Bienvenidos al infierno de la isla de Java. Parte 1: Kawah Ijen.

Nota: Los consejos para otros viajeros sobre cómo llegar a Kawah Ijen desde Bali en anexo.

Nuestro periplo en Bali había terminado bien y ya era hora de seguir viajando a la isla vecina, Java, donde teníamos que tomar un vuelo desde Yogyakarta para Malasia. Java es la isla de los volcanes por excelencia y el más conocido es el monte Bromo. Sin embargo, hay un segundo volcán, Kawah Ijen, que es menos conococido, menos turístico y con paisaje de otro mundo. El Kawah Ijen estaba al este de la isla de Java, por lo que nos dijimos que podíamos visitarlo antes de llegar a Bromo y a Yogyakarta.

Como el Kawah Ijen no era un destino muy conocido, preparamos la cosa con cuidado. Leímos foros, blogs de otros de viajeros y la Lonely Planet. Todo el mundo coincidía en que merecía mucho la pena, pero casi nadie explicaba con pelos y señales cómo llegar hasta allí. Sólo la Lonely Planet arrojaba un poco de luz al misterio, diciendo que se podía acceder desde la parte este utilizando como base el pueblo Banyuwangi o desde el oeste utilizando como base el pueblo Bondowoso. Desaconsejaban Banyuwangi porque decían que la carretera estaba en muy mal estado y que los desniveles eran importantes. En cualquiera de los dos casos, la Lonely Planet hablaba de transfers privados negociados en ciertos hoteles a precios desorbitados o de hacer dedo para poder tener un precio más económico. Vamos, nada en concreto.

Nuestro primer error fue hacer caso a la Lonely Planet, ya que parece ser que ninguno de sus escritores había puesto un pie en la zona entre el año 2007 y 2012. Por lo visto, en la actualización de la guía de 2012, se aconseja ir desde Banyuwangi, ya que han arreglado la carretera. Todo hubiera sido tan fácil si lo hubiéramos hecho así….

Nuestro segundo error fue volver a hacer caso a Lonely Planet y no buscar en foros qué tipo de autobuses “locales” iban de un pueblo a otro. Si hubiéramos conocido de mano lo que íbamos a encontrar, probablemente habríamos descartado el transporte terrestre del que se hablabla en la Lonely Planet y habríamos comprado un vuelo entre Denpasar y Yogyakarta por 20 euros y, luego, un paquete para ir al Monte Bromo, dejando el Kawah Ijen de lado. En fin, no somos adivinos por desgracia….

Pero volvamos al relato de nuestro infierno particular, que no el de Dante. Para ir a Java, había que tomar un autobús desde la estación Ubung en Denpasar. Cogimos un taxi desde Kuta por 80000 IDR (6.16EUR) y una hora después estábamos allí. El recibimiento fue digno de mención. Seis o siete personas golpeando el capó y las ventanillas del taxi para hacer parar al taxista y así vendernos un billete. La adrenalina y la mala leche empiezó a subir por nuestras venas y, más, cuando vimos que uno de los jaleadores intentaba sacar nuestras mochilas del maletero. Le echamos el alto y, en menos de dos segundos, teníamos diez personas arremolinadas a nuestro alrededor preguntándonos que a donde íbamos. Como traíamos la lección aprendida de casa, los ignoramos sin dirigirlos la palabra y echamos a andar hacia los andenes. En foros, habíamos leído sobre la mafia de esta estación de autobuses. Atosigaban al viajero para saber a dónde iba y así venderle un billete cinco veces más caro que si se hubiera comprado directamente en el autobús. Habíamos leído de casos de viajeros a los que no les habían permitido acercarse a los conductores utilizando la violencia y habíamos leído de casos en los que los conductores no querían vender billetes directamente al viajero por miedo a represalias. Como no estábamos dispuestos a entrar en su juego, utilizamos la técnica del despiste. Yo me quedé con las mochilas en un banco y Fred echó a andar lo más rápidamente posible. Conmigo se quedaron tres personas preguntándome en inglés que si nos dirigíamos a toda y cada una de las ciudades posibles de Java. Como me tenían cansada, empecé a hablarles en español diciéndoles tonterías. Funcionó como un jarro de agua fría, ya que en quince minutos no había nadie a mi alrededor. Mientras, el pobre Fred iba de autobús en autobús comprobando el destino final en los carteles. No pudo encontrar ningún autobús que llegara a Bondowoso, pero encontró un pueblo que no estaba lejos: Jember. Habló con el conductor, vino a buscarme corriendo y, en un suspiro, estábamos montados en un autobús con un billete de 60000 IDR (4.62EUR) por persona.

