Una sorpresa inesperada: Kuala Lumpur.

Teníamos pensado hacer una visita relámpago en Malasia, sólo diez días, y Kuala Lumpur era el primer destino. No podíamos irnos del país sin conocer la capital, donde no sabíamos bien qué esperar. La sorpresa fue mayúscula, ya que encontramos una capital limpia, moderna y donde casi todo el mundo hablaba inglés. En realidad, en todos los destinos donde estuvimos todo el mundo hablaba un inglés más que decente: desde el tendero del ultramarinos de barrio hasta el señor que vendía los noodles en la calle. ¿Una gozada viajar así!

Gracias a los consejos de otros viajeros, encontramos un buen sitio donde alojarnos, el Birdnest 2. Era un hostal regentado por una pareja de ingleses muy hospitalarios. El precio estaba muy bien, 30 MYR (7.20EUR) por una habitación doble con baño compartido, pero lo malo es que la ventana de la habitación daba a un pasillo y hacía bastante calor. Estaba situado en pleno Chinatown y ambientillo no faltaba en el barrio.

 

Nuestra primera visita en la capital fue la consulta de un médico. Yo venía arrastrando una otitis intermitente por el mal estado del agua de la playa de Kuta y no me encontraba bien, incluso tenía un poco de fiebre. Como estas cosas sólo pueden ir a peor, preguntamos en el hostal para ir al médico y en seguida nos indicaron. Fuimos al edificio que nos habían dicho y resultó ser un ¡centro comercial! ¡Sí señor@s! En Malasia si quieres encontrar algo, hay que ir al centro comercial, porque es el lugar más probable. Entre restaurantes y tiendas de souvenirs estaba el consultorio. Un poco raro para nuestras costumbres europeas, pero en Asia las cosas funcionan de otra manera.

Éramos los primeros y nos atendieron en seguida. El médico hizo un chequeo de rutina de garganta, oídos , tensión, capacidad pulmonar, … en cinco minutos y nos tuvo en su consulta durante al menos otros quince minutos contándole cosas de la situación actual de Europa. Parece que esto de la crisis no pasa desapercibido. Me mandó unos medicamentos y nos dijo que podíamos pasar por el consultorio cuando quisiéramos, aunque sólo fuera para hablar, que no hacía falta que estuviéramos malos. Muy majete el buen hombre 🙂

Como tardamos menos de lo previsto en el médico, mandé un mensaje a Iván, un conocido español que llevaba seis años viviendo en Kuala, y quedamos para comer. Iván fue un cicerone excelente y nos llevó a comer al restaurante chino con el mejor cerdo al horno de todo Kuala. Estaba todo buenísimo y el restaurante estaba hasta arriba. Las mesas eran compartidas y en cuanto terminabas de comer había que irse, porque la cola en la calle era de aúpa.

Tranquilamente, tomando un café después de la comida, Iván nos contó muchas cosas sobre Malasia. Nosotros ya sabíamos que en Malasia había tres grupos étnicos (los malayos, los indios y los chinos), pero no sabíamos que había muchísima discriminación en el país. Resulta que después de la independencia de los ingleses, los malayos era el grupo étnico mayoritario, pero el más pobre. Para intentar aumentar el nivel de vida de este colectivo, el gobierno decidió imponer leyes de discriminación positiva. Por ejemplo, establecer cupos de estudiantes malayos en la universidad u obligar a contratar un porcentaje de personal malayo en todas las empresas. En principio la idea era buena, pero tanta facilidad hizo que los malayos se volvieran acomodados y se aprovecharan de forma indebida de estas ventajas. El problema es que ahora es difícil dar la vuelta a la tortilla, ya que los malayos siguen siendo el grupo más numeroso y por tanto el que representa el mayor número de votantes. El resto ya es historia conocida… También nos contó Ivan de lo hartos que estaban muchos ciudadanos con el gobierno, ya que el mismo partido llevaba veinte años en el poder. Todo el mundo estaba emocionadísimo con el cambio de poder, pero que estaban un poco hartos, ya que todos los partidos llevaban un año haciendo campaña porque no sabían cuándo se iban a convocar las elecciones exactamente. Por último, Iván nos contó que Malasia es el país musulmán low-cost donde ciudadanos ricos de los Emiratos Árabes, Arabia Saudí o Brunei vienen de vacaciones. Es por eso que el gobierno ha radicalizado un poco su postura con respecto al Islam, para tener contento a ese tipo de turistas. Por ejemplo, sacaron una ley que multaba a todo aquel que vendiera comida o bebida a un malayo durante el Ramadán. El gobierno también puso trabas al concierto de Beyonce, porque  consideraban su vestimenta poco adecuada moralmente. Beyonce canceló su concierto, pero que conste en acta que se habían vendido todas las entradas en un par de horas. En ese sentido, el gobierno y los ciudadanos están muy desconectados: el gobierno intenta radicalizar el Islám, pero el ciudadano de a pie lo vive de una forma normal.

Por la tarde dimos una vuelta por la ciudad y nos pasamos por la KL Tower, vimos el monorail y visitamos un poco el barrio chino. No nos dio casi tiempo a descansar porque habíamos quedado al atardecer con Ivan y con Vincent, el amigo de Australia de Fred que estaba en Kuala por trabajo, para ir a ver el atardecer y el encendido de las Torres Petronas en la planta 33 del Skybar. Era un hotel muy elegante, esos que tienen varias estrellas, por lo que hubo que ponerse elegantes. Aunque la cocacola fue cara, la vistas merecieron la pena 🙂

La cena fue en la terraza de un restaurante chino. La comunidad española había adoptado a su dueña, una china muy enérgica y marimandona, a la que todo el mundo llamaba Lola. La señora era una crack de los negocios, ya que había hecho outsourcing de todos los platos buenos que había en los restaurantes de alrededor. Ella los había incluído en su carta y cuando alguien los pedía, iban al restaurante de tres puertas más allá a comprar el plato en cuestión. Así que se veía venir a gente de otros restaurantes con platos sin saber a qué cliente había que dárselo. Era un lío estupendo, pero Lola lo tenía todo en la cabeza y el plato llegaba caliente al cliente que lo había pedido.

Después de la cena Iván nos sacó de bares y pudimos conocer a parte de la tropa de españoles y latinos que viven en Kuala. Todos nos decían que Kuala Lumpur no era una ciudad súper excitante, ya que no había mucho mercado cultural o actividades, pero que la calidad de vida era muy buena. Todos preferían irse de vacaciones a las playas paradisíacas de Tailandia o Indonesia, pero para trabajar decían que mejor Kuala Lumpur.

Al día siguiente fuimos a ver uno de los pocos atractivos turísticos de Kuala, las Batu Caves. Es un santuario hindú donde los malasios-indios peregrinan. Son unas cuevas enormes y albergan tiendas de souvenirs y templos con las distintas divinidades hindúes. El ambiente está guay porque el sitio está plagado de turistas, hindúes, monos y los souvenirs más kichs que he visto en mi vida. El sitio merece una visita y además es muy cómo y barato llegar hasta allí, sólo hay que utilizar el tren.

Esa misma tarde hicimos lo que todos los ciudadanos de Kuala Lumpur hacen: pasar parte de su fin de semana en el centro comercial. Es la mejor actividad para poder soportar el intenso calor de Kuala y es donde todo el mundo sociabiliza. Vimos tropeles de adolescentes súper modernos que pasaban sus tardes divagando por los centros comerciales. En Kuala Lumpur, por centros comerciales no era, ya que había al menos siete u ocho y todos eran gigantes. Escogimos visitar el centro comercial de Times Square, ya que albergaba una particularidad: ¡una montaña rusa dentro del centro comercial! Pensábamos que iba a ser una montaña rusa pequeñita, sólo para niños, pero nos equivocábamos completamente. Entre el piso 5 y 7 del centro comercial había una señora montaña rusa, con sus loopings y todo. Era impresionante escuchar a la gente de la montaña rusa gritando y ver a gente comprando gafas y fulares dos pisos más abajo.

A la salida del centro comercial aprovechamos a hacer una parada técnica para que Fred pudiera cortarse el pelo. En uno de los pasillos que llevaban hacia el monoraíl habíamos visto una tienda donde hacían cortes express. Era muy barato el corte, sólo cuatro euros, y ¿cuándo demonios íbamos a volver a encontrar un peluquero que hablase inglés? ¡Había que aprovechar la ocasión! La definición del corte de pelo fue un poco difícil, ya que la peluquera hablaba en pulgadas y no no sabíamos a cuántos centímetros equivalía exactamente. Aún así, el resultado fue bueno 🙂 Y lo mejor de todo es que Fred salió sin un pelo porque la peluquera le pasó ¡un aspirador! por frente, cara y cuello. Fred dijo que era la primera vez que no salía con picores de una peluquería, así que deberíamos importar este sistema en Europa. Yo no estoy convencida del todo…

Por último, mencionar un estilismo propio a la capital malaya: los motoristas con chaquetas puestas al revés. Es toda una institución y no hay motorista que se precie sin llevar la chaqueta de este modo. De hecho, hay algunos que incluso llevan guantes de lana, cuando fuera estamos a ¡38 grados! Por lo visto es para que no se les pongan morenos los brazos. Yo creo que unos guantes estilo japonés sería mucho más práctico…

Pasamos tres días muy agradables en Kuala Lumpur, pero como el tiempo apremiaba, había que marcharse hacia el próximo destino, el parque nacional Taman Negara, la selva más vieja de la Tierra.

Bienvenidos al infierno de la isla de Java. Parte 2: Yogyakarta

Llegamos a Yogyakarta de noche y sin hotel, ya que habíamos cambiado de planes en el transcurso de nuestro día. No nos apetecía meternos en ningún sitio más que no fuera turístico y por eso descartamos Solo y fuimos a Yogyakarta directamente.

Escogimos un hotel de la Lonely Planet, pero como de costumbre, el precio era el doble de lo que ponía en la guía. No sé si lo he dicho ya en algún post, pero todos los establecimientos que están en la guía o bajan la calidad del servicio o doblan los precios, así que para estas cosas mejor ni utilizarla. Probamos con más hostales de la misma calle, pero todos estaban completos. Mientras dábamos vueltas por la calle, un rastas se acercó a preguntarnos que si buscábamos habitación. Como no teníamos nada que perder, le dijimos que vale, que íbamos con él a ver su habitación.¡Y menudo golpe de suerte que tuvimos! Nos llevó a una guesthouse en mitad del gang que estaba super bien de precio, unas habitaciones muy limpias, wifi y desayuno: Lotus Losmen. El dueño de las guesthouse estaba encantado, nosotros también, el rastas se llevaba su comisión y todo el mundo contento esa noche 🙂

A la mañana siguiente nos metimos un buen desayuno indonesio, arroz frito, entre pecho y espalda mientras charlamos con algunos huéspedes. Entre ellos, estaba una chica argentina que viajaba sola y que nos contó sus desaventuras con el dinero. Tuvo que estar durante tres días en Malasia sin dinero porque su banco argentino no le autorizaba a sacar más. Menos mal que existe solidaridad viajera y algún alma caritativa se apiadó de ella y al menos tuvo para pagar el hostal. Nosotros le contamos que también sufrimos las consecuencias de la falta de dinero en Argentina, así que compartimos penas y un montón de consejos sobre Malasia e Indonesia, el tipo de consejos que no salen en las guías de viaje.

