre hemos viajado de noche dormidos.

Evitad viajar en la época de lluvias, ya que carretera sin asfaltar más agua más zona de derrumbe no es muy buena combinación.

– Autobuses:
Hemos utilizado varias compañías de autobuses (Cruz del Sur, Civa, Línea, Tour Perú, Oltursa y Movil Tours)  y no hemos tenido problema con  ninguna. Casi siempre hemos viajado de noche porque los viajes eran largos, entre 6 y 12 horas. Algunas compañías son más lujosas que otras, pero casi todas tienen dos conductores, te aseguran que no paran en el camino a recoger gente, disponen de baño dentro del autobús, proyectan varias películas y te proporcionan al menos un refrigerio. Algunas como Cruz del Sur y Oltursa disponen de wifi en el propio autobús.
Siempre hemos reservado en el segundo piso, es decir,  una plaza en asiento reclinable. Se puede dormir perfectamente en ellos porque se inclinan unos 150º. Una almohada de cuello puede ayudar a pasar una mejor noche. Algunas compañías prestan mantas y otras no, por lo que es aconsejable coger un poco de ropa de abrigo por si acaso.
Cruz del Sur dispone de unas tarifas reducidas que son muy baratas, pero sólo son cuatro o cinco asientos en el autobús. Si quieres conseguir una, hay que comprarlas con un poco de antelación. De un día para otro no suele haber.
Nosotros hemos intentado evitar compañías de atobuses como Soyuz o Flores.  Ofrecen tarifas muy muy baratas, pero funcionan como un combi: la gente hace seña en la carretera y el conductor para a recogerlos. Por lo que hemos podido leer, en este tipo de servicios se producen muchos secuestros para poder robar todas sus pertenencias a los pasajeros.
– Taxis:
Si viajáis con poco dinero, no cojáis los taxis dentro de los terminales de autobuses, ya que son más caros porque pagan para poder estar los primeros. Informaos siempre  sobre cuánto cuesta más o menos la carrera entre el terminal y el hostal, ya que si no pagaréis más de lo necesario.
Además, nos hemos dado cuenta de que dependiendo con la compañía que viajes los precios también varían. Si viajas con Cruz del Sur suponen que eres “rico” y por tanto te la intentan colar.

Nosotros hemos cogido tanto taxis oficiales como no oficiales en algunos casos y nos nos ha pasado nada (¿suerte?).

-Combis/micros:
Las combis y micros son utilizadas por gente local en desplazamientos dentro de la ciudad. Son autobuses destartalados con diez o doce plazas y sobre todo recomendamos NUNCA ponerse atrás, ya que las suspensiones suelen ser muy duras y en la parte de atrás se nota mucho más los baches. Son muy baratos y no creo que peligrosos en cuanto a robos si se tiene cuidado con las pertenencias de cada uno.

– Taxis colectivos:
Sólo hemos cogido uno y fue con el guía de Vicos. No nos queda muy claro cómo hay que hacer para cogerlos y acertar con el taxi que te interesa. No os asustéis si en estos taxis hay cuatro personas en la parte de atrás y otras dos en el maletero :s, aquí el código de circulación parece que no es igual al del resto del mundo.

  • Jaleadores:

No hay que hacer caso a los jaleadores que están en plazas, estaciones de autobuses o en la calle. Cada uno que utilice la técnica que quiera para evitarlos, pero pueden ser muy cansinos.

  • Tours y excursiones:

Los tours y excursiones se negocian, como todo. Nuestra táctica ha sido la siguiente para conseguir reducciones en el precio:
1.- Vas a una agencia a pedir información y pides que te den un panfleto con toda la información.
2.- Vas a otra agencia y pones en un lugar visible el panfleto de la agencia anterior y pides información. También preguntas si se puede hacer una rebaja en el precio y pides su panfleto.
3.- Vas a la siguiente agencia y pones en lugar visible los dos panfletos de las agencias anteriores. Etc, etc…

Al final siempre hay alguna que se raja y te baja el precio. También es importante saber si hay personas que ya han reservado el tour o el trekking, ya que en ese caso es más fácil conseguir un descuento porque les interesa abaratar costes.

Nunca cojáis la agencia más barata, porque probablemente tendréis problemas, ni la más cara, porque probablemente el servicio será el mismo que en las otras. Por lo general, la agencias aconsejadas en las guías de viaje, tipo Lonely Planet, suelen ser más caras. Es importante tomar tiempo para elegir las agencias y es muy aconsejable ver las opiniones de otros viajeros en páginas especializadas, tipo tripadvisor.

Preguntad siempre qué se incluye en el tour o trekking y qué no se incluye, el tipo de vehículo que se va a utilizar, si está incluída la comida del último día, cuántas personas componen como máximo el trekking y cuál es el grupo mínimo y qué ocurre en caso de no llegar a ese mínimo. También es importante saber si el trekking o tour lo organiza sólo una agencia o es un conglomerado de varias, ya que en ese caso puede haber más problemas.

A veces, los hoteles u hostales ofrecen tours o trekking. No dudéis en salir a comparar, ya que a veces los precios que proponen son el doble de lo que podéis encontrar en cualquier otra agencia.

También es mejor contratar los trekkings y tours de forma local en vez de por internet, ya que es más caro. Por ejemplo, yo había encontrado el sandboard online por 70 USD (53.90EUR), mientras que en Ica lo ofrecían por 50 PEN (14.00EUR).

  • Comidas:

La comida de base peruana consiste en una entrada, sopa por lo general, y un plato de fondo compuesto de arroz, patata y carne. La carne suele ser pollo o chancho (cerdo). Los postres no están muy desarrollados y lo más sofisticado que hemos encontrado ha sido gelatina.

En cuanto a platos locales, hemos probado los siguientes:
– Trucha : Plato típico en el norte. Se puede comer a la plancha o frita.
– Rocoto: Plato típico en la zona de Arequipa. Pimiento muy picante relleno de arroz o puré de patata.
– Ceviche: Plato típico en la zona de Trujillo. Pescado marinado en una salsa con limón y pimiento picante.
– Cuy: Plato típico de todo Perú. Es lo que nosotros llamamos conejillo de indias.
– Pachamanca: Plato típico de todo Perú. Plato cocinado con piedras calientes y tierra a base de papatas de distintas variedades, habas y carne marinada envuelta en hojas de plátano
– Arroz con pato: Plato típico de todo Perú. Arroz y pato 🙂
– Sopa de quinoa: Plato típico de todo Perú. La quinoa es un cereal típico andino
– Sopa de zapayo:  Quizá plato típico en la zona de Arequipa o en todo el Perú. El zapayo es una especie de calabaza, pero tirando a amarilla en vez de a naranja.
– Patatas a la arequipeña o a la hunacaína: Plato típico en la zona de Arequipa. Patata cocida y rebozada con una salsa amarilla hecha con aji, ajos y cebolla
– Hamburguesa de alpaca: Plato típico donde hay alpacas. Animalito doméstico muy mono.
– Chicha morada: Bebida típica de todo Perú. Bebida que se realiza hirviendo maíz negro.
– Mate de coca: Bebida típica de todo Perú. Infusión hecho con hojas de coca.
– Picarones: Dulce típico del norte. Masa de harina y huevo frita aderezada con miel.
– Churros: Dulce típico del sur. Es muy distinto de los churros españoles. Es menos graso y está relleno.
– Plátano frito: Se come como snack y se puede encontrar en cualquier puesto de la calle.
– Inca cola : Bebida nacional de Peru que no se asemeja en nada a la CocaCola.
-Arequipeña, Cusqueña : Cervezas peruanas. Son muy suaves, asemejándose un poco a la cerveza española .

Una alternativa a la comida peruana son las Chifas. Las chifas son restaurantes chinos con comida tradicional china adaptada a las costumbres locales.

  • Ropa:

Hemos utilizado toda la ropa que hemos traído: la de verano, la de invierno, ropa de lluvia, bañador, gorro de lana, gorra para el sol, etc. El clima cambia mucho de unas regiones a otras, pero es normal porque hemos pasado de alta montaña a zonas tropicales. Hay ciudades, como Cusco, en las que las temperaturas varían mucho entre la mañana y la tarde.

  • Enfermedades:

Ninguna enfermedad grave de momento.
– Sólo pequeñas diarreas debidas a un helado y y a una limonada. Preguntad siempre si el agua ha sido hervida previamente y desconfiad del hielo.
– Una ampolla un poco fea y dolorosa, pero de cura fácil.
– Una especie de reacción alérgica en las piernas, probablemente debida al polvo, durante la estancia en Vicos.

Sin embargo, alguien cercano a nosotros ha acabado en el hospital debido a un edema pulmonar producido por el cambio brusco de altura y la falta de aclimatación. En ese caso no esperéis para llamar al médico y que os administren oxígeno lo antes posible y, por supuesto, nunca automedicarse en estos casos. Si estáis en montaña, intentad bajar lo antes posible para oxigenar los pulmones y que sean menos porosos.

Si se va a hacer un trekking cerca de Machu Picchu en la zona tropical, no olvidar el repelente de los mosquitos porque son bastante agresivos. No funcionan los repelentes normales europeos, hay que comprar uno especial para los trópicos.

  • Presupuesto:

Nuestro presupuesto inicial era de 23 euros por día y por persona, pero hemos subido a 29 euros diarios por persona (2027 euros por 34 días y medio para dos personas). Esto se ha debido sobre todo a algunas actividades que no teníamos planeadas, como el turismo vivencial, y que el costo de la vida ha subido mucho en algunas ciudades. Por ejemplo, hay mucha diferencia en los precios de Arequipa según la guía Lonely Planet (versión 2010) : el boleto para entrar al cañón de Colca ha pasado de 35 PEN (9.80EUR) a 70 PEN (19.60EUR) en dos años y lo mismo ha pasado con el precio de los alojamientos.

Para información más detallada sobre los gastos, pincha en la hoja excel que contiene todas las anotaciones de nuestros gastos (nota : los precios estan euros con una tasa de cambio de 1EUR=3.23PEN (6.44EUR)).

  • Estafas/timos:

De momento nosotros no hemos sufrido demasiado en nuestras carnes las estafas o timos, y tocamos madera, o quizá no hemos sido conscientes de ello. Sólo pagar de más en algún taxi que otro, pagar desayunos cuando en la página de hostelworld decía que el desayuno estaba incluído, quizá el problema en Ica con el retraso del sandborard y un pequeño problema con una “tasa turística” en Aguascalientes.

Hay que tener mucho cuidado con los taxistas, porque siempre intentan colártela: desde decirte que es festivo y que no hay combis, hasta decirte que a donde vas está muy lejos y a unas diez cuadras cuando has visto que en el mapa está a dos.

Otras historias que hemos visto o nos han contado son las siguientes:

– Tasa turística en hoteles y restaurantes: esto nos tocó vivirlo en primera persona con una pareja de holandeses en Aguascalientes.  Al pedir la cuenta, ésta vino con un 20% más en concepto de “tasas”. Al pedir explicaciones nos dijeron que era una tasa que se aplicaba en zonas turísticas y que dependía del importe de la consumición. Alegamos que en la carta no estaba marcado en ningún sitio que las tasas no estaban añadidas y que nos explicaran la regla para aplicar el porcentaje según consumición. Obviamente la camarera no supo explicarnos dicha regla e intentó darnos pena diciendo que ese era su sueldo. Esta práctica es ilegal, ya que según la ley peruana hay que incluir todas las tasas en el precio final. En estos casos no dudéis en pedir una hoja de reclamaciones.

– Plaza en tren turístico a Machu Picchu pagada con vista panorámica en el techo y luego resulta ser un tren normal. Ir en un tren panorámico es muy interesante, ya que así se pueden ver las montañas y todo el paisaje, por lo que el billete es más caro. Si al final resulta ser un tren normal, pedid la hoja de reclamaciones.

– Trekkings hacia Machu Picchu sin billetes de vuelta en el tren, aunque se suponía que entraban dentro del precio del trekking. Esto lo vimos el día que visitamos Machu Picchu. Otras personas de otro grupo no tenían tren de vuelta y su guía había desaparecido. Su trekking había costado más barato de lo habitual, por lo que suponemos que esto fue una forma “de ahorrar costes” por parte de la agencia. El problema es que los trenes de vuelta hacia Cusco siempre están completos y la única forma de salir de Aguascalientes es caminando. Como podréis imaginar, si te has levantado a las 4.30 de la mañana, lo que menos te apetece es caminar 6 km al lado de las vías del tren para luego tomar un taxi que te cobrará lo que quiera. Conclusión: ojo con los trekkings y tours demasiado baratos.

– Si compráis la entrada a Machu Picchu y ya habéis hecho un trekking, no compréis la entrada a la montaña Machu Picchu por mucho que el señor de la agencia os diga que es desde esa montaña desde donde se toma la foto típica. Es mentira. La foto típica se puede tomar desde la parte izquierda del santuario.

– Billetes falsos al cambiar de euros a soles por agentes en la calle. En Perú hay muchos billetes falsos, sobre todo de 50 y 100 soles, y cuando se cambian cantidades grandes se corre el riesgo de que algún billete sea falso, como le ocurrió a un conocido nuestro. Para evitarlo existen varias soluciones: ir a la policía turística y que te enseñen a detectar billetes falsos (como hicimos nosotros) o ir siempre a las oficinas de cambio oficiales y que te marquen los billetes con su sello. Tampoco hay que fiarse de los cajeros porque hay veces que dan billetes falsos.

  • Problemas varios, pero de índole menor:

Ambos hemos perdido varios kilos y la ropa empieza a estarnos un poco grande. El  mayor problema es que el cinturón de Fred tiene una cremallera grande por dentro para guardar el dinero y en estos momentos está llegando a su tope. No puede hacer más pequeño el cinturón porque ya ha llegado al inicio de la cremallera y esta no cabe en la hebilla. Va a tener que engordar sí o sí.

Otro problema es que hemos perdido algo de ropa interior y calcetines en la lavandería y hemos tenido que comprar más. La solución por la que hemos optado es que cuando llevamos ropa  para lavar anotamos todas las prendas en nuestro cuaderno. Así estamos seguros de no perder nada más.

2.- Impresiones personales sobre Perú


La ciudad que menos me gustó fue Lima, por su polución, el tiempo y la pobreza que se huele en cada rincón. La que más fue Arequipa, porque estaba limpia, parecía que el nivel cultural era mayor y la gente era bastante simpática y agradable. La ciudad que considero que más potencial turístico por desarrollar tiene es Chachapoyas, ademas de que están haciendo las cosas muy bien y por el camino correcto.

En cuanto a la hospitalidad, la gente es más hospitalaria en zonas costeras que en la montana. Debe ser que en la costa, al ser más turístico  están más acostumbrados a los gringos. En algunos sitios, como Vicos, los locales recelan mucho de los extranjeros, pero hay una explicación : hubo un extranjero que estafó a todo el pueblo y los robó. En Lima, a pesar de que todo el mundo dice que hay que tener mucho cuidado, encontramos a varias personas que estuvieron encantadas de echarnos una mano. El sitio menos hospitalario es Aguascalientes, ya que ven al turista con cara de dólar y su objetivo es sacarle todo el dinero posible.

El sitio con más encanto, según mi opinión  fue Gocta ya que parece un lugar mágico  El sitio que me desencantó un poco fue el Macchu Picchu en sí mismo, pero quizá la culpa la tuvo el guía por no ser demasiado exhaustivo a la hora de explicarnos la cultura Inca, pero las montañas que lo rodean son impresionantes. El sitio que me sorprendió mucho fue el canon de Colca por los cóndores. El sitio donde mejor me lo pasé fue en Huanchaco haciendo bodyboard.

El mejor guía Luis Orlando, Colca, por su profesionalidad. El guía con más encanto, Telesforo Santillana, en Gocta.

3.- Impresiones socio-económicas sobre Perú


Una de las fuentes de ingresos más importante del país es la minería  Esta actividad económica no está exenta de conflictos ya que, en la mayor parte de los casos, las minas están gestionadas por empresas extranjeras que dan un tercio de los beneficios al gobierno. El problema es que los peruanos son reacios a este tipo de invasión por parte de empresas extranjeras, pero cuando se nacionaliza una mina, el gobierno no tiene la tecnología o el conocimiento para poder explotarla adecuadamente. Desde mi punto de vista, lo ideal sería que estas empresas las gestionase el gobierno alquilando los servicios tecnológicos de empresas extranjeras, pero que fuera el gobierno quien regule la producción y gestione los beneficios.