 

¡Prueba superada!, pensamos…pero el camino hacia el infierno sólo acababa de empezar. El autobús era súper cutre, aunque no más que los otros que había en la estación, estaba lleno de mierda, los asientos eran duros como una piedra, nada de aire acondicionado y asientos mínimos. Vale que los asiáticos son más pequeños que los europeos, pero poner cinco asientos donde debería haber cuatro es pasarse. Además, yo que sólo mido un metro y sesenta centímetros tocaba con mis rodillas el asiento de delante. El autobús no tenía ningún tipo de comodidad, pero hubo un detalle que no se nos pasó por alto: en el techo había colgadas boquillas de botellas con un montón de bolsas de plástico. Gracias a la forma de conducción suicida, las curvas de la carretera y los acelerones y frenazos en los adelantamientos, la gente empezó a vomitar como si no hubiera día. Por supuesto, al no estar prevista ni una sola parada, la gente tiraba las bolsas con los vómitos por la ventanillas. Todo un espectáculo con el que deleitarse…

Durante el trayecto, lo típico: vendedores de todo tipo de cosas, mendigos y cantantes. Acabamos hasta el moñete porque, como éramos los únicos blancos del autobús, todo el mundo pensaba que teníamos que comprar o dar lismona por obligación. Una vez más, acabamos ignorándolos de muy malos modos y con muy malas formas, pero es que eran cansinos hasta más no poder.

Tardamos siete horas en recorrer los los 250 kilómetros que separan Denpasar de Jember. Ninguna parada, sólo la posibilidad de comer e ir al servicio en el ferry, y ningún cambio de conductor en el autobús. Así que como diría mi abuela, en ese autobús había que ir “meao, cagao y comío”.

 

Llegamos a Jember sobre las 7 de la tarde, cuando ya había anochecido. Habíamos leído en algunos foros que había autobuses por 7000IDR (0.54EUR) hasta Bondowoso y que sólo se tardaba una hora, por lo que teníamos pensado coger uno y hacer el trayecto completo hasta el pueblo que serviría de base para visitar el volcán. Bajamos del autobús y otra vez los pesados de turno preguntando que a donde íbamos. Utilizamos la misma técnica de despiste que por la mañana, pero esta vez nos pillaron con la guardia bajada. Fred no conseguía encontrar ningún autobús con destino a Bondowoso y yo cometí un error fatal. Se acercó a mí un señor de apariencia “angelical” preguntándome que si me estaba gustando Indonesia y bla bla. Fue haciéndome el lío durante veinte minutos hasta sacarme dónde queríamos ir. En esas, nos dijo que no había autobuses ni trenes a Bondowoso, pero que él tenía un amigo taxista que podía llevarnos hasta allí por el “módico” precio de 200000 IDR (15.40EUR) (28 veces más que lo que costaría en bus). Empezaron a agobiarnos y meternos presión y Fred y yo empezamos a ponernos nerviosos. Era de noche, estábamos en un pueblo que no conocíamos, en mitad de la nada, no sabíamos cómo llegar hasta Bondowoso y sabíamos que nos querían timar. ¿Qué hacer en ese caso? Tuvimos la lucidez de decidir que pasaríamos la noche en Jember y que a la mañana siguiente buscaríamos la forma de encontrar el autobús. El taxista nos pedía 80000IDR (6.16EUR) por llevarnos al centro de Jember y, como presentíamos que no estaba muy lejos, nosotros dijimos que la mitad. Nos miró con cara de desprecio y suponemos que dijo en indonesio que por ese precio no movía un dedo. Como el taxista nos había caído mal y sus modos no nos parecían muy correctos, decidimos que mejor salir de allí y buscarnos la vida por nuestra cuenta. Caminamos un rato con las mochilas y encontramos otra parada de taxi no muy lejos. Lo malo es que nadie hablaba inglés, sólo indonesio, y comunicarse con ellos era muy difícil. Conseguimos hacerlos entender que queríamos ir al centro de Jember a una guesthouse y que estábamos dispuestos a pagar 40000 IDR (3.08EUR). Pensábamos que todo estaba claro hasta que, una vez dentro del taxi, el taxista empezó a pedirnos la dirección de nuestro hotel.¡No habían entendido nada! Al menos, había entendido lo del centro. Empezó a conducir y, en cuanto vimos un hotel más o menos decente, le dijimos que parara.