Viendo el gang donde estaba nuestra guesthouse, pudimos entender por qué en las películas de Jackie Chan había gente que saltaba de un balcón a un tejado y luego se metía en una cocina y salía a un taller de motos mientras que luchaban. El gang era un laberinto de calles muy estrechas con negocios y casas de todo tipo. Si te despistabas un poco, era muy fácil perderse. De hecho, uno de los días nos perdimos y creemos que acabamos en la parte del gang donde estaban las prostitutas porque había muchas señoras maquilladas y esperando sentadas en la calle sin hacer nada. Para que os hagais una idea de cómo era el gang, echad un vistazo a este vídeo (sentimos que la imagen no esté bien, pero es lo único que tenemos):

La parte buena de Yogyakarta fue el hostal, para que os hagais una idea… Yogyakarta era una ciudad un poco sucia, sin muchos atractivos turísticos y con gente no muy simpática que te intentaba timar en cada esquina. Una de las atracciones de de Yogyakarta era el Kraton, una mini ciudad dentro de la ciudad,regentada por el Sultán. Allí nos dirigíamos cuando nos paramos en la calle a mirar un mapa y un señor se nos acercó. Empezó con la típica frase de “hola, ¿de dónde eres?” y bla bla. Nos preguntó que si íbamos al palacio del Sultán y le dijimos que sí. Entonces, nos dijo que no fuéramos, porque justamente, ese mismo día, había llegado a Yogyakarta el Sultán de Malasia y que habían cerrado el palacio para la ocasión. Que ya que estaba cerrado, que mejor ir a la calle donde estaban todas las tiendas de tejidos batik, que así podíamos aprovechar un poco el tiempo y que no estaban muy lejos. Nos dijo que si queríamos podía llevarnos con su becak (un tuk tuk). Le dijimos que no gracias y que íbamos de todas formas a dar una vuelta por el palacio. Entonces el tío empezó a ponerse muy agresivo y a chillarnos que para qué íbamos a ir al palacio ¡si estaba cerrado! Pasamos de él y seguimos caminando. Obviamente, cuando llegamos, el palacio estaba abierto… El tío tenía cara de haberse creído su propia mentira según nos la contaba…

Aunque conseguimos escaquearnos del primer timo, en el segundo caímos como unos pardillos. Compramos una entrada para ver el palacio del Sultán, que por cierto es una mierda pinchada en un palo, y en el hall del palacio se presentó un señor diciendo que era guía oficial, tenía hasta su identificación. Le preguntamos que cuánto costaba el guiado y nos dijo que era gratis. Bueno, si es gratis, ¿por qué no cogerlo? Nos enseñó las cuatro paredes vacías del palacio con sus fotos del año de la pera completamente descoloridas y unas maquetas que cualquier niño de seis años podría haber hecho, todo ellos rociado de algún comentario machista diciendo que las mujeres no estaban al mismo nivel que los hombres. Luego nos llevó a la estancia donde estaban los carruajes que los holandeses habían regalado al Sultán y de ahí a una tienda de batik llamada “Batik Painting Art Centre by Hery’s”. El batik es una técnica para hacer estampados en los tejidos mediante una cera. Nos dijo que era la tienda oficial del Kraton y que en realidad era una escuela, donde los alumnos de arte aprendían la técnica. Al final, entre unas cosas y otras nos acabaron liando y como nos había gustado un cuadro, pues empezamos con las negociaciones. Nos dijo que nos hacía precio de indonesio en IDRs, no en USD, ya que era casi el doble. Conseguimos bajar un poco más el precio y al final acabamos pagando ciento y pico euros por el cuadro. No estábamos convencidos con el precio, pero aún así los compramos porque nos dijeron que sólo ahí podríamos encontrarlo. ¡Ay qué tontos! Al final, buscando luego por internet nos dimos cuenta de que habíamos pagado el doble de lo que costaba y que el supuesto guía se llevaba una comisión del diez porciento. Si el guía no había tenido ya suficiente con esa comisión, nos pidió al final del “guiado” 5USD (3.85EUR) (500000 IDR (38.50EUR)), como quien pide calderilla, aunque era una fortuna en Indonesia. Se lo dimos sin discutir porque estábamos tan hartos y asqueados de esa gente que lo único que queríamos era irnos de allí.

La consecuencia de esto es que luego mirábamos y contestábamos mal a todo aquel que se nos acercaba. Visitamos un par de sitios más sin ganas, como el Castillo del Agua, donde también intentaron timarnos por llevarnos desde allí hasta el hostal en becak (tuktuk). Yo ya estaba más que enfadada y harta de escuchar precios estúpidos, así que les propuse el precio que sabíamos que era justo. Me dijeron que no y simplemente empezamos a caminar para irnos. Entonces empezaron a decirnos que vale. Yo por orgullo hubiera ido andando hasta el hostal para darles una lección, pero al final insistieron mucho y montamos haciéndoles un favor. ¡Vamos hombre! La experiencia en el becak no fue de lo mejorcito, ya que los clientes van delante y el señor pedalea detrás, por lo que en los cruces ves venir la muerte de frente.


Necesitábamos oxigenarnos de esa ciudad horrible, así que escapamos de allí para ir a ver dos templos que no estaban lejos y que eran excepcionales: Borobudur y Pramamban. Conseguimos un tour con la agencia Ari Tour de la calle Sosrowijayan por 39000 IDR (3.00EUR)s por persona, que incluía la entrada a los templos. De hecho, la entrada a los templos mediante la agencia era más barata que comprarlas por internet. El tour empezaba a las cinco de la mañana y acababa sobre las dos de la tarde.

Borobudur fue simplemente impresionante. Era un templo budista de arquitectura exquisita donde había mucha tranquilidad a pesar de los turistas. En realidad, ya no hay ningún budista en Java, sólo musulmanes, así que el templo no es un lugar de culto, sólo una atracción turística patrimonio de la Unesco. En el templo hay dos millones de bloques de piedras distribuídas en diez niveles. Los primeros niveles representan la vida terrenal y según se sube, se van ganando en sabiduría budista, hasta llegar al nivel más alto donde está la estupa que representa el nirvana. Más información sobre este templo aquí.

El segundo templo fue Prambanan, esta vez, de religión hindú. Era también bastante impresionante, pero las formas que gustaron menos que en Borobudur. Prambanan estaba dividido en seis edificios donde se alojaban algunas de las divinidades hindúes, como por ejemplo Shiva. El templo había sufrido los desastres de un terremoto y había que visitar algunas partes con casco. Más información sobre este templo aquí .

Por desgracia, hubo que volver a Yogyakarta, ya que nos quedaba un día antes de tomar nuestro avión hacia Malasia. Lo gastamos buscando algo de ropa para Fred, ya que necesitaba algo decente para salir en Kuala Lumpur. Vivimos algunas situaciones ridículas, ya que la mayoría de los pantalones le quedaban pesqueros y otros tantos le “violaban”. Es lo que tiene comprar en Asia cuando tu morfología no es de asiáticos y tienes un poco de culo. Menos mal que Fred había adelgazado muchísimo desde que dejamos Europa, porque si no todos los pantalones le habrían estado pequeños. Encontramos una camisa que le iba bien y unos pantalones de la talla más grande por 15 euros. ¡Buf! Al menos tendría algo con lo que no llamar mucho la atención en los bares de Kuala 🙂

La última sorpresa “agradable” de Yogyakarta fue en el aeropuerto: había una tasa de 100000IDR (7.70EUR) por persona para poder tomar un vuelo. Al ser nuestro último destino en Indonesia, no llevábamos ya ni una rupia encima, así que nos tocó buscar corriendo un cajero para poder sacar dinero y pagar la maldita tasa. En definitiva, Yogyakarta, una “gozada” de sitio que no recomiendo a nadie.

La traversée du désert, le Kawah Ijen, le café et l’esclavage moderne

Notre objectif est de nous rendre sur l’île de Java pour visiter le volcan Kawah Ijen, puis Yogyakarta, où nous devons voler ensuite pour la Malaisie.

Le problème, c’est que les balinais n’aimant pas quitter leur île, nous n’avons pas trouvé de package tout fait qui nous amène de Bali à Java, alors que dans le sens inverse ça se trouve sans problème. Il faudra donc se débrouiller avec les transports locaux.

La première étape est de se rendre à la gare routière d’Ubung, à Denpasar. Facile, il suffit d’arrêter un taxi et de négocier le prix (80 000 IDR (6.16EUR)). Mais ça se corse dès l’arrivée à la gare routière. Six ou sept personnes se jettent sur le taxi, frappant sur les fenêtres et la carrosserie pour l’obliger à s’arrêter. Lorsque nous descendons, ils nous demandent où nous voulons aller. Il ne faut surtout pas répondre, car dans ce cas, ils jouerons le rôle d’intermédiaire, et nous paierons 4 ou 5 fois le prix normal du trajet. Il faut directement aller jusqu’au bus, monter dedans et payer auprès du gars chargé des tickets le prix normal (qui est en fait le double du prix payé par les locaux). Le plus dur, c’est de trouver son bus. Chaque bus a sa destination finale indiquée, mais malheureusement, pas les étapes. Nous voulons aller à Bondowoso, mais ne trouvons pas de bus qui y passe. Nous sortons la carte, mais il faut être discret, car si nous prononçons le nom de Bondowoso, nous sommes bon pour avoir un « intermédiaire » et payer 5 fois le prix du ticket. Non pas que ça soit une somme insurmontable, mais on se prendrait presque au jeu. Finalement, nous trouvons que la ville de Jember est sur le chemin et montons dans le bus correspondant. Le prix que nous payons, 60 000 IDR (4.62EUR) par personne.

Le bus : une vitesse de pointe de 60km/h, plus étroit qu’un bus classique mais pourtant avec 5 sièges par rangée (2+3) là où on en trouverai 4 (2+2) en Europe ou en Amérique, la porte ouverte en permanence, et une soute à bagages de la taille d’un coffre de berline (j’ai bien dit berline, pas break).

Au niveau des services on trouve de tout. Toutes les 20 minutes en moyenne, un vendeur ambulant ou un musicien, voire un groupe de musique monte dans le bus. Il faut faire le plein de monnaie et bien gérer sa réserve de pièces : à la fin du trajet je me suis retrouvé à devoir donner une triste pièce de 100 IDR (0.01EUR) au musicien qui chantait le mieux. Au niveau des choses à manger, je recommande les boules de tofu frites (1000 IDR (0.08EUR) le sachet), c’est assez neutre et digeste pour ne pas à avoir à utiliser un des sacs plastiques qui pendent au plafond du bus. Je les ai remarqué dès le début ces sacs et je me suis demandé pourquoi ce détail : il y avait des dizaines de choses qui manquaient à ce bus, pourquoi les sacs à vomis n’en faisaient pas parti. J’ai vite compris : les courbes sinueuses de Bali et Java + la manière de conduire du chauffeur + le fait que les passagers n’avaient pas l’habitude de prendre le bus = une dizaines de personnes ont utilisé ces sacs (qui après se jettent par la fenêtre, pas très écologique, mais en même temps je vois pas trop ce qu’il pourraient en faire : je ne vois pas le bus s’arrêter pour laisser les gens jeter leur sac dans une poubelle).

Les seules pauses, c’est la traversée en ferry entre l’île de Bali et celle de Java, et une pause restaurant (où il faut manger à toute vitesse).

Nous voyons défilé le paysage, quelque peu déprimant du côté de Java : des villages très pauvres dont le seul bâtiment en bon état est la mosquée.

Malgré que notre chauffeur eut conduit le plus vite qu’il ai pu, nous arrivons à Jember 7h après, pour un trajet de 250km.

Là arrivés de nuit au terminal de bus, encore une fois on nous propose des prix acadabrantesques, pour nous mener soit à Bondowoso, soit directement au Kawah Ijen, soit au centre ville. Nous trouvons finalement un taxi plus raisonnable que les autres et lui demandons de nous amener dans une Guest House (chambre d’hôtes) au centre ville. Mais dans cette ville pas du tout touristique, le concept de Guest House est inconnu. Nous finissons donc à l’hôtel Merdeka (très bon petit déjeuner). Selon le Lonely Planet, Jember est la ville la plus propre de Java. Apparemment ça fait des années qu’ils n’y ont pas mis les pieds.

Sinon nous rencontrons des gens super sympa, qui n’essayent pas de nous arnaquer ou de gonfler les prix. Le seul problème, c’est qu’ils parlent aussi peu anglais que nous parlons indonésien. 50 mots de vocabulaire, c’est limite pour faire un dialogue. Nous arrivons quand même à recharger notre carte SIM pour réserver un hôtel à Bondowoso.

Nous nous rendons une fois de plus au terminal de bus, et prenons le premier bus pour Bondowoso, à 35km (il faut prendre le bus direction Situbondo). Nous mettons 1h, 35km/h de moyenne maintenant ça nous paraît une bonne moyenne.

Nous descendons du bus et nous rendons vers l’hôtel le moins cher de la ville, l’hôtel Slamet. En chemin nous croisons Dory, un homme dans la cinquantaine qui nous arrête pour nous proposer une excursion au Kawah Ijen. Le prix est correct, le gars à l’air sérieux, mais ça demande réflexion.

Nous prenons donc une chambre pour 60 000 IDR (4.62EUR). Pour ce prix très bon marché, nous avons droit à une incroyable odeur d’humidité, à un « squat toilet » (toilettes à la turque avec un seau en guise de chasse d’eau). Un des employés nous propose de louer un scooter pour aller au Kawah Ijen. Effectivement, c’est la solution la plus bon marché, mais pour Marta c’est hors de question de monter encore une fois sur un deux roues. Ce gars imitait très bien « le conducteur de scooter détendu allant tranquillement en regardant le paysage ». Il nous refait son imitation à chaque fois que nous le croisons (au moins six ou sept fois).

Nous allons manger des nouilles frites dans un modeste restaurant de quartier. Les deux serveurs-cuisiniers n’ont pas souvent la visite de touristes car ils nous demandent de faire une photo avec eux. C’est comme ça qu’on reconnaît les lieux non touristiques: on est plus souvent pris en photo que l’on prend soit-même les autres en photo.

