Tupiza . El lejano oeste ¡¡¡¡yijaaaaa !!!!

 

Cambio drástico de Potosí a Tupiza. Pasamos del frío gélido invernal de Potosí al calor seco y árido de Tupiza. Tupiza es un pueblo pequeñito, rodeado de montañas rojas con vegetación muy verde, lo que distaba mucho de la estepa de Potosí. En Tupiza teníamos dos misiones : la primera encontrar un tour para el salar de Uyuni y Sud Lipez y la segunda contratar un tour para que yo montara por primera vez a caballo.

Tupiza es un poco especial en cuanto hostales y agencias, ya que al ser muy pequeño, todos los hostales tienen una agencia que organiza excursiones y toda agencia posee un hostal. Además, habíamos leído en internet que algunos hostales no te trataban muy bien si no contratabas la excursión con ellos, así que tuvimos que informarnos bien antes de llegar al pueblo. En internet encontramos que todos los hostales daban buen servicio en el salar,  excepto Tupiza Tours, así que escogimos el hostal que tenía mejor nota en hostelworld.com : Los Salares.

Nada más dejar las mochilas en la habitación, el dueño del hostal nos explicó las posibilidades de ruta que teníamos, ya que nosotros queríamos acabar en San Pedro de Atacama (Chile). Nuestras opciones eran las siguientes :
– visitar durante cuatro días el Sud Lipez y el salar de Uyuni, acabar el tour en Uyuni y luego coger un tránsfer 4×4 hasta San Pedro de Atacama con costo extra.
– ir hasta Uyuni desde Tupiza, visitar el salar y la parte oeste del Sud Lipez y terminar directamente en San Pedro de Atacama, todo ello en tres días.

La segunda opción era la más rápida y más barata, pero precisamente, si habíamos ido expresamente a Tupiza era para realizar el circuito en el sentido inverso de todo el mundo, además de querer llegar al salar con la mejor luz para las fotografías. Por lo tanto, nos decidimos por la opción numero uno, añadiendo además la ascensión al Volcan Uturuncu de 6008 metros ( que conste en acta que a Fred le costó convencerme para el volcán).


El dueño del hostal nos dio los precios para la opción número uno con volcán y todo dependía del número de participantes en la excursión. Los 4×4 tienen un total de siete asientos, de los cuales dos son para la cocinera y el chófer. Si el tour se hace con cuatro o cinco participantes el precio es razonable, pero si sólo son dos pasajeros el precio es desorbitado. Le dimos al dueño del hostal nuestras preferencias de días y nos dijo que de momento no había grupo, por lo que fuimos a dar una vuelta al resto de agencias.

Tras mucho preguntar, la mejor opción que encontramos fue en el hostal Valle Hermoso para formar un grupo de tres con Roger, o Rogelio como le gustaba que le llamasen, que era un suizo alemán. Roger también quería hacer la excursión de cuatro días y escalar el volcán Uturuncu, así que acordamos que partiríamos al día siguiente. Si aparecía un cuarto interesado en la excursión ¡perfecto !, pero si no nos iríamos los tres de todas formas pagando 2100 bolivianos por cabeza más 450 bolivianos por el guía del volcán.

Una vez organizada la excursión para el salar, pudimos empezar a divertirnos :). Para consolar al dueño del hostal Los Salares, ya que no le habíamos contratado el salar, decidimos recompensarle conla excursión del caballo. Había varios itinerarios, pero elegimos el más corto. Como nunca había montado a caballo consideramos que tres horas eran más que suficientes para probar.

A las 10 de la manaña Sarah, la dueña de los caballos, vino a buscarnos. Llegamos a las cuadras y escogió nuestros caballos : el mío, Bayo, tranquilito y poco cabezota y el de Fred, Talía, un poco más espabilado porque él tenía experiencia.

Si desde el suelo el caballo ya me parecía grande, cuando me subí la sensación no cambió mucho. ¿Por qué no hay un pony para adultos? Sarah me explicó cómo había que llevar las riendas : se tiraba hacia la derecha si quería girar a la derecha, lo contrario para girar a la izquierda y tirar al mismo tiempo de los dos lados y acortar las riendas si quería que el caballo parara. Así que como yo quería estar parada mientras que Fred y Sarah se colocaban, me puse a tirar de las dos riendas. Al verme, Sarah y Fred me gritaron que soltara en seguida las riendas. ¡Yo no entendía nada ! Entre risas me explicaron que al tirar de las riendas se clava algo debajo de la lengua del caballo, lo que hace que desacelere y se pare, pero sólo cuando está en movimiento. Vaaaaale, ¡entonces un caballo no es como un coche al que hay que echarle el freno de mano siempre ! El caballo se queda parado por defecto…. ¡Qué difícil es estar encima de un animal vivo !

Con las bases ya controladas, echamos a andar y por suerte mi caballo ya conocía el camino :). Después de cabalgar muy despacito durante media hora llegamos a la Puerta del Diablo. Cuenta la leyenda que durante el carnaval de Tupiza el diablo se enamoró de una cholita, por lo que decidió secuestrarla. Como el carnaval llegaba a su fin y el diablo no podía estar más entre los humanos, cargó la cholita y salió corriendo del pueblo. En esa carrera, partió en dos una roca enorme y eso es lo que dio nombre a esa maravilla natural.


Seguimos cabalgando en el Valle de los Machos y observando maravillados lo bonito que era el paisaje con todos esos tonos rojizos. El caballo se portaba bien y estaba tranquilito, por lo que yo estaba encantada de la vida. Al menos estaba más tranquila y menos rígida que al principio.

A la entrada del Cañón del Inca hicimos un descanso. Pusimos los caballos a la sombra y estuvimos charlando un rato con nuestra guía. Al volver a montar los caballos me di cuenta de que estaban un poco más acelerados. ¡Tenían prisa por llegar a casa de nuevo ! Aquello se movía mucho más y además Fred estaba intentando poner al galope a Talía. Mi caballo, que era medio tonto y hacía lo que el resto, también quería ponerse a galopar. Ahí sí tuve que tirar de las dos riendas para que se tranquilizara. Al menos conseguí llevarle al paso que yo quería. Fred se quejaba de que su caballo era muy vago, pero Talía, que de tonta no tenía un pelo, se puso al galope de verdad 100 metros antes de llegar a las cuadras. Menos dan las piedras, ¿no? 🙂

Ahí acabo mi aventura equina y, definitivamente, no es lo mío. Con dolor de culo y espalda me puse a preparar la mochila para los seis días de salar que nos esperaban :).

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