 

En el hotel Merdeka nos tocó una recepcionista que chapurreaba un poco inglés. Todo un alivio.Acabamos pagando una habitación superior, ya que todas las de gama baja estaban ocupadas. No teníamos ganas de seguir luchando y peleando, por lo que decidimos pagar los 180000 IDR (13.86EUR) de la habitación (la más cara de todo nuestro viaje en Indonesia) y no complicarnos más la vida. Al menos todo estaba limpio, había aire acondicionado, wifi y el desayuno estaba incluído. En cuestión de unas horas pasamos de viajar como las personas más pobres de Indonesia a estar en una habitación super lujosa.

Por la mañana, gracias a internet y a la recepcionista, ya teníamos más claro como coger el autobús hacia Bondowoso. Resulta que había un segunda mini-estación de autobuses en el lado opuesto de la ciudad y, es por eso, que no habíamos visto ningún autobús con destino a Bondowoso en nuestra llegada a Jember. Fuimos en taxi y nos montamos en el primer autobús que salía. Parece ser que en Indonesia los autobuses no tienen maletero, así que nos tocó ir con las mochilas y el material de kitesurf encima de nosotros. Toda una gozada pero, al menos, el viaje sólo duró cuarenta y cinco minutos.

Bajamos del bus en Bondowoso y empezamos a buscar el hostal que habíamos reservado, el Slamet. Cuando íbamos caminando por una de las calles, un señor nos salió al paso. Se presentó y nos dijo que tenía una agencia que organizaba las excursiones al Kawah Ijen. Yo le ignoré completamente, pero Fred le dio el beneficio de la duda. Pensó que no teníamos nada que perder por escucharle. Nos llevó a una tienda de comestibles y productos varios y nos hizo sentar en un sofá. Nos sacó fotos del año catapúnchimpún, es decir, de cuando las fotos se revelaban todavía. En las fotos estaba él y algunos extrajeros y empezó a decirnos que su compañía llevaba abierta veinte años. Entre otras cosas nos contó que todos sus hermanos eran funcionarios, pero que él no había tenido esa suerte y que por eso se había reconvertido en el turismo, que antes había sido peluquero. Vamos, historias para no dormir….Le preguntamos educadamente, ya que él no había tenido culpa ninguna sobre los acontecimietos de las últimas veinticuatro horas, sobre las distintas excursiones para el Kawah Ijen, en especial la del fuego azul, un fenómeno natural que se produce en el Kawah Ijen durante la noche. Nos dio precios que eran bastante más baratos que los que habíamos obtenido en foros y en guías, por lo que le dijimos que nos lo pensaríamos.

Llegamos al hotel y otra sorpresa “agradable” nos esperaba: una habitación llena de moho, con un olor insoportable y el peor baño de toda Indonesia. ¿Pero qué se puede esperar cuando estás en una ciudad no turística y que la habitación cuesta 50000 IDR (3.85EUR)? No sólo eso, si no que tuvimos a un empleado del hostal comiéndonos la oreja durante media hora sobre que lo mejor que podíamos hacer para ir al Kawah Ijen era alquilar una moto. ¡Por supuesto que no íbamos a alquilar una moto después de una experiencia infernal de conducción durante siete horas en un autobús! El chiquito no se daba por vencido y, cada vez que lo cruzábamos, nos machacaba con los beneficios y la libertad de ir en moto. ¡Cansino!