Nous décidons finalement de partir avec « l’agence » Wartel Ayu, le cinquantenaire croisé dans la rue (28 Jalan Zainal Arifin, Bondowoso, (+62)(082)141821428 o (+62)(085)257823620). C’est risqué car il n’est référencé nulle part (ni sur internet, ni sur les guides), mais au point où nous en sommes…

Afin de voir le « blue fire », la lumière bleu créée par le volcan, visible seulement de nuit, nous devons partir de Bondowoso à minuit. Nous attendons dans la rue et voyons arriver un 4×4 Land Rover de 20ans d’age, avec 4 personnes : le chauffeur, le guide, le frère du guide, et Dory, le gars qui organise le tout. Marta croit que nous sommes tombés dans un piège, mais c’est simplement que notre visite est l’occasion pour tous les amis de Dory de faire une sortie. En fait nous comprenons peu à peu la situation : 5 ans auparavant toutes les visites pour le Kawah Ijen se faisaient depuis Bondowoso, qui se situe à l’ouest du volcan. Mais depuis l’ouverture d’une nouvelle route depuis Bayuwangi, au sud-est du volcan, qui rend l’accès plus facile, les touristes visitent le volcan depuis cette seconde ville. En nous voyant venir, Dory s’est dit : « ça y est les touristes reviennent », et a mis le paquet en faisant venir tous ses potes. Au moins ça leur permet de faire de nouvelles photos car celles qu’ils nous avaient montré dataient un peu. Nous sommes donc photographiés au téléphone portable pendant toute l’excursion.

Concernant l’excursion en elle-même, elle commence par l’ascension nocture du Kawah Ijen. C’est une ascension facile avec un chemin en terre. Nous devons juste attendre un peu le guide qui manque de souffle. Nous voyons ensuite le fameux « blue fire », l’ambiance est vraiment spéciale, on se croirait sur une autre planète. Mais lorsque le jour se lève, et que nous voyons les ouvrier porter 70kg de souffre depuis le fond du cratère, nous redescendons sur Terre. Chaque jour, le volcan produit du souffre que les ouvriers récoltent, transportent jusqu’à leur campement, et vendent 700 IDR (0.05EUR) le kilogramme au gouvernement indonésien qui le revend à une entreprise chinoise. Quand nous savons que ce souffre sert entre autres à blanchir le sucre, nous nous disons qu’il y a un truc qui ne va pas dans notre système économique (nous nous en doutions déjà un peu à vrai dire). Nous demandons à notre guide pourquoi le gouvernement n’investit pas dans un système de câbles et de poulies, il nous dévisage comme si nous avions posé une question incongrue (ce n’est pas un problème de langue, il a très bien compris la question).

Niveau paysage, ça ressemble à l’idée que je me fais de la planète Vénus : un lac saturé en acide sulfurique (SO42-), des fumerolles, et du souffre bien jaune au bord du lac. D’ailleurs dans ce lac, Nicolas Hulot a « navigué ». Il y est venu en hélicoptère, y a fait descendre un petit Zodiac (le plastique résiste à l’acide sulfurique), et a ramé dedans avec l’Haroun Tazieff de service.

La sortie ne se limite pas au Kawah Ijen, nous nous rendons ensuite dans le domaine « Pemandian Air Panas ». Au programme : cascade au milieu de la jungle, vallée-grotte jonchée de stalactites, eaux thermales (de couleur marron, mais apparemment propres), et plans de café. En effet la région autour du Kawah Ijen jouit d’un climat propice à la production de café, et exporte dans le monde entier un café de très bonne qualité.

Nous finissons par inviter tout le monde au restaurant, et rentrons à l’hôtel pour faire une sieste (vu que nous nous sommes levés à minuit).

Le soir nous mangeons notre meilleur Nasi Ayam (poulet-nouilles) d’Indonésie, en le commandant dans une des nombreuses petites roulottes qui font office de restaurant ad-hoc avec quelques chaises de jardin installées sur le troittoir. Et le tout au prix imbattable de 6000 IDR (0.46EUR).

L’autre attraction de l’Est de Java est le Mont Bromo, où on voit paraît-il un lever de soleil magnifique, mais nous saturons un peu niveau volcan (et j’irai même jusqu’à dire niveau Java). Nous décidons donc de nous rendre directement à Yogyakarta via le train… qui se situe à 190km de là. C’est donc reparti pour 7h de bus javanais. Le début se déroule comme d’habitude : vendeurs ambulants, chanteurs, dépassement en courbe… Nous nous arrêtons même pour faire le plein. Puis nous arrêtons 30 minutes après à une seconde station service. Pas beaucoup d’autonomie ce bus. A moins que ce soit la pause pipi car tout le monde descend. D’ailleurs le contrôleur nous dit quelque chose en Indonésien. Apparemment il veut qu’on descende. Et qu’on remonte dans un autre bus. Au jeu des chaises musicales, nous n’avons pas été très bons. Nous nous retrouvons à monter dernier dans l’autre bus avec sacs à dos et boardbag (la valise de matériel de Kitesurf). Une dame prend son deuxième enfant sur ses genoux pour laisser une place à Marta. Quant à moi, je me retrouve debout jusqu’au prochaine arrêt, au terminal de bus de Probonglio à 20 minutes de là. Pourquoi Diable avons nous fait le changement de bus à la station service et pas au terminale de bus (qui en principe est fait pour ça). Je finis le trajet assis, avec mon gros sac à dos sous les pieds et mon boardbag à moitié sur la tronche.

Mais nous arrivons finalement au terminal de bus de Surabaya. Après avoir trouvé un taxi à prix raisonnable pour nous conduire à la gare (qui ne parlais pas un mot d’anglais mais qui riait tout le temps), nous arrivons enfin à la gare de trains. Afin de ne pas avoir une transition trop brusque, nous prenons le billet le moins cher pour Yogyakarta (qui coûte quand même 5 fois plus cher que le bus). Le train n’est pas beaucoup plus rapide que le bus, mais niveau confort c’est incomparable : notre banquette pour deux serait une banquette pour 4 dans un bus, et il y a une place prévue pour mettre les bagages. Pour connaître les horaires et le prix des trains, il faut se rendre sur http://tiket.kerata-api.co.id . Nous débarquons de nuit à Yogyakarta.

Si c’était à refaire, je pense que visiter le Kawah Ijen depuis Bayuwangi est une bien meilleur option. A Ubung terminal à Denpasar, il faut prendre le bus direction Jember et s’arrêter quelques kilomètres après la traversée en ferry.

Bienvenidos al infierno de la isla de Java. Parte 1: Kawah Ijen.

Nota: Los consejos para otros viajeros sobre cómo llegar a Kawah Ijen desde Bali en anexo.

Nuestro periplo en Bali había terminado bien y ya era hora de seguir viajando a la isla vecina, Java, donde teníamos que tomar un vuelo desde Yogyakarta para Malasia. Java es la isla de los volcanes por excelencia y el más conocido es el monte Bromo. Sin embargo, hay un segundo volcán, Kawah Ijen, que es menos conococido, menos turístico y con paisaje de otro mundo. El Kawah Ijen estaba al este de la isla de Java, por lo que nos dijimos que podíamos visitarlo antes de llegar a Bromo y a Yogyakarta.

Como el Kawah Ijen no era un destino muy conocido, preparamos la cosa con cuidado. Leímos foros, blogs de otros de viajeros y la Lonely Planet. Todo el mundo coincidía en que merecía mucho la pena, pero casi nadie explicaba con pelos y señales cómo llegar hasta allí. Sólo la Lonely Planet arrojaba un poco de luz al misterio, diciendo que se podía acceder desde la parte este utilizando como base el pueblo Banyuwangi o desde el oeste utilizando como base el pueblo Bondowoso. Desaconsejaban Banyuwangi porque decían que la carretera estaba en muy mal estado y que los desniveles eran importantes. En cualquiera de los dos casos, la Lonely Planet hablaba de transfers privados negociados en ciertos hoteles a precios desorbitados o de hacer dedo para poder tener un precio más económico. Vamos, nada en concreto.

Nuestro primer error fue hacer caso a la Lonely Planet, ya que parece ser que ninguno de sus escritores había puesto un pie en la zona entre el año 2007 y 2012. Por lo visto, en la actualización de la guía de 2012, se aconseja ir desde Banyuwangi, ya que han arreglado la carretera. Todo hubiera sido tan fácil si lo hubiéramos hecho así….

Nuestro segundo error fue volver a hacer caso a Lonely Planet y no buscar en foros qué tipo de autobuses “locales” iban de un pueblo a otro. Si hubiéramos conocido de mano lo que íbamos a encontrar, probablemente habríamos descartado el transporte terrestre del que se hablabla en la Lonely Planet y habríamos comprado un vuelo entre Denpasar y Yogyakarta por 20 euros y, luego, un paquete para ir al Monte Bromo, dejando el Kawah Ijen de lado. En fin, no somos adivinos por desgracia….

Pero volvamos al relato de nuestro infierno particular, que no el de Dante. Para ir a Java, había que tomar un autobús desde la estación Ubung en Denpasar. Cogimos un taxi desde Kuta por 80000 IDR (6.16EUR) y una hora después estábamos allí. El recibimiento fue digno de mención. Seis o siete personas golpeando el capó y las ventanillas del taxi para hacer parar al taxista y así vendernos un billete. La adrenalina y la mala leche empiezó a subir por nuestras venas y, más, cuando vimos que uno de los jaleadores intentaba sacar nuestras mochilas del maletero. Le echamos el alto y, en menos de dos segundos, teníamos diez personas arremolinadas a nuestro alrededor preguntándonos que a donde íbamos. Como traíamos la lección aprendida de casa, los ignoramos sin dirigirlos la palabra y echamos a andar hacia los andenes. En foros, habíamos leído sobre la mafia de esta estación de autobuses. Atosigaban al viajero para saber a dónde iba y así venderle un billete cinco veces más caro que si se hubiera comprado directamente en el autobús. Habíamos leído de casos de viajeros a los que no les habían permitido acercarse a los conductores utilizando la violencia y habíamos leído de casos en los que los conductores no querían vender billetes directamente al viajero por miedo a represalias. Como no estábamos dispuestos a entrar en su juego, utilizamos la técnica del despiste. Yo me quedé con las mochilas en un banco y Fred echó a andar lo más rápidamente posible. Conmigo se quedaron tres personas preguntándome en inglés que si nos dirigíamos a toda y cada una de las ciudades posibles de Java. Como me tenían cansada, empecé a hablarles en español diciéndoles tonterías. Funcionó como un jarro de agua fría, ya que en quince minutos no había nadie a mi alrededor. Mientras, el pobre Fred iba de autobús en autobús comprobando el destino final en los carteles. No pudo encontrar ningún autobús que llegara a Bondowoso, pero encontró un pueblo que no estaba lejos: Jember. Habló con el conductor, vino a buscarme corriendo y, en un suspiro, estábamos montados en un autobús con un billete de 60000 IDR (4.62EUR) por persona.

 

¡Prueba superada!, pensamos…pero el camino hacia el infierno sólo acababa de empezar. El autobús era súper cutre, aunque no más que los otros que había en la estación, estaba lleno de mierda, los asientos eran duros como una piedra, nada de aire acondicionado y asientos mínimos. Vale que los asiáticos son más pequeños que los europeos, pero poner cinco asientos donde debería haber cuatro es pasarse. Además, yo que sólo mido un metro y sesenta centímetros tocaba con mis rodillas el asiento de delante. El autobús no tenía ningún tipo de comodidad, pero hubo un detalle que no se nos pasó por alto: en el techo había colgadas boquillas de botellas con un montón de bolsas de plástico. Gracias a la forma de conducción suicida, las curvas de la carretera y los acelerones y frenazos en los adelantamientos, la gente empezó a vomitar como si no hubiera día. Por supuesto, al no estar prevista ni una sola parada, la gente tiraba las bolsas con los vómitos por la ventanillas. Todo un espectáculo con el que deleitarse…

Durante el trayecto, lo típico: vendedores de todo tipo de cosas, mendigos y cantantes. Acabamos hasta el moñete porque, como éramos los únicos blancos del autobús, todo el mundo pensaba que teníamos que comprar o dar lismona por obligación. Una vez más, acabamos ignorándolos de muy malos modos y con muy malas formas, pero es que eran cansinos hasta más no poder.

Tardamos siete horas en recorrer los los 250 kilómetros que separan Denpasar de Jember. Ninguna parada, sólo la posibilidad de comer e ir al servicio en el ferry, y ningún cambio de conductor en el autobús. Así que como diría mi abuela, en ese autobús había que ir “meao, cagao y comío”.