Otra cosa curiosa es que los peruanos no pagan impuestos, sólo el IVA al adquirir productos. Cuando les contaba que yo pago el 40% de mi sueldo en impuestos, me miraban con cara de estar loca. Les expliqué que este dinero es para sanidad, educación  pensiones, etc. Ellos tienen seguro privado para el médico y pagan una cantidad simbólica al mes para la jubilación  El gobierno utiliza el dinero de la extracción minera para hacer inversiones en el país y mantener las estructuras comunes.

En Perú los negocios no se distinguen mucho unos de otros. Por ejemplo, en Paracas había treinta agencias que ofrecían el mismo tipo de tour, con la misma hora de salida, mismo tipo de embarcación y mismo recorrido. Es difícil distinguir un tipo de agencia de otra si no es por el precio, que normalmente no se varía mucho. Sería mucho más fácil ganar cuota de mercado distinguiéndose de sus competidores, pero esto no lo hacen.

En algunos caso he podido sentir el resentimiento que emana todavía contra los españoles  Nos siguen acusando de haber destrozado todas las creencias Incas y hacer desaparecer las tradiciones que veneraban la pachamama (madre tierra). Los conquistadores corrompieron a los Incas con su avaricia y ansias de poder, ya que se supone que su sociedad funcionaba perfectamente con tres reglas : no seas vago, no mientas y no robes. Yo creo que la gente actual ha hecho de los Incas sus ídolos y que no son muy críticos con su cultura. Aunque la sociedad Inca sólo se conocen por las crónicas españolas, yo creo que era una sociedad comunista a lo « bestia » pero con un rey : todos trabajaban para todos y supongo que también había trabajos forzados, por no decir que había una familia de privilegiados. Eran un pueblo de invasores que no dudaban en destruir los ídolos de los otros pueblos al igual que hicieron los conquistadores. Con esto no quiero ponerme del lado de los conquistadores, pero me refiero a que algunos guías deberían ser un poco más críticos a la hora de explicar la historia de sus antepasados.

4.- Algunos choques culturales y cosas curiosas


Cosas, situaciones u objetos que han llamado nuestra atención :
– Cada autobús tiene su propio terminal y no es nada práctico.
– La bandera del arco iris no simboliza la causa gay, si no que es la bandera de los Incas.
– Según nos contó un peruano que nos encontramos en una excursión, en Peru eres culpable hasta que demuestres lo contrario. Por ejemplo, él tuvo un litigio con una compañía telefónica por una deuda que se suponía que estaba pendiente. Al no poder demostrar que había pagado ya la factura, tuvo que volver a pagarla y con intereses, aunque la compañía telefónica no podía justificar tampco que el señor no había pagado.
– Las zonas en común, habitaciones, etc pueden estar muy limpias, pero los baños son un desastre por regla general. Además no se puede tirar el papel higiénico al wáter porque se atasca.
– A los peruanos les encanta la música de las viejas glorias españolas como Raphael, Paloma San Basilio, Nino Bravo, etc. Por ejemplo, vimos carteles de un concierto del Puma o de Perales.
– Los coches utilizan bombonas de gas en vez de gasolina o gasoil. Llevan una pedazo bombona en el maletero.
– En los restaurantes nunca esperan a que termines tu primer plato para traerte el segundo, te lo traen cuando esta listo. Esto hace que tengas que comer el primero muy deprisa para no comerte el segundo completamente frío.
– En todos los edificios hay zonas segura antisismos, ya que Perú es un país amenazado por los terremotos constantemente. Fred sintió uno pequeñito en Arequipa.
– Los peruanos nunca regañarán a un cliente, aunque sea un pesado, este fastidiando al resto del grupo o les haga repetir lo mismo tres veces. Nunca buscan el conflicto y su consigna es « vive y deja vivir », como es el caso de policía versus jaleadores.
– En Perú es obligatorio votar, si no votas te pueden multar. Que tu pueblo no tenga carretera y que el colegio electoral más cercano esté a seis horas a pie no es motivo para no votar. Además, al votar ponen en tu DNI una pegatina.
– Aunque en Perú conducen de forma « no europea » (por decirlo suavemente), sólo hemos visto un accidente.
– Si alguien no está de acuerdo con la forma de gobernar, digamos por ejemplo del alcalde, puede hacer un referéndum para saber si los vecinos del municipio quieren acabar prematuramente con su legislatura. Obviamente, los costos de este referéndum corren a cuenta del que lo organiza y su nombre esta escrito en la convocatoria.
– Las floristerías  hacen arreglos florales, casi exclusivamente, para difuntos. Los vivos no las necesitan:s.

Cusco y cómo llegar al Macchu Picchu de forma no convencional

 


Esta vez anduvimos listos y compramos los billetes desde Arequipa hasta Cuzco por internet con Cruz del Sur y conseguimos una tarifa con el 50% de descuento. El problema de utilizar una « compañía de lujo » es que los taxis siempre te timan y esta vez pagamos tres veces el precio normal por una carrera de menos de cinco minutos. Lo comido por lo servido, ¿no?

Nuestro hostal en Cusco fue el Souther Comfort y este era un hostal para mochileros en toda regla : dormitorios con cuatro literas, una súper conexion wifi, un bar, una cocina con té y café gratis y una sala de cine con muchos dvds y con chimenea en funcionamiento incluída. El recepcionista era brasileño y, al igual que nosotros, estaba viajando, pero él trabaja durante la mañana a cambio de una habitación.

Cusco era la antigua capital del imperio Inca y su arquitectura es un poco particular : las casas coloniales españolas, con balcones tallados en madera, usan como cimientos y base las antiguas construcciones incas hechas con piedras esculpidas. Lo mismo pasa con las iglesias, ya que los conquistadores destruyeron todos los templos incas y construyeron iglesias sobre ellos.

 

Caminar por Cusco se parece un poco a un vÍdeo juego. Ganas puntos si consigues evitar a las vendedoras de masajes, vendedores de artesanía, vendedores de cuadros, etc, etc y hay algunos que son realmente insistentes.

Otra cosa curiosa que vimos en la calle principal, fue gente disfrazada con un cartel que decía  “respeta el paso de peatones”. Ilusos de nosotros, pensamos que ese mensaje iba dirigido a los automovilistas, pero ¡no! El señor/a de la pancarta echaba la bronca a los peatones si no cruzaban por el paso de cebra. Esto nos recordaba un poco a Lima y a sus mensajes con advertencias : Tenga cuidado al cruzar, 9 de cada 10 muertos en la carretera son peatones. ¡El mundo al revés! Aquí la culpa siempre es del peatón.

Lo que también nos llamo la atención fue ver iglesias con la bandera del arco iris. ¿Estamos locos o aquí los católicos aceptan a los gays ? La bandera del arco iris era la bandera del imperio inca y ondeaba en casi todos los edificios. La duda que nos quedó es cómo se identifican los clubs gays. ¿Ponen dos banderas?

Después del desayuno del primer día en el hostal, mandamos un email a Marie y Yohan (de Arequipa) para saber si ya habían llegado a Cusco, cuándo iban a visitar el Machu Picchu y si querían que nos viéramos. Casi al momento Marie nos respondió diciéndonos que estaban en Cusco, pero ¡en el hospital! De Arequipa habían ido a Puno (3800 m) y Yohan no se encontraba muy bien. El hotel de Puno le había suministrado oxígeno, previo pago de tres soles el minuto (hay que ser cutre), pero la cosa no había mejorado y decidieron ir a Cusco para bajar de altura (3300 m). El hotel de Cusco llamó a un médico de urgencias e internaron a Yohan inmediatamente, porque con las neumonías o los edemas pulmonares no se juega. El personal de la clínica se portó estupendamente con ellos y fueron super profesionales. A los tres días Yohan ya estaba mucho mejor e incluso pudieron visitar el Machu Picchu, eso sí, llegando en tren y autobús.

Después de acompañar a Marie durante toda una tarde, nos pusimos a buscar agencia para ver qué actividades queríamos hacer. Por un lado teníamos ruinas incas en los alrededores de Cusco y en el valle sagrado.  Lo malo es que había que pagar un billete turístico que costaba 140 soles y que daba acceso a diecisiete monumentos, de los cuales sólo merecían la pena cuatro (según la guía). Además teníamos miedo de estar saturados de ruinas antes de llegar al Machu Picchu. Teníamos claro que no queríamos llegar al Machu Picchu de forma convencional y las opciones que teníamos eran tres : inca trail, inca jungle trail y salkantay trail. Para el inca trail ya era demasiado tarde, porque había que reservar por adelantado ya que sólo 200 personas acceden al día. El Salkantay trail no era una opción, por el soroche. Así que el claro ganador fue el inca jungle trail.

El inca jungle trail cuesta alrededor de 225 dólares y el programa consiste en lo siguiente :

– salida de Cusco y subida en minibús hasta el puerto Abra Malaga a 4350m
– bajada en mountain bike  por carretera y luego camino. Va desde el puerto de Abra Malaga, rodeado de glaciares, hasta el pueblo de Santa María a 1430m situado en plena selva
– caminar de Santa María a Santa Teresa, con un tramo donde hay un trozo del camino inca
– baño en las termas de Santa Teresa
– caminar desde Santa Teresa hasta Aguascalientes por las vías del tren en mitad de la selva
– subir al Machu Picchu
– volver a Cusco

Como manda la tradición, preguntamos en varias agencias para informarnos sobre condiciones y precios :
– Xtrem Gravity nos ofreció la excursión por 370 dólares
– Reserv Cusco nos ofreció la misma excursión por 225 dólares
– Lorenzo la ofrecía por 198 dólares, pero la vuelta en tren no estaba incluída y había que comprarla a parte (unos 50 dólares)
– Otras agencias menos conocidas la ofrecían por 180 dólares

En este caso preferimos jugar la carta de la seguridad y teníamos claro que íbamos a elegir una de las tres agencias propuestas por la Lonely Planet, porque no es muy buen plan encontrarse bajando en bici a 50km/h y que el freno decida no funcionar. Nos decantamos por Reserv Cusco, porque Xtrem Gravity  costaba el doble que las otras agencias y la excursión de Lorenzo no estaba completa. En ReservCusco incluso pudimos negociar el precio y bajarlo 15 dólares porque ya había otras dos personas apuntadas.

Llegado el día, nuestro grupo lo formaban dos estudiantes holandeses, nosotros y nuestro guía, Víctor. Además, para el mountainbike, había también una pareja de inglesas que habían reservado con otra agencia. El equipo de seguridad constaba de un chaleco reflectante, casco, guantes,rodilleras y coderas. Los de otra agencia llevaban un casco integral en vez de un casco simple, pero no creo que sirva de mucho en una carretera asfaltada donde el mayor peligro es caerse por el precipicio (¡un paracaídas hubiera estado mejor!).

Después de dar un par de vueltas por el párking para probar frenos, marchas y acostumbrarse al manillar, el descenso empezó. El guía era el primero y la furgoneta de la agencia se suponía que iba siempre detrás del último. Yo empecé a bajar tranquilamente y sin coger las curvas a mucha velocidad para poder acostumbrarme a la bici y sobre todo a las curvas cerradas. Aun así, no era de las últimas, ya que las chicas inglesas estaban detrás de mí. El guía, Fred y el holandés iban que se las pelaban e incluso parecían medio profesionales.

Tras veinte minutos de bici, el guía hizo la primera parada para ver si todo estaba bien y para que nos hiciéramos unas fotos. Durante la pausa vimos pasar al chófer de nuestro minibús, que nos adelantó y se paro un poco más lejos para echarse una siesta.

Seguimos con la bajada y a mí particularmente se me estaban helando las manos a pesar de llevar guantes. Lo bueno es que cuanto más bajaba, más se iba calentando el aire, y mejor podía utilizar las manos. El segundo descanso llegó y una de las chicas inglesas se dirigió al guía diciéndole que su amiga había pinchado una rueda nada más salir del descanso anterior. Uuuuyyyy qué raro que justo en ese momento viéramos llegar a nuestro minibús y ni rastro de la otra inglesa… El guía habló con el chófer, quien dio la media vuelta y se fue a buscar a la inglesa con la bici pinchada. Cuando llegó, la inglesa puso al guía de vuelta y media, con razón. Víctor aguantó el chaparrón porque todo buen peruano evita los conflictos. La inglesa estaba gritando, llorando y en un estado de nervios que no era normal por haber tenido que esperar durante 20 minutos aorillada en la carretera por culpa del chófer, pero tampoco me parecía tan grave dado que no nos íbamos a ir sin ella.

Con la inglesa un poco más calmada, la cámara de la bici con un parche y todos listos, empezamos a bajar otra vez, pero tras tanta parada y tiempo perdido, los nubarrones que estaban en el horizonte consiguieron alcanzarnos : ¿qué hay mejor que bajar en bici con lluvia ? Yo llevaba las gafas de sol por el viento, pero esta vez me protegían de la lluvia, y ¡qué lluvia !

Otra inglesa que pinchó, las dos empapadas con ropa de algodón y muertas del frío, así que se retiraron de la competición y decidieron acabar el trayecto en el minibús. El guía no iba mejor vestido con sus pantalones vaqueros y su camiseta de algodón. Fred y yo estábamos súper contentos de haber cogido nuestros cortavientos-chubasqueros y mi jersey que expulsa el sudor y no lo deja pasar hacia adentro, ya que en este caso, se mojó por fuera pero yo por dentro estaba seca. Los holandeses también iban más preparados y llevaban impermeables de nieve.

Mientras nos quitábamos un poco el agua de dentro de las zapatillas y limpiábamos el vao de las gafas de sol, el guía nos explicó que las inglesas estaban con nosotros porque otra agencia le había llamado pidiéndole un favor, ya que no tenían guía, pero que lo malo era que sus bicicletas no estaban en buen estado y por eso tenían tantos problemas. Yo creo que un guía profesional no debería aceptar pasajeros con la bici en malas condiciones, pero supongo que la edad es todo un grado de experiencia y, en su caso, Víctor sólo tenía 23 añitos.

Seguimos la marcha, los cuatro con el guía  cuando la carretera asfaltada se acabó y llegamos a una pista de tierra. Aquí es donde empezó lo bueno. Si la lluvia no era suficiente, ahora teníamos el barro también  Hubo un momento en que no veía nada porque mis gafas de sol estaban llenas de gotas de barro. Además, había que tener cuidado porque había ciertas zonas donde el agua corría y arrastraba piedras. En este camino perdimos a la chica holandesa por un pinchazo y sólo quedamos tres. Yo iba un poco rezagada del grupo, pero no los perdía de vista.

Cuando me uní al resto del grupo, me di cuenta de que no estábamos solos y que había muchos coches alrededor nuestro. Lo que pasaba es que la pista de tierra era en realidad la única carretera que existía para llegar a Santa María y que estaba en obras. Un minibús se había quedado atascado en el barro y lo malo es que estaba en una zona de derrumbe y seguía lloviendo. Un autobús intentó remolcarlo, pero no hubo éxito  y, mientras, se iba formando más atascos de coches, camiones y autobuses por ambos lados. Mientras esperábamos a ver lo que pasaba, estuvimos recogiendo las bicletas y nos metimos en nuestra furgoneta a esperar y mirar como si estuviéramos viendo una película de acción en la que el minibús se va a caer por un mini barranco. Al final vino una máquina apisonadora, echaron tierra seca, medio construyeron un camino y el minibús pudo salir. Menos mal, porque si no, nos tendríamos que haber vuelto a Cusco.

Después de tanta aventurilla conseguimos llegar al alojamiento del primer día  La cama era cómoda,  la comida era buena, teníamos agua caliente, pero como siempre el baño estaba peor que el resto de estancias. Nada más llegar tuvimos que improvisar un tendal, porque toda la ropa del día estaba mojada. Pedimos unos periódicos para intentar secar las zapatillas más rápido,  pero parece ser que a ese pueblo no llegaba la prensa escrita. Por la tarde noche estuvimos echando una partida de ajedrez y de billar y estuvimos charlando con un holandés que volvía de una sesión con un chamán, donde había probado la planta alucinógena que se llama San Pedro.