 

Nos fuimos a comer para sopesar nuestras posibilidades y por el camino nos pasó una cosa rara. La gente nos miraba con caras raras y los niños se reían cuando nos veían. Creo que a ese pueblo sólo llegaban dos turistas blancos por año y obtuvimos la confirmación en el restaurante. El camarero y el cocinero nos pidieron que nos hiciéramos una foto con ellos. ¡De locos!

Las opciones que teníamos para llegar hasta Kawaj Ijen eran estas:

  • Alquilar una moto un día por 150000 IDR (11.55EUR) (el triple que en Kuta) e ir por tu cuenta

  • Alquilar un coche por 400000 IDR (30.80EUR) al día e ir por tu cuenta

  • Alquilar un coche con chófer por 600000 IDR (46.20EUR) al día, perdiéndonos el fuego azul

  • Utilizar los servicios de Dory, el señor que nos había parado por la calle, que nos ofrecía el coche y el chófer por 400000IDR (30.80EUR), pero empezando de madrugada para poder ver el fuego azul.

  • Utilizar el transporte publico y llegar a media mañana al volcán

La opción de Dory nos parecía la más económica y fácil, pero como contrapartida, su agencia no estaba referenciada en ninguna guía, foros o páginas web. Decidimos lanzarnos a la piscina y fuimos a ver a Dory. Acordamos que que saldríamos a las doce de la noche de Bondowoso y que queríamos un guía por 150000 IDR (11.55EUR) más. Nos dijo que de guía haría un amigo suyo. Nos dimos cita en la puerta de nuestro hostal esa misma noche.

Nos fuimos a comprar algunas cosas para la excursión, nos echamos la siesta en la habitación maloliente y a las doce de la noche clavadas, estábamos esperando en la puerta de nuestro hostal. Un landrover un poco viejo paró delante de nosotros y de él salió Dory y otros dos chicos. Además, estaba el conductor. Yo entré en modo pánico y le dije a Fred que aquello no me gustaba ni un pelo, meterme en un coche con cuatro señores sin tener la mínima referencia de ellos. Al menos teníamos con nosotros los palos de caminar y le habíamos dado a nuestros padres todos los datos de la agencia y la calle donde estaba la tienda de comestibles. ¡De perdidos al río! Nos montamos en el coche y se presentaron todos. Estaba el conductor, el guía, el hermano del guía y Dory. Yo me esperaba como mucho una o dos personas, pero allí había ¡cuatro! Resulta, que como hacía mucho que Dory no había vendido una excursión, esa noche era excepcional y Dory había decidio llamar a sus amigos porque los señores turistas pagaban el coche y así ellos salían también de excursión. En el fondo eran todos como niños, con cuerpo de hombre, pero niños al fin y al cabo. Se comportaban de la misma forma que los niños cuando los llevan de excursión con el cole…

Condujimos durante un par de horas hasta llegar a párking del volcán. No tuvimos que pagar nada porque era de madrugada y no había guarda, pero por el camino tuvimos que pagar varias “tasas” (sin recibo, por supuesto) para poder atravesar algunas fincas privadas. Por supuesto, las tasas sólo eran para los turistas, los locales no pagaban absolutamente nada.

 

Empezamos a caminar sobre las dos y media. Habíamos leído que el camino era muy empinado, pero que no era difícil. Lo mejor de todo es que Fred y yo teníamos que estar esperando al guía, que iba sin aliento. De vez en cuando se paraba a echar un cigarrillo y nosotros nos moríamos del frío allí parados. Eso es ser un profesional, ¡sí señor! Tardamos en subir hora y media, aunque se podía haber hecho perfectamente en cuarenta y cinco minutos.

 

Llegamos al cráter del volcán y había un grupo con varias nacionalidades. Allí estábamos todos mirando embelesados el fuego azul, que no era más que efluvios que salían del volcán y que se veían de color azul fluorescente por la noche. Parecía una especie de poción mágica.

Poco a poco fue clareando y, con la luz, las formas del cráter se fueron definiendo. La visión de aquel sitio nos hacía imaginar cómo sería Venus. Colores vivos amarillos del azufre, colores marrones y blancos, junto con el azul grisáceo del lago. Aquello parecía otro mundo.