 

Llegamos a Jember sobre las 7 de la tarde, cuando ya había anochecido. Habíamos leído en algunos foros que había autobuses por 7000IDR (0.54EUR) hasta Bondowoso y que sólo se tardaba una hora, por lo que teníamos pensado coger uno y hacer el trayecto completo hasta el pueblo que serviría de base para visitar el volcán. Bajamos del autobús y otra vez los pesados de turno preguntando que a donde íbamos. Utilizamos la misma técnica de despiste que por la mañana, pero esta vez nos pillaron con la guardia bajada. Fred no conseguía encontrar ningún autobús con destino a Bondowoso y yo cometí un error fatal. Se acercó a mí un señor de apariencia “angelical” preguntándome que si me estaba gustando Indonesia y bla bla. Fue haciéndome el lío durante veinte minutos hasta sacarme dónde queríamos ir. En esas, nos dijo que no había autobuses ni trenes a Bondowoso, pero que él tenía un amigo taxista que podía llevarnos hasta allí por el “módico” precio de 200000 IDR (15.40EUR) (28 veces más que lo que costaría en bus). Empezaron a agobiarnos y meternos presión y Fred y yo empezamos a ponernos nerviosos. Era de noche, estábamos en un pueblo que no conocíamos, en mitad de la nada, no sabíamos cómo llegar hasta Bondowoso y sabíamos que nos querían timar. ¿Qué hacer en ese caso? Tuvimos la lucidez de decidir que pasaríamos la noche en Jember y que a la mañana siguiente buscaríamos la forma de encontrar el autobús. El taxista nos pedía 80000IDR (6.16EUR) por llevarnos al centro de Jember y, como presentíamos que no estaba muy lejos, nosotros dijimos que la mitad. Nos miró con cara de desprecio y suponemos que dijo en indonesio que por ese precio no movía un dedo. Como el taxista nos había caído mal y sus modos no nos parecían muy correctos, decidimos que mejor salir de allí y buscarnos la vida por nuestra cuenta. Caminamos un rato con las mochilas y encontramos otra parada de taxi no muy lejos. Lo malo es que nadie hablaba inglés, sólo indonesio, y comunicarse con ellos era muy difícil. Conseguimos hacerlos entender que queríamos ir al centro de Jember a una guesthouse y que estábamos dispuestos a pagar 40000 IDR (3.08EUR). Pensábamos que todo estaba claro hasta que, una vez dentro del taxi, el taxista empezó a pedirnos la dirección de nuestro hotel.¡No habían entendido nada! Al menos, había entendido lo del centro. Empezó a conducir y, en cuanto vimos un hotel más o menos decente, le dijimos que parara.

 

En el hotel Merdeka nos tocó una recepcionista que chapurreaba un poco inglés. Todo un alivio.Acabamos pagando una habitación superior, ya que todas las de gama baja estaban ocupadas. No teníamos ganas de seguir luchando y peleando, por lo que decidimos pagar los 180000 IDR (13.86EUR) de la habitación (la más cara de todo nuestro viaje en Indonesia) y no complicarnos más la vida. Al menos todo estaba limpio, había aire acondicionado, wifi y el desayuno estaba incluído. En cuestión de unas horas pasamos de viajar como las personas más pobres de Indonesia a estar en una habitación super lujosa.

Por la mañana, gracias a internet y a la recepcionista, ya teníamos más claro como coger el autobús hacia Bondowoso. Resulta que había un segunda mini-estación de autobuses en el lado opuesto de la ciudad y, es por eso, que no habíamos visto ningún autobús con destino a Bondowoso en nuestra llegada a Jember. Fuimos en taxi y nos montamos en el primer autobús que salía. Parece ser que en Indonesia los autobuses no tienen maletero, así que nos tocó ir con las mochilas y el material de kitesurf encima de nosotros. Toda una gozada pero, al menos, el viaje sólo duró cuarenta y cinco minutos.

Bajamos del bus en Bondowoso y empezamos a buscar el hostal que habíamos reservado, el Slamet. Cuando íbamos caminando por una de las calles, un señor nos salió al paso. Se presentó y nos dijo que tenía una agencia que organizaba las excursiones al Kawah Ijen. Yo le ignoré completamente, pero Fred le dio el beneficio de la duda. Pensó que no teníamos nada que perder por escucharle. Nos llevó a una tienda de comestibles y productos varios y nos hizo sentar en un sofá. Nos sacó fotos del año catapúnchimpún, es decir, de cuando las fotos se revelaban todavía. En las fotos estaba él y algunos extrajeros y empezó a decirnos que su compañía llevaba abierta veinte años. Entre otras cosas nos contó que todos sus hermanos eran funcionarios, pero que él no había tenido esa suerte y que por eso se había reconvertido en el turismo, que antes había sido peluquero. Vamos, historias para no dormir….Le preguntamos educadamente, ya que él no había tenido culpa ninguna sobre los acontecimietos de las últimas veinticuatro horas, sobre las distintas excursiones para el Kawah Ijen, en especial la del fuego azul, un fenómeno natural que se produce en el Kawah Ijen durante la noche. Nos dio precios que eran bastante más baratos que los que habíamos obtenido en foros y en guías, por lo que le dijimos que nos lo pensaríamos.

Llegamos al hotel y otra sorpresa “agradable” nos esperaba: una habitación llena de moho, con un olor insoportable y el peor baño de toda Indonesia. ¿Pero qué se puede esperar cuando estás en una ciudad no turística y que la habitación cuesta 50000 IDR (3.85EUR)? No sólo eso, si no que tuvimos a un empleado del hostal comiéndonos la oreja durante media hora sobre que lo mejor que podíamos hacer para ir al Kawah Ijen era alquilar una moto. ¡Por supuesto que no íbamos a alquilar una moto después de una experiencia infernal de conducción durante siete horas en un autobús! El chiquito no se daba por vencido y, cada vez que lo cruzábamos, nos machacaba con los beneficios y la libertad de ir en moto. ¡Cansino!

 

Nos fuimos a comer para sopesar nuestras posibilidades y por el camino nos pasó una cosa rara. La gente nos miraba con caras raras y los niños se reían cuando nos veían. Creo que a ese pueblo sólo llegaban dos turistas blancos por año y obtuvimos la confirmación en el restaurante. El camarero y el cocinero nos pidieron que nos hiciéramos una foto con ellos. ¡De locos!

Las opciones que teníamos para llegar hasta Kawaj Ijen eran estas:

  • Alquilar una moto un día por 150000 IDR (11.55EUR) (el triple que en Kuta) e ir por tu cuenta

  • Alquilar un coche por 400000 IDR (30.80EUR) al día e ir por tu cuenta

  • Alquilar un coche con chófer por 600000 IDR (46.20EUR) al día, perdiéndonos el fuego azul

  • Utilizar los servicios de Dory, el señor que nos había parado por la calle, que nos ofrecía el coche y el chófer por 400000IDR (30.80EUR), pero empezando de madrugada para poder ver el fuego azul.

  • Utilizar el transporte publico y llegar a media mañana al volcán

La opción de Dory nos parecía la más económica y fácil, pero como contrapartida, su agencia no estaba referenciada en ninguna guía, foros o páginas web. Decidimos lanzarnos a la piscina y fuimos a ver a Dory. Acordamos que que saldríamos a las doce de la noche de Bondowoso y que queríamos un guía por 150000 IDR (11.55EUR) más. Nos dijo que de guía haría un amigo suyo. Nos dimos cita en la puerta de nuestro hostal esa misma noche.

Nos fuimos a comprar algunas cosas para la excursión, nos echamos la siesta en la habitación maloliente y a las doce de la noche clavadas, estábamos esperando en la puerta de nuestro hostal. Un landrover un poco viejo paró delante de nosotros y de él salió Dory y otros dos chicos. Además, estaba el conductor. Yo entré en modo pánico y le dije a Fred que aquello no me gustaba ni un pelo, meterme en un coche con cuatro señores sin tener la mínima referencia de ellos. Al menos teníamos con nosotros los palos de caminar y le habíamos dado a nuestros padres todos los datos de la agencia y la calle donde estaba la tienda de comestibles. ¡De perdidos al río! Nos montamos en el coche y se presentaron todos. Estaba el conductor, el guía, el hermano del guía y Dory. Yo me esperaba como mucho una o dos personas, pero allí había ¡cuatro! Resulta, que como hacía mucho que Dory no había vendido una excursión, esa noche era excepcional y Dory había decidio llamar a sus amigos porque los señores turistas pagaban el coche y así ellos salían también de excursión. En el fondo eran todos como niños, con cuerpo de hombre, pero niños al fin y al cabo. Se comportaban de la misma forma que los niños cuando los llevan de excursión con el cole…

Condujimos durante un par de horas hasta llegar a párking del volcán. No tuvimos que pagar nada porque era de madrugada y no había guarda, pero por el camino tuvimos que pagar varias “tasas” (sin recibo, por supuesto) para poder atravesar algunas fincas privadas. Por supuesto, las tasas sólo eran para los turistas, los locales no pagaban absolutamente nada.

 

Empezamos a caminar sobre las dos y media. Habíamos leído que el camino era muy empinado, pero que no era difícil. Lo mejor de todo es que Fred y yo teníamos que estar esperando al guía, que iba sin aliento. De vez en cuando se paraba a echar un cigarrillo y nosotros nos moríamos del frío allí parados. Eso es ser un profesional, ¡sí señor! Tardamos en subir hora y media, aunque se podía haber hecho perfectamente en cuarenta y cinco minutos.

 

Llegamos al cráter del volcán y había un grupo con varias nacionalidades. Allí estábamos todos mirando embelesados el fuego azul, que no era más que efluvios que salían del volcán y que se veían de color azul fluorescente por la noche. Parecía una especie de poción mágica.

Poco a poco fue clareando y, con la luz, las formas del cráter se fueron definiendo. La visión de aquel sitio nos hacía imaginar cómo sería Venus. Colores vivos amarillos del azufre, colores marrones y blancos, junto con el azul grisáceo del lago. Aquello parecía otro mundo.

Sin embargo, algo nos dijo que estábamos en la Tierra cuando vimos a los mineros cargando con los bloques de azufre en sus espaldas. Personas completamente dobladas y con caras sudorosas por el esfuerzo físicol Cada minero subía entre 70 y 80 kilos de una tacada, desde el volcán hasta el campamento base, distanciados de un kilómetro y medio.

 

Tras este espectáculo, nos preguntamos si de verdad merecía la pena haber sufrido tanto para llegar a este volcán y ver la versión moderna de la esclavitud-capitalista. Estas personas cobraban 700 IDR (0.05EUR) por cada kilo subido, es decir, un sueldo de 110000IDR (8.47EUR) por día. Esto no es nada en comparación con lo que gana el gobierno por vender ese azufre a empresas chinas que lo utilizan para cosméticos, medicamentos o en la industria alimentaria para blanquear el azúcar. Se me caía la cara de vergüenza viendo a qué situación ha llegado el ser humano.

 Salí poco contenta del Kawah Ijen y el día no mejoró mucho. Dory y sus amigos estaban más a pasárselo bien que a hacer su trabajo de forma profesional. Nos llevaron a una cascada y a una gruta de estalagmitas y estalagtitas, pero el momento más embarazoso llegó en las termas, ya que ellos también decidieron bañarse. A mí no me apetecía ponerme en bikini delante de cuatro tíos que eran musulmanes y que probablemente me verían más como un objeto que como una persona que tiene lo mismo que todo el mundo. Eso y que el baño estaba asqueroso y que el agua no tenía buena pinta me frenó en seco.

 

Después de las termas se suponía que teníamos que ir a una plantación de café de arábica, uno de los mejores del mundo. Por supuesto, la población local ni huele ni cata ese café, ya que sólo sirve para la exportación. Estábamos tan rallados y cansados que les dijimos que queríamos volver al hotel.

Volvimos a dormir en la habitación mohosa y a la mañana siguiente nos fuimos muy temprano a la estación de autobuses para salir de aquel pueblo que se nos antojaba horrible. Estábamos saturados de autobuses, volcanes, gente de Java y sitios no turísticos con gente que no hablaba ni una palabra de inglés. Decidimos que lo mejor era ir a la estación de autobuses para ir a Surabaya y enlazar allí hacia Yogyakarta. ¡A tomar por saco el monte Bromo!

Al menos en esta estación de autobuses no había jaleadores y un autobús hacia Surabaya estaba casi saliendo. Compramos los pasajes por 28000 IDR (2.16EUR) por persona y vuelta a lo mismo. Autobús viejo, sucio, con asientos minúsculos, con cantantes, mendigos y vendedores.Esta vez nos sentamos en un asiento de tres, esperando estar un poco más holgados, pero poco a poco el autobús se fue llenando. Estábamos tres personas en nuestro asiento, había gente en el pasillo, bultos por todas partes y gente atosigando y vendiendo cosas.