Por la mañana seguimos con la ruta, pero esta vez caminando. El camino empiezaba en el antiguo pueblo de Santa María, que fue devastado por una crecida de agua en el río debido a un desprendimiento en un glaciar  situado a 70 km del pueblo. Es impresionante ver en qué estado quedó el pueblo después de esta desgracia, pero parece ser que aprendieron la lección y construyeron el pueblo nuevo mucho más separado del río.
La parte en la selva había llegado y fue completamente indispensable echarse repelente para los mosquitos. La vegetación era densa y lo más curioso era el ruido : las cigarras hacían que el ambiente fuera ensordecedor.

Durante la caminata, Víctor nos explicó sobre flora y fauna, además de las costumbres locales. Por ejemplo si bebes chicha, primero debes derramar un poco en el suelo como ofrenda a la Pachamama, que es la madre tierra. Por el camino también pudimos ver las plantaciones de coca.

 

El camino empezó a subir y llegamos al tramo del camino Inca. Por razones estratégicas y para ahorrar tiempo, los Incas hicieron sus caminos en mitad de las montañas en vez de en el fondo del valle. Los Incas tenían entre sus filas a los mensajeros, llamados chaskis, que corrían por estos caminos durante 2 o 4 km para transmitir los mensajes. Los mensajes eras unas cuerdas de colores con diferentes nudos en ellas (nadie ha conseguido todavía descifrar su significado). Eran capaces de transmitir un mensaje de Quito a Cusco (2000km) en cinco días  Yo no sé cuántos caerían por estos acantilados, pero espero que utilizaran redundancia con los mensajes :s.

Por el camino nos paramos en una granja, donde nos hablaron de plantas locales medicinales y alucinógenas  nos dieron explicaciones sobre el cacao y el café y nos vistieron con ropas tradicionales.

 


Seguimos caminando el resto del día al lado del río Urubamba, afluente del Amazonas, y Víctor nos explicó que los puentes hay que reconstruirlos cada poco porque las crecidas de agua los destruyen. La comunidad de Santa Teresa, cansada de esta situación  inventó un sistema un poco particular para cruzar el río : un carrito, una polea y un señor bastan.

 

Al final del día, después de caminar durante 20 km, llegó la mejor parte con las termas naturales a 38 grados. Menudo lujo estar rodeado de montañas, anocheciendo y tomando un bañito en agua humeante. Ninguno queríamos salir de allí y el guía casi nos tuvo que sacar a rastras cual niños pequeños con los dedos enmollecidos. Consiguió convencernos hablando de la cena que nos esperaba 🙂

El tercer día empezó en una pista con unas vistas un poco feas hacía una central hidroeléctrica que están construyendo al lado de Santa Teresa. Vimos también cascadas artificiales saliendo de la mitad de una montaña, que la compañía hidroeléctrica había construido para aliviar la presión en la presa.

El resto del camino fue al lado de las vías del tren que lleva hacia Machu Picchu. No es muy peligroso porque hay sólo algunos trenes al día y circulan a 30km/h, además de ir tocando la bocina todo el rato. Lo más bonito de este camino es estar rodeado por montañas espectaculares casi 360 grados.

Por el camino nos paramos a comer en el restaurante Inca Raqay y nos echamos la siesta para recuperar fuerzas y llegar a Aguascalientes con energía.

Aguascalientes no es muy bonita y esta ciudad se desarrolló después del « descubrimiento » del Machu Picchu. Los precios en Aguascalientes pueden triplicar a Cusco y al turista se le ve con cara de dólar. Cenamos y nos fuimos a la cama muy pronto porque había que levantarse a las 4h30 para el ascenso al Machu Picchu y sus infinitos escalones. A estas, yo tenia una ampolla de órdago en el pie, pero no iba a rendir justo antes del final.

Nos levantamos a las 4h15, nos vestimos medio zombis, bajamos la mochila a la recepción,  nos encontramos con los holandeses, recogimos el desayuno y encendimos las linternas (porque aun era de noche) para recorrer el camino que llevaba hasta el puesto de control.

Era un poco surrealista ver a una panda de 300 tarados esperando a que abrieran las puertas para empezar a subir durante casi una hora. El camino inca que lleva al Machu Picchu estaba en mejores condiciones que el tramo que habíamos hecho anteriormente : no había acantilado y era mucho más ancho. La subida fue un poco agobiante por la humedad y el cansancio acumulado de los días anteriores, más el dolor de la ampolla. Lo más injusto de todo es que no se valora a la gente que sube andando, porque el primer autobús que sube de Aguascalientes llega al mismo tiempo que las primeras personas que suben a pie. Deberían poner los autobuses un poco más tarde para recompensar el esfuerzo de subir a pie.

 

Nos encontramos con el guía cultural y empezamos la visita con un Machu Picchu envuelto en bruma. Es espectacular ver cómo construyeron una ciudad perdida en mitad de la nada y con esa perfección.

Nadie sabe muy bien para que se construyó la ciudad de Machu Picchu : según el guía era un centro universitario, otras versiones dicen que era la casa de vacaciones del rey inca, otros que era sólo un centro administrativo. Como los incas no tenían escritura y los españoles nunca llegaron a esa ciudad, nunca se podrá saber.

El guía también nos explicó que los españoles no habían conseguido llegar hasta allí porque el camino inca que llevaba hasta Machu Picchu fue destruido durante la invasión. La ciudad era conocida por la gente local, pero no le dieron ninguna importancia hasta la llegada del historiador americano  Hiram Bingham, que empezó  la limpieza y resconstrucción del lugar. Una vez más, en Perú,  tiene que venir alguien de fuera para descubrir los atractivos turísticos.

La ciudad se divide en varios sectores. Hay terrazas de cultivo, el santuario para adorar al sol, una habitación con paredes donde se podían hacer cacofonías para los rituales con el chamán, un reloj solar, una brújula y las casas donde habitaban.

El guía,  que era indígena,  nos describía los incas como la sociedad perfecta donde todos estaban en armonía con la tierra, todos trabajaban para todos y donde se aplicaban sólo tres reglas : no seas vago, no mientas y no robes. Además hablaba de ellos como « superhombres » en el ámbito físico y estaba muy orgulloso de decir que en las aldeas actuales la gente, incluidas las abuelas, pueden cargar grandes pesos sin ningún problema y eso era gracias a los genes incas (en mi cabeza había todavía imágenes de abuelas en Vicos completamente dobladas por el peso y yo preguntándome si no conocerían la rueda al verlas).

El guía hablaba del rey Inca como un ser supremo y nos explicó que los descendientes del rey tenían que ser procreados dentro de su misma familia, ya que todos eran descendientes del sol. Nosotros hicimos la pregunta obvia : ¿cuáántos de esos hijos habían salido con deficiencia mental por procrear siempre con los mismos genes ? Según el guía ninguno, ya que eran reyes. Ahí el guía perdió toda credibilidad para nosotros : en vez de hablar con hechos científicos  estaba magnificando la leyenda de los incas y no era crítico con ellos. Eso o que no era un guía profesional realmente.

Terminamos la visita con el guía cultural, y empezó el tiempo libre para explorar el sitio y tomar millones de fotos. Recorrimos las ruinas y empezamos la ascensión de la montana Machu Picchu (montaña vieja), que es la que está en frente del Huayna Picchu (montaña joven). La chica holandesa y yo decidimos que estábamos muy cansadas y que ya habíamos tenido suficiente caminata durante tres días, por lo que nos bajamos a ver cómo las llamás robaban plátanos a turistas despistados.

El día fue clareando poco a poco y por fin pudimos tomar las fotos con sol. Comimos un poco, porque aunque digan que esta prohibido introducir comida en el recinto está tolerado comer dentro, y sobre las tres empezamos a bajar otra vez por el camino inca hasta Aguascalientes.

En Aguascalientes nos sentamos los cuatro a comer algo y a tomar una cerveza en un bar y cuando llegó la cuenta ¡sorpresa! Nos habían incrementado la cuenta de un 20% por una tasa local, según la camarera. Reclamamos que en la carta no ponía nada de que los impuestos no estaban incluídos y que nos explicara de donde salía ese 20%, a lo que no fue capaz. Me enganché con ella porque yo era la única con idioma materno español y la puse de vuelta y media diciendo que estas cosas daban muy mala imagen a su país y que a nosotros nos hacía eso porque teníamos cara de « tener dinero ». Obviamente, ella aguanto el chaparrón diciendo « sí señorita », pero al final nos tocó pagar 10 soles de demás  Definitivamente, Aguascalientes es mejor evitarlo en la medida de los posible y si se puede ir con comida desde Cusco, mucho mejor, porque los precios allí no son normales y el servicio deja que desear.

No fue esta la única sorpresa desagradable que vimos antes de irnos de allí  Tres chicos de otra agencia, que habían hecho también el Inca Jungle Trail,  no tenían billete de vuelta en el tren. Mi teoría es que como sólo habían pagado 180 dólares, la agencia no había comprado los billetes de tren para tener más margen de ganancia. Además habían sido muy listos en la agencia, porque el guía les había dicho la noche anterior a la ascensión al Machu Picchu, que no había imprimido los billetes, pero que se los dejaba en la recepción del hostal y que podían recogerlos cuando bajaran. Los guías « deportivos » normalmente no se quedan el último día del Inca Jungle Trail porque tenemos el guía « cultural » y así ellos pueden ganar otro día para hacer un trekking con otros clientes. Por lo tanto, estos chicos se encontraron sin billetes y sin ningún contacto de la agencia in situ a quien poder reclamar.

Las opciones en ese caso son pocas, porque los trenes parten llenos desde Machu Picchu :

  • Esperar a que alguien decida no presentarse y comprar su sitio en el último momento
  • Dormir en Aguascalientes y esperar un tren hasta el día siguiente
  • Caminar 6km a oscuras por la vía del tren, llegar hasta hidroeléctrica y rezar para que haya un taxi o un colectivo que te lleve hasta Ollantaytambo

No se lo que hicieron los chicos al final, pero su situación no era fácil porque tenían que tomar un vuelo al día siguiente a las 6 de la mañana.

Nosotros sí cogimos el tren y un autobús en Ollantaytambo y llegamos a Cusco sobre las once de la noche. Después de este periplo, nos quedamos tres días en Cusco descansando y haciendo nada para poder recuperarnos.

 

Comment rejoindre le Machu Picchu en trois jours

Nous commandons sur internet des billets pour Cuzco. Nous profitons d’un tarif promotionnel chez Cruz del Sur qui le place au même prix que les autres compagnies. Mais le problème quand on vient d’une compagnie de luxe et qu’on a une bonne tête de gringo c’est qu’on se fait arnaquer par les taxi. Nous payons S/.10 pour le trajet de 2min jusqu’à notre hôtel, soit plus du triple du prix normal. Ça reste beaucoup moins pire que les taxi de Nice qui facturent 10eur du kilomètre.

Notre hôtel, Southern Comfort a tous les attributs d’un hôtel Routard (en anglais on dit Backpackers) : des lits en dortoir, une bonne connexion internet (quoiqu’il faille configurer l’adresse ip manuellement quand on se connecte au wifi), un bar, et une cuisine en libre service avec bouilloire et sachets de thé à volonté, alternative aux bouteilles d’eau minérale auxquelles notre système digestif à la flore européenne nous contraint. Le réceptionniste est brésilien. Plus tard il nous expliquera qu’il loge gratuitement en échange de son travail à la réception. Et lorsque le gérant de l’hôtel ne trouve pas de touriste pour travailler à la réception, il engage un cuzquénien payé S/.500 par mois.

Nous visitons Cuzco, ancienne capitale de l’empire Inca avec son architecture particulière : les bâtiments coloniaux espagnols, aux balcons en bois sculptés, sont bâtis sur la base en pierres sèches polygonales polies des bâtiments Incas.

Marcher dans les rues du centre de Cuzco ressemble à un jeu vidéo ou il faut éviter tous les cent mètres, un vendeur d’artisanat, de tableaux ou de massages. D’ailleurs à priori les massages dissimulent en partie une activité de prostitution car Marie et Yohan verront dans un bus quelqu’un distribuer un prospectus sur lequel est représenté un salon de massage douteux accompagné du texte suivant : « voici ce que deviendra votre fille si elle ne va pas à l’école ».

Sur la rue principale nous voyons des gens déguisé avec un écriteau « respectez les passages piétons ». Je me dit que c’est une bonne initiative de responsabiliser les conducteurs. Erreur de ma part : en fait les écriteaux s’adressent aux piétons. Ça me rappelle les messages d’avertissement sur les trottoirs de Lima : attention en traversant, 9 personnes sur 10 tués sur la route sont des piétons. Ici le coupable, c’est toujours le piéton.

Nous envoyons un mail à Marie et Yohan pour savoir quand ils vont visiter le Machu Picchu pour une éventuelle synchronisation. Marie nous répond qu’ils sont aussi à Cuzco, mais dans une clinique. En effet, en se rendant à Puno, 3800m, Yohan s’est senti mal. L’hôtel lui a fourni une petite bouteille d’air sous pression (en leur faisant payer S/.15 la minute). Ils ont ensuite décidé d’aller à Cuzco, ville moins haute à 3300m. Là leur hôtel les a envoyé à une clinique, dont le personnel s’est montré compétent puisque 3j après il était remis et ils ont même pu aller au Machu Picchu. A priori il a eu une pneumonie ou une embolie pulmonaire due à l’altitude.

Il y a quelques ruines Inca à visiter aux alentours de Cuzco. Le problème c’est que ça coûte très cher : il faut payer un « billet touristique » à S/.140 qui donne accès à 17 sites (dont 4 vraiment intéressants), mais impossible de payer seulement pour un site. Craignant d’être saturé de ruines Incas avant même d’atteindre le Machu Picchu, nous nous contentons de faire le tour de la ville et en profitons pour nous renseigner sur l’ « Inca Jungle Trail ». En effet, pour accéder au Machu Picchu, quatre options : prendre le train le plus cher du monde, marcher quelques heures le long de la voie ferrée, passer par l’Inca Trail, ou faire l’ « Inca Jungle Trail ». Le train coûte entre $120 et $1500 aller-retour, pour une trentaine de kilomètres. Quant à l’Inca Trail, magnifique sentier Inca, il est limité à 200 personnes par jour, est bien sûr toujours rempli, coûte autour de $500 et doit être réservé plusieurs semaines à plusieurs mois en avance. L’ « Inca Jungle Trail » coûte autour de $200 et propose un programme intéressant :

  • montée en minibus jusqu’à Abra Malaga à 4350m
  • descente en VTT depuis les montagnes entourées de glaciers jusqu’à la jungle et le village de Santa Maria à 1430m
  • marche entre Santa Maria et Santa Teresa (1900m) incluant un morceau de sentier Inca
  • baignade dans les termes de Santa Teresa
  • marche le long de la voie ferrée au milieu de la jungle jusqu’à Agua Calientes
  • montée et visite du Machu Picchu (2438m)
  • retour à Cuzco en train puis bus

 

Conformément à notre procédure habituelle, nous faisons le tour des agences :

  • Xtrem gravity propose l’excursion à $370
  • Reserv Cusco la propose à $225
  • chez Lorenzo ça coûte $198, mais retour en train non compris
  • chez les agences moins connues, ça coûte autour de $180

 

Nous préférons jouer la sécurité et choisir une des 3 agences recommandées par le Lonely Planet, histoire de ne pas se retrouver en VTT à 50km/h avec le frein qui lâche. Xtrem Gravity coûtant le double des autres et Lorenzo proposant une excursion non complète, nous choisissons Reserv Cusco et négocions même un petit rabais de $15.