Sin embargo, algo nos dijo que estábamos en la Tierra cuando vimos a los mineros cargando con los bloques de azufre en sus espaldas. Personas completamente dobladas y con caras sudorosas por el esfuerzo físicol Cada minero subía entre 70 y 80 kilos de una tacada, desde el volcán hasta el campamento base, distanciados de un kilómetro y medio.

 

Tras este espectáculo, nos preguntamos si de verdad merecía la pena haber sufrido tanto para llegar a este volcán y ver la versión moderna de la esclavitud-capitalista. Estas personas cobraban 700 IDR (0.05EUR) por cada kilo subido, es decir, un sueldo de 110000IDR (8.47EUR) por día. Esto no es nada en comparación con lo que gana el gobierno por vender ese azufre a empresas chinas que lo utilizan para cosméticos, medicamentos o en la industria alimentaria para blanquear el azúcar. Se me caía la cara de vergüenza viendo a qué situación ha llegado el ser humano.

 Salí poco contenta del Kawah Ijen y el día no mejoró mucho. Dory y sus amigos estaban más a pasárselo bien que a hacer su trabajo de forma profesional. Nos llevaron a una cascada y a una gruta de estalagmitas y estalagtitas, pero el momento más embarazoso llegó en las termas, ya que ellos también decidieron bañarse. A mí no me apetecía ponerme en bikini delante de cuatro tíos que eran musulmanes y que probablemente me verían más como un objeto que como una persona que tiene lo mismo que todo el mundo. Eso y que el baño estaba asqueroso y que el agua no tenía buena pinta me frenó en seco.

 

Después de las termas se suponía que teníamos que ir a una plantación de café de arábica, uno de los mejores del mundo. Por supuesto, la población local ni huele ni cata ese café, ya que sólo sirve para la exportación. Estábamos tan rallados y cansados que les dijimos que queríamos volver al hotel.

Volvimos a dormir en la habitación mohosa y a la mañana siguiente nos fuimos muy temprano a la estación de autobuses para salir de aquel pueblo que se nos antojaba horrible. Estábamos saturados de autobuses, volcanes, gente de Java y sitios no turísticos con gente que no hablaba ni una palabra de inglés. Decidimos que lo mejor era ir a la estación de autobuses para ir a Surabaya y enlazar allí hacia Yogyakarta. ¡A tomar por saco el monte Bromo!

Al menos en esta estación de autobuses no había jaleadores y un autobús hacia Surabaya estaba casi saliendo. Compramos los pasajes por 28000 IDR (2.16EUR) por persona y vuelta a lo mismo. Autobús viejo, sucio, con asientos minúsculos, con cantantes, mendigos y vendedores.Esta vez nos sentamos en un asiento de tres, esperando estar un poco más holgados, pero poco a poco el autobús se fue llenando. Estábamos tres personas en nuestro asiento, había gente en el pasillo, bultos por todas partes y gente atosigando y vendiendo cosas.

Paramos a repostar en una gasolinera y como a los veinte minutos paramos en otra. No entendíamos bien por qué volvíamos a parar si hacía nada que habían llenado el depósito. Casi todo el mundo salió del autobús y supusimos que en este sí había un descanso para ir al baño. En estas, el ayudante del chófer empezó a hablarnos en indonesio y a hacernos señas para que bajásemos del autobús. No entendíamos nada. Bajamos y nos dimos cuenta de que todo el mundo se había metido en otro autobús que no estaba muy lejos. Cogimos nuestras mochilas y el material de kitesurf y volando nos fuimos al autobús nuevo. Lo malo, es que aquello era como el juego de las sillas y, como éramos los más pardillos del grupo, nos quedamos sin asiento. El autobús nuevo estaba lleno y no había sitio para nosotros y nuestras mochilas. Fred se quedó de pie en el pasillo con todo y una señora, refunfuñando, cogió a su niño en las rodillas y me dejó un asiento. Yo me estaba cagando mentalmente en los muertos de todo el mundo, porque quedaban por lo menos tres horas de viaje y aquello era insoportable. Por “suerte” el autobús paró veinte minutos después en la estación de Probolinggo y allí se bajó gente, dejando algunos asientos libres. No hubo forma de entender por qué los cambios de autobús se hacían en una gasolinera y no en la propia estación. En fin, un misterio más…