Paramos a repostar en una gasolinera y como a los veinte minutos paramos en otra. No entendíamos bien por qué volvíamos a parar si hacía nada que habían llenado el depósito. Casi todo el mundo salió del autobús y supusimos que en este sí había un descanso para ir al baño. En estas, el ayudante del chófer empezó a hablarnos en indonesio y a hacernos señas para que bajásemos del autobús. No entendíamos nada. Bajamos y nos dimos cuenta de que todo el mundo se había metido en otro autobús que no estaba muy lejos. Cogimos nuestras mochilas y el material de kitesurf y volando nos fuimos al autobús nuevo. Lo malo, es que aquello era como el juego de las sillas y, como éramos los más pardillos del grupo, nos quedamos sin asiento. El autobús nuevo estaba lleno y no había sitio para nosotros y nuestras mochilas. Fred se quedó de pie en el pasillo con todo y una señora, refunfuñando, cogió a su niño en las rodillas y me dejó un asiento. Yo me estaba cagando mentalmente en los muertos de todo el mundo, porque quedaban por lo menos tres horas de viaje y aquello era insoportable. Por “suerte” el autobús paró veinte minutos después en la estación de Probolinggo y allí se bajó gente, dejando algunos asientos libres. No hubo forma de entender por qué los cambios de autobús se hacían en una gasolinera y no en la propia estación. En fin, un misterio más…

Llegamos a Surabaya en modo de shock total. Casi no hablábamos y estábamos completamente idos. Estábamos agotados física y mentalmente y el desgaste de los últimos cuatro días se podía ver en nuestras caras. Llegamos a la estación de autobuses de Surabaya y teníamos que enlazar con un tren. Obviamente, hubiera sido demasiado fácil que las dos estaciones estuvieran juntas, pero ¡no!

estaban distanciadas una media hora en coche (con atasco). Vuelta a lo mismo, taxistas que te intentan timar, búsqueda de taxista que te hace un precio más bajo, negocias enseñando billetes, te montas en el taxi, el taxista te habla en indonesio contándote su vida y riéndose, nosotros sin entender nada y completamente petados, llegada a la estación de trenes, Fred que no encuentra su pasaporte, pánico con sólo pensar en tener que volver a Bondowoso, Fred que encuentra el pasaporte, compramos billetes y ¡buf! por fin estamos dentro.

Tres horas después llegamos a Yogyakarta, buscamos un hostal en la guía Lonely Planet que se ajustaba a nuestro presupuesto y ¡sorpesa! los precios eran el doble… Seguimos buscando habitación y al final un señor se nos acercó ofreciéndonos una.Como no teníamos nada que perder, fuimos con él y golpe de suerte por una vez… pero el infierno continúa……

Anexo: Cómo llegar al Kawah Ijen desde Bali

A los balineses no les gusta salir de su isla y, menos, para ir a Java. Los habitantes de estas dos islas no se llevan muy bien, por lo que no es fácil encontrar un tour para ir de Bali a Java, aunque en el caso contrario es más fácil. Sin embargo, algunas agencias de Kuta ofrecen ir al monte Bromo o Yogyakarta, pero es caro porque la mayoría de las veces es en avión. También se puede contratar en las agencias un chófer privado, pero no es nada barato.

Otra opción es comprar un vuelo con AirAsia desde Bali-Denpasar hasta Yogyakarta o Surabaya y luego contratar un paquete con una agencia para visitar los volcanes o utilizar el tren. Por lo visto es más barato contratar el paquete en Surabaya que en Yogkarta, pero no hemos podido comprabar esta información por nosotros mismos.

Si decides utilizar los autobuses locales para ir de Bali a Java, mi consejo es que pases un par de días antes por la estación para echar un vistazo en los paneles y ver los horarios y las compañías. Esto te permitirá moverte más libremente, ya que no cargarás con maleta o mochila, y te podrás librar de los jaleadores. Si decides utilizar esta opción, mejor salir muy pronto por la mañana, ya que los autobuses circulan a 60 km/h como mucho y tardan muchísimo en recorrer pocos kilómetros. Compra el billete en el autobús directamente y nunca nunca hagas caso a los jaleadores.

Para el Kawah Ijen, creemos que la opción de Bondowoso no es buena porque hay que pasar por ciudades no turísticas, problemas con el idioma, y porque la mayor parte del trayecto hay que hacerlo en autobuses. Los autobuses son malos, incómodos y poco seguros, aunque baratos. El tren, cuyo precio es el triple del autobús, es mejor opción, ya que es “rápido”, cómodo y seguro.

Dado que se ha mejorado la calidad la carretera entre Banyuwangi y el volcán y que desde Banyuwangi se puede llegar en tren hasta Probolingo y Yogyakarta en tren, es mejor hacer la visita del volcán desde este pueblo. Encontramos en un blog de una chica francesa una familia que ofrece guiado y guesthouse para el Kawah Ijen de forma original. La página es esta. Nosotros les contactamos porque pensábamos que estaban en la parte de Bondowoso y obtuvimos una respuesta rápida, eficaz y profesional diciéndonos que se encontraban en Banyuwangi y cómo llegar hasta allí.

En caso de querer hacerlo desde Bondowoso, todos los pasos están la siguiente página de wikitravel  a partir de Jember.

Los datos de la agencia que utilizamos para el Kawah Ijen en Bondowoso son estos: Agencia Wartel Ayu. 28 Jalan Zainal Arifin, Bondowoso, casa con un portal azul. Teléfono (+62)(082)141821428 o (+62)(085)257823620. 

Surfeando en Kuta

La primera impresión que tuvimos de Kuta no fue muy agradable. En Kuta no había la paz y tranquilidad que reinaba en las Gilis o al este de la isla de Bali. Sólo había coches, motos, ruido, miles de tiendas de souvenirs, salones de masaje por doquier y extranjeros por todas partes. ¿Estábamos en Indonesia o en una colonia australiana?

 

Indagando, indagando habíamos conseguido la dirección de una guesthouse que estaba fuera de todo el barullo del centro de la ciudad, en el barrio Legian. Kubu  Kaugh Beach Inn guesthouse (150000 IDR (11.55EUR) la habitación) se encontraba escondido en un ”campung”, que no es más que una especie de barrio hindú dentro de la ciudad. Suele parecer un laberinto si no has vivido allí durante mucho tiempo, todos los vecinos se conocen y el campung dispone de todos los servicios básicos (tienda de comestibles, salón de masajes, lavandería, peluquería, etc). Lo mejor de todo es que en los guesthouse de los campung se encuentra el silencio que no hay en los hostales de las calles principales y que puedes observar el día a día de las familias hindúes.

Dejamos nuestras mochilas y nos fuimos directos a la playa de Kuta. Era cierto que la playa era espectacular, con kilómetros y kilómetros de arena, agua calentita y olas perfectas. Aunque era tarde ya, seguía habiendo mucha gente y se notaba que la playa era el lugar de encuentro entre turistas e indonesios.

 

Aunque sólo faltaba hora y media para que oscureciera, Fred alquiló una tabla de surf en los puestos de la playa durante hora y media (40000IDR (3.08EUR)) y se fue al agua. Según su opinión las olas eran buenas, el agua estaba a la temperatura ideal y el sol no calentaba mucho. ¿Qué más se podía pedir? Yo me quedé en la playa contemplando la puesta de sol, que no tenía desperdicio.

 

Al día siguiente hubo que probar un “must” de Bali: dar una vueltita en moto. Yo no estaba nada convencida, ya que las motos no son santo de mi devoción, pero como queríamos ir al templo Tanah Lot, se nos antojaba la solución más práctica y barata. Por 50000 IDR (3.85EUR) se puede conseguir un scooter de 125 cm3 para todo el día. En este precio se incluyen los cascos, que son obligatorios en Bali aunque no lo parezca, y la moto suele estar customizada para poder llevar la tabla de surf.

 

Nos santiguamos un par de veces antes de montarnos en la moto y pusimos rumbo al templo de Tanah Lot, que es el sitio más fotografiado de todo Bali. Obviamente, conducía Fred y yo iba de paquete, agarrada a él como si me fuera la vida en ello. Fred tenía que conducir como los locales, ya que conducir como un europeo era querer suicidarse. Recorrimos los 25 kilómetros que separan Kuta de Tanah Lot sorteando motos, camiones y animales, viendo arrozales y las decoraciones del Kuningang. Llegamos sanos y salvos al templo, yo sudando como un pollo por el stress y Fred tan tranquilo. Pagamos las entrada de 30000 IDR (2.31EUR) por persona y nos fuimos a ver el templo “más famoso” de todo Bali.

 

El acceso a Tanah Lot sólo se permite a personas que practican la religión hindú y como está construído en una roca en mitad del mar, sólo se puede entrar durante la marea baja. Es por eso que sólo pudimos ver el templo desde fuera y desde lejos, pero había más sitios que visitar en las inmediaciones del templo. De hecho, toda una comunidad hindú se dedica a vivir del turismo generado por Tanah Lot. Hay fotógrafos, vendedores de souvenirs, vendedores de comida, socorristas, bailarines….Vamos, que tienen bien montado el chiringuito y turistas no les falta. Dimos una vuelta por los jardines y otros templos que sí se podían visitar y nos volvimos a Kuta. No sé si mereció mucho la pena haber visitado este sitio después de haber visto Karangasem, que es mucho menos turístico y más bonito, aunque si sólo vas a Kuta, es obvio que no hay que perdérselo.

La vuelta a Kuta en moto fue más tranquila, por lo menos por mi parte, y Fred rellenó el depósito como hacen los locales. ¿Para qué vas a ir a la gasolinera si la tienda del barrio tiene botellas de Absolut Vozka rellenadas con gasolina y listas para ser usadas? En fin…

Al día siguiente alquilamos una tabla de surf para Fred y una tabla de bodyboard para mí.Esta vez buscamos un poco más y encontramos un sitio en frentre de nuestra guest house que alquilaba la tabla de surf por 40000 IDR (3.08EUR) y el body board por 25000 IDR (1.93EUR) para todo el día. Estos precios eran mucho más razonables que los de la playa, donde se pagaba lo mismo por una hora solo. Lo “malo” es que había que cargar con la tabla hasta la playa, pero la distancia no era muy grande. Antes de irnos, el dueño de las tablas no hizo una advertencia. Si alguien nos preguntaba en la playa que cuánto nos había costado el alquiler, había que decir que lo mismo que el alquiler en la playa. Una vez más, quedó demostrado que la libre competencia es una utopía en este tipo de países y que hay mafias locales por todos lados.

 

Yo me lo pasé estupendamente con mi body board. Había olas de tamaño mediano cerca de la orilla y podía impulsarme con el suelo, ya que la profundidad no era muy grande. Así no tenía que malgastar energía pataleando como una loca. Cogí varias olas y al final del día parecía una “profesional”. Fred se hizo amiguito de algunos indonesios e intercambiaron consejos mientras esperaban olas.

Lo malo es que al agua no debía estar muy limpia, porque al día siguiente nos levantamos los dos malos, con dolor de garganta y de oídos. Nos habíamos pillado una otitis con bactería incluída que nos daría guerra durante tiempo. Gracias al agua de la playa de Kuta pudimos comprobar cómo funciona la sanidad en Malasia y en Tailandia 🙁

En Kuta nos esperaba otra sorpresa. Nos cruzamos de nuevo con Vincent y Aye Chan, la pareja de amigos de Fred que nos había alojado en su casa de Perth. Nos fuimos los cuatro a cenar por ahí y les contamos nuestras peripecias con los niños de IHF y lo bien que lo habíamos pasado en las islas Gilis.

El último día aproveché para ir a uno de los salones de masaje de Kuta. Ya sabía yo que era una buena idea dejar esta actividad para el final, ya que si no hubiera sido así, me habría convertido en una yonqui de los masajes. 90000 IDR (6.93EUR) por una hora de reflexología y masaje en las piernas junto con cuarenta y cinco minutos para un tratamiento facial y masaje en la cabeza. ¡¡¡¡¡Estaba en el paraíso!!!!!!y era taaaaan barato y el masajista lo hacía taaaaaaan bien. Todavía lloro al pensar que nunca más encontraré un masaje tan barato y tan profesional :'(

Como todo tiene un final, cuarenta días en Bali bastaron para comprobar que esta isla tiene algo especial y que merece la pena visitarla. Con pena, pusimos rumbo a la isla vecina de Java, donde nos esperaba una de las situaciones más surrealistas de nuestro viaje. 

 PD.- Unas fotos para Nuria, para que vea lo que es seguridad en las obras de Bali. ¿Quién dijo miedo?

Surf à Kuta

Notre première impression à propos de Kuta est désastreuse. Nous arrivons dans la ville en mini-bus et après le calme relatif des Iles Gili et de l’Est de Bali, Kuta donne l’impression de n’être qu’un grand amas de scooters, de taxis, de boutiques de souvenirs et de salons de massage. Heureusement nous avions noté l’adresse (et les coordonnées GPS) d’un hôtel au calme, Kubu Kaugh Beach Inn Guest House (150 000 IDR (11.55EUR) la chambre double). En fait, à Kuta, si les rues principales sont très bruyantes, les Guest House se trouvent en général dans les « gang », qui correspondent à un réseau de petites ruelles perpendiculaire à une grande artère (une sorte de mini ville dans la ville). Donc, la plupart du temps, il est possible de dormir au calme alors qu’on est à cinq minutes à pieds de l’agitation.