Notre groupe est constitué d’un couple d’étudiants hollandais, de nous deux, et de Victor, notre jeune guide. Pour la partie VTT se joindrons à nous deux anglaises qui ont réservé via une autre agence. Le col de Abra Malaga étant toujours dans la brume, pour des questions de sécurité la descente sur la route commence 200m plus bas où le temps est couvert, mais la visibilité bien meilleure. Notre équipement de sécurité est constitué d’un gilet jaune, d’un casque, de gants de genouillères et de coudières. Ceux de Xtrem Gravity ont en plus une dorsale et un casque intégral au lieu du casque simple. Pas sur que ça serve tant que ça car à mon avis le danger sur cette route asphaltée n’est pas l’impact avec le sol, mais plutôt la sortie de route dans le précipice. Un parachute serait plus utile ! Mais dans tous les cas le VTT sera moins dangereux que le minibus dont le chauffeur double sans visibilité. Le guide part premier et nous entamons la descente. Marta et moi prenons confiance. Je choisi la même stratégie que dans les rando rollers : je m’arrête sur le côté, laisse passer le groupe et ensuite pédale à fond pour rattraper le guide. D’ailleurs Tom, l’hollandais, fait pareil. Mais le vide ne donne pas envie de risquer un dérapage incontrôlé, du coup j’attaque les virages côté montagne mais prend prudemment les courbes côté précipice. Pendant la première pause je m’étonne de voir notre mini-bus, qui normalement devait rester derrière le groupe, passer devant nous et le chauffeur s’arrêter un peu plus loin faire une sieste.
Nous faisons une deuxième pause. Une des deux anglaises prévient le guide que le pneu de son amie a crevé juste en repartant de la première pause. Pas pratique car le minibus est pile entre nous et l’anglaise. Du coup, nous devons attendre que le chauffeur se réveille, vienne jusqu’à nous et aille dépanner l’anglaise. Elle engueule, non sans raison, le guide qui n’a pas mis les points sur les i avec le chauffeur qui fait n’importe quoi. Il faut dire que la culture péruvienne est d’éviter coûte que coûte les conflits. Jamais un guide ne vas engueuler un collègue, ni un client. Elle se met même à pleurer, un peu exagéré pour 20 minutes d’attente au bord de la route.

La chambre à air réparée, nous repartons. La pluie s’invite à la partie, nous obligeant a être un peu plus prudent dans les courbes. L’autre anglaise crève aussi son pneu et le chauffeur du minibus, qui pourtant cette fois-ci est derrière le groupe, passe devant elle sans la voir. Quelle blague ce gars-là ! Les anglaises, frigorifiées car habillées d’un pull en acrylique et de vêtements en coton, décident d’arrêter et de finir en minibus. Le guide n’est guère mieux équipé : jean et chemise en coton. Avec Marta, nous sommes contents de nos coupe vent style kway, même si les chaussures et les pantalons sont trempés. Les hollandais portent carrément une veste de ski.

Le guide nous explique que les anglaises ont des VTT d’une autre compagnie qui sont en mauvais état. Nous lui faisons observer qu’en tant que guide, il devrait refuser d’accompagner des clients s’il estime leur équipement inadéquat. Il a 23 ans et je pense qu’il lui manque un peu d’expérience.

Marta étant désormais dernière du groupe, je me mets derrière elle pour l’accompagner. Nous devons doubler un camion au moteur poussif et malodorant. Je passe devant pour ouvrir le chemin mais vois qu’elle ne suit pas. Je mets un gros coup de frein et mon frein avant reste bloqué. Apparemment il n’y a pas que les anglaises qui ont un VTT en mauvais état. C’est le câble du frein qui est resté bloqué dans sa gaine. Je titille un peu la gaine et peux repartir.

Arrive ensuite la partie non-asphaltée de la route. Là, le VTT se justifie et je me prends des embruns de boue dans le visage. Quelques petits éboulements nous incitent à rester au milieu de la route, surtout que personne ne vient d’en face. Nous comprendrons rapidement pourquoi : quelques kilomètres plus loin, la route est traversée par un torrent de boue et un minibus y est totalement enlisé. Nous rejoinons notre guide et attendons notre minibus. Nous rangeons les vélo et à l’abri du hayon du minibus j’observe la scène. Tous les moyens sont mise en œuvre pour dégager le véhicule enlisé : on sort les pelles, un bus essaye de le tracter. Rien y fait et on se prépare à rentrer à Cuzco. Mais heureusement la route Cuzco-Santa Maria est un axe de communication important et la DDE locale envoie un bulldozer qui va tracter le minibus et refaire la route pour que les autres puissent passer.

Nous arrivons enfin au logement où nous passerons notre première nuit. Le lit est confortable, la nourriture est bonne, il y a l’eau chaude, mais comme souvent la propreté de la salle-de-bains-toilettes laisse à désirer. Ma petite corde va enfin servir à quelque chose : nous improvisons un étendage pour faire sécher nos vêtements. Malheureusement, pas moyen de trouver du papier journal pour faire sécher nos chaussures. Je ferai les 24km du jour suivant en sandales. Après une partie d’échecs et de billard incliné, et s’être couvert de répulsif, nous allons nous coucher.

Le lendemain, nous reprenons la route, à pieds cette fois. Nous passons par les ruines de l’ancien village de Santa Maria qui a été emporté par une fonte de glacier à 70km de là qui a provoque une crue de la rivière Urubamba. Je demande à Victor quel est le sifflement qu’on entend. C’est en fait un insecte qui fait tout ce bruit. La cigale locale.

Nous quittons ensuite la piste carrossable pour un vertigineux sentier taillé dans les éboulis surplombant la rivière. Puis nous traversons la campagne et Victor nous explique les différentes plantes de la jungle : les petites graines rouges, qui s’utilisent comme les cochenilles du canyon de Colca, les pommes de terre locales, les nombreux fruits, les fleurs surnommés « drapeau espagnol » et bien sûr les champs où on cultive la coca. Si elle n’était pas infestée de moustiques et s’il était possible d’y faire sécher correctement ses vêtements, la jungle serait un endroit idéal.

Nous prenons ensuite de l’altitude. Commence le sentier Inca. Pour des raisons stratégiques, les voies de communication Inca ne se trouvaient pas en fond de vallée, mais à flanc de montagne. Ainsi c’était facile pour eux de la couper. Ils avaient un système de messagers qui se relaient tous les 2 ou 4 km qui permettaient de faire passer le message, codé par des nœuds sur un chapelet de cordes en laine, d’un bout de l’empire jusqu’à la capitale, soit 2000km, en quelques jours.

Le chemin est vraiment vertigineux, et il faut faire attention à assurer chaque pas.

Nous faisons une pause à une ferme bio. Un agriculteur nous montre les différentes plantes locales, y compris la célèbre Ayahuasca aux propriétés hallucinogènes, et nous explique la culture du café et du cacao.

La suite du chemin se fera le long de la rivière Urubamba, affluent de l’Amazone, qui doit être un paradis pour les kayakistes confirmés. Juste avant d’arriver aux termes de Santa Teresa, nous devons traverser la rivière par une tyrolienne : une nacelle à poulies le long d’un câble, tractée depuis l’autre côté de la rivière par le passeur. Certes moins impressionnant que le village de Yushan en Chine.

Nous arrivons enfin juste avant la tombée de la nuit aux termes de Santa Teresa et leur eau à 38°C. C’est tellement agréable après un journée de marche que nous y resterons plus d’une heure.

Comme il fait nuit, nous devons prendre un taxi qui nous conduira au village de Santa Teresa en 10 minutes de piste. Le repas est excellent et bien apprécié.

Le 3ème jour, nous commençons par quelques heures de marche sur une piste poussiéreuse qui ne présente pas de gros intérêt mise à part les cataractes artificielles venant des deux usines hydroélectriques. Et une troisième est en construction.

La suite du chemin se déroule le long de la voie ferrée. Pas du tout dangereux car les quelques trains vont à 30km/h maximum et annoncent leur venue bien en avance. La ballade est même assez agréable car ombragée tout le long.

Au passage nous croiserons quelques ruines Inca. Ils étaient fan du chiffre 3, qui représentait leurs 3 commandements : ne pas voler, ne pas mentir, travailler, et du chiffre 2, qui représentait la dualité.

Nous déjeunons à l’Inca Raqay (qui ne signifie pas Racaille Inca, mais Terre de l’Inca), où la nourriture est délicieuse et la cuisine soignée. C’est étonnant de voir les cuisiniers avec leur toque en plein milieu de la jungle.

Après 20km de marche nous arrivons enfin à Agua Calientes, dernière étape avant le Machu Picchu. Le village ne présente aucun intérêt, et est un véritable attrape-touristes avec des prix de 2 à 5 fois supérieurs au reste du Pérou.

Le lendemain, levée à 4h du matin pour monter à pieds parmi les premiers au Machu Picchu. Finalement nous arriverons à l’entrée du site en même temps que les premiers bus. Personnellement je n’ai pas compris pourquoi le guide nous conseillé de partir si tôt car du coup on est un peu crevés pour faire la visite du site. Nous avons rendez-vous avec le « guide culturel » (Victor étant le « guide sportif ») qui doit nous guider parmi les ruines du Machu Picchu. Le premier aperçu du site, sous la brume est impressionnant.

Le guide nous décrit la société Inca comme une société idéale, du style Heidi en remplaçant les Alpes par les Andes. Nous ne sommes pas trop d’accord avec lui car, bien que moins barbares que leurs successeurs espagnols, le société Inca était avant tout une dictature colonialiste qui a soumis tous les autres peuples de la région. Mais ayant remarqué que les péruviens prenaient en général plutôt mal toute critique envers les Inca, nous nous abstenons du moindre commentaire.

La visite terminée, nous allons voir le pont Inca : ouvrage en pierres à flan de falaise. On se demande comment il a pu être construit il y a plus de 500 ans alors que ni l’hélicoptère ni le baudrier d’escalade n’existaient.

Nous avons pris avec le billet du site du Machu Picchu le supplément ascension à la montagne du Machu Picchu. En effet les ruines se trouvent entre deux montagnes : le Machu Picchu qui a donné son nom au site et le Huyana Pichu. Le dénivelé, 500m, n’est pas énorme, mais presque tout le sentier est constitué de marches d’escalier et est au soleil. Après s’être levé à 4h du matin et avoir déjà monté les 500m depuis Agua Calientes, la montée est difficile et la descente tout autant.

Le soir, vers 17h, nous prenons le train en direction de Cuzco. Nous sommes content d’avoir choisi une agence de voyage renommée car nous croisons un groupe dont l’agence à tout simplement oublié de réserver les billets de retour. Les trains partant toujours plein, ils doivent attendre un désistement hypothétique, rester un jour de plus à Agua Calientes, ou marcher 5h de nuit le long des rails et prendre un taxi.

Nous arrivons à l’hôtel à 22h, et j’aurai besoin de 2j de repos pour repartir en pleine forme vers la Bolivie et le Lac Titicaca. 

 

Colca, petit coin de paradis au fond d’un trou

Le bus de nuit de la compagnie Civa, nous mène de Ica à Aréquipa. S/.70 pour 12h de trajet. L’arrivée au petit matin est impressionnante : le volcan Misti surplombe la ville telle une épée de Damoclès. D’ailleurs on enregistre une cinquantaines de vibrations d’origine sismique par jour.

Nous prenons un taxi depuis la gare routière jusqu’à notre hôtel en centre ville : « Le Foyer ». Nous avions réservé deux lits en dortoir, mais par chance durant tout notre séjour nous serons seuls dans la chambre. L’hôtel a été aménagé au premier étage d’une ancienne maison coloniale, autour d’un petit patio qui donne sur les tables du restaurant mexicain du rez-de-chaussé. Les salles-de-bain-toilettes sont propres et le prix est raisonnable par rapport aux standards de la ville.

Il plane sur Aréquipa une ambiance différente du reste du Pérou. Pas de différence flagrante, mais plein de petits détails. Rien qu’au niveau du trafic : une voiture sur 5 laisse passer les piétons, les gens klaxonnent beaucoup moins et portent le casque en moto. Nous ne voyons personne jeter les déchets dans la rue, toutes les maisons de la ville sont terminées, et on y trouve beaucoup plus de librairies que dans les autres villes. Nous ne serons pas surpris lorsque nous apprendront que la ville a eu par le passé des revendications indépendantistes.

Mais sur cette ville, en plus du danger latent des 5 ou 6 volcans environnants, présente un niveau important de radiations solaires : la couche d’ozone à l’azimut de la ville est très détériorée et le fait que la ville soit située à 2300m n’arrange rien. Pour cette raison, les enfants ne peuvent rentrer à l’école s’ils n’ont pas un chapeau et de la crème solaire. Quant à nous, nous ne sortons pas sans crème solaire.

Aréquipa est surnommée « la ville blanche » car la plupart des bâtiments sont blancs et également car la ville ayant été construite par les colons espagnols, elle comportait plus d’habitants à la peau pâle que d’autochtones. Les monuments de la ville sont soit religieux (en particulier le fameux couvent Santa Catalina qui constitue une véritable ville au cœur de la ville), soit de grosses maisons coloniales. Il y a même une banque installée dans l’une d’entre elles : on y voit les client attendre leur tour confortablement installés sur un banc en pierre dans un patio ombragé.

Ici le plat typique c’est le Rocoto : c’est un piment farci. On me l’a servi accompagné d’un énorme gratin de pommes de terre. J’ai vite compris pourquoi : c’est tellement piquant qu’il faut manger trois bouchées de pommes de terre pour absorber la bouchée de Rocoto. Je commanderai pour l’accompagnée une bière d’Aréquipa. Mais les péruviens n’ont pas l’habitude d’accompagner leur repas d’alcool : la bière c’est pour les fêtes, pas pour le repas du midi. Du coup, il n’y a pas de bière fraîche au frigo. La serveuse trouve une solution : elle va chercher des glaçons dans l’épicerie d’à côté et m’apporte la bière dans un seau à champagne.

Après quelques jours en ville, nous nous informons sur la sortie immanquable du coin : le Canyon de Colca. Il s’agit du Canyon le plus profond du monde : 3400m entre le haut de la montagne la plus haute et le point le plus bas du canyon, même s’il n’est pas autant encaissé que les gorges du Verdon. Au fond du canyon se trouvent deux villages andins, accessibles uniquement à pied ou à dos de mule. Et encore, la mule c’est seulement pour la montée, descendre le sentier à dos de mule serait suicidaire. La faune et la flore du microclimat qui y règne sont également réputés.

L’excursion typique se déroule ainsi :
– Départ d’Aréquipa pendant la nuit
– Petit déjeuné à Chivay après 3h de route
– Reprise du bus et arrêt à la « Cruz del Condor » pour voir les Condors profiter du thermique du canyon qui ne souffle que le matin.
– Descente au fond du canyon de 3280m à 2300m
– Passage par les villages de San Juan de Cuccho, Cosñirhua et Malata
– Nuit et baignade à l’Oasis (1600m)
– Remontée matinale du canyon jusqu’à Cabanaconde (3300m) et petit déjeuner
– Profiter des sources chaudes (38°C) de Calera
– Déjeuner à Chivay
– Passage en bus par un col à 4800m
– Visite de la réserve où paissent les Lamas
– Retour à Aréquipa

Le circuit proposé par les agences est toujours le même. Une seule agence propose de visiter une autre partie du canyon, mais c’est quatre fois le prix des autres.
Nous apprenons que le circuit, qui se fait habituellement en deux jours, peut se faire en trois jours. Ça coûte moins cher à la journée, nous avons le temps et pas envie de nous presser. Le circuit peut aussi se faire sans passer par une agence, il est impossible de se perdre. Cependant, les horaires des bus non touristiques ne sont pas super adaptés, et la différence de prix est minime. Nous optons donc pour la solution agence, qui a aussi l’intérêt de fournir un guide. Nous ne le regretterons pas. L’agence choisie est Schweiz Explorer et le circuit coûte S/.150

Le bus de l’agence vient nous chercher à 3h30 du matin. Nous avons beau être matinaux en raison du décalage horaire, c’est tôt. Premier bon point, ils fournissent oreillers de coup et couvertures. Nous finirons la nuit dans le bus et nous réveillerons pour le petit déjeuner.