Llegamos a Surabaya en modo de shock total. Casi no hablábamos y estábamos completamente idos. Estábamos agotados física y mentalmente y el desgaste de los últimos cuatro días se podía ver en nuestras caras. Llegamos a la estación de autobuses de Surabaya y teníamos que enlazar con un tren. Obviamente, hubiera sido demasiado fácil que las dos estaciones estuvieran juntas, pero ¡no!

estaban distanciadas una media hora en coche (con atasco). Vuelta a lo mismo, taxistas que te intentan timar, búsqueda de taxista que te hace un precio más bajo, negocias enseñando billetes, te montas en el taxi, el taxista te habla en indonesio contándote su vida y riéndose, nosotros sin entender nada y completamente petados, llegada a la estación de trenes, Fred que no encuentra su pasaporte, pánico con sólo pensar en tener que volver a Bondowoso, Fred que encuentra el pasaporte, compramos billetes y ¡buf! por fin estamos dentro.

Tres horas después llegamos a Yogyakarta, buscamos un hostal en la guía Lonely Planet que se ajustaba a nuestro presupuesto y ¡sorpesa! los precios eran el doble… Seguimos buscando habitación y al final un señor se nos acercó ofreciéndonos una.Como no teníamos nada que perder, fuimos con él y golpe de suerte por una vez… pero el infierno continúa……

Anexo: Cómo llegar al Kawah Ijen desde Bali

A los balineses no les gusta salir de su isla y, menos, para ir a Java. Los habitantes de estas dos islas no se llevan muy bien, por lo que no es fácil encontrar un tour para ir de Bali a Java, aunque en el caso contrario es más fácil. Sin embargo, algunas agencias de Kuta ofrecen ir al monte Bromo o Yogyakarta, pero es caro porque la mayoría de las veces es en avión. También se puede contratar en las agencias un chófer privado, pero no es nada barato.

Otra opción es comprar un vuelo con AirAsia desde Bali-Denpasar hasta Yogyakarta o Surabaya y luego contratar un paquete con una agencia para visitar los volcanes o utilizar el tren. Por lo visto es más barato contratar el paquete en Surabaya que en Yogkarta, pero no hemos podido comprabar esta información por nosotros mismos.

Si decides utilizar los autobuses locales para ir de Bali a Java, mi consejo es que pases un par de días antes por la estación para echar un vistazo en los paneles y ver los horarios y las compañías. Esto te permitirá moverte más libremente, ya que no cargarás con maleta o mochila, y te podrás librar de los jaleadores. Si decides utilizar esta opción, mejor salir muy pronto por la mañana, ya que los autobuses circulan a 60 km/h como mucho y tardan muchísimo en recorrer pocos kilómetros. Compra el billete en el autobús directamente y nunca nunca hagas caso a los jaleadores.

Para el Kawah Ijen, creemos que la opción de Bondowoso no es buena porque hay que pasar por ciudades no turísticas, problemas con el idioma, y porque la mayor parte del trayecto hay que hacerlo en autobuses. Los autobuses son malos, incómodos y poco seguros, aunque baratos. El tren, cuyo precio es el triple del autobús, es mejor opción, ya que es “rápido”, cómodo y seguro.

Dado que se ha mejorado la calidad la carretera entre Banyuwangi y el volcán y que desde Banyuwangi se puede llegar en tren hasta Probolingo y Yogyakarta en tren, es mejor hacer la visita del volcán desde este pueblo. Encontramos en un blog de una chica francesa una familia que ofrece guiado y guesthouse para el Kawah Ijen de forma original. La página es esta. Nosotros les contactamos porque pensábamos que estaban en la parte de Bondowoso y obtuvimos una respuesta rápida, eficaz y profesional diciéndonos que se encontraban en Banyuwangi y cómo llegar hasta allí.

En caso de querer hacerlo desde Bondowoso, todos los pasos están la siguiente página de wikitravel  a partir de Jember.

Los datos de la agencia que utilizamos para el Kawah Ijen en Bondowoso son estos: Agencia Wartel Ayu. 28 Jalan Zainal Arifin, Bondowoso, casa con un portal azul. Teléfono (+62)(082)141821428 o (+62)(085)257823620. 

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