Ce n’est pas parce que Kuta est ultra-touristique que les habitants y ont perdu leur culture. Nos hôtes passent leur journée à préparer des offrandes : le matin lorsque nous nous levons ils sont en train de tresser des paniers en feuilles de banane, lorsque nous rentrons de la plage aussi, et c’est seulement à la tombée de la nuit qu’ils arrêtent.

Après avoir posé nos bagages, nous nous rendons à la principale attraction de Kuta : sa plage. C’est une très longue et très large plage, avec un estran de plusieurs centaines de mètres, un peu à l’image des plages de Gironde.

Du coup, les vagues aussi sont très similaires à celles de Lacanau ou de Montalivet : elles ferment assez vite, mais lorsqu’elles ferment, les mousses restent intéressantes à surfer. En effet il y a de l’écume sur le haut de la vague, mais souvent le bas de la vague reste encore incliné et du coup surfable. Il y a des vagues sur toute la longueur de la plage, mais bien sûr des endroits où elles sont mieux formées. Et forcément ce sont aussi les endroits où il y a le plus de monde à l’eau. Dernier aspect : étant donné que les vagues sont formées par les bancs de sable, matière meuble, l’endroit où les vagues déferlent change continuellement.

Bref, je loue une planche, 40 000 IDR (3.08EUR) pour l’heure et demi qui reste avant le coucher du soleil. C’est un plaisir de surfer ici : l’eau est super chaude, mais le soleil ne tape pas trop fort (c’est le soir), les vagues sont grosses mais gérables, et les locaux qui sont à l’eau sont sympa. Je m’attendais à voir du localisme, mais rien de tout ça, sauf à l’endroit où surfent les quelques pro et semi-pro de la plage (à cet endroit, pas d’animosité, mais personne ne se parle). Les vagues ne valent pas celles de Huanchaco au Pérou, mais l’eau y est chaude. On ne peut pas tout avoir.

Le lendemain, nous faisons un autre « highlight » de Kuta : la ballade en scooter. Nous louons donc un scooter 125cm3 pour 50 000 IDR (3.85EUR), et nous dirigeons vers le temple de Tanah Lot, à 25km de Kuta. J’essaye de conduire comme les locaux, pas pour faire le Fangio, mais pour ne pas me faire rentrer dedans en ne réagissant pas comme les autres. La route se passe bien, mais pourtant Marta est très nerveuse. Nous visitons le temple (30 000 IDR (2.31EUR) par personne), ou plutôt le regardons depuis l’extérieur  car les touristes n’y sont pas autorisés (sans compter qu’il n’est accessible qu’à marée basse). A vrai dire, le temple de l’eau nous avait plus plu. Celui-ci a cependant une particularité : il y a quasiment tout un village de boutiques et de restaurants construit autour. Pour cause, c’est à mon avis le site le plus visité de Bali. Après être rentré à Kuta, je fais le plein avec deux bouteilles de Vodka Absolut. En effet, pour faire le plein, on peut soit aller à la station service, 4500 IDR (0.35EUR) le litre, ou alors s’arrêter à n’importe quelle échoppe et remplir le réservoir avec de l’essence contenue dans des bouteilles de Vodka, 5000 IDR (0.39EUR) le litre. Il n’y a pas d’arnaque (essence coupée…), puisque le gars qui loue les scooters m’a dit que je pouvais faire le plein avec les bouteilles.

Et la surprise de Kuta, c’est que nous recroisons Vincent et Aye Chan, nos amis qui vivent en Australie, qui y sont pour des mini-vacances. Nous passons la soirée avec eux, et leur racontons notre expérience à l’ONG IHF et aux îles Gili.

Le lendemain, nous louons une planche de surf et un bodyboard à l’hôtel Senen. Ça nous coûte 40 000 IDR (3.08EUR) pour la planche et 25 000 IDR (1.93EUR) pour le bodyboard (palmes comprises), pour toute la journée. Pour comparer, le prix sur la plage est de 50 000 IDR (3.85EUR) par heure. En partant le gars de la location nous dit « Au fait si un loueur de la plage vous demande combien vous avez payé, dites-leur le même prix que sur la plage ». Si c’est pas la Mafia, ça s’en rapproche.

Marta se débrouille comme une pro. Quant à moi je progresse aussi en longboard et commence à arriver à tailler des courbes (enfin rarement plus d’une par vague). En annexe quelques conseils techniques. Et nous pouvons discuter avec les locaux et les autres touristes à l’eau.

Mais le lendemain, Marta et moi sommes tous deux malades. Apparemment  nous nous sommes pris une otite. J’imagine que le système d’assainissement des eaux usées de Kuta n’est pas au top.

L’autre avantage de Kuta, mise à part la plage, c’est la concurrence qu’il existe entre les salons de massage. En y allant au milieu d’après-midi, on peut obtenir des prix vraiment intéressant. Marta a payé 90 000 IDR (6.93EUR) pour 1h45 de massage très professionnel.

Nous finissons tout de même par quitter Kuta, direction l’île voisine de Java, où nous attendent des scènes surréalistes.

Annexe : Surfer en longboard

  • Pour prendre une vague, surtout si c’est une grosse, il faut mettre légèrement la planche de travers dans le sens où on veut surfer. MAIS Attention, pas trop, 45° max, car sinon la planche part en crabe.
  • Si jamais la pointe de la planche se plante dans l’eau, quelques fois on peut sauver le coup, mais en général c’est culbute assurée. Pour éviter ça, la réaction naturelle est de s’allonger plus en arrière de la planche. Ça évite effectivement de planter l’avant, mais à la rame, on est beaucoup moins efficace, et la résultat, c’est qu’on a pas assez de vitesse au take off, donc soit on rate la vague, soit on part du haut de la vague, là où c’est encore plus vertical. Pour éviter ça, j’utilise l’astuce suivante : je m’allonge sur le milieu de la planche de manière à pouvoir ramer efficacement, et seulement à la fin lorsque je vois que l’avant de la planche va planter mais que ce n’est pas encore le moment de se lever, je recule tout le corps d’un coup en poussant sur les bras.
  • Une fois debout, pour tourner en longboard, il faut faire deux pas vers l’arrière de la planche. Ensuite, il faut reprendre de la vitesse en se replaçant au milieu. C’est comme si le volant était à l’arrière et l’accélérateur au milieu. Il faut marcher. L’avant de la planche ne sert pas à grand chose si ce n’est à faire des figures (hang five et hang ten).

Je finis par un conseil pour ceux qui veulent se faire des vacances surf pas cher à Bali : le mieux est de louer une moto avec rack pour surf et une board. Et de faire le tour de l’île (du moins le sud et l’ouest). Ça coûte dans les 50 USD (38.50EUR) par semaine (25 pour la location de scooter et 25 pour la planche). L’hébergement on peut trouver pour 10 USD (7.70EUR) par nuit et la bouffe, ça coûte trois fois rien.

Islas Gilis, el paraíso en la Tierra

 Las islas Gilis han sido uno de mis destinos favoritos en Indonesia. Fue en Australia donde un chico alemán me habló de las tres islas Gilis por primera vez y me dijo que no podía irme de Indonesia sin haberlas visto. ¡Menos mal que le hicimos caso! Si no nos habríamos perdido un lugar magnífico.

Empecemos dando algunos datos sobre las Gilis. Hay tres islas: Gili Air, conocida por el surf, Gili Nemo, la más pequeña, y Gili Trawangan, la más grande, turística y desarrollada. Nosotros elegimos Gili Trawangan porque queríamos que este viaje fuera fácil, ya que necesitábamos un poco de descanso después de estar lidiando con niños durante un mes en la ONG IHF 🙂 Para llegar a Gili Trawangan teníamos dos opciones desde Padang Bai:

  • Tomar el barco lento desde Padang Bai hasta el sur de Lombok, lugo tomar un bus para ir hasta el oeste de Lombok, donde se puede tomar un barco local que hace el trayecto hasta las islas Gilis.

  • Tomar el barco rápido que une Padang Bai a las tres islas Gilis.

Al principio habíamos pensado en tomar el barco lento, pero en realidad nos dimos cuenta de que no merecía mucho la pena. Con el barco rápido están incluídos los transfers de ida y vuelta a la mayoría de las ciudades turísticas de Bali, como Kuta, Denpasar o Ubud. Además, teníamos un arma secreta: ¡Emelie! Consiguió negociar por nosotros los billetes del barco rápido con Ekajaya  por 450000 IDR (34.65EUR) ida y vuelta con transfer hasta Kuta. Conseguimos el precio de las personas que hablan Indonesio gracias a Emelie y la diferencia fue brutal. En la página web de Ekajaya el trayecto está a 1200000 IDR (92.40EUR), si vas directamente a su oficina hablando inglés consigues el trayecto a 600000IDR (46.20EUR), pero si vas directamente a su oficina hablando indonesio, entonces consigues el precio que pagaría un local, que es 450000IDR (34.65EUR) por la ida y vuelta a las Gilis más un transfer, aunque en realidad un local tomaría el barco lento.

Gracias al barco rápido, con “sólo” 1500 caballos de potencia, pudimos llegar a Gili Trawangan en una hora y media. El viaje no tuvo muchos sobresaltos, ya que el mar estaba bastante calmado. Según nos fuimos acercando, se nos iban abriendo más y más lo ojos por el espectáculo que estábamos viendo. Playas de arena blanca y el agua más turquesa y cristalina. ¿Habíamos llegado al Paraíso y no nos habíamos enterado?

Desembarcamos de una forma un poco “rústica”, pero eficaz. Los trabajadores de Ekajaya pusieron un banquito para que pudiéramos bajar del barco y así no tener que pagar la tasa portuaria de utilización del muelle. Sólo nos mojamos un poco los pies y el equipaje llegó a tierra sano y salvo 🙂

Al llegar a la isla, estaban los típicos jaleadores, pero menos agresivos que de costumbre. En realidad, ni si quiera eran jaleadores, ya que eran los propios dueños de los hostales. Nosotros queríamos algo barato, por lo que hicimos caso a los consejos de otros viajeros: nos fuimos a buscar a una de las calles que no estaba en primera línea de playa. Y ¡bingo! Encontramos un lugar estupendo, Permata Bungalows, por 150000 IDR (11.55EUR) la habitación, con desayuno y el mejor wifi de toda Indonesia. Fue por culpa de los dueños de Permata que me hice completamente adicta a los pancakes de plátano. Es lo que nos daban de desayuno y luego, cuando estaba por la calle, no podía resistirme a comprar otro porque estaban taaaaaan buenos. Mi segunda adicción en Indonesia, y no por culpa de los dueño de Permata, fueron los zumos de sandía, pero esto es harina de otro costal….

En cuanto instalamos todas nuestras cosas, Fred empezó a preguntar insistentemente que qué íbamos a hacer. ¿Qué se traía entre manos? Uuuuummmm… Resulta que había viento y desde el barco había visto una playa desde donde se podía entrar al agua con la cometa, así que necesitaba un alma caritativa que le ayudase con el material de kite. Como soy una buenísima persona (y no me echo flores), accedí a acompañarle e ¡incluso! a hacerle fotos. Me eché unas risas con él, porque yo le pedía que hiciera figuras, pero el muy cagoncete decía que no, que el coral estaba demasiado cerca de la superficie y que no quería “dañarlo”. Sí, sí… Lo mejor de todo es que Fred parecía una superestrella del kite o alguien famoso, porque todo el mundo se paraba en playa para verle. Incluso había indonesios que aplaudían cuando pasaba cerca de la playa. Supongo que era la primera vez que veían a alguien practicar este deporte, porque si no no me lo explico :p

Sin embargo, hay otros deportes más populares y conocidos en las islas Gilis. El submarinismo y el snorkeling son el deporte rey, pero deportes nuevos como el Stand Up Paddle u otros más corrientes como el kayak tienen cabida también. En las aguas cálidas de las Gilis hay miles de pececillos de colores, hay tiburones enanos, hay coral y tortugas que se dejan ver de vez en cuando. En las islas todo está diseñado por y para el submarinismo, así que es mucha la gente que se anima a probar.

 

En mi caso, no estoy nada a gusto debajo del agua, así que decidimos que lo mejor era hacer sólo snorkeling. Como ya traíamos un kit “de andar por casa”, sólo tuvimos que alquilar las gafas, el tubo y las aletas para una persona por 35000IDR (2.70EUR). Alquilamos también un par de bicicletas (35000 IDR (2.70EUR) por bici) para poder dar la vuelta a la isla y así pararnos a bucear donde quisiéramos. La idea de la bici fue buena, pero no contábamos con que un cuarto de la isla no tiene camino y sólo hay arena, así que tuvimos que empujar las bicis bajo el sol abrasador durante un buen rato.  Si no, hay otra forma muy guay de recorrer la isla, que es en carreta tirada por caballo. En las Gilis no hay motos ni coches, sólo bicis y caballos.