Ensuite nous arrivons au « Cruz del Condor ». Nous descendons du bus et entendons un sifflement : un condor en train de planer passe à toute allure à quelques mètres de la route. Ça donne la chair poule. Après l’albatros, le condor est l’oiseau le plus grand du monde : Xm d’envergure. Cette taille les pousse à s’économiser (ou selon Marta à être fainéants). Ils ne volent qu’en présence de courants ascendants. Le canyon et son thermique matinal sont un lieu idéal pour eux. Ils peuvent monter en planant et ainsi repérer les charognes dont ils se nourrissent. Notre guide, Luis, nous explique que notre billet d’entrée au parc national, S/.70 (soit le prix de 7 resto) sert entre autres à nourrir les condors. Les charognes manquant, en partie à cause de l’exode rural, les responsables du parc tuent de temps en temps un lama ou un âne et les jettent au milieu de la montagne. Au vu du nombre de visiteurs qui ont chacun payé leur ticket, les condors doivent se faire un festin. D’ailleurs c’est impressionnant de voir que malgré la centaine de personnes présentes, tout le monde reste silencieux. L’émotion et la concentration que nécessite la photographie de ces rapaces doivent y être pour quelque chose.

Nous sommes tombés sur un groupe sympathique : Marie et Yohan, un atypique couple de parisiens, Dana, une thésarde américaine, Franziska, une étudiante allemande, une anglaise nommée Sarah et enfin Hannes, un retraité qui a travaillé comme comptable dans les croisières industrielles. Il y a eu tout le long une bonne ambiance, encouragée par Luis et ses petite blagues.

Quarante minutes plus tard, nous arrivons là ou commence notre trekking. D’en haut, nous voyons l’oasis et les 3 villages. Vu d’ici ça n’a pas l’air très fatiguant : il n’y a que de la descente. Mais malheureusement, pas de parapente à notre disposition et ça manque un peu de neige pour descendre en ski. 1000m à descendre à pied sous la chaleur, 35°C, ce n’est pas si facile. Marta aura même un début d’insolation. Luis nous explique que c’est courant, mais que ce qui lui fait le plus peur pour ses clients c’est la montée : un homme de 71 ans y est déjà mort d’une crise cardiaque, malgré que son guide et ses enfants lui avaient conseillé de faire l’ascension à dos de mule. Or Hannes doit avoir un age équivalent. Je lui explique l’histoire de Julien pour illustrer l’importance d’insister. Il est de tout manière bien décidé à obliger Hannes à monter en mule et se montre très psychologue pour le convaincre : le soir venu il s’adresse à tout le monde : « pour ceux qui ont envie de narguer les autres après-demain, vous pouvez monter en mule, ça coûte autour de S/.70, en fonction du poids ». En effet, au dessus de 100kg, il faut que se relaient deux mules ; elles aussi peuvent avoir une crise cardiaque. Bonne idée de la part de Luis de présenter la chose de manière ludique et de le proposer à tout le monde puisque Hannes dira, avec son fameux accent allemand : « Yo quiero una Mula ».

L’insolation de Marta passe après 15minutes de repos à l’ombre. Le plus difficile ayant été de trouver de l’ombre.

Nous arrivons enfin au fond du canyon où coule la rivière Colca. L’eau n’est pas si froide que ça, mais la chaleur extérieure ne nous encourage pas à se mouiller autre chose que les pieds. Nous tremperons également t-shirt et casquette afin d’avoir un peu de fraîcheur pour la suite de la randonnée.

Après une montée courte mais prononcée, nous arrivons dans la partie verte du canyon. Un chemin, au côté duquel coule l’eau du canal d’irrigation se fraye un passage entre les champs en terrasse. J’y découvrirai un nouveau fruit, la Chirimoya, acheté en chemin à une dame pour S/.1. Le meilleur investissement de ma vie. Marta qui connaît déjà me dit qu’elle n’en a jamais mangé d’aussi sucrés.

Un dernier sentier bordé de bougainvilliers nous mène au village de San Juan de Cuccho. Nous déjeunons ici, puis Luis nous propose de changer notre plan initial : le prochain village où nous devons passer la nuit est à 2h, et il est tard. Nous pouvons dormir ici et marcher 2h de plus le lendemain, qui est la partie « plate » du trekking. La qualité de l’hébergement est équivalente. A l’unanimité nous acceptons sa proposition.

Les bungalow sont rustiques : sol en galets et éclairage à la bougie. Mais ils ont un charme certain et le lit y est confortable. Il y a même l’eau chaude, que l’on trouve pas systématiquement en ville, grâce au chauffage solaire : un gros bidon noir qui prend le soleil toute l’après-midi. Chose appréciable : il n’y a que notre groupe dans l’auberge.

Après une sieste, c’est déjà l’heure du dîner : une soupe au lait délicieuse en entrée et comme plat principal l’éternel viande-pommes de terres-riz, répétitif mais en l’occurrence très bien cuisiné. Je m’étonne de voir Luis en permanence dans la cuisine. En fait, et c’est son plus, il adore cuisiner et nous cuisinera tous nos repas.

Le soir, le ciel dégagé et l’absence de pollution lumineuse nous permet d’observer la voie lactée et les étoiles de l’hémisphère sud.

Le lendemain nous nous réveillons face à la montagne (facile dans un canyon). Nous pouvons y voir de grandes colonnes hexagonales, témoignage de son origine volcanique. La surprise du jour nous attends : Luis nous a fait des crêpes pour le petit déjeuner. Nous sommes enchantés par autant de luxe au fond d’un canyon. Nous reprenons la route.

En chemin, Luis nous explique de nombreuses choses sur la flore, ce qui a mon avis n’est pas le cas dans le circuit en 2j où il n’y a pas beaucoup de temps pour faire des pauses. Nous croisons l’agave qui est à la mode en Europe comme substitut au sucre de betterave et de canne. Au Mexique, il sert à faire la Tequilla. Au Pérou, les feuilles ne sont pas utilisées, seul le tronc qui sort de la plante en fin de vie sert comme élément de charpente.

Nous avons également l’occasion de sentir l’odeur désagréable de l’aloe vera à l’état brut. Ici elle est utilisée comme répulsif anti-moustiques. Nous voyons également des plantes médicinales incas, et Luis nous montre les cochenilles, qui écrasées, donnent un onguent rouge utilisé du temps des Incas pour les peintures faciales et la coloration des tissus. Maintenant elles sont exportées comme matière première pour les produits cosmétiques, en particulier les rouges à lèvres. C’est pourquoi ici, les agriculteurs, après que leurs figuiers de barbarie aient donné des fruits pendant 5 années, ils les parasitent volontairement de cochenilles qui certes vont tuer le figuier, mais vont s’exporter à prix d’or.

Nous voyons également de nombreuses maisons sans toit, témoignages de l’exode rural : les matériaux du toit sont vendu par les paysans pour payer leur trajet jusqu’à Lima. Le développement du tourisme dans le canyon de Colca a tout de même ralenti l’exode rural. Certains exilés reviennent même.

Nous nous arrêtons en chemin dans un petit abris en haut d’une côte. Parmis les nombreux produits en vente j’achèterai du vrai miel, non coupé avec de l’eau sucré comme ça se fait fréquemment au Pérou. Nous discutons avec une fillette qui nous explique qu’elle préfère aller à l’école à Aréquipa où elle apprends beaucoup plus de choses, qu’à celle du canyon.

Après trois heures de marche, nous arrivons enfin au paradis : un oasis de végétation exubérante en plein milieu de l’univers rocailleux du canyon. J’aperçois un aqueduc venant d’une cascade. Alors que je m’attends à de l’eau glaciale de torrent, je plonge la main dans une eau tiède. En fait c’est cet aqueduc qui alimente tout l’Oasis et permet d’entretenir les jardins et remplir les piscines.

Notre hôtel ressemble à l’idée qu’on se fait du paradis après 3h de marche au soleil : des petits bungalows au milieu de la verdure, une piscine construite à flanc de rocher, des fontaines, des hamacs installés entre les palmiers, et une salle à manger-cuisine commune.

Nous passons l’après-midi à nous baigner, faire de la slackline et dormir dans les hamacs. La nuit tombée, nous aidons Luis à faire la cuisine : soupe de courge et viande de alpaca. Nous nous couchons à 8h du soir car le lendemain à 5h du matin nous attends une ascension de 1200m pour sortir du canyon.

A 5h nous commençons donc l’ascension lanterne au front. Le jour apparaît rapidement, mais le chemin reste à l’ombre. Du coup la montée se fait finalement plus facilement que la descente au soleil 2j auparavant. Nous explosons notre record du mètre de dénivelé par heure avec une ascension en trois heures. Une demi-heure plus tard nous arrivons enfin à Cabanaconde où nous prendrons notre petit déjeuner.

Nous nous relaxons ensuite aux termes, puis on nous amène dans un restaurant de Chivay, pas mauvais, mais aux prix très élevés et le service est super lent. Marta commande une omelette et moi qui suis devenu adict, un hamburger d’alpaca.

Le bus nous mène ensuite au « highest point », un col routier à 4894m, par temps clair on y a une vue panoramique face aux volcans, mais là c’est nuages et neige.

Sur le chemin du retour nous voyons la version sauvage des lamas et alpacas : les vicunas et les guanacos. Les vicunas sont en voie d’extinction car sur-chassées à cause de leur laine qui se vend 1000 fois plus cher que la laine d’alpaca.

Arrivés à Aréquipa, nous remercions chaleureusement le guide et disons au revoir au groupe. Nous reverrons Yohan et Marie à Cusco, mais dans des conditions un peu particulières.

Paracas, le guano, Ica, et les dunes

Pour aller de Huaraz à Paracas, nous avons du changer à Lima, et prendre deux compagnies différentes : Linéa puis Oltursa.

Mais le problème au Pérou, c’est que, mise à part à Cusco et Aréquipa, les terminaux de bus sont propres aux compagnies et rarement proches les uns des autres. C’est un peu comme si Airfrance avait son aéroport au nord de la ville et Ibéria le sien au sud de la ville. Pas pratique ni pour les changements, ni pour comparer les prix : de nombreux trajets ne sont pas publiés sur les sites internet.

Paracas étant une ville touristique, à peine sorti du bus, une horde de rabatteurs arrive. Chacun sa stratégie : Marta répond sèchement et moi les ignore complètement.

Nous nous installons à l’hôtel « Backpackers House Soler » qui se situe juste à côté du « Backpackers House » recommandé par le Lonely Planet. La ressemblance des deux noms ne doit à mon avis rien au hasard. En tout cas l’hôtel est correct : S/.35 la chambre double, salle de bain et toilettes propres (mais sans papier hygiénique) , eau chaude, cuisine et wi-fi. Sans oublier le coin laverie : deux grands lavabos, du savon de Marseille et des cordes à linge.Le temps étant sec et légèrement venté nous en profitons pour laver nos vêtements, à l’ancienne, c’est à dire en frottant. Ça prend du temps mais au final ça marche.

La ville est toute petite : 3 rues d’environ 1 km parallèles à la mer. Nous faisons le tour des agences pour connaître le prix d’un tour aux Iles Ballestas et pour le sandboarding. Finalement, nous prenons le tour à S/.30 que nous propose l’hôtel. Pour le sandboarding, on ira voir directement sur place, à Ica.

Nous profitons de la présence d’une cuisine dans l’hôtel pour nous préparer autre chose que des pommes de terre, du riz et du poulet : des pâtes aux oignons et tomates. Mais le plus dur n’est pas de faire la cuisine, c’est de faire les courses : il y a à Paracas seulement deux épiceries avec aucun prix affiché. Il faut donc aller de l’une à l’autre et demander les prix pour comparer.

Le lendemain matin, le réveil sonne tôt. Pour cause : nous avons RDV à 8h pour embarquer pour les Iles Ballestas. Nous hallucinons en voyant que le port de cette toute petite ville est noir de monde. Nous ne savons pas d’où sortent tous ces gens car il n’y a pas l’air d’y avoir tant d’hôtels que ça. Au milieu de cette usine à touristes je suis pris d’un gros doute : va’t-on voir des animaux avec autant de monde et de bateaux ?

Quoiqu’il en soit, nous embarquons dans un bateau disposant de 20 places assez serrées, mais qui a l’air assez marin et surtout bien motorisé : deux gros moteurs hors-bords. Nous prenons place à l’arrière qui est toujours plus stable et en général moins arrosé. Mais les embruns ne sont pas un problème : nous traversons à toute allure la baie sur une mer d’huile. Premier arrêt : le candélabre, gigantesque dessin faite dans le sable sur le flanc d’une dune. Personne ne sait d’où vient ce dessin. Certains disent que c’est un repère pour les marins, d’autre que ça a un rapport avec les lignes de Nazca, dont d’ailleurs personne ne sais non plus d’où elles viennent. D’autres qu’il s’agit d’un plan à déchiffrer menant à un trésor. Ma théorie est moins poétique : quelqu’un de Paracas a eu un jour la bonne idée de faire un grand dessin sur le sable pour attirer les touristes. En tout cas c’est esthétique.

La houle, qui nous vient de travers, commence à se faire sentir : notre vedette sort de la baie et après l’apéro du Candélabre se dirige vers le plat de résistance : les Iles Ballestas. Les îles sont très austères : du rocher, des arches, quelques rares plages de galets, et pas une once de verdure. Mais ce n’est pas ça qui fait leur charme : c’est à couper le souffle, elles débordent d’oiseaux et de mammifères marins : pélicans, sternes, fous, otaries, manchots… Tous mes doutes s’envolent : les animaux se fichent royalement de l’afflux de bateaux touristiques, qui d’ailleurs ne sont pas si intrusifs que ça : personne ne débarque et les bateaux se contentent de faire le tour des îles à faible allure. Et les passagers sont trop occupés à photographier pour faire du bruit. Nous verrons entre autres de grands vols d’oiseaux en V et la « plage de la maternité » où viennent accoucher les otaries.

Il y a une présence humaine sur ces îles où pourtant rien ne pousse. En effet on y exploite depuis longtemps le guano, excellent engrais, dont les îles sont littéralement recouvertes. Maintenant l’activité est restreinte, mais à la grande époque on y faisait des excavations qui pouvaient atteindre jusqu’à 30m. 

Rentrés à bon port, nous prenons le bus pour Ica. L’ambiance y est plus ensoleillée qu’à Paracas et ses nuages matinaux, et aussi plus bruyante : ici les marchants de fruits utilisent un mégaphone. Comme à notre habitude, nous comparons les prix dans les différentes agences pour le sandboarding. On trouve une variété de prix qui n’a rien à envier à l’industrie du transport aérien : sur internet S/.200, à Paracas S/.70, dans la station de bus à Ica S/.50, sur la place centrale de Ica S/.45. Tous semblent proposer le même tour, donc nous choisissons le moins cher, S/.40, aller-retour en taxi inclu, que nous trouvons dans l’agence « Las cataratas de Iguazu ».

Nous mangeons tranquillement dans un restaurant qui propose une cuisine Péruviano-créole. En effet Ica est une ville où la communauté créole est très importante.

Puis l’agence affrète un taxi pour nous amener, nous ainsi qu’un couple venant d’Aréquipa, à Huacachina, qui est un petit oasis au milieu des dunes d’où partent les buggys. Ça a des airs de stations de ski avec des gens qui se promènent snowboard sous le bras. Sur place c’est une autre agence « Ciro Adventures » qui nous prend en charge. Toutes les promenades en buggy partent aux alentours de 4h afin de se terminer au coucher du soleil. Nous voyons donc défiler de nombreux buggys embarquer d’autres touristes. Mais le notre tarde à arriver. Est-ce parce qu’on a pris le tour le moins cher ? Un demi-heure après avoir vu partir le premier buggy le notre arrive. Notre chauffeur est un jeune Kéké qui fait monter le moteur dans les tours alors qu’on a pas encore quitté l’asphalte et que le moteur n’est pas encore chaud. Résultat : gros boum à l’arrière du buggy. Marta pense qu’on a touché un des véhicules stationnés, mais non : c’est tout simplement le pot d’échappement qui a explosé. Nous sortons du buggy et devons attendre une nouvelle fois un nouveau buggy qui heureusement vient avec un nouveau chauffeur. Et comme dit l’adage « un bon alpiniste est un alpiniste en vie ». C’est pareil pour les chauffeurs de buggy : le notre est âgé, donc soit il a commencé tard, soit il est prudent.

Nous sortons enfin de l’oasis et entamons l’ascension, poussive, de la première dune. Mais une fois le moteur chaud, c’est autre chose : nous montons les dunes à toute vitesse, sans voir ce qu’il y a derrière, et nous descendons à toute allure sur l’autre versant. Moi qui suis opposé aux sports mécaniques je dois avouer qu’on a de bonnes sensations. Ambiance Paris-Dakar.

Puis le buggy s’arrête en haut d’une dune et nous donne chacun un sandboard : une planche de bois aux extrémités relevés, cirée sur le dessous et avec des sangles pour s’attacher les pieds sur le dessus. Deux manières de l’utiliser : comme en snowboard, ou à plat ventre, la tête la première. Avec la première manière on va moins vite mais on tombe plus et avec la deuxième impossible de tomber, mais on mange du sable. Surtout si on crie. Pour freiner c’est simple : il faut attendre la fin de la dune.

Nous ferons 3 descentes entrecoupées de remontées en buggy. Pas de quoi devenir expert en sandboard, surtout que c’est assez différent de la neige : la planche ne s’enfonce pas dans le sable comme en neige poudreuse et impossible de faire mordre la carre de la planche dans le sable comme en neige dure. Je n’ai vu personne arrivé à faire un virage pourtant une recherche ultérieure sur youtube me prouvera que c’est possible. Je me contenterai de tenter de descendre frontside. Le vent présent me fait penser que ça doit être un bon spot pour le kitesandboarding.

Nous rentrons ensuite à l’oasis au couché du soleil.

De retour Marta se plaint à l’agence : même si au final la ballade nous a bien plu, on nous a promis 2h alors qu’elle a duré 1h30. C’est peine perdue, le seul moyen ici d’avoir gain de cause, c’est de payer après.

Après être rentré à Ica en taxi nous prenons le bus pour Aréquipa avec la compagnie Oltursa, plein de sable dans les cheveux.

Arequipa y el cañón de Colca

 

Viajamos de Ica a Arequipa, una vez más de noche, con la compañía de bus Civa por setenta soles durante doce horas. La llegada a Arequipa es bastante espectacular, ya que esta ciudad está a las faldas del volcán Misti.

Tras coger un taxi y dirigirnos al centro, nos instalamos en nuestro hostal: Le Foyer. Tuvimos mucha suerte, ya que las habitaciones compartidas eran de tres personas y durante nuestra estancia tuvimos la habitación para nosotros solos. Este hostal es una antigua casa colonial reformada y las habitaciones y los baños suelen estar bastante limpios. El precio es económico, dentro de los estándares de Arequipa.

Arequipa es una ciudad que da muy buena impresión, de hecho, parece que no esté en Perú. El centro está muy limpio, el tráfico es ordenado, no hay ruido en exceso, las casas y otras construcciones están acabadas, hay muchas librerías, la gente lleva casco cuando monta en moto… Es la única ciudad de Perú que parece un poco europea y la primera ciudad en la que me sentí cómoda de verdad.

En Arequipa hay que tener mucho cuidado con el sol, porque como nos explicaron más tarde, la capa de ozono tiene un agujero en esa zona y además la ciudad esta situada a 2300 metros sobre el nivel del mar. Nosotros ya nos habíamos dado cuenta de que el sol picaba más de lo normal, por lo que llevábamos la crema de protección solar constantemente en la mochila.

A Arequipa se le llama «la ciudad blanca» por el color de sus monumentos y porque fue la ciudad donde más europeos se instalaron durante la conquista española y, por tanto, con mas « blancos ». Su principales monumentos están constituidos por iglesias, conventos y casonas señoriales. De hecho, algunos bancos han comprado las casonas y han instalado sus oficinas en ellas. Es curioso esperar tu turno en un banco tallado en piedra pulida para hacer una transacción bancaria.

En cuanto a comida típica, Fred probó el rocoto. El rocoto es un plato que está compuesto por un pimiento rojo bastante picante relleno de arroz o de puré de patata. Al principio no entedimos muy bien por qué había tanto puré, pero tras probar el pimiento entendimos la razón : ¡era la única forma de calmar los ardores de lengua y garganta! Otra cosa curiosa que nos pasó es que como por lo general, los peruanos no beben mucho, no había cerveza fría. Tuvieron que ir a buscar hielo y ¡nos colocaron la cerveza en una cubitera de champán!

Tras estar un par de días en la ciudad, empezamos a preguntar en varias agencias para hacer el cañón de Colca. Dicen de este cañón que es el segundo más profundo del mundo con 3400 metros de profundidad. En el interior del cañón hay pueblecitos típicos andinos a los que sólo se puede acceder a pie o en mula, ya que no hay carretera, además de una flora y fauna sorprendentes.

La excursión típica del cañón de Colca se puede hacer en dos o tres días. El recorrido es el mismo, pero la repartición del tiempo es distinta. El recorrido típico consiste en :

– Salida de Arequipa a las cuatro de la mañana

– Parada técnica en Chivay para desayunar

– Llegada a la Cruz del Cóndor para ver los cóndores y hacer fotos

– Empezar a bajar el canon desde los 3280 m.s.n.m.

– Pasar por los pueblos de San Juan de Cuccho (2,300 m.s.n.m ), Cosñirhua (2,660.m.s.n.m) y Malata (2,300 m.s.n.m )

– Llegar al Oasis (1,160 m.s.n.m), disfrutar de sus piscinas y pernoctar allí

– Subida desde el Oasis hasta Cabanaconde (2300 m.s.n.m.) y tomar el desayuno allí

– Ir a las termas de Calera y darse un baño en aguas a 38°C

– Comida en Chivay

– Subir al punto más alto de la región y ver los volcanes

– Ver las manadas de vicuñas en el parque nacional

– Regreso a Arequipa sobre las 18.00 horas

Se puede hacer mediante agencia o por cuenta propia, pero nosotros elegimos hacerlo mediante agencia porque sólo era un poco más caro y así no teníamos que preocuparnos por el transporte. Tras consultar varios touroperadores elegimos Peru Schweiz Explorer, un trekking de tres días y dos noches por 150 soles por persona. También existía la posibilidad de hacerlo en dos días y una noche, pero no creo que merezca mucho la pena porque no se disfruta del oasis y sus piscinas, además de que es mucho mas cansado.

El grupo que nos tocó esta vez era de lo mas simpático : Marie y Yohan, una pareja de franceses, Dana, una tesista americana, Franziska, estudiante alemana, Sarah, inglesa, y por último Hannes, un jubilado alemán que había trabajado toda su vida en cruceros. Desde el primer momento hubo muy buen ambiente en el grupo y el guía, Luis, contribuyó bastante a ello con sus bromas.

La primera parada fue para ver los cóndores. El cóndor es la segunda ave más grande del mundo, sólo le supera el albatros. Son un poco vaguetes (económicos según Fred) y sólo les gusta volar ayudados del viento térmico, por lo que hay que llegar bastante temprano para verlos. Fue impresionante bajar de la furgo y ver a un pájaro de casi dos metros de envergadura tan cerca de mí: se me pusieron los pelos como escarpias. Yo creo que mucha gente tuvo esa sensación también, ya que aunque en los miradores había unas doscientas personas, el silencio era espectacular : nadie hablaba o si lo hacían era muy bajito.

Tras haber hecho muchas fotos y habernos deleitado con el vuelo de estas aves, Luis nos explicó que el precio de la entrada al parque había incrementado mucho porque cada semana había que sacrificar piezas de ganado para poder alimentar a los cóndores con su carroña. Esto se debe a que el éxodo del campo a la ciudad ha hecho que haya menos animales domésticos y, por tanto, menos comida para los cóndores.

Cuarenta minutos después llegamos al punto de salida del trekking. Desde allí se podía ver el oasis y los tres pueblos por donde íbamos a pasar. Visto desde arriba no parecía para tanto y además solo era bajada, pero no contábamos con el elemento sorpresa : el sol y el calor. Cuanto más bajábamos más calor hacia y, al ser el cañón bastante estrecho, el calor se concentraba hasta casi alcanzar los 36°C. Empecé a marearme y tuve que sentarme durante un buen rato en una sombra y comer algo para recuperar fuerzas, ya que me estaba dando el principio de una insolación. Luis y Fred se quedaron todo el rato conmigo hasta asegurarse de que estaba bien : un encanto los dos :).

Seguimos bajando y llegamos al río. Allí mojamos nuestras camisetas, gorras, pelo y pusimos un poco los pies en remojo. Después de haber descansado un poco y haber comprado a una señora las chirimoyas más dulces que he probado nunca seguimos caminando.

Llegamos al pueblo de San Juan de Cuccho y comimos allí. Por unanimidad en el grupo decidimos que no nos apetecía caminar durante dos horas más y que queríamos quedarnos a dormir allí. Los bungalows son bastante rústicos y no tienen electricidad, pero las camas son cómodas y hay duchas calientes, así que teníamos todo lo necesario. Además nuestro guía cocinó para la cena una sopa riquísima a base de leche y otro plato de fondo con patatas y arroz. ¡Todo estaba buenísimo! Estuvimos charlando un rato después de cenar y luego estuvimos mirando las estrellas. La vía láctea se podía ver perfectamente y las estrellas que se ven en el hemisferio sur son completamente distinta a las del hemisferio norte.

Por la mañana nos levantamos con vistas a la montaña, donde se podía apreciar perfectamente la lava volcánica que la había creado, y una sorpresa : ¡Luis nos había preparado crepes para desayunar ! Desayunamos todos con una sonrisa en la cara y con los ánimos por las nubes para empezar a caminar.

 

Por el camino, Luis nos explico muchas cosas sobre flora. Conocimos la planta del agave que es de donde sale el tequila, también pudimos comprobar lo desagrable que es el olor del aloe vera al natural y Luis nos explico que las hojas del árbol molle se pueden utilizar como repelente natural para mosquitos. Conocimos muchas de las plantas que los chamanes utilizan para fabricar remedios naturales y así curar enfermedades. Estas recetas se han perpetuado desde el tiempo de los incas.

Además de la flora, Luis también nos dio algunas nociones socio-económicas de la zona. El éxodo de las zonas rurales ha perjudicado mucho a estos pueblos, pero poco a poco vuelven a desarrollarse con el turismo y hay familias que están volviendo. Una cosa muy curiosa es que había muchas casas a las que les faltaba el tejado. Luis nos explicó que los dueños habían vendido los tejados de chapa para poder pagarse un pasaje a Lima u otros destinos.

Otra cosa que me llamó mucho la atención es que hay una verdadera economía basada en las cochinillas, que son un parásito que hacen morir a las plantas. Las cochinillas se utilizan como tinte rojo natural y se venden para poder teñir ropa o incluso para productos cosméticos como son los pintalabios. En estos pueblos la gente infecta a las chumberas a posta, después de haber dado frutos durante cinco años, para que las cochinillas puedan reproducirse y así poder exportarlas a otros sitios de Perú. Nosotros hicimos un poco el ganso pintándonos las cara y simulando que eramos guerreros incas, aunque no creo que pareciéramos muy peligrosos 🙂

 Tras caminar unas tres horas llegamos al paraíso : el Oasis. Contrastaba mucho con el resto del cañón, porque la vegetación verde era muy exuberante y había agua por todas partes. Todo es super bonito : los jardines entre bungalow y bungalow, las piscinas, la zona común para comer, las mesitas y sillas hechas con troncos de palmera… Vamos, que aquello era ¡el paraíso !

Estuvimos bañándonos, haciendo slackline, vagueando en las hamacas, leyendo y por la noche ayudamos a Luis a hacer la cena. Nos enseñó a hacer una sopa de zapayo, una especie de calabaza, y un plato de fondo con alpaca. Nos fuimos a dormir sobre las ocho de la tarde porque la salida al día siguiente era a las cinco de la mañana : una ascensión de unos 1200 metros nos esperaba.

A las cinco era aún de noche, por lo que tuvimos que empezar a caminar con nuestras linternas. Poco a poco fue amaneciendo y lo positivo es que no hacia demasiado calor para la subida, aunque era cansado. Lo bueno es que si no te ves con fuerzas de subir ese desnivel puedes alquilar una mula por sesenta soles, que fue lo que hizo Hannes. ¡Qué envidia verle subir tan fresco, relajado y a un buen ritmo cuando nosotros habíamos hecho solo la mitad!

Al final, conseguimos subir todos como unos campeones y además en el tiempo estimado, unas tres horas. Después de este esfuerzo y muy contentos, nos vimos recompensados con un super desayuno en Cabanaconde.

El resto del día fue mucho más tranquilo. Disfrutamos de las termas y comimos en el mejor restaurante de Chivay, aunque un poco caro. Fred tuvo la indecencia de comerse una hamburguesa de alpaca (con lo monos que son estos animalitos).

Después de la comida nos fuimos hasta el punto mas alto de la región, que está a 4894 metros, para obtener una vista panorámica con los cinco volcanes que hay en la zona. Desafortunadamente, el día estaba nublado y empezaba a nevar, por lo que no pudimos ver nada.

 

En la vuelta hacia Arequipa vimos las vicuñas y los guanacos. Las llamas y las alpacas son animales domésticos, mientras que las vicuñas y los guanacos son salvajes. La vicuña está muy cotizada por su lana y la alpaca por su carne.


En Arequipa nos despedimos de todo el grupo y el guía con mucha pena, ya que habían sido tres días maravillosos. De hecho, esta excursión me dejó el mismo sabor de boca que cuando era pequeña e iba de campamento : haber tenido una experiencia estupenda con gente inmejorable. Lo bueno es que a algunos nos los volveríamos a cruzar en Cuzco, pero en una situación un poco peculiar.

 

 

Vicos, le Pérou profond

Nous avons RDV devant l’agence Respons à 7h30 avec Pédro notre guide pour les 3 prochains jours. Pour le reconnaître, c’est facile : il a le chapeau traditionnel.

Après 1 bus combi, 1 taxi collectif et 20min de marche nous arrivons à notre logement rural à Vicos. Pour moi qui suis un gars de la ville, c’est très dépaysant. Un peu moins pour Marta.


Le logement est constitué de plusieurs chambres où on s’éclaire à la bougie, d’une salle à manger avec lumière électrique, d’une salle de bain dans un autre bâtiment et d’une cuisine. Rien à voir avec une cuisine européenne. Il s’agit d’un abri constitué de 3 murs et d’un toit adossé au bâtiment principal avec quelques pierres qui permettent d’y faire un feu de bois et d’y poser marmites ou casseroles.


L’activité du jour : faire du pain. Encore une nouveauté pour moi ! Première étape, faire chauffer le four. Mais avec un four à bois, c’est plus long. On va chercher quelques bûches d’eucalyptus bien sèches et le feu prend en quelques secondes. Pédro est beaucoup plus efficace que moi et mon dernier barbecue à Beauduc avec 80km/h de vent.

Ensuite, il faut attendre – longtemps – que les bûches se transforment en braises. En parallèle, on fait la pâte à pain. Pas compliqué : eau farine, sel et levure. Le plus difficile est de tout mélanger. On est au milieu de l’après-midi, l’école vient de se terminer et d’autres femmes du village viennent nous aider accompagnées d’une fillette très vive d’esprit que j’initierai à la slackline.


On confectionne les pains en forme de disques. Puis je vois Pedro perché dans un arbre. En fait il ramasse des branches afin de confectionner 3 balais qui permettront de pousser les braises d’un côté du four et de nettoyer l’autre côté pour y poser les pains. Les balais servent ensuite à boucher l’entrée du four pour que les pains y cuisent à l’étouffée. Les pains en ressortent dorés. On en fait une quantité industrielle en 4 fournées et, tels des Jésus lors de la multiplication des pains, on va en donner à tous les voisins.