 

Tras trastear durante todo el día en la isla e ir a ver la puesta de sol con la bici, concluímos que los mejores sitios para bucear se encontraban justo en frente de los hoteles de la calle principal. En realidad, había una corriente que circulaba paralela a la orilla y que hacía que no fuera necesario nadar. Simplemente había que dejarse llevar por la corriente para ver todo el fondo marino y los peces y luego había que salir del agua y caminar por la playa hasta el punto de partida. ¡De vagos!

Lo que también me gusto mucho de las Gilis es que se acepta el turismo de todo tipo. Desde el mochilero jovencito que busca fiesta, pasando por familias con niños, hasta el turista que busca lujo. En las Gilis hay alojamiento, restaurantes y actividades para todos los bolsillos y lo mejor es que se respeta a todo el mundo. Se puede comer comida de calle y tener un restaurante super exclusivo quinientos metro más lejos. Por cierto, que sepais que aunque las Gilis sean un lugar muy turístico, la comida que se prepara en la calle no tiene en cuenta los gustos occidentales. Comimos unos satays y casi morimos en el intento. ¡ Nunca en mi vida me había picado tanto la boca y el esófago! ¿Quién necesita comida tan picante cuando fuera hay treinta y cinco grados? A mí que me lo expliquen.

Por último, me pareció todo un detalle que los responsables de desarrollo local y los negocios de las Gilis se preocuparan del medio ambiente. En las Gilis no hace falta que compres botellas de agua. Puedes rellenar tu propia botella en los distribuidores de las tiendas y el precio es 2000 IDR (0.15EUR) más barato. Utilizando las botellas reciclables de 10 litros de los distribuidores y tu propia botella se consume menos plástico y todo el mundo sale ganando 🙂 Todos deberíamos aprender de esta iniciativa.

 

Gili Gili Gili

Il est temps de quitter l’ONG IHF et Buitan, pour notre prochaine destination : une autre île encore plus petite. Les Gili sont trois îles au large de Lombok : il y a Gili Air, réputée pour le surf, Gili Nemo, et Gili Trawagan, la plus développée des trois. Nous choisissons Gili Trawagan car c’est plus simple d’accès et nous sommes sûr d’y trouver un hébergement correspondant à notre budget.

Pour y aller de Bali, nous avons le choix entre :

  • Le bateau lent : Padang Bai-Lombok sud, puis traverser du sud à l’ouest de Lombok en bus, puis prendre un second bateau de Lombok jusqu’aux Gili
  • Le bateau rapide : Padang Bai-Gili direct, et dans le prix du billet aller-retour est inclus pour le retour le transport vers les principales villes touristiques de Bali (Ubud, Kuta….)

D’habitude je serai plutôt pour le bateau lent, mais là ça revient presque au même prix et c’est beaucoup plus simple en bateau rapide.
Grâce à Emelie qui parle indonésien, nous obtenons le tarif : « parlant indonésien » : 450 000 IDR (34.65EUR) pour l’aller-retour aux Gili et le transport Padang Bai-Kuta lors du retour (compagnie EkaJaya). Pour info le tarif « se présente au comptoir et négocie en anglais » est de 600 000 IDR (46.20EUR), et le tarif « commandé sur internet ou via un hôtel », qui correspond au tarif affiché sur le flyer est de 1 200 000 IDR (92.40EUR). Ca fait une sacrée différence.

Nous embarquons sur le bateau, et effectivement il porte bien son nom de « Fast Boat » (bateau rapide) : 5 moteurs hors-bord de 300 CV, ce qui fait 1500 CV en tout. Énorme pour une vedette de 20m de long. La mer entre Bali et Lombok est calme ce jour-là (comme souvent d’ailleurs), le bateau peut foncer à 30 nœuds (55km/h) et nous arrivons du coup en un peu moins de 2h. En arrivant je remarque qu’un vent de Sud souffle sur l’île alors qu’à Bali c’était le calme plat. J’enregistre cette info pour plus tard. Il y a un débarcadère à Gili Trawagan, mais notre bateau ne l’utilise pas, du moins à marée haute. Il choisi une méthode plus simple : beacher, c’est-à-dire poser l’avant de la coque sur le sable. Un des employés met un banc dans l’eau et nous descendons tous par l’avant du bateau, presque sans se mouiller les pieds.

Comme prévu dès l’arrivée sur l’île une dizaine de personnes nous propose des hébergements. Ils ne sont pas forcément commissionnés car c’est en général les propriétaires des petits hôtels, mais nous préférons aller voir par nous même : comme d’habitude l’un d’entre nous garde tous les sacs et l’autre va chercher une chambre. C’est moi qui m’y colle et me dirige vers la rue parallèle au front de mer, où se trouvent les hôtels bon marché. Le premier que je visite « Permanata Bungalow » me paraît bien : chambre double avec salle de bain d’eau douce, petit déjeuner et wifi inclus pour 150 000 IDR (11.55EUR). Ca correspond à ce que l’on cherche et au budget prévu, et le propriétaire a l’air sympa, donc je prends tout de suite la chambre. Petite mention pour le Wifi de cet hôtel : c’est le plus rapide et le plus robuste qu’on ai eu depuis notre départ d’Europe (Perth excepté). Et tant que j’y suis une autre mention pour le petit déj : pancakes à la banane, un classique en Indonésie, et pas difficile à faire, mais ils avaient le mérite d’être là.

Nous nous installons et nous allons nous promener vers le sud de l’île où j’avais repéré que le vent soufflait. Nous remarquons vite la particularité des Gili niveau transport : hormis les bateaux, aucun véhicule à moteur. Il n’y a que des vélos et des calèches tirés par des chevaux, qui parfois déboulent à toute allure dans les rues de l’île. Le vent est limite pour le kitesurf et les endroits pour décoller sont rares : le rivage est formé soit de mangrove soit de petites plages qui de loin ressemblent à des plages de sable fin, mais de près se révèlent être formées d’anciens coraux concassés.

Je demande à un serveur travaillant sur un bar de plage si le vent souffle souvent, il me répond « parfois ». Les conditions sont loin d’être idéales, mais apparemment c’est le moment où jamais de sortir le matos de kitesurf en Indonésie. Nous retournons à l’hôtel chercher ma valise à roulettes spéciale kite et grâce à Marta qui m’aide à décoller entre les coraux coupants et les arbres qui déventent une toute petite plage, je suis enfin à l’eau. Je n’aurai certainement pas pu décoller seul sans risquer d’endommager sérieusement mon aile. Avec le vent faible et la faible profondeur d’eau au bord, ce n’est pas la journée pour faire des figures, mais la beauté du paysage compense : j’ai l’impression d’être sur une île déserte au milieu du Pacifique, ce qui n’est pas loin d’être le cas (ok l’île n’est pas tout à fait déserte et je crois que je suis plutôt dans l’Océan Indien). Je fais un grand bord de 15min en direction de l’île de Lombok, ce qui me permet de voir défiler les deux autres îles qui forment les Gili. Quelques heures après, la marée descendante m’oblige à arrêter : je n’ai pas envie d’abîmer les coraux (et mes ailerons et potentiellement mon postérieur par la même occasion). En effet, ici lorsque la marée est basse, il y a une sorte d’estran formé de coraux qui ont apparemment la capacité de survivre à l’air libre. A noter que j’ai l’impression que bon nombre de locaux et de touristes voient un kite pour la première fois de leur vie.

Le soir nous faisons le tour des restaurants : tant au niveau hébergement qu’au niveau restauration, ici il y a de tout : du bar de luxe en bord de mer aux échoppes ambulantes qui se réunissent tous les soirs sur la place du marché. Les prix sont cependant plutôt tirés vers le haut, l’île ne vivant que du tourisme. Mais attention, même si c’est touristique, les plats ne sont pas toujours adaptés aux palais européens : nous mangeons sur le marché un « satay » (brochettes) et une soupe de nouilles tous deux très épicés. Pour calmer les papilles, nous commandons les meilleurs pancakes de l’île : banane-chocolat pour 15000 IDR (1.16EUR) : ils sont si épais (2cm), que pour être pratiques à manger le vendeur les coupe en tranches comme un gâteau  La version avec du miel est beaucoup moins intéressante. En effet, il n’y a pas de vrai miel en Indonésie, il ne s’y vend que des ersatz à base d’eau et de sucre.

Nous croisons une quantité phénoménale d’espagnols, alors que nous n’en avons croisé aucun depuis l’Amérique du Sud. Il faut dire qu’aux Gili on trouve des restaux, des bars, et la plage à côté. C’est tout à fait le genre de vacances qui leur plaît.

Mais mise à part la farniente, l’activité phare des Gili, c’est la plongée sous-marine. L’avantage c’est que les eux sont limpides, et que c’est pas cher, surtout que tous les centres de plongée proposent strictement les mêmes prix. Donc les gens choisissent uniquement au feeling. Marta étant un peu angoissée à l’idée d’être au milieu des poissons, et étant limité en budget, nous choisissons de faire plutôt du snorkeling, qui permet également de se retrouver au milieu des poissons, mais où on peut toujours remonter rapidement à la surface.

Nous avons déjà un kit snorkeling minimaliste avec nous (cf annexe), mais nous désirons plonger ensemble du coup nous louons un second kit pour 35 000 IDR (2.70EUR). Et tant que nous y sommes, nous louons deux vélos pour faire le tour de l’île (35 000 IDR (2.70EUR) par vélo). L’île est petite, sans s’arrêter, on pourrai faire le tour en 1h. Mais il y a un quart du chemin qui se fait dans le sable en poussant la bicyclette. Nous passons toute la journée à faire le tour de l’île en nous arrêtons pour faire du snorkeling ou pour faire une sieste sur la plage à l’ombre de la mangrove, pour enfin admirer le coucher de soleil, mais malheureusement ce jour-ci, le ciel est trop nuageux.

Nous sommes allé à plusieurs points de snorkeling, mais finalement, là où ça reste le plus joli c’est la côte Est juste devant le village. C’est un peu stressant avec les barques qui manœuvrent  mais c’est là où on trouve le plus de poissons et surtout j’aurai la chance de nager avec deux tortues (ou deux fois avec la même, j’avoue que j’ai du mal à les différencier entre individus). En plus c’est du snorkeling pour paresseux : à marée descendante, il y a un courant d’environ 1 ou 2 nœuds allant du nord au sud, parallèlement à la plage. Pour avoir une idée, 1 ou 2 nœuds, c’est la vitesse de la nage, donc il vaut mieux ne pas se fatiguer à nager contre. Nous nous mettons à l’eau au nord de l’île, nous laissons dériver tout le long en admirant les coraux et les poissons, et remontons à pieds.

En dehors des tortues, il y a une autre curiosité à voir dans l’eau : ce sont les malaisiens qui se baignent avec masque, tuba et … gilet de sauvetage. Pour les femmes, il faut ajouter en plus pantalon t-shirt à manches longues et châle. J’ai l’impression que savoir nager n’est pas commun chez les malaisiens, donc étant donné le courant, avoir un gilet de flottaison est indispensable dans ce cas-là. Nous voyons également une japonaise avec une combinaison intégrale. Mais pas une combinaison noire, en néoprène, à but purement utilitaire, comme on utilise en Europe  Non, une combinaison bleu-violet en lycra avec col échancré, très élégante, pour se protéger du soleil. La classe !

Même si l’île est magnifique, mise à part pour ceux qui sont venus ici pour plonger tous les jours, après 3 jours, on a fait le tour (et même plusieurs fois). Nous repartons donc, encore une fois par bateau rapide, pour Padang Bai et pour Kuta (en bus).

J’oubliais: si vous allez sur Gili Trawagan, n’oubliez pas que plutôt d’acheter des bouteilles d’eau en plastique, vous pouvez remplir celles que vous avez déjà. C’est la même eau et en plus ça coûte moins cher.