Le soir, on se couche à l’heure des poules, après avoir mangé une jardinière de petits pois, choux fleur, carottes et (bien sur) pommes de terre, qui met plus d’une heure à cuire, mais qui s’avère délicieuse. Pendant le repas, nous rejoint Julio, qui revient de son travail de cuisinier à la mine. Il vient de faire 4h de marche pour rentrer. On nous explique que ici beaucoup de monde travaille à la mine : c’est un travail très usant mais bien payé pour les standards locaux et surtout toute la famille à le droit à une mutuelle. Du coup souvent les paysans vont y travailler une année ou deux, le temps de se construire ou d’agrandir leur maison, et en profitent pour se faire faire lunettes ou appareils dentaires. Julio nous raconte son voyage en Italie, invité par une association dont le but était de regrouper les habitants de petits villages du monde entier pour qu’ils échangent. C’est la première personne que je rencontre qui n’aime pas la cuisine italienne. Principal grief : pas assez de pommes de terres. Il faut dire qu’ici c’est une institution : il y en a dans tous les repas à Vicos et disons dans 95% des repas que nous avons pris au Pérou. Heureusement pour varier un peu il y a le choix : plus de 50 variété locales et des milliers sur tout le Pérou (cf wikipedia).


Nous parlons également de l’agriculture en France. J’explique à Pédro l’agriculture intensive et les champs à perte de vue. Il préfère de loin l’agriculture vivrière de Vicos.
Bilan de la journée : beaucoup de discussion, quelques temps morts, du coup on est bien reposés.

La deuxième journée sera un peu plus fatigante. Au programme : ballade dans la montagne. Nous nous levons à 6h (soit 1h30 après tout le monde) et Pédro nous rejoint. Sur le chemin nous verrons entre autre les arbres indigènes. Tous les eucalyptus que nous voyons n’ont rien de naturel ; ils ont été planté là par les autorités pour leur principale qualité : ils poussent vite. L’inconvénient c’est qu’ils acidifient les sols.

Plus on monte, plus le vent forcit. Nous arrivons au sommet et pouvons admirer les deux vallées. En fait on dirait plutôt des canyon tellement les montagnes sont inclinées. Nous entrons ensuite dans une grotte pour voir quelques peintures rupestres et manger un petit en-cas à base de riz de de pommes de terre frites. Nous n’irons pas plus loin car avec le vent, il commence à faire très froid. Seul Pédro semble ne pas avoir froid, et pourtant il est en sandales. Dans la descente il nous fait une démonstration de fronde andine. Nous essayons aussi, mais il faut au moins une vingtaine d’essais avant de lâcher la pierre projectile au bon moment.

Rentrés au village nous apprenons que la fille de Julio se marie. Les préparatifs on déjà commencé : il s’agit de préparer de grosses marmites avec 10 cochons d’inde, appelés ici Cuy, 2 jambes de bœuf, et environ 500kg de pommes de terres. Nous aidons un peu la cuisine et on me propose de goûter les tripes de Cuy. Par prudence je choisirai le foie.

Le lendemain, nous redescendons à la maison de Julio où nous attends le petit déjeuner : Picante de Cuy. Nous passons avant devant les cages ou son élevés de petits animaux très mignons. Marta me dit qu’ils ont l’air étrange ces lapins. Effectivement ils sont étrange car ce sont des Cuy (cochons d’inde)… J’ai du coup droit à deux part : la mienne et celle de Marta, qui est incapable de toucher à ce pauvre animal. Mais je ne trouve pas pour autant que c’est une bonne idée de manger cet animal : il y a peu de viande accroché à de tout petits os (comme des cuisses de grenouille mais en pire). La viande a bon goût, mais pas autant que l’animal est mignon. Bref, quitte à manger de la viande, je préfère les gros animaux.
Ensuite nous voyons arriver dans l’ordre :

  • La famille du parrain du mariage (qui serait plutôt en fait l’équivalent du témoin). C’est l’ancien patron du marié et il vient de Lima. Finalement nous ne nous en sortons pas si mal avec Marta car, venant tout droit de la ville, ils ont l’air beaucoup moins à l’aise que nous dans cet environnement rural, à devoir slalomer entre poules et couchons.
  • L’orchestre : pas moins de 24 musiciens et qui en plus jouent en rythme.
  • La moitié du village

Tout le monde se dirige vers l’église, à peu près 1km en contrebas. Nous suivons le cortège, mais nous abstenons de participer à la messe.

Nous rejoignons notre logement ou nous attends Pédro pour la « Pachamanca ». Nous ne savons pas si c’est une personne, un animal, une cérémonie, ou un plat. Finalement c’est un mélange des deux derniers. Ça commence par un trou dans la terre. Il faut faire attention à bien mettre les divots de côté. Ensuite il faut faire un feu, puis recouvrir ce feu de pierres. Une fois les pierres très chaudes, il faut enlever les braises, défaire le dôme de pierres, et reconstruire un monticule de pierres et de nourriture : pommes de terres, haricots, et viande enveloppée dans des feuilles. On recouvre le tout de feuilles, des divots précédemment mis de côté, d’une bâche en plastique et de terre. Quarante minutes plus tard c’est prêt.

J’en parlerai à Vincent comme alternative au barbecue Australien et ses 4 brûleurs à gaz, mais je ne suis pas sûr que ce soit aussi pratique.
Pendant cette longue préparation, nous boirons la Chicha Morada : c’est une boisson à base de maïs noir, ressemblant à un jus de fruits léger et très appréciable sous ce soleil brûlant. Elle est maintenue au frais dans une jarre en terre, plus lourde qu’un thermos, mais qui marche aussi bien.
Le côté cérémoniel est donné par les deux musiciens venus pour l’occasion. Ils jouent le rythme typique, aux moments clefs : à l’ouverture de la Pachamanca et au milieu du repas. Je construirai une flûte de bambou pour tenter de les accompagner.

Ensuite on nous présente des pièces d’artisanat. Les prix étant plutôt supérieur à la moyenne et ne nous sentant pas de négocier avec des gens avec lesquels on a vécu pendant trois jours, nous n’achèterons pas grand chose : une nappe pour nous et un napperons brodé pour offrir à la famille de Lily qui va nous accueillir lors de notre passage à La Paz.

Puis c’est le moment des adieux, Pédro nous remercie au nom de son association, Cuyaquihay, et au nom de la communauté de Vicos. On nous donne une cuillère en bois comme souvenir.

Bilan : moi qui m’attendait à revivre un épisode de l’émission « Rendez-vous en terre inconnue » j’ai été un peu déçu. Je pense qu’il nous manque le charisme du présentateur et de son invité, et que notre visite n’était pas si exceptionnelle que ça. De notre côté nous aurions aimé qu’on nous fasse participer un peu plus, et un petit effort pour ne pas parler quechua lorsque nous étions là. Quoiqu’il en soit, ça reste une expérience intéressante, surtout pour un citadin.

Le soir même, comme prévu, nous prenons le bus de nuit pour Paracas, avec la compagnie Linéa.

Huaraz, et ses palmiers à 3000m

Encore une ville que nous découvrons à 5h du matin, après un bus de nuit. Nous attendons le lever du soleil avant de sortir du terminal de Movil Tours, et de nous rendre à l’hôtel Ezama où nous avons réservé deux lits en dortoir.

 

Nous sommes très bien tombés : c’est propre, et le gérant, Emilio, 70ans, est fantastique. Il est très clair sur les prix, donne des conseils objectifs, et tout en étant très volubile, fait l’effort de parler lentement lorsqu’il s’adresse à un étranger. A 6h du mat’ il nous laisse nous installer et finir la nuit. Nous prenons le petit déjeuner à l’hôtel et donnons du linge à laver (S/.4 par kg).

Ensuite direction le centre ville pour se renseigner sur les excursions. Les deux ballades d’acclimatation les plus connues sont le Lac Churup ou le Lac 69. Toutes deux montent à environ 4600m et ont à peu près le même dénivelé. Mais Churup monte à pic tout le long alors que le Lac 69 est plus progressif. Nous nous renseignons premièrement à l’agence Galaxia, mais c’est un peu l’usine et le vendeur nous propose le transport seul pour S/.50 et un guide pour S/.50 de plus. Il nous dit qu’il est facile de se perdre. Nous allons voir ensuite Quechuandes qui nous donne bien meilleur impression : le vendeur rigole quand on lui demande s’il est possible de se perdre pour le Lac69, et nous donne sa grille de tarifs : plus il y a de clients dans le bus moins c’est cher. Au moins c’est clair et transparent. Nous lui payons un acompte. Si jamais il n’a pas assez de clients avant 18h30, il nous rend l’acompte et nous amène à une autre agence. C’est d’ailleurs ce qui se passe, et nous finissons chez Andean Travel, pour S/.50


Ils passent nous prendre à 6h30, et nous sommes les derniers à monter dans le mini-bus, du coup l’un d’entre nous à le droit au strapontin à coté du chauffeur. Du coup impossible de finir la nuit et il y a 3h de route. De plus on est intégré à un groupe de 18 déjà formé, assez désagréable : ils s’embrouillent avec la gérante du bar qui sert le petit déj, ensuite on les attends 30min pour pouvoir repartir, ils poussent des grands cris dans la montagne, on doit les attendre 40min pour le retour et bien sur ils ne veulent pas s’asseoir sur le strapontin. Depuis, à chaque fois que nous réservons une excursion, nous demandons à voir la liste des autres touristes inscrits.


Revenons à l’ascension elle-même : le parking est à 3800m, une petite descente au bord d’un torrent, puis nous traversons une plaine d’alpages au milieu de laquelle court une rivière. Ensuite commence les premiers lacets jusqu’à un premier lac. Nous croyons avoir fait la majeur partie mais un coup d’oeil au GPS suggère que non. Il faut ensuite traverser une autre plaine d’alpages à 4200m, et ensuite attaquer la montée finale, à coté d’une gigantesque falaise. Autour de 4400m Marta commence à avoir la nausée et s’arrête tous les 10 pas. Mais poussée par la volonté et les feuilles de coca elle fini par attendre le verrou du lac. Une centaine de mètre de plat (du plat péruvien), nous amène au lac, à 4600m. Il est bleu électrique et entouré de glacier, et même de quelques arbustes, dont la présence à cette altitude semble hallucinante pour nous autres habitués aux sommets alpins.


De retour à Huarraz, plusieurs options s’offrent à nous : le classique trekking de Santa Cruz avec un col à 4800m, le « tourisme communautaire », ou alors tout simplement reprendre le bus pour une autre destination.
Nous croisons dans la rue Victor que nous avions déjà rencontré la veille du Lac69. Il se dit guide indépendant et est très sympathique, nous discutons plusieurs heures avec lui. De toute façon, la mauvaise expérience de Marta au dessus de 4400m élimine l’option trekking en altitude. Mais par curiosité nous nous rendons à la maison des guides : à priori il n’est pas guide, mais ça n’a pas l’air de poser problème l’association des guides qu’un faux guide propose ses services dans les rues de Huarraz.
Nous nous renseignons sur le tourisme communautaire : il s’agit de passer quelques jours dans une famille aux cœur des montagnes. Ils vivent essentiellement de l’agriculture vivrière et le tourisme représente pour eux un complément de revenus. Seul problème, ça coûte entre 2 et 3 fois plus cher qu’un jour en ville. Renseignements pris, l’agence prends 20% de commission et 10% est reversé au fond de développement de la communauté rurale de la famille d’accueil qui est reversé aux habitants sous forme d’équipements. Emilio n’a pas de retour clients pour nous conseiller et les avis sur Trip Advisor sont peu nombreux mais tous positifs. Nous prenons le risque et réservons 3j à Vicos pour S/.460 par personne…

Petit aparté sur les israéliens: ici, tous les péruviens que nous avons croisé en parlent dans les plus mauvais termes. Ils sont accusé de toujours essayer de ne pas payer, de voler des ânes au lieu d’en louer. Certains hôtels affichent même “no se atiende israelí” (je vous laisse traduire). On nous a même raconté une anecdote: un groupe ayant loué les services d’un bus de 18 places avec chauffeur, arrivant au parking au moment de payer S/.15 par personne, ils disent: “on est 18 et tu es seul, tu ne peux pas te défendre donc on ne te payera pas”. Le chauffeur ayant une arme à feu il tire un coup en l’air et dit: “vous allez payer et maintenant c’est S/.30 par personne”. Difficile de savoir si une telle histoire est vraie, mais en tout cas ça donne une idée de l’ambiance. Comme souvent, c’est le comportement d’un minorité (voire d’une majorité) qui donne mauvaise réputation à tout un groupe. Espérons que des effort seront fait des deux côtés car pour l’instant l’ambiance est malsaine.

Paracas e Ica

Para llegar a Paracas tuvimos que coger dos autobuses. El primero desde Huaraz hasta Lima con la empresa Linea y llegada a Lima a las 6.30 y el segundo con la empresa Oltursa y llegada a Paracas a las 10.45.

Creo que no lo he comentado en entradas anteriores, pero si hay una cosa que es un rollo en Perú, es que no hay estaciones de autobuses. Cada compañía tiene su propio terminal y, la mayoría de las veces, ni si quiera están en el mismo barrio. Como podeis imaginar, esto no es nada práctico para enlazar varias compañías ni para pedir precios, ya que no todos los recorridos se pueden visualizar en sus páginas web.

Volviendo al tema que nos concierne… La llegada a Paracas fue como de costumbre, agobiante por los jaleadores. Todos te quieren llevar a su hotel y quieren venderte sus tours ¡ antes de poner un pie fuera del autobús! Son como moscas c*j*n*ras y te hartan a preguntas. Yo he optado por ser muy borde y contestar lo menos posible y Fred ni habla.

Nos instalamos en el hostal Backpackers House Soler, 35 Soles la habitación doble. El hostal está más o menos bien: baños limpios, aunque sin papel higiénico, agua caliente, colchones no muy firmes, cocina, wifi y zona de lavandería.

Paracas no es muy grande, sólo tiene tres calles de un kilómetro, más o menos, y paralelas al mar. Estuvimos pidiendo precios para ir a Islas Ballestas y hacer sandboarding. Al final nos decantamos por el tour que nos habían ofrecido en el hostal por 30 soles por persona para ir a Isla Ballestas y decidimos que ya veríamos al día siguiente en Ica para el sandboarding porque nada nos convencía.

Pasamos la tarde lavando toda nuestra ropa al estilo tradicional: jabón en mano, cepillo en mano y restriega que te restriega contra la piedra del lavadero. Para no ser profesionales, la ropa nos quedo bastante decente 🙂 De hecho, en este pueblo no había ni lavanderas ni lavandería.

También aprovechamos la cocina del hostal y nos dimos un «festín»: nos hicimos una simple pasta con tomate. ¡Por fin variamos del arroz con pollo y patatas! Luego estuvimos descansando y haciendo nada.

A la mañana siguiente el despertador sonó pronto, ya que el barco hacia las islas salía a las ocho de la mañana. Cuando llegamos, ¡menuda algarabía había alrededor del puerto! Por lo menos había unos quinientos turistas esperando para embarcar. No sabíamos muy bien de dónde había salido tanta gente.

Esperamos pacientemente para embarcar y, una vez dentro de la lancha, pusimos rumbo a las islas. Lo primero que vimos fue «El Candelabro». Es una figura dibujada en la arena de las dunas y nadie sabe muy bien quién lo hizo y para qué sirve. Unos dicen que es una señal para navegantes, otros que está relacionado con las líneas de Nazca, otros que es una señal que indica un tesoro escondido, etc. La teoría de Fred y mía es que alguien del pueblo va a dibujarlo todas las noches para tener una atracción más para turistas 🙂

Bueno, cambiando de tema, lo que más me gustó de las Islas Ballestas fueron los animales, obviamente. Había pelícanos, lobos marinos, pingüinos, piqueros peruanos, delfines, etc. Es impresionante ver cómo los pájaros han hecho de estas islas sus casas y ver la playa «de la maternidad», donde los leones marinos vienen a parir a sus crías.

 

 

          


Otra de las peculiaridades de estas islas es el guano, forma fina de decir «mierda de pájaro». El guano es un fertilizante muy potente y sirvió como producto de exportación de Perú. De hecho, el guano se utilizó para cancelar la deuda externa que Perú mantenía con Chile por una guerra. Hoy día, la población de aves ha disminuido por epidemias y por el fenómeno del Niño, por lo que el guano ya sólo se utiliza para los campos peruanos.