 

Annexe: kit snorkeling minimaliste (KSUL: Kit Snorkeling Ultra-Léger)

  • Des lunettes de piscine, beaucoup plus léger qu’un masque. N’importe lesquelles, le principal c’est qu’elles tiennent bien et ne prennent pas l’eau. Personnellement, j’ai abandonné il y a longtemps les lunettes de piscine binoculaires qui soi ne tiennent pas, soi, si on sert l’élastique à fond, tiennent mais donnent l’impression que les yeux vont sortir de leurs orbites, sans compter le mal de crâne. J’ai trouvé mon bonheur chez les italiens, modèle Aquasphère Vista. Après ça dépendde la forme du visage de chaque personne, donc le mieux c’est d’essayer.
  • Un pince-nez: j’ai pris le moins cher, ça pince pas des masses, mais en général au bout de quelques minutes j’ai le nez bouché, donc ça n’a plus trop d’importance.
  • Un leash pour ne pas perdre le pince-nez: une petite ficelle entre le pince-nez et les lunettes suffit. Pour les noeuds, soit noeud de chaise, soit 2 noeuds plats.
  • Sans oublier un tuba. Le plus simple possible, sans valve qui va se casser, sans accroche-tuba (je passe le tuba sous la sangle des lunettes et ça tient bien mieux)
  • Pas de palmes. Je sais c’est plus fatiguant, mais une paire de palmes efficace c’est lourd (car des palmes toutes légères qui flottent ça ne sert pas à grand chose). Donc mieux vaut ne rien prendre et nager la brasse (mieux que le crawl pour voir les poissons car ça fait moins de bulles sous l’eau)

 

Gunung Agung

 

Pendant notre séjour à Buitan, chaque matin nous nous réveillons avec vue sur un immense volcan. Enfin les jours où nous nous levons tôt car les nuages cachent vite la vue. Nous apprenons que ce volcan est le point culminant de l’île, 3142m, et qu’il est possible de l’escalader. Le seul problème c’est qu’il y a 1500m de dénivelé à faire. Une autre rando, le Mt Batur est beaucoup plus facile, avec aussi une très jolie vu et un lac, mais il y a un autre problème : la mafia locale. En effet, les locaux obligent les touristes à recourir aux services d’un guide (la promenade dure 2h sur un sentier facile et parfaitement clair). Les touristes qui passent par le sentier seuls se prennent des coups de pieds dans les tibias jusqu’à ce qu’ils rebroussent chemin. Nous décidons de boycotter le Mt Batur et nous renseignons sur le Mt Agung. Deux voies sont possible : par la face Nord, en 2j pour attendre le vrai sommet à 3142m, et un autre chemin plus facile par la face Sud, en 6h aller, pour attendre l’antécîme à 2900m. Il faut commencer la rando à 2h du matin pour arriver au sommet au moment à l’aube, ce qui permet bien sur d’admirer le lever du soleil et surtout d’éviter les nuages qui viennent aux alentours de 8h et la pluie qui vient aux alentours de 11h. Comme les autres volontaires sont aussi motivés par cette rando et que nous ne connaissons pas leur niveau d’expérience de la montagne, nous décidons de recourir aux services d’un guide. De plus ça permet de ne pas se prendre la tête avec le transport car ça n’est pas facile de trouver un chauffeur pour nous amener à 2h du matin sur le parking au pied du volcan. Si on avait tenté de demander ça à un chauffeur, il nous aurait certainement demandé dix fois de confirmer que c’est bien à 2h et non 14h. Nous contractons Wayan, pour 250 000 IDR (19.25EUR) par personne, transport et petit déj au sommet inclus  C’est un bon prix, que nous avons pu obtenir car nous étions un groupe et que la haute saison (Juin-Juillet) n’avait pas commencé.

Nous avons donc RDV le lendemain (ou le jour même), à minuit. Après 1h30 de route nous arrivons au parking et commençons la marche un peu après, le temps de s’équiper en lampes frontales.

Ça commence par quelques centaines d’escaliers qui mènent au temple de Pura Pasar Agung. La vue du temple de nuit avec derrière nous, les étoile et les lumières de Denpasar et devant nous les portes du temple, la lune et l’ombre du volcan nous fait voyager dans une autre dimension. Nos guides, Wayan et sa sœur s’arrêtent pour prier. Non pas pour remercier les dieux pour la beauté de la nature (quelle idée!), mais pour leur demander que nous fassions bonne route.


Nous traversons le temple pour trouver sur la gauche le début du chemin creux qui traverse la forêt. Quand je dis chemin creux, c’est vraiment creux : les pluies ont tant travaillé que parfois le chemin se retrouve à 70cm dessous le niveau du reste du terrain. Ici ils ne connaissent pas le principe de zig-zag. Ça monte en ligne droite jusqu’au sommet.


La forêt se termine et nous continuons par un chemin de lave solidifiée. Enfin chemin est un bien grand mot, ça consiste plutôt à monter droit vers le sommet en suivant les dessins de peinture blanche qui balisent la voie la pluie facile. Quelques fois on se demande si c’est encore de la rando où si c’est déjà de l’escalade. Ça n’est jamais technique, mais il faut souvent s’aider des mains pour se hisser. La pente tourne autour de 30° (60%), donc en cas de chute on ne roulera surement pas jusqu’en bas (quoique, il y a déjà eu des morts cf http://www.thebalitimes.com/2009/05/15/mount-agung-claims-another-life/ ), mais c’est très aérien.
En 4h30 comme prévu (on nous avait dit entre 3 et 6h), nous arrivons au sommet au moment où le soleil se lève.

Nous déjeunons, thé et crêpes à la banane, et surtout nous reposons avant le pire : la descente, avec ses singes facétieux.

Si la montée était certes longue mais s’est fait plutôt facilement, ça ne sera pas le cas de la descente. 1300m de dénivelé avec les genoux qui tapent à chaque pas. C’est là que je regrette de ne pas avoir de parapente (quoique pour décoller du sommet du volcan entre les rochers il doit falloir avoir le cœur bien accroché), ou de ne pas avoir une paire de skis de rando et un peu de neige (mais lorsqu’il fait 15° à 3000m à 5h du mat il faut pas y compter). Nous mettons une heure de plus pour redescendre que ce qu’il nous a fallu pour monter et du coup terminons dans la pluie diluvienne qui vient d’un coup. Wayan a été vraiment au top, sa bonne humeur a permis de faire mieux passer ce long moment.

Dire que le record est de 2h30 pour l’aller-retour au sommet !

Nous terminons la journée, ou plutôt finissons notre nuit, sur la plage de White Sand Beach. C’était à faire, mais je ne sais pas comment fait Wayan pour le faire tous les jours en haute saison.

Les traces GPS de la montée: 

Et quelques photos en plus:

 

 

El volcán Agung

Cada mañana en Buitan nos levantábamos con vistas al volcán Agung. Bueno, en realidad, sólo las mañanas que nos levántabamos temprano, porque las nubes no tardaban mucho en cubrir la cima del volcán.

 

El volcán Agung es el punto más alto de la isla de Bali. Mide 3031 metros y tiene un cráter de 700 metros de diámetro. El volcán está activo y la última erupción registrada fue en el año 1964. Esto no es un inconveniente para que cada día locales y turistas escalen a la cima para deleitarse con un magnífico paisaje a la salida del sol.

Habíamos leído comentarios de otros viajeros diciendo que la subida al volcán Agung merecía mucho la pena, pero que era muy difícil y cansada. Como los comentarios siempre son un poco relativos, decidimos echarle un vistazo al perfil del trekking. ¡Vale! 1500 metros de desnivel casi en línea recta con un poco de escalada no era un camino de rosas, pero seguro que lo podíamos hacer, aunque nos llevase más tiempo de lo normal. Hablamos un poco de esta actividad al resto de voluntarios de la ONG, quienes se apuntaron a venir con nosotros en seguida.

Habíamos leído que hacía falta un guía, ya que el trekking era de noche (empezaba a las dos de la mañana) y no estaba muy bien señalizado. Hicimos lo que hacemos siempre: pedir precios en varios sitios. Emelie cogió el teléfono y llamó al menos a tres guías para negociar precios y ver condiciones. Cuando teníamos una oferta, llamaba a los otros guías para decirles dicha oferta y ver si podían bajar el precio o subir las prestaciones. Así varias veces y al final conseguimos hacer trato con Wayan para subir la cara sur (la fácil) y cuya prestación incluía dos guías, linternas, transporte y desayuno por 250.000 IDR (0.00EUR) por persona.

El chófer pasó a recogernos por el centro a las doce y media de la noche. Estábamos todos en un estado raro. Algunos de nosotros nos habíamos echado una mini-siesta, otros no, otros se habían inflado a tomar café, otros preferían no tomarlo, algunos habían cenado, otros no… ¿Cómo te preparas para una excursión que empieza a las doce de la noche y que sabes que no va a acabar hasta las doce la mañana del día siguiente? Ya no estábamos para arrepentimientos ni vueltas a atrás, así que iba a haber que subir sí o sí.

Wayan venía acompañado del segundo guía, que no era otro que su hermana. Se notaba la experiencia de Wayan a la legua, porque una de sus exigencias fue que si éramos seis integrantes en el grupo, entonces era necesario tener dos guías. Y razón no le faltó, ya que hubo un momento en el que hubo que dividir el grupo en dos.

Hubo presentaciones, ingesta de plátanos y chequeo del material . Todo estaba listo y ya podíamos empezar a caminar. Empezamos subiendo los incontables escalones del templo Pura Pasar Agung, en cuya base hicimos una parada técnica para que Wayan y su hermana pidieran a los espíritus que nos protegieran en la ascensión. Rezo, ofrenda de incienso y flores hechos, completamente protegidos y con buen aura y karma, empezamos la ascensión de verdad.

En realidad no había ningún camino y el concepto de zigzag parece que no ha llegado a Bali todavía. Subíamos casi en línea recta por el “camino” que los torrentes de agua habían trazado en la época de lluvias. Había ramas de árboles caídas, trozos de tierra que se desplomaban bajo nuestro peso, alguna sangijuela que otra y trozos en los que nuestros pies no cabían en paralelo. Lo positivo de todo esto eran las vistas cuando nos parábamos a descansar. Pudimos ver cómo es Bali de noche y nos dimos cuenta de que, en realidad, Bali no está tan masificada como dicen. La mayor parte de la gente vive en Denpasar y Kuta, pero el resto de la isla está casi a oscuras. Gracias a esto, disfrutamos del espectáculo de las estrellas, con alguna estrella fugaz incluída.

 

Pensaba que una vez pasada la zona boscosa la caminata mejoraría, pero ¡no! Luego pasamos a la zona de rocas, donde caminábamos sobre lava solidificada. Había trozos sonde había que subir ayudándose de las manos y poniendo los pies en unas posiciones determinadas. Estuviños así durante una hora y al final estábamos exhaustos, pero conseguimos llegar a la cima antes de las seis de la mañana, justo cuando empezaba el amanecer.

 El espectáculo era uno de los más bonitos que he visto en mi vida. El sol empezó a iluminar las islas de Lomok y Gilis y el cráter era más que impresionante. La verdad es que daba un poco de miedo acercarse, porque la caída podía ser mortal. El volcán nos agasajó con unas bonitas y olorosas fumarolas de azufre y los colores del cráter fueron cambiando con la luz del amanecer.

 

Desayunamos los pisen goreng que la mujer de Wayan había preparado para nuestro desayuno junto con un té y estuvimos charlando con otro excursionista y guía, además de tomar fotos, durante casi una hora. Después de esto lo peor estaba por llegar: ¡la bajada!

 

Todo lo que habíamos subido había que volver a bajarlo de golpe. Las rodillas iban más que machacadas y los cuádriceps soportaban todo el peso del cuerpo. Hacíamos algún descanso de vez en cuando, pero no era suficiente para relajar las piernas.

Por el camino nos encontramos con monos, no muy simpáticos. Wayan nos advirtió que no nos parásemos y que siguiésemos caminando, porque si no los monos podían considerarlo como una incitación y empezar a atacarnos. Yo cogí una piedra y Wayan me sugirió que la dejara, porque si tiraba una piedra a un mono, este daría el grito de alarma y todos los monos vendrían a socorrer el mono que estaba siendo atacado. ¡Y yo que pensaba que los monos funcionaban como las vacas! Ays…

Seguimos bajando y yo estaba cada vez más cansada. Tenía tembleque en las piernas y de vez en cuando me fallaban, pero al menos tenía un bastón. Wayan se portó de maravilla conmigo y me ayudó un montón bajando en las zonas más abruptas. Al menos esto me permitió charlar un rato con él y saber más de su vida.

 Tardamos más en bajar que en subir. Cuatro horas a la subida y cinco de bajada. Una vergüenza si lo comparamos con el récord de un señor francés, que tardó dos horas y media en subir y bajar, corriendo, claro. Al final tuvimos lluvia, barro, caídas por resbalones, pero al menos todos llegamos sanos y salvos al coche.

Estábamos todos en un estado catatónico, así que decidimos acabar el día, o mejor dicho la noche, en las tumbonas de la White Sand Beach tomando cocos y comiendo marisco. Se necesita una recompensa después de tanto esfuerzo 🙂

Nota: Otra opción de trekking en Bali es el monte Batur. Es una caminata fácil, bien señalizada, con vistas bonitas, pero no tan espectaculares como las del monte Agung. Antes de decidirnos por el volcán Agung, estuvimos leyendo en Tripadvisor sobre el circuito del Monte Batur y muchos viajeros habían descrito en sus comentarios problemas con una “mafia local” cuando habían intentado hacer el trekking sin guías. Por lo visto, ciertas personas locales llegan a las manos con turistas que se niegan a contratar un guía porque saben que no es necesario. No es que haya sido un caso aislado, si no que más de un turista comenta sobre experiencias desagradables con este tipo de personas. Si alguien se decanta por el trekking del Monte Batur, que le eche un vistazo a Tripadvisor para saber cómo ha evolucionado este tema.

Powered by WordPress | Designed by: suv | Thanks to trucks, infiniti suv and toyota suv