Después de esta fantástica visita, tomamos un bus para ir a Ica. Ica es otra ciudad sin más: tráfico caótico, todos los taxistas preguntándote que si quieres tomar su taxi, la plaza de armas, gente vendiendo fruta con un megáfono… ¡Lo normal en estos sitios!:) Estuvimos dando vueltas por varias agencias y comparando precios. Conseguimos el sandboarding por cuarenta soles por persona durante dos horas con movilidad incluida en la agencia «Las cataratas del Iguazu» en la Plaza de Armas.

Comimos tranquilamente y luego tomamos el taxi que la agencia nos había puesto con otra pareja de peruanos. De Ica fuimos a la Huacachina, que es el oasis donde están las dunas, y fuimos a la agencia del touroperador «Ciro Adventures», que estaba relacionado con el touroperador de Ica . ¡Y ahí fue donde empezó el desastre! Yo no sé si es porque pagamos 5 soles menos que en el resto de agencias o fue fruto de la casualidad, pero desde luego que no pienso recomendar ninguno de los dos touroperadores a nadie. Todos los grupos empezaron a salir alrededor de las cuatro, la hora establecida, y nuestro grupo, de unas veinticinco personas, estuvo esperando alrededor de media hora. Nos tocó en un bugguie con un conductor que tenia pinta de niñato y, efectivamente, mis sospechas se cumplieron: dio tal acelerón con el bugguie en frío, que el tubo de escape se rompió. Todos tuvimos que bajar del coche, esperar a otro y volver a acomodarnos. Mi mala leche iba en aumento por segundos porque esta actividad era el regalo de cumpleaños de Fred.

 

 

Conseguimos salir del pueblo y ya por fin empezó lo bueno. Primero tomamos algunas fotos en las dunas.

  

 

Luego, menudo subidón de adrenalina: subir a toda velocidad por una duna y no saber lo que hay al otro lado. Cuando ves que medio coche está en el aire y que debajo sólo hay una pendiente impresionante ¡te dan escalofríos!  Creo que es lo más cercano que estaré nunca del Paris-Dakar.

Luego fuimos a hacer el descenso de las dunas con las tablas de sandboard. En nuestro grupo sólo Fred y un chico uruguayo se atrevieron a hacerlo al estilo tradicional, es decir, de pie. El resto nos pusimos tumbados en la tabla y yo creo que es mucho más impresionante porque se coge más velocidad. En la primera duna me lo pensé, porque la pendiente es muy grande, pero cuando vi que el resto se tiraban y que no pasaba nada, me hice la valiente. El error que cometí fue gritar, porque se me llenó la boca de arena y luego no hubo forma de que se fuera…

Tras el descenso de las dunas fuimos a tomar unos fotos a un oasis y luego de vuelta a la Huacachina.

Me quejé en la agencia por la falta de puntualidad con  respecto a los horarios y los problemas, pero de poco sirvuó porque el jefe no se dignó en aparecer….

Tras una vuelta rápida en taxi a Ica, tomamos el autobús de noche hacia Arequipa, con arena incluída en el pelo y las orejas 🙂

Vicos, el Perú profundo

 

Teníamos cita con Pedro, nuestro guía durante los próximos tres días, delante de la agencia Respons a las 7.30 de la mañana. Reconocerlo fue muy fácil: ¡tenía el sombrero típico de Vicos!

Después de un combi, un taxi colectivo y veinte minutos de caminata  llegamos a nuestro alojamiento rural en Vicos. La casa tenía varias habitaciones sin luz eléctrica (¡viva las velas!), un comedor con electricidad, un baño y una cocina fuera de la casa. La cocina no se parecía ni por asomo a nuestro concepto de cocina:  eran tres muros y un techo adosados a la fachada principal con varias piedras en el interior para poder poner las cazuelas y preparar la comida con fuego de leña.

La actividad del primer día fue hacer pan. Fred nunca lo había hecho antes y yo tenía vagos recuerdos de haber hecho una vez un pan incomestible en el colegio. La novedad es que en Vicos no se utiliza un máquina de hacer pan (je je je) si no un verdadero horno de leña. El fuego se prepara en un momento con algunas ramas de eucalipto y Fred se queda asombrado con la facilidad con la que Pedro enciende el fuego (tomamos buena nota para nuestra próxima barbacoa en Beaudouc). Una vez listo todo, ya sólo queda esperar a que el horno se caliente y que la madera se convierta en brasas. En paralelo se fue preparando la masa del pan. Esta parte no es muy complicada. Sólo hace falta harina, agua, sal y levadura, pero hay que amasarlo todo bien para que los ingredientes se mezclen.

A media tarde el colegio se termina y otras mujeres de la familia vienen a visitarnos. Con ellas vino Erika, una niña de unos siete años a la que Fred intenta enseñarle el slackline. La niña se queda encantada con este juguete nuevo, pero no tanto la madre, que tiene miedo de que la niña se haga daño.

Casi cuando el horno está listo, empezamos a dar forma al pan. Algunos en forma de bola, Erika nos enseña cómo hacerlos en forma de flor, Fred hace espigas… aunque al haber tanta masa casi que no nos da tiempo a hacer muchas florituras. Mientras tanto, Pedro se cuelga de un árbol para cortar ramas y así hacer tres escobas con ellas. Las escobas servirán para barrer las brasas hacia un lado del horno y también para tapar la entrada del horno y así conservar mejor el calor. Los panes salen doraditos y casi en modo industrial, porque hacemos cuatro tandas. Como en el milagro de Jesús con los panes y los peces, se reparte pan a todos los vecinos.

Por la “noche” nos acostamos a la hora de las gallinas, después de haber comido una menestra de verduras con guisantes, coliflor, zanahorias y por supuesto patatas. Fausta tarda casi más de una hora en preparar la menestra en su cocina, pero el resultado es estupendo: todo está delicioso. Durante la cena llega Julio, el marido de Fausta, que trabaja como cocinero en la mina. Para llegar hasta su casa ha tardado cuatro horas caminando, pero por supuesto, esto no lo hace todos los días: trabaja durante quince días y luego descansa cinco. Nos explica que en esa zona hay mucha gente que trabaja en la mina, ya que es un trabajo muy bien remunerado y además toda la familia está cubierta por el seguro médico. Algunos de los vecinos de Vicos van a trabajar durante uno o dos años a  la mina para pagarse una casa o agrandar la que ya tienen.

Julio nos cuenta durante la cena un viaje que hizo al norte de Italia, invitado a una conferencia para intercambiar usos y costumbres con otros habitantes de pueblos pequeños del mundo entero. ¡Sorprendentemente es la primera persona que conozco a la que no le gusta la cocina italiana! Según él ¡no había suficientes patatas en las composiciones italianas!  Hay que decir que el elemento fundamental en una comida de Vicos es la patata. Lo bueno es que tienen hasta 50 variedades locales de patatas para poder variar.

Hablamos un poco con Pedro sobre la agricultura en Francia  y la forma de  cultivo extensiva que se practica. Pedro nos dice, obviamente, que prefiere la forma de cultivar que tienen en Vicos. Resumen del día: mucha charla, algunos puntos muertos  y descanso.

El segundo día es un poco más cansado. El programa del día es un paseo por la montaña. Nos levantamos a las seis de la mañana, hora y media después que todo el mundo, y Pedro llega para el desayuno que consiste una sopa, huevo frito y patatas fritas. Por el camino Pedro nos explica sobre plantas autóctonas y otras que se han introducido y que no pertenecen al ecosistema natural, como por ejemplo el eucalipto. Al igual que en Extremadura, los eucaliptos se plantaron para obtener madera de forma rápida, pero poco a poco los van quitando porque el eucalipto perjudica mucho al suelo (lo hace más ácido) y no permite cultivar nada debajo de él.

Cuanto más subíamos a la montaña, más viento había. En la cima de la montaña se puede admirar dos valles o quebradas, como los llaman ellos. Estos valles son muy estrechos debido a la altura de las montañas y parecen más un cañón que un valle. En la cima también hay una gruta con algunas pinturas rupestres y es ahí donde comemos. Pedro saca la tartera y comemos arroz y patatas fríos. Nosotros dos empezamos a tener frío, pero Pedro parece no imutarse ¡y eso que lleva sandalias!.

No pudimos seguir subiendo la montaña debido al viento, pero en el descenso Pedro nos muestra cómo utiliza su honda para espantar al ganado o los pájaros que no deben estar donde están. Nosotros también intentamos utilizar la honda, pero tirar la piedra donde uno quiere y con la velocidad adecuada es bastante difícil. Tras muchos intentos, casi un accidente con una piedra disparada hacia atrás y unas cuantas risas, conseguimos hacer que la piedra salga hacia adelante más o menos.

De vuelta al pueblo nos enteramos que al día siguiente se casa una hija de Julio, que tuvo con otra señora que no es su actual esposa.  Nos contaron muchas cosas sobre los preparativos de la boda. El mayor peso económico de la boda recae sobre la familia del novio y en particular en el padrino ya que tienen que dar de comer a muchos invitados durante un día y medio. La familia de la novia sólo ofrece el primer desayuno, es decir, el que hay justo antes de la misa. Lo raro de esta boda es que, por parte de la novia, prepararon comida su madre y la actual esposa de Julio: parece que en este pueblo no hay muchas rencillas con las amantes. Fausta, su hija y las vecinas estuvieron pelando patatas todo el día hasta casi alcanzar los 500 kilos. Además de las patatas con aji, también cocinaron ternera y cuy (conejillos de indias), que se supone que es el manjar más preciado. Nosotros estuvimos ayudando un poco en la cocina, pero como estábamos cansados nos fuimos a dormir pronto.

Al día siguiente bajamos a la casa de Julio para desayunar un tazón  llenos de patatas y una pata de picante de cuy. Mientras esperamos a que nos lo sirvan, nos damos una vuelta para ver los animales domésticos. En unas jaulas había unos conejos muy monos, pero un poco extraños. Fred me confirma que esos animalitos son los cuyes o conejillos de indias. ¡Desde luego que no me puedo comer eso! Además de ser muy bonitos son de la familia de los roedores y por supuesto es como comerse una especie de hámster. Le di mi trozo de carne a Fred, que la comió como si nada… Bueno, en realidad se quejó un poco de que la carne de este animal es muy cara y hay poca chicha.

Después del desayuno empezamos a ver cómo se desarrolla una boda en Vicos:

  • Llegada del padrino de la boda y su familia desde Lima. El padrino era un antiguo jefe del novio para el que había trabajado durante diez años junto con sus hermanos. No tiene relación de sangre con la familia, pero es el que afloja la pasta (raro ¿no?). Fred y yo nos echamos unas risas porque parece que el padrino y  su familia, de gran ciudad, parecen estar mucho más a disgusto que nosotros entre pollos y cerdos.
  • Llegada de la orquesta con el novio. Unos veinticuatro músicos que no tocan mal del todo.
  • Todo el mundo come lo que han preparado Fausta, sus hijas y sus vecinas.
  • Los novios montan en el coche y van hasta la iglesia.
  • El resto de los invitados bajan a pie hasta la iglesia acompañados por la orquesta.

Nosotros bajamos con todo el cortejo, pero nos abstuvimos de entrar en la iglesia. Por lo visto nos perdimos la entrega de regalos, que se hace a la salida de la iglesia, donde todo el mundo da enseres para la casa y otras cosas en mitad de la plaza del pueblo.

Volvimos a subir a nuestro alojamiento y allí nos estaban esperando Pedro, su hija y Fausta para empezar a preparar  la pachamanca. No teníamos muy claro si la pachamanca era un animal, un ritual o un plato. Pachamanca significa “tierra” y “cacerolas”, y resulto ser una combinación de ritual y plato típico.

Los pasos para hacer pachamanca son los siguientes:

  • Cavar un agujero en el suelo, hacer una especie de “cuevita” con piedras y prender el fuego.
  • Dejar que la madera se consuma hasta hacer brasas y asegurarse de que las piedras están lo suficientemente calientes.
  • Destruir la cuevita para que las piedras queden en contacto con las brasas y colocar encima de las piedras un montón de patatas de distinta variedades.
  • Poner luego la carne y las habas encima de las patatas. La carne está macerada y recubierta con hojas de plátanos.
  •  Cubrir todo esto con un montón de hojas de plátano, poner un protector de plástico por encima y luego cubrirlo con tierra.
  • Esperar unos cuarenta minutos y desenterrar toda la comida

Mientras esperábamos durante la cocción de los alimentos, dos músicos del pueblo vinieron para tocar música tradicional y pudimos probar la chicha morada, una bebida hecha con maíz negro. Los músicos suelen tocar mientras que se abre la pachamanca y en el intermedio que hay en mitad de la comida.

Después de la comida llega el momento de la presentación de la artesanía y los bailes. Fausta baila con Fred y yo con Pedro. El ritmo no es difícil de seguir, pero nos morimos de la risa porque nos encontramos muy ridículos bailando así.

Antes de las despedidas, Pedro nos da las gracias en nombre de su asociación, Cuyaquihuay, y en nombre de Vicos. La vuelta hacia Huaraz es en colectivo y combi y esa misma noche nos vamos hacia Paracas.

 

Ambiente en Vicos resumido en cuatro minutos.

 

Conclusión personal sobre la experiencia.

Fred y yo teníamos miedo de que el dinero invertido en esta actividad (460 soles por persona para una estancia de tres días) “se perdiera” y no llegara a las familias a las que estaba destinado, como pasa con muchas ONGs. En este caso, la asociación Respons sólo se queda con un 20% del pago en concepto de servicios prestados debido al marketing. El resto del dinero se distribuye entre la familia de acogida, el guía, los músicos y los artesanos, además de donar un 10% del total a una asociación que abastece al pueblo de Vicos con todo tipo de material para el colegio, hospital, etc. De esto estamos más que seguros, porque de hecho, pagamos la mitad en mano al guía y nos hizo un recibo.

En Vicos sólo hay ocho familias que trabajan en este proyecto y que han necesitado capacitarse durante tres años. Al principio había más familias, pero no demostraron tener la constancia suficiente para participar en este proyecto. En los cursos de capacitación les han enseñado cómo organizarse, nociones de economía, cómo tratar a los turistas, etc.

Estas ocho familias decidieron participar en este proyecto para tener un complemento en su exigua economía. En Vicos son pobres, pero aunque no pasan hambre, no disponen de mucho dinero para poder financiar los estudios de sus hijos, por ejemplo.

Desde el punto de vista personal, esta experiencia me dejó un poco devastada.

  • Lo primero, por la falta de comodidades y la dureza a lo hora de vivir en este pueblo. Lo peor de todo no  es que la vida sea dura, si no que parecen que se han acostumbrado a utilizar sólo la fuerza física y no utilizan la cabeza para intentar vivir un poco mejor. Por ejemplo, ver cómo abuelas cargaban con kilos de madera en la espalda en vez de fabricar algún carrito o artefacto con ruedas para poder estar más cómodas.
  • Lo segundo, el círculo vicioso en el que viven. Al no disponer de dinero, muchos de sus hijos se quedan trabajando en el campo o en la mina en vez de estudiar, lo que implica que tampoco tendrán dinero para la educación de sus hijos.
  • Lo tercero, el hermetismo de este pueblo hacia el mundo exterior. En muchas casas no hay electricidad, por lo que no hay ni tele, ni internet ni nada. Esto hace que muchos niños no tengan ningún tipo de estimulación, más que las que sus padres les dan, y en algunos casos podemos decir que son ningunas. Además, su idioma natal y el que utilizan a diario es el quechua y encontramos a gente que tenían serias dificultades para hablar español.
  • Lo cuarto, la situación económica general del país con respecto a pueblos como este y muy particular con respecto a la minería. Mucha gente de estos pueblos no tiene más remedio que trabajar en la minería para mantener a sus familias. El gobierno tiene hechas concesiones a empresas extranjeras para la explotación minera y Perú sólo se queda con un tercio de los beneficios. ¡Vamos, que se quedan con las migajas! Parece que al gobierno esto no le preocupa mucho, pero están comprometiendo el futuro de sus hijos porque están vendiendo sus materias primas.

Lo positivo de la visita fue ver cómo hay gente que todavía se preocupa por mantener la biodiversidad. El pueblo de Vicos se había llevado un premio por seguir cultivando unas 200 especies de patatas distintas. También ver cómo la calidad de vida de estas familias ha aumentado gracias al turismo y poder ver cómo tienen proyectos de futuro.

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